El despelote
judicial. José Manuel Restrepo
Ríos
de tinta se han escrito en los medios de comunicación sobre los serios
problemas que enfrenta la justicia en Colombia. Más recientemente en este medio
se refiere al tema el exmagistrado, expresidente de la Corte Constitucional y
de la Corte Suprema de Justicia, Nilson Pinilla, cuando afirma que la justicia
sufre de lentitud, incertidumbre, inseguridad, mediocridad, exceso de
complejidad en su acceso, desprestigio y politiquería.
Por: José Manuel Restrepo
Buenos
ejemplos se dieron con motivo del gran debate sobre la reforma al equilibrio de
poderes, que al final terminó siendo un camino incompleto y muy lejano de la
gran transformación que demanda la justicia en este país. Nos quedamos entonces
con el capítulo pendiente de la necesaria reforma estructural de la justicia.
Lo
anterior puede quedarse meramente en un debateinstitucional y académico, que es
necesario dar, acerca del rediseño institucional, de la recuperación moral de
algunos jueces y abogados, de la eficiencia administrativa, de darle una
solución al choque de trenes o de enfrentar la crisis de confianza de la
sociedad en la rama.
Sin
embargo, es necesario también reconocer lo que los colombianos de a pie sufren
por esa crisis, que para cualquier persona es simplemente un despelote.
Procesos que nunca inician y otros que nunca terminan, violación a las
garantías constitucionales, decisiones amañadas y muy poco “justas”,
comprobados delincuentes con sanciones “ejemplarmente blanditas”, ladrones de
cuello blanco que muellemente descansan en su residencia abusando de los
procedimientos para nunca ser sancionados, costosos y largos paros judiciales,
demoras, carruseles de pensiones millonarias, clientelismo judicial, cruce de
favores en elecciones, lobby más allá de lo éticamente permitido, mordidas y
más.
Algo
de esto es por ejemplo el drama del exdirector del IDU Andrés Camargo. El mismo
que desarrolló una tarea sobresaliente, que nadie ha sido capaz de lograr hasta
la fecha, en kilómetros nuevos de vías, ciclorrutas, alamedas y puentes en más
de 1.500 contratos. La misma persona que ha sido condenada penalmente por una
decisión técnica en la que nunca tuvo que intervenir y que, además, nadie ha
comprobado con certidumbre que haya sido la causa real que produjo el daño
prematuro en el proyecto.
Para
simplemente ejemplificar su drama, que se parece al de muchos colombianos, fue
recluido “preventivamente” en la cárcel hace más de 8 años por un supuesto
delito que la Fiscalía precluyó, sin nunca hacer llamamiento a juicio; luego,
en otro proceso, fue condenado a 5 años de cárcel y a pagar una sanción de más
de $108 mil millones por perjuicios, para cuyo cálculo el Tribunal Superior de
Bogotá consideró una prueba que en una primera instancia el juez rechazó por
considerarla “ilegal”; a quien el Tribunal Superior de Bogotá condenó con
irregularidades comprobadas por la Procuraduría como la ausencia en el
expediente de los audios y/o las transcripciones de las audiencias de
juzgamiento, llevando a la pregunta de: entonces, ¿cómo decidieron?; a quien la
Corte Constitucional en una rara y curiosa invención jurídica le modifica los
términos de prescripción; y a quien la Sala Penal de la Corte no encuentra
impedimento alguno en que los mismos magistrados que se pronunciaron de fondo
al inadmitir su recurso de casación, ahora lo hagan de nuevo sobre el mismo
caso (no sobra decir que los mismos magistrados se declararon impedidos, pues
consideraron se habían pronunciado sobre el asunto).
Pues
mucho de esto y más les sucede a los colombianos con la justicia. Son
condenados injustamente, se les desconocen sus garantías constitucionales, se
les vulneran sus derechos, se les decide con ausencia de pruebas, el sistema
judicial reconoce errores años después de que la persona haya estado
encarcelada, y a lo anterior agregar la injusta sanción social y moral del
efecto mediático en la vida de un ser humano y su familia, que luego la
justicia se da cuenta que nunca debió ser condenado.
El
problema de la justicia es mucho más que un ajuste institucional y macro, el
problema es el despelote que los colombianos sufren en juzgados, tribunales y
cortes por una justicia ineficiente, injusta y sin accountability. ¿Para cuándo
tendremos esa reforma?
jrestrep@gmail.com
/ @jrestrp. TOMADO DE ELESPECTADOR.COM
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