Las tierras de
la posguerra: los nuevos dueños de los Montes de María
Carmen
de Bolívar, un pueblo a dos horas y media de Cartagena, fue durante los noventa
el centro de logística y abastecimiento más importante del Bloque Caribe de las
Farc. También de reclutamiento. Y no sólo de la guerrilla de Marulanda, sino
también del Eln, e incluso del ERP. Por eso los paramilitares se ensañaron con
el pueblo: entre 1997 y 2003 mataron en masacres a 115 personas y desplazaron a
unas 100 mil personas, según cifras oficiales.
Después
llegaron los soldados. Entre 2003 y 2004, ocurrieron en esta zona el mayor
número de combates en el país. Decenas de soldados quedaron mutilados por las
minas antipersonales sembradas por los guerrilleros y otros más murieron en
emboscadas. Pero finalmente, después de
que en octubre de 2007, en un operativo militar en Carmen de Bolívar, el
Ejército diera de baja a alias ‘Martín Caballero’, el jefe del frente 37 y el
guerrillero más temido de las Farc en la Costa, los pobladores de Carmen de
Bolívar sintieron algo parecido a la paz.
La
transformación del pueblo es impresionante. Carmen de Bolívar recuperó su
bullicio. En el paradero del bus, pululan los vendedores de mango, de aguacates
gigantes, de suero costeño y de bollos de mazorca. Las casas están otra vez
abiertas de par en par, los negocios crecen y hace unas semanas, el pueblo
entero se preparaba para las fiestas de noviembre.
“Le
devolvimos la vida al pueblo”, me dijo con orgullo Jairo Cardona, el
coordinador de la Corporación Amigos de los Montes de María, la fundación
creada recientemente por 73 empresarios que han comprado unas 60 mil hectáreas
de tierra en la región en el último año.
Cardona,
como la mayoría de los empresarios de la Corporación, es antioqueño. Era médico
en el Urabá hasta que llegó a la zona el año pasado y se enamoró de la tierra.
“Estas tierras son franco-arenosas, vertisoles, con 15 años de descanso, con
materia orgánica, tierra negra, sumamente fértil,” me explica. Yo siento que se
le hace agua la boca.
Un
campesino después me explicaba que la tierra era tan buena que no tenía que
usar fertilizantes. “Usted echa la semilla y se va a dormir”, me dijo. “Pero
las agropecuarias se están quedando con toda la tierrita”.
Tras
la tierrita
A
comienzos de 2008, llegaron los empresarios antioqueños a comprar tierras y se
desató una fiebre especulativa sin precedentes, parecida a la que se está dando
en la Orinoquía (ver artículo). La hectárea de tierra que compraron el año
pasado a 300 mil pesos, hoy vale dos millones. La de un millón, vale tres.
“En
frente de la Alcaldía del Carmen los corredores de bienes raíces hacían cola
con las escrituras de la gente en la mano para vender”, me dijo una persona de
la gobernación de Bolívar. “Nadie sabía quién estaba comprando, decían solo los
'cachacos’, los ‘cachacos’”. Con el tiempo se ha sabido que esos ‘cachacos’ son
en realidad reconocidos empresarios paisas.
La
Agropecuaria Carmen de Bolívar, una de las más importantes en la zona, es del
reconocido empresario bananero del Urabá Guillermo Gaviria, el papá del ex
precandidato presidencial liberal Aníbal Gaviria y dueños del diario antioqueño
El Mundo.
Su
representante legal Daniel Fernando Cuartas Tamayo también es el representante
legal de la Agropecuaria El Génesis, otra de las compradoras de tierra en la
zona, de una familia Penagos. Según información suministrada por la agencia de
prensa IPC, Cuartas también representa o es apoderado de las firmas mineras
Nueva Californa, El Tajo S.A. y Sociedad Guadancanal S.A, con exploraciones de
oro en Chaparral, Tolima, Nechí Antioquia y San Jacinto, Bolívar.
La
Agropecuaria El Central tiene como representante legal a Otto Nicolás Bula
Bula, quien fue el segundo renglón del senador Mario Uribe, primo del
presidente Álvaro Uribe. La revista Cambio sacó un confidencial hace unos meses
en el que contaba que los magistrados de la Corte Suprema que investigan al
senador “se llevaron una sorpresa cuando descubrieron que la mayor venta de
ganado el pasado fin de semana en la feria de Montería fue realizada por Otto
Bula, quien fue suplente de Uribe en el Congreso entre 1998 y 2002. Los
investigadores indagan por los actuales vínculos comerciales de Uribe con Bula
y sobre las sociedades ganaderas que habrían constituido recientemente.
Testigos afirman que Bula es la persona que mayor crecimiento patrimonial ha tenido
en Córdoba en los últimos años.”
Uno
de los miembros de la junta directiva de esta empresa, es Alonso Sanín
Fonnegra, caballista del Urabá antioqueño, propietario del criadero Palma Seca,
miembro de Fedequinas y representante legal suplente de Fogansa S.A., una
empresa mixta que en 2001 reemplazó al Fondo Ganadero de Antioquia.
La
Agropecuaria Montes de María tiene como representante legal a Raúl Mora Abad,
un reconocido criador de caballos, dueño del criador Villa Katerine, de
Rionegro, Antioquia, y miembro de Fedequinas.
También
ha comprado tierras en la zona la empresa Invesa, entre cuyos miembros de junta
se encuentran Álvaro Uribe Posada, que tiene registrada una plantación forestal
en la Ceja, Antioquia; Ricardo Sierra Moreno, uno de los ‘cacaos’ de Antioquia,
fundador de la empresa Distrihogar, quien ha sido miembro de diversas juntas
directivas de empresas públicas y privadas: Metro, Bancolombia, EPM y
Confinsura, entre otras; y Christian Toro Ludeke, uno de los altos directivos de
UNE EPM Telecomunicaciones.
Uno
de los primeros compradores fue el empresario antioqueño Alvaro Ignacio
Echeverría, de Tierras de Promisión S.A., pero según Cardona, él no forma parte
de la Corporación. Y entre los más recientes compradores están Bernardo Hoyos,
gerente del Comité Central de Ganaderos de Búfalos. Y los dueños de la
cementera Argos.
Varios
de estos empresarios son miembros de la cooperativa de leche Colanta y llegaron
a la zona en busca de tierras baratas después de que el precio del maíz para
alimentar el ganado se disparó con las siembras de alimentos para
biocombustibles.
Las
medidas de protección
“Nos
fuimos a buscar tierrita para sembrar yuca”, dijo a La Silla Vacía Daniel
Cuartas, representante legal de las Agropecuarias El Génesis y Cármen de
Bolívar. “Organizamos un grupo de productores lecheros y nos fuimos allá para
hacer los proyectos”.
Salvo
Invesa e Invercampo, las demás agropecuarias fueron todas creadas en el primer
semestre de 2008, días o semanas antes de comprar la tierra para adelantar
proyectos productivos en Montes de María. La idea de Agropecuaria Carmen de
Bolívar es sembrar yuca, El Genesis y El Caney quieren hacer ganadería
intensiva para exportar carne y otras de las empresas tienen planes de sembrar
palma y frutales.
“La
gran mayoría son lecheros y el potencial de esta tierrra es producir comida
para las lecherías”, dice Cardona. Agrega que entre los asociados de la
Corporación Amigos de Montes de María han generado unos 3.000 empleos, el 70
por ciento de ellos de vinculación laboral directa. Los campesinos son
contratados para poner las cercas, hacer pozos de agua y sobre todo para tumbar
el monte para ‘civilizar’ la tierra. Ya se comienzan a ver unos pocos cultivos,
aunque todavía no se ve ninguna gran producción agroindustrial. En la zona
reconocen que las agropecuarias le han devuelto gran parte de la vida al pueblo
y que han generado empleo, pero no 2.000 puestos de trabajo estable.
Cardona
dice que las grandes inversiones están paradas por las medidas de protección de
la Gobernación de Bolívar, que en octubre de 2008, decidió congelar las ventas
de tierra en la zona para evitar que los campesinos siguieran vendiendo de
manera desaforada. Dice que tuvieron que despedir a 200 empleados a raíz de
esta decisión. Como muchas de estas ventas se hicieron mediante documento
privado porque casi la mitad se encontraban en procesos de sucesión, o
embargadas. "En el momento de llevar la escritura, aparecían con la medida
de prevención y se quedaba todo en la promesa de conpraventa", dice
Cardona. "Necesitas la escritura para presentarla al banco".
Cuando
un campesino quiere vender en Carmen de Bolívar tiene que solicitarle al Comité
de Desplazados de la Gobernación de Bolívar permiso para levantar la
restricción. La Gobernación verifica que lo estén haciendo libremente, sin
presiones. Para escribir este artículo hablé con más de veinte personas en la
zona, y nadie dijo que las compras se hubieran hecho a la fuerza.
“Muchos
de los campesinos que salieron hace 10 ó 12 años, cómo van a retornar a esos
predios abandonados. Ya no son fincas, sino potreros. Con qué fuerza van a
civilizar esas fincas. Ahí no está el acompañamiento estatal”, me explicó una
de las personas de la Gobernación en Cartagena, que como los demás funcionarios
prefirió hablar anónimamente. “Perdieron lo poco que tenían en los ranchos. Los
hijos ya se amañaron en la ciudad, los papás cuando vuelven lo que encuentran
es una selva. Y viene una persona que les dice: ‘se los compro por 20 millones
de pesos'. En su vida han visto tanta plata junta. ¿Qué van a hacer? ¡Venden!”
La
Gobernación ha recibido alrededor de 200 solicitudes de levantamiento de las
medidas de protección sobre unas 100 mil hectáreas alrededor del Carmen de
Bolívar y tiene a seis abogados de la entidad y también de Acción Social
tratando de encontrar argumentos jurídicos para evitar que los desplazados
vendan sus tierras y se conviertan para siempre en pobres urbanos. Pero es una
batalla perdida. Los dueños de las tierras ponen tutelas para hacer respetar su
derecho a la propiedad y como la Gobernación no encuentra que hubo
constreñimiento, en muchos casos, les toca levantar la medida.
Hace
dos meses citaron a los compradores de tierra para que explicaran los proyectos
productivos que planeaban para la zona. De las seis agropecuarias, sólo asistió
uno de los dueños. El resto envió abogados. El comité, entonces, dijo que no
levantaría las medidas hasta que los propietarios dieran la cara, y eso les dio
un tiempo adicional para proteger las tierras.
Lo
que están viendo ahora en la Gobernación es que entre las agropecuarias se
están vendiendo tierra. "Es para hacer los globos", me explicó
Cardona. "Todas las compras han sido satélites". Compraron unas
hectáreas aquí y otras allá y ahora están tratando de armar las fincas
intercambiando los terrenos.
El
problema del retorno
“Esta
gente el único empleo que está generando es para una red de abogados de la
región, que encontró trabajo solicitando que se levanten las medidas de
protección”, dijo uno de los miembros del Comité de Desplazados. Me contó que
las historias de los campesinos que quieren vender son deprimentes. “Vienen acá
y me dicen, ‘mi sueño era mi finca. Pero de dónde saco plata para caerle a un
árbol con un machete que antes yo despalitaba'. Ese señor sigue caminando, pero
ya no sueña”.
Muchos
de ellos, además, tenían deudas con la Caja Agraria, que siguieron creciendo
cuando fueron desplazados. En la zona dicen, aunque no lo pude confirmar, que
los comisionistas inmobiliarios llegan con los títulos de las deudas, que ahora
le pertenecen a Covinoc, y les informan sobre cuánto deben. Luego se ofrecen a
cubrir la deuda y les enciman unos pesos.
La
inversión estatal para facilitar el retorno de los desplazados se ha demorado
en llegar. Aunque el pasado 19 de junio, cuando terminó la labor de desminado
humanitario en Bajo Grande, en el corregimiento de San Jacinto, Bolívar, a una
media hora del Carmen de Bolívar, el vicepresidente Francisco Santos dijo que
este pueblo “sería atropellado por el progreso” (ver artículo), solo hasta la
semana pasada se entregó el acueducto artesanal al pueblo y se firmó un
convenio entre Invías y la Alcaldía de San Jacinto para restaurar las vías.
Volver para la mayoría no es una opción pues no cuentan con las mínimas
condiciones para vivir.
Pero
el mayor problema que enfrenta Acción Social para lograr el retorno de los
desplazados es la venta masiva de tierras. “La gente no era propietaria, sino
que vivía de la aparecería. Ahora cuando vuelve encuentra que esa tierra ya
está en manos de otros y que han tirado cercas,” me contó uno de los funcionarios
de Acción Social en Bogotá. “Ya toda la tierra está en manos de las cinco
agropecuarias. El gran obstáculo para el retorno es que no hay tierra para
trabajar”.
Cardona
dice que están estudiando la posibilidad de hacer alianzas productivas con los
campesinos para que todos salgan ganando. Existen algunos modelos exitosos. En
Maria la Baja, hay una cadena productiva de palma de aceite, donde los
campesinos son dueños de la mitad de la planta de procesamiento. En el
Magdalena, algunos bananeros han incluido a los cultivadores en la
comercialización como socios.
Si
algo así no se logra en el corto plazo, la gran paradoja es que los que más
sufrieron la guerra, no serán los principales beneficiarios de la paz. Durante
el período más intenso del conflicto, se produjo una concentración de tierra
sin precedentes a punta del terror de paramilitares y guerrilleros que
despojaron de sus tierras a más de un millón de campesinos. Se esperaba que a
partir de los logros de la Seguridad Democrática, esta situación se reversara
con la restitución de tierras a los desplazados. Pero, por ahora, la incipiente
paz ha traído una nueva contrarreforma agraria.
http://www.lasillavacia.com/historia/5346
AUGUSTO
OTERO HERAZO
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