El helicóptero.
Por Antonio caballero. Tomado de semana.com
La
intención que tienen las mentiras de Uribe es la de impedir que cuaje el único
propósito del gobierno Santos que lo distingue del suyo, firmar acuerdos que
pongan fin a la guerra.
Tras
varios días de acusaciones y de refutaciones concluyó finalmente el senador
Álvaro Uribe, en solemne lectura ante el Senado, que hay pruebas de que el
helicóptero de la Policía y el avión de la FAC accidentados en estos días no se
cayeron solos, como informó el gobierno, sino que fueron derribados por las
Farc, como sospechó él desde el principio. Y aún desde antes: ya había
denunciado otros derribos otras veces.
En
cuanto a lo del helicóptero de Urabá, empezó por referirse a “un resumen de lo
que ha dicho el representante de las comunidades indígenas”: el líder embera
Darío Carupia, que a un periodista de la región le dijo que había oído tiros. Y
completó la demostración leyendo el informe de un coronel retirado de la
Policía, de quien no dio el nombre, que en diez puntos hace el análisis de la
foto que muestra la humareda dejada en su caída por el aparato siniestrado: “La
foto es clara –argumenta el anónimo informante–: el aparato cae lejos de la
cima” del cerro. En el caso del avión, la fuente es un capitán de la FAC,
Fernando Izquierdo, que cuenta que él voló en su avión ese mismo día y notó que
hacía buen tiempo, y a continuación le informa al senador que a él le contaron
que “las personas que estaban en el lugar han dicho que vieron una caída casi
vertical”.
Eso
es todo.
Sintiendo
que no es mucho, el senador Uribe llama en su ayuda a uno de sus abogados
defensores (casi tan numerosos como los 300 hombres armados de su esquema de
seguridad), Jaime Lombana, para que agregue consideraciones jurídicas al
alegato. Y escribe Lombana lo siguiente:
“La
prueba de la relación causal, de un resultado antijurídico como lo es la muerte
de nuestros policías en el helicóptero derribado, según la dogmática
mayoritaria no debe ser una prueba científica sino probabilística. El hecho
conocido es que el helicóptero se cayó en una zona con presencia de insurgencia
y que la nave estaba en ejercicio de una actividad peligrosa. Afirmar que fue
un accidente, contra los testimonios de los campesinos e indígenas de la zona,
resulta infundado y probabilísticamente incorrecto. Ahora bien, echarle la
culpa a una falla humana sin fundamento probatorio alguno, sí es indicio de
irresponsabilidad y mala fe del gobierno”.
De
poco sirve demostrar, así sea solo probabilísticamente, la responsabilidad de
las Farc en el episodio, que para el senador Uribe está demostrada de antemano.
Es necesario además demostrar la del gobierno. Y esa la deduce el senador de la
propia intrínseca naturaleza maligna del presidente Juan Manuel Santos, su
traidor sucesor. Así que se pregunta: “¿Cuál es la intención de las mentiras
del gobierno?”. Y él mismo se responde:
–Exculpar
a ‘la Far’.
Y,
más sibilinamente:
–Adoctrinar
en favor de la narcoguerrilla a las Fuerzas Armadas de Colombia, al mejor
estilo del castrochavismo.
La
intención que tienen las mentiras de Uribe, por su parte, es la de impedir que
cuaje el único propósito del gobierno de Santos que lo distingue del suyo, que
es el de firmar con las Farc (y con el ELN) unos acuerdos que pongan fin a la
guerra. Uribe no puede permitir que eso suceda, pues se quedaría sin razón de
existir. No solo se quedarían sin discurso los uribistas para las elecciones de
octubre: se quedarían sin nada. Para uribistas, basta con los santistas. Que
son, empezando por el propio Santos, uribistas reciclados. Más de la mitad de
los gabinetes de Santos han estado compuestos de uribistas, la totalidad de las
fuerzas parlamentarias que lo apoyan fueron uribistas hasta el último día: La
U, que por algo se llama de ese modo, y no La S; la L de lambonería que llevan
los liberales grabada al fuego en la frente; el CR de Cambio Radical que tiene
forma de veleta. Para Uribe, basta con Santos. Son hermanos gemelos, gemelos
casi idénticos, en lo político, en lo económico, en lo social: salvo en su
visión de la paz, que aunque frustrada todavía es casi lo único bueno que se ha
venido construyendo en los cinco años de gobiernos de Santos.
En
cuanto a mentirosos, allá se la van los dos. No hace tanto que solían mentir al
alimón.
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