LA CRISIS DEL SISTEMA
LIBERAL Y LA EMERGENCIA DEL FASCISMO
POR: ALEJANDRO REYES
POSADA
El
gran historiador Ernest Nolte publicó un libro esclarecedor cuyo título resume
su tesis: “La crisis del sistema liberal y el origen de los movimientos
fascistas”.
Años
después, Hanna Arendt publicó “Hombres en tiempos de oscuridad”, que describe
el clima que les tocó vivir a los intelectuales que resistieron al fascismo,
incluido el más inteligente de todos, Walter Benjamin, que se suicidó a los
cuarenta años cuando Francisco Franco, para complacer a Hitler, cerró la
frontera de los Pirineos que comunicaba la Francia ocupada y España, donde él y
otros judíos iban a escapar de los nazis hacia los Estados Unidos.
En
Colombia se están incubando las condiciones para que se imponga un fascismo
criollo del siglo 21, que culmine la demolición del sistema de democracia
liberal que sobrevivió a medio siglo de conflicto armado. El sentimiento de
tener una clase dirigente con varios estadistas de relevo, que fue el ilusorio
orgullo de Colombia, dejó de existir. Nos tocó conformarnos con políticos que
no ven más allá de los beneficios del poder personal, mientras el barco avanza
en la tormenta en medio de arrecifes.
El
último de los grandes, Carlos Lleras Restrepo, vio lo que venía cuando el
clientelismo le ganó la batalla en cabeza de Turbay Ayala, que ensució las
manos de una generación de jóvenes oficiales con la sangre de los torturados y
desaparecidos, iniciando la pendiente resbaladiza de la guerra sucia. De allí
salió la camada de generales que se aliaron con los paramilitares y terminaron
en la práctica de los falsos positivos, en una escala creciente de degradación
en nombre de la seguridad nacional, con la tolerancia complaciente de los
gobernantes civiles.
La
crisis de la democracia liberal en Colombia es el fracaso de la clase dirigente
en crear un Estado moderno, al que estén sometidos los gobernantes. Se cedieron
territorios y control de población a las guerrillas y las mafias armadas, y los
aparatos de gobierno, justicia y órganos legislativos resultaron con grandes
segmentos gangrenados por la corrupción, que ya no es subterránea sino a cielo
abierto.
Santos
vio clara la alternativa a la crisis y se jugó por ella: hacer la paz con las
guerrillas a cambio de una apertura democrática que oxigenara el sistema
político. Pero sobrestimó la capacidad inmunológica de la democracia para
sanarse a sí misma y menospreció el poder de una coalición emergente para
abortar la paz y escoger el exterminio militar, que les ahorre tanto las
reformas sociales como el imperio de la ley sobre sus cabezas.
Ante
la crisis terminal de los partidos que alguna vez construyeron Estado, ocupa el
vacío un movimiento político aglutinado por Álvaro Uribe, con capacidad para
enterrar la democracia liberal. Las muertes de líderes sociales son un anticipo
de lo que puede actualizar el fascismo criollo cuando despliegue todo su poder.
Por algo circula en las redes sociales una frase atribuida a Fernando Vallejo,
el último gran moralista de Colombia: “La maldad del ser humano debería medirse
en Uribes”.
alejandroreyesposada.wordpress.com
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