VUELTA DE
TUERCA. POR: ALFREDO MOLANO BRAVO.
Trump
surge con violencia de un poderoso sector de población que come perros
calientes y palomitas de maíz pira mirando series de televisión donde abundan
la sangre, los choques de carros y los ponqués en la cara del pendejo de la
película.
Es
elemental —no sé si sano en su vida privada—, ávido de consumo y tosco. Lo
seducen el espectáculo ruidoso, los chistes flojos y la guerra. Y así es él: un
bobo peligroso, fascinado por los escenarios, las luces y el confeti. Fue
elegido contra gran parte de los republicanos y contra todos los demócratas,
gracias al retén interpuesto por el Colegio Electoral —nido del puro y duro
clientelismo gringo— que derrota usualmente el voto directo, con el que ganó
Hillary.
Nadie
sabe a ciencia cierta qué hará Trump. Es posible que, dado que no adquirió
muchos compromisos para llegar a la Casa Blanca, el vacío sea llenado por el llamado
“complejo industrial militar” —el poder real en EE. UU.—, que representa los
intereses de esa población ultraconservadora conocida como WASP (White,
Anglo-Saxon and Protestant) y muy cercana a la National Rifle Association, el
poder civil armado.
En
lo que a nosotros nos toca, es evidente que el triunfo de Trump afianza las
tesis guerreristas del uribismo y debilitará el “mejor acuerdo posible”,
firmado entre el gobierno de Santos y la guerrilla de las Farc.
Después
de felicitar a Trump, el Gobierno encargó al general Rosso José Serrano, el
“mejor policía del mundo”, de husmear el rumbo que puede tomar la nueva
administración en materia de seguridad. Y Serrano, con esa desenvoltura
campesina que tiene, dijo, de entrada, que volverá la fumigación con glifosato
contra los cultivos ilícitos. A primera vista es un anuncio esperado que ya
había hecho el fiscal Néstor Humberto y que Uribe ha exigido siempre como arma
de guerra. La fumigación es un gran negocio para los contratistas
norteamericanos; para Monsanto —es decir, Bayer—, que los produce, y sobre todo
para el guerrerismo criollo: las “manzanas podridas” dentro de la fuerza
pública. La fumigación aérea alborotará el avispero de nuevo y pondrá en serio
peligro el cada día más frágil cese bilateral de los fuegos. Los colonos que
tienen su chagra al día volverán a moverse hacia otras regiones donde también
los fumigarán, y se reiniciará así el siniestro juego del ratón y el gato en
detrimento de las selvas y de sus aguas. Los campesinos no se van a dejar
sitiar por las necesidades en el confín, la guerrilla no va a dejarlos solos a
merced de los bombardeos con veneno. Más claro: los colonos les exigirán a las
Farc una posición y las Farc no van a dejar tirada a su gente, los colonos.
No
me cabe duda de que los cultivos de coca han aumentado por razones bastante
obvias: primero, porque el contrabando de combustible tanto de Venezuela como
de Ecuador ha disminuido y muchos pimpineros podrían haberse dedicado a
cultivar la matica; segundo, porque el Gobierno no ha impulsado ningún programa
de sustitución, y tercero, porque el consumo doméstico ha aumentado y la
comercialización se ha democratizado. Golpear esa economía tendrá consecuencias
de orden público y en ese río revuelto, los tratantes de la guerra meterán la
reversa a la brava. Uribe utilizará la revoltura como prueba fehaciente de la
conexidad del narcotráfico con la rebelión, una de sus estrategias de saboteo;
los programas sociales que EE. UU. estaba diseñando para apoyar el llamado
posconflicto terminarán siendo reorientados por la embajada norteamericana
hacia la “guerra contra las drogas”, cuyo resultado perverso, como se sabe, es
sostener viva y activa la economía del narcotráfico.
La
fumigación es la llave con la que se abre o se cierra el conflicto en las zonas
de apoyo social de las Farc. En pocos días tendremos a la administración Trump,
según el general Rosso José, imponiendo la medida con el aplauso fervoroso del
fiscal, de Uribe y de los oficiales interesados en seguir siendo ascendidos en
el Congreso pese a estar incursos en delitos atroces como son los falsos
positivos.
La
cuestión de la fumigación aérea es una prueba de fuego para Santos y pondrá a
prueba la existencia del mejor acuerdo posible.
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NOV 2016 - 9:00 PM. Tomado de www.elespectador.com