APRENDIZAJES
DEMOCRÁTICOS. POR: RODOLFO ARANGO
Gracias
a la participación del pueblo en el proceso de paz, contamos hoy con un nuevo
acuerdo que recoge muchas objeciones de los promotores del No.
El
mecanismo de refrendación mostró sus virtudes pese al estrés generado. La
negativa del pueblo el 2 de octubre permitió mejorar lo inicialmente acordado.
El resultado del plebiscito propició la movilización popular, el diálogo con
los representantes del No y la renegociación en La Habana. Todo este trasegar
arroja valiosas enseñanzas. Quizá la principal es que vivir en verdadera
democracia exige apertura, participación y comunicación permanentes.
Vendrán
los análisis sobre si los cambios mejoran el acuerdo inicial. Sin duda es
positivo condicionar el goce de beneficios a la reparación efectiva de las
víctimas por las Farc. También lo es la restricción de la libertad circunscrita
a zonas específicas, o la necesidad de autorización para salir de ellas. Es un
acierto no elevar el narcotráfico a delito conexo del delito político, sino
analizar tal conexidad en cada caso concreto a la luz de la jurisprudencia
vigente. Las Farc aceptan reducir la financiación al partido político que nazca
de sus filas y ser explícitamente excluidas de las 16 circunscripciones
especiales de paz. La limitación temporal de la justicia especial de paz evita
la perpetuación de sistemas de justicia paralelos. Lo mismo hace la
coordinación de la justicia especial de paz con la ordinaria por vía de la
revisión constitucional. Se precisa que un tratamiento diferenciado a la mujer
víctima del conflicto no significa promover la ideología de género. Además, se
deja en claro que el Estado conserva todos los medios para combatir el
narcotráfico dentro del marco constitucional y legal, incluso mediante la
fumigación aérea.
La
principal enseñanza democrática viene de la renuncia de las Farc a blindar el
proceso mediante la incorporación de la totalidad del acuerdo a la Constitución
vía el bloque de constitucionalidad. Tal propósito resultó inviable e ilusorio.
Se basaba en la desconfianza y el comprensible miedo a los cambios de gobierno.
Esta renuncia tiene enorme significación: el voto de confianza en la incorporación
regular al orden jurídico de lo acordado se sobrepone a la búsqueda de certeza
mediante el atajo constitucional. La vida democrática supone la aceptación del
alea, así como el compromiso con un mecanismo de resolución pacífica de las
diferencias que no garantiza los resultados. La fe en la democracia, cuya
realización depende paradójicamente de nosotros mismos, es factor decisivo en
la lucha contra el autoritarismo, el fanatismo y la violencia.
Otro
aprendizaje de la renegociación tripartita luego del plebiscito realza la
virtud del diálogo. Buscar soluciones mediante el intercambio de razones es
preferible a imponer la dictadura de las mayorías. Una democracia dialógica,
participativa y deliberativa deja atrás la tentación de instrumentalizar al otro
e imponerle las propias convicciones. Ella fomenta una actitud de apertura y
flexibilidad, una disposición a dejarse llevar por la fuerza de los mejores
argumentos y a abandonar la propia posición en el intercambio comunicativo. No
en vano existe un vínculo etimológico entre “comunicación”, “común” y
“comunidad”.
Nos
falta aún mucho trecho en la construcción de una sociedad democrática. Las
disposiciones, actitudes y aptitudes necesarias no están extendidas ni han sido
consistentemente cultivadas en nuestro sistema educativo. Tampoco los mínimos
materiales para todos están garantizados. No anida en la cultura política un
espíritu cooperativo y maduro propicio al descentramiento personal. Sin
embargo, existen señales inequívocas de que avanzamos, lo que nos permite
mantener viva la esperanza.
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NOV 2016 - 3:34 PM. Tomado de www.elespectador.com
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