DEL
CANEY AL BULEVAR. POR: TATIANA ACEVEDO GUERRERO
Los
pueblos negros de Colombia votaron por el Partido Liberal durante la primera
mitad del siglo XX. La predilección puede ser comprobada al cruzar los censos
de 1912 y 1918, que preguntaban por la “raza” de los habitantes, con las
estadísticas electorales municipales. Este liberalismo tenía asidero en las
diferencias entre el entonces progresista Partido Liberal y el conservatismo
amante del agresivo orden civilizatorio europeo. Pese a que motivos
discriminatorios e higienistas eran compartidos por ambos partidos
tradicionales, el conservatismo estuvo siempre más reacio a ampliar la base de
derechos (conservadores reprobaron la inclusión que suponía la reforma
educativa de 1936, rechazando en un manifiesto “disposiciones odiosas y
sanciones exorbitantes como la que obliga a recibir en los colegios privados a
los hijos naturales y sin distinción de raza”).
Muchos
años después, Chocó, Cauca, Nariño, Sucre y La Guajira (departamentos que según
el censo de 2005 tienen nacionalmente un mayor número de población negra)
votaron por Gustavo Petro. Y, aunque el candidato no ganó en Valle del Cauca,
la ciudad de Buenaventura, con aproximadamente un 72% de mayoría
afrodescendiente, registró claras mayorías petristas. Famosa en los manuales
escolares por ser el puerto comercial más grande del país, Buenaventura se
sumerge parcialmente en el mar Pacífico. Sus habitantes conviven con una
tradición impecable de racismo estructural. Se calcula una tasa de pobreza multidimensional
del 66,53 %. El 35,85 % de la población presenta necesidades no satisfechas y
el 13,46 % vive en la miseria. El 94,36 % de la población tiene un empleo
informal sin continuidad, el analfabetismo es de alrededor del 25,18 % y el
49,07% de la población no cuenta con seguro médico. El 24,26 % de la población
carece de acceso a agua potable y limpia, y el 25,33 % vive en condiciones de
hacinamiento.
Buenaventura
es una ciudad particularmente devastada por el conflicto armado. En una primera
etapa durante los 90 con la presencia y dominio de las Farc, y una segunda de
acometida y hegemonía del bloque paramilitar Calima. Tras la desmovilización
del bloque, una seguidilla de bandas criminales ha protagonizado las amenazas a
líderes, desapariciones forzadas, los asesinatos, la tortura, el reclutamiento
de menores y la violencia sexual en el territorio. Además de haber sido testigo
del desplazamiento forzado de muchos de sus habitantes, Buenaventura también ha
recibido muchas personas desplazadas de otras regiones del Pacífico. En 2015,
se reportaron 74.976 personas víctimas de desplazamiento: el 59 % son mujeres
con edades entre 20 y 39 años.
El
proyecto dominante para la ciudad —permitido (o impulsado) por distintos
gremios y gobiernos centrales—, caracterizado principalmente por iniciativas
legales e ilegales de minería, narcotráfico, extorsión y expansión a sangre y
fuego del puerto, ha dejado un descontento profundo. Sin embargo, una
Buenaventura mayoritariamente joven (con un 25,1 % de la población entre 14 y
26 años) y esquiva al cinismo votó con 46.153 votos por un candidato que marca
distintas rupturas con el presente de tantas incertidumbres. Es probable que la
gente vote hoy por Iván Duque (un bogotano de acento paisa que dice representar
al uribismo), no porque lo prefiera, lo conozca o lo añore, sino por el miedo
que cualquier otra posibilidad infunde. Los pregoneros del “salto al vacío” que
afirman que las propuestas de Petro son “muy poco realistas” piensan que es
mejor dejar las cosas como están, ante el desasosiego e inestabilidad que
produciría cualquier cambio.
Creo
que se vienen tiempos difíciles y vamos a necesitar las voces de ciudades como
Buenaventura que pueden concebir alternativas a cómo vivimos hoy en Colombia.
Que, como nos lo cuenta Francia Márquez, “alzan la voz para parar la
destrucción de los ríos, de los bosques y los páramos”. Que pueden sortear el
miedo hacia otras formas de habitar el país e imaginar motivos para la
esperanza. Los que, para parafrasear a Ursula K. Le Guin, son “los realistas de
una realidad más amplia”.
Tomado
de www.elespectador.com16 Jun 2018 - 9:00 PM
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