Cómo diablos
van a explicar la paz sin los intelectuales?
por NICOLÁS
MORALES
No es habitual
que las emisoras de noticias, incluso las de mayor audiencia, llamen a un
profesor o a un investigador universitario para explicar algunas de las miles
de aristas del proceso.
Nicolás
Morales: Cómo van a explicar la paz sin los intelectuales Nicolás Morales Foto: Juan Carlos Sierra
Nuestro
masoquismo –una tendencia más común de lo que pensamos– nos lleva todas las
mañanas a oír el tono notablemente furioso en que decenas de miles de
colombianos se manifiestan en contra del asunto de la paz. Luego, en las juntas
de administración, tres vecinos nos asaltan con las expresiones más variopintas
sobre la desfachatez con que el presidente “regala el país a los bandidos y
ellos lo reciben con mucho gusto”. De regreso a casa, el taxista tiene a bien
compartir algunas de sus ideas sobre el destino que le daría a los
guerrilleros; por supuesto, el color de estas propuestas haría palidecer al
mismo Goebbels.
Por estos días,
el clima político es más dañino que el clima atmosférico para quienes, aún con
un muy moderado optimismo, siguen pensando que la paz es el mejor destino para
el país. Y no hay mucho que hacer: el pasado de las Farc y la guerra es
endemoniadamente comprometedor y doloroso; vuelve a la memoria una y otra vez.
Un proceso de reconciliación tan complejo en un país tan magullado no es fácil
explicar. Muchos ministerios e institutos públicos no han entendido cómo deben
actuar en el negocio de la paz, y los funcionarios De la Calle y Jaramillo no
pueden visitar con su espíritu pedagógico toda Colombia pues no terminarían
nunca.
Pero hay algo
que me tiene impresionado: la distancia entre los académicos e intelectuales de
este país y la gente. Y aún más, la ausencia en los medios (en especial en los
electrónicos) de politólogos, sociólogos o expertos en conflicto, paz y todo
ese montón de cosas. Nadie los llama, y sus ideas y reflexiones –acertadas o
equivocadas– se quedan muchas veces en foros académicos y salones de clase. No
es habitual que las emisoras de noticias, incluso las de mayor audiencia,
llamen a un profesor o a un investigador universitario para explicar algunas de
las miles de aristas del proceso. ¿Por qué? Ofrezco algunas hipótesis de
trabajo:
¿El proceso es
aburrido? El gobierno y los medios han sido incapaces de explotar
mediáticamente la multiplicidad de temas, historias y emociones que implica un
proceso como el que se desarrolla con las Farc. Mientras se desarrollaron las
conversaciones de paz en Irlanda, los ciudadanos configuraron un espíritu
sociocultural que respondió con criterio a las políticas planteadas para llevar
a cabo este proceso. ¿Por qué nosotros no podemos tener este criterio? ¿Por qué
nuestra cultura intelectual es tan frágil?
Los medios
opositores son expertos en explotar la emoción más fácil: el odio. En casos
como el de Sudáfrica, donde uno de los actores podía generar tanto o más
resentimiento que nuestra guerrilla, el proceso logró permear a toda la
sociedad.
¿La academia
no cala? La universidad está en sobreproducción de conocimiento. Diez mil foros
sobre la paz y sobre la guerra y nada permea a los medios. Cierto, pareciera
que la academia no se esfuerza en traducir mejor los contenidos, pero los
periodistas tampoco lo hacen. Siguiendo el modelo FOX en el que todo debe ser
entretenido y trivializado para el público general, se reciclan lugares comunes
y se explotan las emociones más básicas que generan audiencia. ¿Cuál es el
miedo a promover un debate mejor informado y con altura intelectual? ¿Es la
gente la que no entiende, o los periodistas no están preparados?
Los políticos
sabios reemplazaron a los académicos. Un grupo de políticos, con facilidades de
expresión, se han tomado los micrófonos para interpretar malos y buenos momentos
del proceso. Y nos quedamos con sus miradas que, aceptarán los lectores, son
cada vez más simples y menos doctas. No hay contrastes.
Los
columnistas políticos, cada vez más leídos, cada vez menos influyentes. Muchos
columnistas están colgando sus columnas en redes de manera compulsiva porque
sospechan que los impresos están lentos. Pero es una dispersión que afecta la
audiencia, que se parte en muchos nichos. Esto ya está documentado por los
estudios de mediología, y es la pérdida de influencia que llegan a tener medios
fuertes por la dispersión de redes.
Los medios de
izquierda, muy mal. Si nos atenemos a Voz, la verdad del pueblo, no hay nada
que hacer: el mismo lenguaje trasnochado, que se intenta modernizar
intercalándolo con notas pop como el recuerdo del nacimiento de Frank Sinatra o
el Carnaval de Barranquilla. Cero seducción, escrito como si fuera un intranet
para los bautizados en la propia Iglesia. Las Farc, con su Informativo
Insurgente en YouTube, hacen el esfuerzo de parecer modernos y tecnológicos,
poniendo a sus presentadores en un escenario virtual, saturado con animaciones
en 3D, pero repitiendo el mismo discurso mamerto y sin un solo intelectual de
peso.
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