ALGUNOS CONGRESISTAS
ACTUARON EN FUNCIÓN DE SUS INTERESES:
TODD HOWLAND
El
representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos lleva más de cinco años en Colombia, ha acompañado el proceso de paz
con las Farc y visto la transformación del país en materia de derechos humanos.
Esta semana su oficina entregó un agridulce informe anual en la materia, en el
que pide a la Corte Penal Internacional aclarar si cree que la interpretación
del Congreso sobre la Jurisdicción Especial de Paz cumple con las obligaciones
internacionales del Estado.
ENTREVISTA, Alfredo Molano
Jimeno / @AlfredoMolanoJi
Todd
Howland, representante en Colombia de la Oficina del Alto Comisionado para los
Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
¿Qué
lectura tiene del acto legislativo de la Jurisdicción Especial de Paz que el
Senado aprobó esta semana?
Algunos
congresistas actuaron en función de sus intereses. Y lo grave es que son
funcionarios públicos y deben respetar las obligaciones que el Estado tiene en
materia de derechos humanos. Para nosotros lo que ha ocurrido con la ley de
amnistía o el acto legislativo de la JEP es que se han puesto a consideración
de intereses distintos a los derechos humanos. Pero se equivocan quienes creen
que los pueden burlar, los derechos humanos son una obligación constitucional
del Estado colombiano. Es cierto que para las partes en conflicto fue incomodo
acordar el sistema de justicia, pues los mandos que tienen responsabilidades en
crímenes eran reacios a afrontar el tema, pero finalmente lo lograron. En la
mesa de diálogos trabajamos para cumplir los estándares internacionales. Al
final se consiguió algo que no es perfecto, pero no está mal. Eso llevo años de
trabajo. Fue un esfuerzo muy grande para que después en el Congreso no se lo
tomen en serio. Lo que sacó adelante ese esfuerzo fue el interés por los
derechos de las víctimas y ahora los congresistas hicieron como si nada hubiera
ocurrido en Cuba.
Lea
también: Lo que necesita saber sobre la Justicia Especial para la Paz
¿A
qué se refiere?
A
que desconocieron el acuerdo, el esfuerzo que hicimos para que las partes
aceptaran asumir sus responsabilidades. El problema, a mi juicio, es que se ha
mal interpretado el concepto de justicia transicional. No hay beneficios para
los violadores de los derechos humanos, hay beneficios para la sociedad. Y el
Congreso no lo ha visto así, sino que se ha dedicado a pensar en los beneficios
que se les ofrecen a los responsables de crímenes. Pusieron los intereses
particulares por encima del interés público. No se puede ver a la JEP como una
feria de beneficios, no. Los responsables de crímenes tienen que hacer obras
que para la sociedad tienen que hacer acciones de reparación y reconciliación.
Ese es el concepto. El Congreso no lo entendió. No me gusta desempeñar el papel
de quien señala diciendo que no se cumplen los estándares internacionales, pero
esto no salió bien. La justicia transicional es un mecanismo para enfrentar un
problema que ha sido innegable para una sociedad y un Estado. Lo triste es que
no se haya entendido el valor del sistema que se creó, y que se haya visto como
una feria de regalos de Navidad. El trabajo del Congreso no es dar regalos por
intereses particulares. No saben si servir a intereses particulares o intereses
de la sociedad.
Usted
dijo que es probable que la Corte Constitucional tome decisiones de fondo
respecto a la reforma constitucional de la JEP. ¿Por qué lo piensa?
El
espíritu del Acuerdo de Paz debe protegerse. Lo que no entiendo es por qué la
gente piensa que la Corte Constitucional no va a tomar las riendas en este
asunto. Los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario son parte
de la Constitución colombiana. La Cruz Roja, la Corte Penal Internacional y
nuestra oficina han advertido sobre los problemas del texto que se aprobó en el
Congreso, así que no creo que vaya a pasar de agache el tema. La Corte
Constitucional se toma en serio su papel como garante de la Constitución.
También
hizo un llamado para que el Estado cumpla con los requerimientos de la CPI en
cuanto al traslado de información...
Queremos
que este proceso de paz funcione. Y es un hecho que eso depende del respeto por
los derechos humanos. Así que para nosotros es importante que la CPI no vaya a
intervenir en Colombia. Es mejor que el Acuerdo de Paz se implemente
correctamente para que la CPI no se interese en Colombia. Y es natural que hoy
ellos tengan los ojos puestos en Colombia, lo mejor para el país es que se
avance en el respeto del Derecho Internacional.
Pero
las críticas más fuertes señalan que es un acuerdo de impunidad...
Para
eso está el elemento de la reparación, que implica que quienes han cometido
violaciones a los derechos humanos tienen que trabajar para mejorar a la
sociedad colombiana. No es simplemente recibir pagos administrativos por parte
del Estado. Los responsables de estos delitos no estarán gastando plata de la
sociedad viviendo en una cárcel, sino que van a trabajar para llevar desarrollo
a las zonas afectadas por el conflicto. Eso es innovador. Todo esto está
encerrado en la idea de la no repetición. El Acuerdo de Paz tiene este
objetivo, que no vuelva a ocurrir. Para esto las partes convinieron que debían
darse cambios en la sociedad.
Cambios
rurales, sustitución de cultivos ilícitos, combate a organizaciones sucesoras
del paramilitarismo. Todo esto está en relación con la no repetición. Esos
cambios, en áreas donde las Farc hicieron presencia histórica, son la parte más
interesante del acuerdo. Esa es la garantía de no repetición.¿Cómo ve la manera
en que el Congreso resolvió el tema de los terceros civiles?
El
acuerdo es más amplio. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con el
financiamiento de grupos paramilitares, se dijo que era de competencia de la
JEP. Y el Congreso hizo una reducción de una realidad dolorosa en Colombia,
donde hubo empresarios que aprovecharon el conflicto armado para beneficiarse.
Pagaron paramilitares para despojar tierra de campesinos y luego ampliaron sus
negocios. Aunque entidades del Estado han avanzado en el diagnóstico del tema,
lamentablemente ha habido muy pocas sentencias. De manera que pienso que el
Acuerdo de Paz complementa el esfuerzo que se ha venido haciendo para
esclarecer esta parte de la historia. Pero el Congreso redujo las posibilidades
de que la JEP adelante casos de financiación por parte de terceros. Dijo el
texto aprobado que si no se prueba la responsabilidad directa en crímenes
graves no va a la JEP. El tema despierta preocupaciones en distintos sectores,
en los empresarios. Obviamente en Colombia la extorsión ha sido un fenómeno
amplio, pero no se pueden confundir con que hay quienes tienen responsabilidades
en crímenes graves. Creo que ha habido confusión en torno a este tema, porque
ni todos los empresarios han sido sólo víctimas, ni todos han sido victimarios.
Hay un grupo pequeño de personas que se beneficiaron económicamente de la
guerra. Y esto es parte de la historia de este país.
¿Qué
piensa de la respuesta que ha dado el Gobierno sobre el asesinato de líderes?
Gran
parte de los muertos este último año coinciden con la salida de las Farc de sus
zonas históricas. Puede haber causas múltiples en los asesinatos, pero es
importante que haya un cambio en la manera de enfrentar el problema. Es
evidente que las muertes ocurren porque sale un actor que mantenía cierto orden
inconstitucional claro, y sale la gente que vive en esos territorios, que queda
expuesta. Lo que sí veo es que los esfuerzos del Estado, de la Fiscalía, son
año a año más grandes. Cada vez se trata con mayor atención. La dificultad es
que siempre se asume en tres niveles: ¿cómo va la Fiscalía?, bien pero puede
mejorar; ¿cómo está la presencia de la Fuerza Pública?, es importante, pero no
es la respuesta, y ¿cómo está trabajando la Unidad Nacional de Protección?,
bien, pero no puede proteger a todos los pobladores de estas áreas. Sin
embargo, es necesario tener una aproximación más integral al problema de los
ataques contra defensores. Es importantes que por esto respondan otras
entidades, como el consejero para el posconflicto, la agencia de renovación
territorial, etc. Si hay cambios en la economía, en la inclusión de la población,
va a bajar la violencia. Si se ve el problema desde la perspectiva de presencia
de la Fuerza Pública, como un problema del Ministerio de Defensa, es una mirada
errada.
Precisamente
en el lanzamiento del informe hubo presencia de distintos sectores sociales y
políticos, incluyendo un miembro del Secretariado de las Farc y un general de
la Policía. ¿Qué tan difícil fue lograr esto?
Esa
es una muestra del trabajo que hace la Oficina del Alto Comisionado para los
Derechos Humanos. Nuestro principio es trabajar con todos los sectores de la
sociedad, porque todos fueron afectados por el conflicto armado. Incluyendo
grupos armados, con quienes hicimos contactos para mediar en muchas
situaciones. Así que la convocatoria no fue tan difícil. Lo que sí es
sintomático es que esos sectores hayan querido sentarse a conversar en público
a pesar de sus diferencias. Todos tienen interés en mejorar la situación de
derechos humanos, desde los cocaleros hasta la Andi, pasando por los
evangélicos o los jesuitas, la guerrilla y la Fuerza Pública.
Me
dicen que incluso había invitado al Centro Democrático…
Sí,
y tenían mucho interés en asistir. La reacción fue favorable. Creo que se está
acabando el imaginario de que los derechos humanos es un asunto de la
izquierda. Las diferencias políticas no deben ser un problema para los derechos
humanos.
Este
es un momento histórico por un proceso de paz que ha estado bien concebido.
Usted lleva más de cinco años en Colombia, ¿ya es hora de regresar a Estados
Unidos?
He
puesto mucha energía en este país. Ha sido un desafío físico e intelectual.
Este país tiene un ritmo vertiginoso. Periodistas todo el día. Crisis cada día.
Madrugan, trasnochan. Yo no sé cuándo duermen los colombianos, y para una
persona como yo, que aún estoy en un proceso contra la leucemia es importante
dormir. Y el país es enorme, se necesita viajar de un lado a otro, con un
elemento adicional, en Colombia hay una enfermedad que se llama reunionitis.
Reuniones para todo, en todos lados. Aquí no hay descanso. Incluso he pensado
por momentos que una de las razones por las que el conflicto ha durado tantos
años es porque aquí no duermen, y por eso son menos tolerantes con el otro
(risas). Normalmente uno está por tres o cuatro años en un país, y llevo cinco
por la particularidad del proceso de paz, pues aunque con bajo perfil
trabajamos mucho en los diálogos.
¿Y
cómo va el tratamiento de su leucemia?
Aún
estoy en eso. Estoy bien. Creo que voy a sobrevivir a la enfermedad y hasta
pienso que Colombia me ha ayudado a sobrellevarla. Tanto trabajo, tantas
situaciones que he vivido. Estoy mejor que cuando llegue. Y lo que tengo es
agradecimiento con Colombia.
TOMADO DE WWW.ELESPECTADOR.COM.
18 MAR 2017 - 6:28 PM
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