martes, 12 de julio de 2016

El costo de ir al cielo. Por: Ramiro Bejarano Guzmán

El costo de ir al cielo

Ramiro Bejarano Guzmán
Con bombos y platillos se anuncia que los elevados costos de las causas de anulación matrimonial que se surten ante los tribunales eclesiásticos van a ser reducidos. Valiente noticia que nada resuelve ni tampoco mejora la vida de los colombianos del común.
Por: Ramiro Bejarano Guzmán


Si este país en verdad fuese serio y estuviere dispuesto a acatar el mandato constitucional de instaurar un Estado laico y no confesional, no deberían reconocerse efectos civiles a los matrimonios celebrados por el rito católico. Ese atraso se lo debemos desde Núñez hasta nuestros días a los concordatos celebrados entre Colombia y la Santa Sede, con los cuales los gobiernos de turno han arrodillado la dignidad nacional para entregarse a la costosa y excluyente religión católica. Desde entonces no habido poder humano capaz de implantar como único matrimonio válido el civil celebrado ante los notarios, como ocurre en otras latitudes donde sí honran y ejercen la libertad de cultos. Quienes se quieran casar por lo católico o por cualquiera otra religión, que lo hagan como un acto de fe en sus personales convicciones, pero sin que ello tenga que ser reconocido por la jurisdicción civil.

Es preciso recordar que por obra del reconocimiento de efectos civiles a los matrimonios católicos, se han arruinado la convivencia y el futuro familiar de quienes nunca pudieron rehacer sus vidas porque no tuvieron el dinero suficiente para ventilar ante los tribunales eclesiásticos esa farsa de juicios de anulación de sus uniones deterioradas. Aquí hemos asistido a la mentira de la anulación de matrimonios católicos de influyentes hombres públicos, después de 40 años de vida conyugal, gracias a que tenían un obispo influyente y, claro, una poderosa chequera capaz de pagar los abogados y los peritos.
Solamente quien cuente con recursos económicos significativos puede obtener la anulación de su matrimonio católico, porque en la viña del señor todo cuesta, nada es gratis. Es la constante en la Iglesia católica, en todo lo que tiene que ver tanto con la celebración como con la anulación de un matrimonio. En Buga, por ejemplo, es recordado un patricio de esos que están emparentados con todas las estatuas de la ciudad, que, como solía ocurrir y sigue sucediendo, se enamoró perdidamente de una sobrina. Empeñado en casarse con su parienta, fue advertido de que tenía que viajar a Roma a obtener la dispensa papal. Era tanto el amor que se desplazó a la ciudad eterna, hizo la diligencia y, cuando regresó a Buga, sus paisanos admirados le preguntaron cómo le había ido en su periplo ante la Rota romana, a lo cual el potentado ganadero respondió: “me fue muy bien, si hubiera llevado más plata me habría podido casar hasta con mi mamá”. Y no era mentira.
Colombia se ufana de haber implantado constitucionalmente un Estado laico, pero eso es de dientes para afuera, porque seguimos siendo una nación retardataria, confesional y oscurantista, y a ello ha contribuido la férula de la doctrina administrada desde la Procuraduría por Alejandro Ordóñez. Para no ir muy lejos, la exministra Cecilia María Vélez, en épocas del rezandero gobierno de Uribe, incurrió en el incalificable abuso de expedir normas para reimplantar en los colegios públicos la educación religiosa obligatoria. Y aquí nadie dijo nada, ni siquiera los voceros de otras religiones diferentes a la católica.
Que no vengan, pues, a decirnos que ahora todo será fácil en los tribunales eclesiásticos para quienes pretendan anular sus fracasadas uniones matrimoniales católicas, sólo porque redujeron unos costos que seguirán siendo elevados e inalcanzables para el grueso de los mortales. La solución no debería ser someter a los colombianos a largos y sofisticados procesos de nulidad matrimonial, sino reducir el matrimonio católico, como el de cualquier otra religión, a lo que es: un simple sacramento sin consecuencias civiles que luego obliguen a su anulación.

Adenda: Qué tal el cinismo de los delincuentes de cuello blanco de Interbolsa, atacando con denuncias temerarias al liquidador Alejandro Rebollo, hombre probo y competente. Los pájaros tirándole a las escopetas.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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