¿EL
OSCURANTISMO AL PODER?
Por:
Piedad Bonnett. 17 Feb 2018 - 9:00 PM
Tomado
de www.elespectador.com
Sumisión,
de Michel Houellebecq, es un ejercicio de imaginación que narra cómo un
musulmán llega al poder en Francia e impone las creencias de su religión a la
población en general, con todas las restricciones que esta trae. Un ejercicio
similar podríamos hacer nosotros, pero imaginando que los cristianos o los
evangélicos fueran capaces de poner a uno de sus pastores como presidente. ¿Qué
pasaría? Lo increíble es que esta fantasía ya tiene visos de realidad en Costa
Rica: Fabricio Alvarado, del partido evangélico Restauración Nacional, se
convirtió en el favorito de los candidatos a la Presidencia con 24,8 % de los
votos, y su partido pasó de tener un representante a tener 13. Sus propuestas
son semejantes a las que hemos estado oyendo los colombianos en boca de algunos
de los candidatos a la Presidencia: no al aborto, no a la “ideología de
género”, rechazo a la comunidad LGBTI, defensa a ultranza de la familia, tratamiento
punitivo de la drogadicción, etc.
Que
algo así llegue a pasar en Colombia parece imposible. Y sin embargo, ¿hay algo
que sea imposible después del triunfo del No a los acuerdos de paz, que se
logró en buena parte por el apoyo de muchos de los seis millones o más de
cristianos-protestantes que hay en Colombia? La verdad cruda es que muchos
candidatos católicos encontraron en las comunidades cristianas y evangélicas la
posibilidad de un enorme caudal de votos, y que, ya sea por puro oportunismo o
porque pertenecen a esos credos —como Viviane Morales—, su discurso se aproxima
al radical conservador de estas iglesias. Ejemplos de estas alianzas entre
católicos y cristianos hay muchos: en 2013 vimos a Álvaro Uribe participar del
rito de la misión de “Restauración y Avivamiento a las Naciones”, en la iglesia
del pastor Pablo Portela en Pereira, a quien agradeció los votos conseguidos. Y
la Misión Carismática Internacional G12, que fue aliada del Centro Democrático,
ahora apoya a Germán Vargas Lleras. Marta Lucía Ramírez, Carlos Holmes
Trujillo, Paloma Valencia, Iván Duque, Rafael Nieto y Alejandro Ordóñez,
acompañados por el expresidente Álvaro Uribe, acudieron al foro “Coalición
Despierta” que se realizó en la iglesia Ríos de Vida que lidera el pastor Miguel
Arrázola en Cartagena. Y sabemos que el ultracatólico Alejandro Ordóñez tiene
apoyos de los evangélicos.
Algunas
de las grandes conquistas de la modernidad son el laicismo, las libertades
individuales, el libre desarrollo de la personalidad, la inclusión social, el
derecho a decidir sobre el propio cuerpo y a una muerte digna y el respeto a la
diversidad sexual. Cuando Marta Lucía Ramírez o Viviane Morales dicen que es
absurdo dar niños a las parejas homosexuales, cuando Iván Duque se opone a la
dosis personal de marihuana, cuando Alejandro Ordóñez tiene el descaro de decir
que Claudia López y Angélica Lozano incitan a los niños a que se acuesten con
sus amigos, cuando María Fernanda Cabal dice que “la sociedad civil es otro
cuentazo de los mamertos”, y cuando Uribe aconseja “aplazar el gustico”, están
proponiendo volver al país premoderno, que en la primera mitad del siglo XX se
valió de los púlpitos para incitar el fanatismo y el odio y sembrar la
violencia. Al país semifeudal, caudillista e intolerante que se resiste a
desaparecer.