FALSEAR NOTICIAS O
DESCUBRIR LA VERDAD. POR: RICARDO TROTTI
Acorralado
por el “Rusiagate” y las filtraciones de los propios funcionarios de la Casa
Blanca a la prensa, Donald Trump no tardó en poner de nuevo las noticias falsas
sobre la mesa.
Resquebrajada
su confianza interna, amenazó con cárcel a los soplones, cambió hasta de
mayordomo, y como Frank Underwood en House of Cards, buscó chivos expiatorios
por doquier, entre ellos, a periodistas y medios de comunicación, a los que
acusó de inventar noticias y conspiraciones.
Los
soplones no son nuevos. Fueron siempre parte de la relación intrincada entre
poder y prensa. Desde Richard Nixon a Barack Obama pasando por Bill Clinton los
tuvieron que soportar, resistir y hasta encarcelar. En épocas de mayor crisis
proliferan y es cuando los medios apelan a los “garganta profunda”, a sabiendas
que las fuentes anónimas son el último recurso para descubrir la verdad.
Vale
aclarar que las “verdaderas” noticias falsas siempre existieron. En los
nacionalismos, las noticias falsas eran la estrategia de la propaganda, como
repetir las mentiras que pregonaba Goebbels en el nazismo. En las dictaduras
eran la “verdad oficial” que se instauraba por decreto y en los populismos son
parte del relato para adulterar datos sobre pobreza o inflación. El periodismo
tampoco está libre de ellas. Son el nutriente del sensacionalismo que nació
hace más de un siglo.
El
problema tiene ahora varios agravantes. El internet y las redes sociales las
han exacerbado y sus fabricantes pueden conseguir jugosas ganancias. Sucedió
con varios adolescentes de Veles, un pueblo de Macedonia. Crearon sitios de
noticias falsas que viralizaron en redes sociales y buscadores, siendo
favorecidos por los algoritmos de Facebook y Google, que les premiaron con
publicidad y suculentos ingresos.
Advertidos
del problema, trataron de enmendar la situación. Crearon estrategias de
contención, aunque no todas exitosas. Ahora emergió una nueva moda de noticias
falsas disfrazadas. Sus progenitores advierten en letra pequeña que son bromas,
pidiendo a los usuarios que usen esos sitios para hacer chanzas, auto
generándose un círculo de alta viralidad y rentabilidad.
Lo
peligroso es que esta nueva forma de noticias falsas ha creado más bullying.
Uno de esos sitios, channel23News.com, viralizó la noticia de que el
restaurante británico, Karri Twist, vendía carne humana. Aunque a las pocas
horas se advirtió la broma, los daños ya habían progresado.
El
desafío es mayúsculo. Facebook y Google deberán hacer más para no premiar las
mentiras, dejándolas huérfanas de toda publicidad y con dificultades para su
propagación.
Los
periodistas y medios tendrán que duplicar esfuerzos para hacer información de
calidad. El cotejo de datos o el “fact checking” debe convertirse en un nuevo
género periodístico, como me comentó Aaron Sharockman, director ejecutivo de
PolitiFact, una organización dedicada a descubrir la verdad y confrontar al
poder.
Ahora
emergió una nueva moda de noticias falsas disfrazadas. Sus progenitores
advierten en letra pequeña que son bromas (...)
Tomado
de www.eluniversal.com. 3 de Junio de
2017 12:00 am
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