VATICANO HOT. POR:
JAVIER ORTIZ
Un
amigo poeta dice que el hábito no hace al monje, pero oculta sus erecciones. El
cardenal australiano George Pell, a quien reconocen como el número tres en el
Vaticano, máximo responsable de las finanzas de la Santa Sede y con cierta
cercanía al papa Francisco, ha sido recientemente acusado de pederastia. Es un
hombre mayor, con el pelo entrecano, y lleva frecuentemente unas gafas de
montura dorada que contrastan con sus ojos azules. Pell, por supuesto, se dice
inocente y asegura que tratan de desprestigiarlo. El papa lo defiende diciendo
que el mismo Pell ha sido uno de los religiosos que ha hecho declaraciones en
contra del abuso sexual, como si eso pudiera demostrar su inocencia.
Pocos
días después los medios de comunicación registraron otra noticia. En esta
ocasión denunciaron al nuevo prefecto para la Doctrina de la Fe, el arzobispo
español Luis Ladaria Ferrer, de quien se ha dicho que tiene un “pasado oscuro”
por no haber denunciado ante la justicia a Giovanni Trotta, un cura pedófilo.
Aunque Trotta fue condenado a la vida laica, a Ladaria lo acusan de mantener en
silencio la situación, hasta el punto que el excura se desempeñó por un tiempo
como entrenador de fútbol de muchachos adolescentes. La prensa romana afirma
que las familias no se enteraron porque la Congregación y la Curia se quedaron
en silencio. Entre 2012 y 2014, Giovanni Trotta abusó sexualmente a una decena
de jóvenes. Nadie les advirtió del peligro que corrían.
En
cuestión de días, sin embargo, hubo otra gran revelación. La Policía del
Vaticano allanó un apartamento donde se realizaba una orgía. El diablo andaba
suelto entre sexo y drogas, y el organizador —un sacerdote, exsecretario del
cardenal Francesco Coccopalmerio— fue enviado a un hospital por su alto grado
de intoxicación y, de postre, como a los chicos díscolos de familias
adineradas, a un retiro espiritual.
Mucho
ha cambiado desde los tiempos del papa Alejandro VI, Rodrigo Borgia, pero quizá
mucho se mantiene. Dicen que sabía más de orgías que de misas en latín, y sus
biógrafos lo muestran como un despiadado que se complacía viendo animales
copular. Engendró una historia llena de traición, infamia, incesto y poder; una
historia de anillos impregnados de arsénico con los que desaparecía a quienes
se oponían a sus planes. Aunque Borgia ahora solo parece una reliquia
fantástica del Renacimiento y un tema fascinante para series de televisión,
otros pasos turbios han atravesado los nobles pasillos.
Por
mucho esfuerzo del papa Francisco, el Vaticano sigue habitado por
controvertidos excesos que hacen parecer real a Pio XIII, el personaje de El
joven papa, la serie de Paolo Sorrentino. Esta historia de ficción revela a un
papa, protagonizado por Jude Law, que en uno de sus discursos dice: “Hermanos
cardenales, tenemos que volver a hacer lo prohibido, lo inaccesible, lo
misterioso. Esa es la única manera de llegar a ser otra vez deseados. Es la
manera en la que nacen las historias de amor; no quiero más creyentes a medias,
yo quiero grandes historias de amor, quiero fanáticos de Dios porque el
fanatismo es amor”.
Así
se cuenta la historia de los grandes hombres que dicen tener línea directa con
Dios. Haciendo lo prohibido, mientras se encargan de llenar de prohibiciones a
los demás. Y claro, suelen llevar un hábito pulcro que oculta sus erecciones.
Tomado de www.elespectador.com
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