BANDERA NEGRA,
BANDERA BLANCA. POR: ALFREDO MOLANO BRAVO
“…en un país como el nuestro, donde no hay
libertad de sufragio para hacer triunfar por ese medio una causa política, toda
oposición envuelve, para más o menos tarde, una apelación a la guerra, que es
el sufragio de los países bárbaros”. Carlos Martínez Silva. Agosto de 1899.
La
decisión de la Corte Constitucional es un pronunciamiento trascendental y
contundente en favor de la paz. No fue sólo un sí al plebiscito, sino, en
realidad, un No mayúsculo a la guerra. El pataleo de la extrema derecha es
explicable. Se hunde su única bandera –negra, por lo demás–. Uribe se quedará
como esos borrachos que siguen diciendo lo mismo toda la noche hasta cuando ya
los amigos más fieles se han ido. El país lo ha oído e inclusive un pedazo de
él, en mala hora, lo siguió hasta el borde del despeñadero.
La
tesis de acabar con la oposición, matándola, ha llegado a su fin. El país no
está condenado a la guerra ni a la muerte de otro millón de ciudadanos en
beneficio de unos contratos de armas y de otros de condecoraciones, y de todos
los negocios sucios con el petróleo, con el oro, con la tierra. Por primera vez
desde los años 1940, el Estado recuperará el monopolio de las armas y de los
tributos; por primera vez se podrá ejercer la oposición sin armas. Bandera
blanca: del Estado haremos parte todos los ciudadanos. Los acuerdos de La
Habana con las FARC –y mañana, sin duda, con el ELN– le pondrán término a la
tradición de declarar enemiga irreconciliable la oposición. Porque ¿acaso las
guerrillas han sido cosa diferente a una oposición armada, obligada a la guerra
desde hace más de medio siglo? Oposición liberal arrinconada por el Partido
Conservador entre 1948 y 1958, declarada comunista y perseguida a muerte en los
años 1960, ultimada a balazos como terrorista en los 1980 y masacrada a
motosierrazo entre 1990 y el 2010.
El
pronunciamiento de la Corte permitirá que el Sí rompa de tajo esa costumbre
inveterada de la derecha. Razón tiene Santos cuando dice que la sentencia es
histórica al suprimir definitivamente la violencia como palanca de poder. Lo
que –habrá que recordarlo cada día– obliga a las dos partes. No es menor la
responsabilidad que asumen las Fuerzas Armadas en el acuerdo. La guerra contra
lo que la opinión pública aprendió a llamar –en el mejor de los casos– “esa
gente” se acabará, y “esa gente” seguirá haciendo política, esta vez sin armas.
Es la solución que siempre ha sido bloqueada. La extrema derecha pretende
mantener a la guerrilla en armas para conservar la facultad de armar a sus
fieles; de hacer negocios y negociados; de espiar, torturar, desaparecer. Las
guerrillas dejarán las armas –es el trato–, pero no renunciarán, como
movimiento político que han sido, a gobernar el país. Es el derecho adquirido
que el sí sellará como pasaporte a la historia.
El
plebiscito acabará con el uribismo y así lo saben el expresidente y su guardia
pretoriana. Habrá guerrilleros que temen, no sin razón, dejar el camuflado y
soldados que, también con razón, no saben de qué vivirán si el Estado no les
abre puertas para dejar las armas. Hasta ahí la izquierda empujará el carro con
el liberalismo, el Partido de la U, Cambio Radical, pero, entonces, cuando
prenda y arranque, tratará de pasar al timón. Es la ley. El viraje que dará la
historia con la paz será definitivo. Alcanzaremos a verlo y a gozar de un atardecer
leyendo a José Asunción Silva.
Punto
aparte: Carlos Arturo Velandia, cuyo nombre de guerra fue Felipe Torres, fue
detenido hace más de un mes por un delito supuestamente cometido cuando estaba
en la cárcel de Itagüí, donde lo conocí y comencé a estimarlo como
revolucionario y como hombre de principios. Ha estado preso en una celda de
tres metros por dos de la Fiscalía, con una hora diaria de luz de sol. Muchos
ciudadanos hemos protestado por su detención porque, como se ha dicho, no es
una buena señal para las negociaciones con la guerrilla. Carlos Arturo debe ser
puesto en libertad para que desde la calle pueda seguir luchando por la paz a
la que se ha entregado desde cuando salió por pena cumplida.
23
JUL 2016 - 9:00 PM. www.elespectador.com
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