ECONOMÍA Y HUMANIDADES: UN CAMINO
SEGURO.
POR: JOSÉ MANUEL RESTREPO.
Hace algunos meses el profesor
Wolfgang Streeck, director emérito del Instituto Max Planck, sorprendió al
mundo con una preocupación sobre el futuro del sistema capitalista.
Señala él que hay tres tendencias que
mutuamente se retroalimentan y que podrían anticipar una eventual nueva crisis
mundial, como la de 2008, pero multiplicada en su intensidad. Se trata del
aumento en la desigualdad, la caída en el crecimiento y el aumento en la deuda
pública (o impresión de nueva moneda). Mientras esto sucede, también en los
países del tercer mundo la clase media y las burocracias pierden la esperanza y
hay una sensación de que las promesas de desarrollo se han visto golpeadas.
En lo social esto tiene un impacto en
el desinterés por la participación política o la búsqueda de alternativas de
nuevo populismo que suman problemas adicionales de inestabilidad. La conclusión
es que vivimos un momento de transición en el que sabemos de dónde venimos,
pero no tenemos idea de para dónde vamos. Esta aproximación podría, entre
otras, explicar parcialmente la incertidumbre que hoy se vuelve regla en lo que
sucede en materia económica.
En un país como el nuestro, lo que se
describe antes no parece lejano. Por muchos años vivimos en un modelo económico
basado en algunos bienes básicos (que explicaban buena parte del crecimiento
del PIB y de los ingresos fiscales) y generoso en el gasto público, y hoy a la
caída de sus precios internacionales, plantean una seria problemática de cuenta
corriente, de balance fiscal y de sostenibilidad de la tasa de crecimiento. En
adición a lo anterior, los avances sociales en reducción de la pobreza y el
desempleo, así como la saludable construcción de clase media, quedan en
entredicho.
Una eventual salida, así sea parcial,
a la eventual crisis que anuncia el académico alemán, es la invitación que hace
la filósofa norteamericana Marta Nussbaum a devolverle a la economía su origen
ligado a la filosofía y a las humanidades. Es necesario recuperar el sentido de
la economía en relación con las humanidades y su valor como una ciencia social
y no exacta, que entienda que muchas de las decisiones de política económica
necesitan una mirada interdisciplinar mucho más amplia que tome en
consideración problemas como la inequidad, la ética, la cultura, la dignidad
humana, el bien común, la construcción de sociedad, entre otros asuntos. No
podemos seguir tomando muchas decisiones sin tener en consideración su impacto
en lo político o en lo social, o pasar por alto la urgencia de construir
sociedades más equitativas, más pluralistas y respetuosas de las diferencias,
más justas y honestas. Como dice ella: “Las explicaciones sobre el bienestar
social y el desarrollo que son producidas sin la participación activa y
continua de la filosofía (humanidades) dejan mucho que desear.... Pero la
alternativa parece ser construir intrincados castillos en el aire. Esto es
divertido y estéticamente agradable, pero no es una buena ni responsable manera
de construir progreso...”.
Si esto hubiese estado en la mente de
los hacedores de política económica o por lo menos en las expresiones públicas
de los líderes de opinión, posiblemente otros hubiesen sido los resultados de
las recientes votaciones en el Reino Unido con motivo del denominado Brexit, o
no tendríamos riesgo alguno con lo que podría suceder en EE. UU. a finales del
año.
Preguntas y reflexiones como la
anterior nos devuelven a la esencia de la ciencia económica y debiesen por lo
menos abrir el debate sobre muchas de las decisiones que un país como el
nuestro tiene hacia delante en su reforma tributaria, en otras reformas
estructurales, en la identificación de nuevas fuentes de crecimiento, en la
construcción de un modelo competitivo de progreso sostenible y aun en reformas
curriculares a la educación en economía y otras ciencias similares.
Y de cara al mundo ratifican lo que ha
recomendado el secretario general de Naciones Unidas, cuando propone
urgentemente una transición a un sistema económico más equitativo, innovador y
amplio, por oposición a ese que nos quieren llevar, incluso en Estados Unidos,
que luce más proteccionista, xenofóbico y desigual.
¿Será este un camino deseable en lo
que se nos viene por delante?
jrestrep@gmail.com /@jrestrp. José
Manuel Restrepo Abondano
Elespectador.com. 6 AGO 2016 - 9:54 PM
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