domingo, 9 de diciembre de 2018

Noam Chomsky cumple 90 años: cómo un anarquista estadounidense ha logrado mucho más que sobrevivir. Por, Bruce E. Levine 09/12/2018

Noam Chomsky cumple 90 años: cómo un anarquista estadounidense ha logrado mucho más que sobrevivir

“Aquel que reivindica el carácter legítimo de la autoridad tiene además la obligación de justificarla. Y si no puede justificarla, es ilegítima y debería desmantelarla. A decir verdad, creo que el anarquismo no es mucho más que esto”
—Noam Chomsky

El 7 de diciembre de 2018 Noam Chomsky cumplió 90 años. En un ranking elaborado en 2013 por el Reader’s Digest sobre “Las 100 personas más fiables [trusted] de América” (liderado por las celebrities de Hollywood), Noam Chomsky, que se describe a sí mismo como anarquista, ocupaba el puesto número 20 (por detrás de Michelle Obama, en el 19, pero por delante de Jimmy Carter, que ocupaba el 24). Teniendo en cuenta que, a lo largo de la historia de los EE.UU., los activistas anti-autoritarios han sido continuamente marginados, económicamente castigados, psicopatologizados, criminalizados y asesinados, la supervivencia y el éxito de Chomsky son algo extraordinario. 
A principios de los años 1960, cuando pocos americanos criticaban al gobierno estadounidense por la guerra de Vietnam, Chomsky fue de los primeros en desafiarlo y oponer resistencia, arriesgándose a pasar un tiempo en la cárcel y a poner en peligro su carrera académica en el ámbito de la lingüística, en la cual había ganado cierto prestigio por sus innovadoras contribuciones. Desde la posición que ocupa, Chomsky ha desafiado durante medio siglo toda autoridad ilegítima, incluido el gobierno de los EE.UU. y aquellos regímenes opresivos alrededor del mundo. Ha expresado un desprecio constante por las élites en el poder, por sus atrocidades y por su capacidad de subvertir la autonomía de la clase trabajadora.
Al mismo tiempo que aborrece cualquier culto a las figuras heroicas —especialmente a sí mismo—, Chomsky pone en valor todo lo que se puede aprender de nuestras experiencias personales y vitales. Asumiendo este espíritu, repasar la vida de Chomsky quizás ofrezca una guía de supervivencia para aquellos anti-autoritarios que quieran comprender mejor el mundo en el que viven.
Chomsky sabe perfectamente que la suerte ha sido un factor principal en su victoria contra las adversidades, pero ni siquiera esto es suficiente para explicar que un anarquista estadounidense sobreviva y acabe teniendo un impacto tan profundo. Chomsky también cuenta con una inteligencia extraordinaria, una racionalidad de tipo spinoziana y, desde luego, un saber y una capacidad de supervivencia enormes.   
Investigando las vidas, tan trágicas como triunfantes, de los activistas anti-autoritarios de EE.UU. en Resisting Illegitimate Authority, me di cuenta de que, aquellos que prosperaron, contaron, además de con buena suerte, con un conocimiento sobre el cuidado de sí, además de sobre sus relaciones personales y económicas. Por el contrario, aquellos cuyas vidas fueron más trágicas acompañaron a menudo los asaltos autoritarios que sufrieron con otros de tendencia autodestructiva.
Chomsky describe a sus padres como unos “Demócratas pro-Roosevelt corrientes”, si bien otros miembros de su familia eran izquierdistas radicales. En su infancia, Noam comenzó —afortunadamente— a estudiar en Oak Lane, una escuela experimental Deweyita[1] donde se animaba a los alumnos a pensar por sí mismos y donde la creatividad era más importante que las calificaciones. Según Chomsky, si bien todas las escuelas podrían ser como Oak Lane, de hecho no ocurre porque ninguna sociedad “basada en instituciones jerárquicas y autoritarias toleraría un sistema escolar de este tipo durante mucho tiempo”.
En Oak Lane, cuando tenía diez años, Noam publicó un artículo en el periódico escolar sobre la toma de Barcelona por las fuerzas fascistas durante la Guerra Civil española, un episodio que le influyó a lo largo de toda su vida. Más tarde leerá Homenaje a Cataluña, el relato de George Orwell sobre la Guerra Civil española y las exitosas, aunque breves, experiencias sociales anarquistas en España. Su temprana comprensión de que la gente puede alzarse contra los sistemas opresivos y organizarse en cooperativas se convirtió en la base de su confianza en el anarquismo como una posibilidad real.
Con doce años, Noam entró en el Instituto Central de Secundaria de Filadelfia, una escuela socialmente prestigiosa pero que odiaba: “Fue el lugar más estúpido y ridículo en el que he estado; era como caer en un agujero negro o algo parecido. Era, sobre todo, un lugar extremadamente competitivo. Esta es la mejor forma de controlar a la gente”. Permaneció en la escuela, pero perdió su interés en ella.
Al igual que otros tantos jóvenes inteligentes anti-autoritarios, el joven Noam detestaba los estándares escolares. A pesar de ello, tenía la inteligencia suficiente para no equiparar lo escolar con lo educativo, y durante su adolescencia compaginó sus obligaciones escolares con el aprendizaje autodidacta. Con 13 años Noam viajaba regularmente sólo en tren para visitar a sus familiares en Nueva York. Allí pasaba muchas horas con un tío que regentaba un quiosco de prensa en Manhattan, en la calle 72, un animadísimo “salón político y literario” donde el Chomsky adolescente entró en contacto con la política radical y la cultura de la clase trabajadora judía.
Con 16 años, Chomsky empieza sus estudios de licenciatura en la Universidad de Pensilvania, pero, como otros tantos estudiantes anti-autoritarios, pronto comienza a desanimarse. Así lo recuerda: “cuando eché un vistazo a la oferta universitaria estaba muy animado: muchos cursos, cosas interesantes. Luego me di cuenta de que la universidad era como una ampliación descuidada de la escuela secundaria. Después de un año pensé en dejarla, pero casi por accidente decidí quedarme”. Afortunadamente conoció a Zellig Harris, un carismático profesor de lingüística que hizo que Noam permaneciera en la academia y, en último término, se convirtiera en un lingüista de renombre.
En realidad, los primeros intereses de Chomsky eran políticos y no lingüísticos. “Desde la infancia siempre me había interesado la política radical y disidente, pero sólo en un sentido intelectual”, recuerda. Pero estar involucrado intelectualmente no era suficiente. “Soy un ermitaño por naturaleza —nos dice Chomsky— y habría preferido estar sólo trabajando que expuesto públicamente”.
En términos psicológicos, llama la atención que el carácter introvertido de Chomsky no le haya impedido comprometerse activamente con el mundo que le rodea. Me he dado cuenta de que una clave fundamental para entender a algunos de estos anti-autoritarios que raramente acaban triunfando es su voluntad de trascender su zona de confort más privada. 
Con 30 años Chomsky era ya un lingüista muy estimado, y a principios de los años 60 fue uno de los primeros intelectuales en condenar públicamente la Guerra de Vietnam. Cuando el rechazo a la guerra estaba en cierto modo generalizado en los Estados Unidos, Chomsky recuerda modestamente: “Sabía que era excesivamente indulgente conmigo mismo si me limitaba a tener un rol pasivo en las luchas que estaban teniendo lugar. Y sabía que firmar peticiones, enviar dinero y asistir a reuniones era insuficiente. Pensé que era absolutamente necesario tener un rol más activo, y era perfectamente consciente de lo que esto significaba”. Durante diez años Chomsky se negó a pagar parte de sus impuestos, apoyó a los desertores, fue arrestado varias veces y fue incluido en la lista de enemigos oficiales de Richard Nixon.
Dada las posibles consecuencias de su posición política, Noam y su mujer Carol (estuvieron casados desde 1949 hasta la muerte de ella, en 2008) acordaron que era prudente que Carol volviera a los estudios y se doctorara para poder apoyar económicamente a la familia si él entraba en prisión. Más tarde Noam se refirió a ello: “De hecho, esto es lo que habría ocurrido si no fuera por dos acontecimientos inesperados: 1) la absoluta (y, por otro lado, habitual) incompetencia de los servicios de inteligencia…[y] 2) la Ofensiva del Tet, que hizo ver a la economía americana que el juego en el que estaban participando no valía la pena e hizo que los procesos de enjuiciamiento fueran desapareciendo”. Finalmente, Carol Chomsky obtuvo una plaza en la Harvard’s School of Education y también logró una carrera académica de éxito. Y así, con suerte y decisiones sabias, la familia Chomsky obtuvo dos fuentes de ingresos más que notables y seguridad financiera.
Chomsky también ha tenido la inteligencia de no caer en cierta tendencia autodestructiva presente en aquellos activistas anti-autoritarios que niegan toda su humanidad. Este tipo de inteligencia y buen hacer es algo psicológicamente valioso para los jóvenes anti-autoritarios: “Mira, no vas a ser un activista político efectivo a menos que tengas una vida satisfactoria”, dice Chomsky al público. “Ninguno de nosotros somos santos; al menos yo no lo soy. No he renunciado a mi casa, no he renunciado a mi coche, no vivo en una cabaña, no estoy 24 horas al día trabajando en beneficio del género humano o algo por el estilo. De hecho, ni siquiera me acerco a esto”. En un Perfil del New Yorker del 2003 sobre Chomsky, éste cita a uno de sus amigos: “Le gusta estar al aire libre en verano, le gusta nadar en el lago, ir a navegar y comer comida basura”.
Chomsky encarna la figura de un activista que no niega ni se autoflagela por las inevitables hipocresías financieras en una sociedad que exige tener dinero para sobrevivir. Cuando fue contratado por el Massachusetts Institute of Technology, Chomsky fue honesto con respecto al hecho de que, aunque el Departamento de Defensa del gobierno americano no lo financiaba a él directamente sino a otros departamentos del MIT, en el fondo esta financiación indirecta permitía al MIT pagarle un sueldo. “Con respecto a cuestiones o conflictos morales —destacó Chomsky— no se trata de pensar que hay dinero limpio en algún lado. Si estás en una universidad, estás rodeado siempre de dinero sucio; estás rodeado de dinero que viene de gente que trabaja en otros lugares y cuyo dinero se les está quitando”
Muchos anti-autoritarios acumulan grandes dosis de ira. Esta ira es el resultado de injusticias sociales y el efecto de una oposición política que ha sido ignorada; es el resultado de los ataques autoritarios que han sufrido; de haber presenciado la marginalización de otros amigos anti-autoritarios; también del resentimiento que produce ser constantemente vigilado. La manera en que los anti-autoritarios gestionan esta ira es fundamental para determinar su tragedia o su éxito. Si bien uno puede percibir la ira de Chomsky en su punzante sarcasmo, para la mayoría esta ira no le ha saboteado. Y si bien todos los anti-autoritarios han sufrido los efectos de la autoridad ilegítima, Chomsky no ha permitido que este dolor se traduzca en reacciones violentas o autodestructivas que faciliten a los autoritarios una justificación para continuar su opresión.
Con su sabiduría y algo de suerte, Chomsky ha logrado mucho más que sobrevivir, convirtiéndose en uno de los anarquistas más influyentes de la historia de los Estados Unidos y en un modelo inspirador para millones de activistas anti-autoritarios, especialmente para los jóvenes. Se ha hecho a sí mismo apostando por el pensamiento crítico y la verdad (y no por consignas manidas ni distinciones oficiales). Si bien las intervenciones teóricas de Noam Chomsky han supuesto un foco de resistencia valioso contra la sociedad autoritaria, es quizás el ejemplo de su incorruptibilidad personal el legado más valioso que nos deja, sobre todo para los jóvenes anti-autoritarios.

[1] Las escuelas Deweyitas se inspiraban en la filosofía de la educación de John Dewey (sobre todo a raíz de su artículo “Mi credo pedagógico”, publicado en 1897)

es psicólogo clínico. Su libro más reciente es 'Resisting Illegitimate Authority: A Thinking Person’s Guide to Being an Anti-Authoritarian―Strategies, Tools, and Models' (AK Press, 2018).
Fuente:
https://www.counterpunch.org/2018/11/23/noam-chomsky-turns-90-how-a-u-s-anarchist-has-more-than-survived/
Traducción:
Iker Jauregui
Temática: 

México: AMLO el equilibrista. Por, Manuel Aguilar Mora 06/12/2018

México: AMLO el equilibrista

En sus tres días iniciales como presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), condensó con numerosas acciones contradictorias la duplicidad de la personalidad política que lo caracteriza. En las alocuciones de las ceremonias de iniciación de su gobierno del 1° de diciembre al anunciar la creación de una Guardia Nacional dependiente del ejército con el objetivo de garantizar la seguridad interna, se refirió a las críticas para “disipar las dudas que estas medidas tienen un carácter autoritario” y no escatimó elogios a las Fuerzas Armadas, “a los generales y almirantes del ejército y la marina quienes no forman parte de la oligarquía”, “leales y patriotas nacionalistas, ajenos a hegemonías extranjeras”. Y dos días después, en el Palacio Nacional, al presentarle a los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa la comisión de la verdad que investigara a fondo su paradero al ya ser evidente la total carencia de veracidad de la supuesta incineración de los cadáveres sostenida por la “verdad histórica” del gobierno de Peña Nieto, se comprometió solemnemente ante ellos de que no habrá impunidad, que todas las instituciones gubernamentales deberán colaborar con la tal comisión para que no quede impune ese crimen, ni vuelvan a repetirse jamás tales atrocidades.
¿Cómo será posible llegar a fondo en el caso de los 43 de Ayotzinapa sin investigar la participación y complicidad de los militares de la zona militar localizada en Iguala? ¿Los altos mandos militares, responsables de crímenes de Estado como la masacre de Tlatelolco y de tantas atrocidades represivas más, casta intocable y privilegiada no es una integrante fundamental de la oligarquía gobernante? Estamos aquí ante una distorsión completa de la realidad y una contradicción flagrante.
AMLO presidente. Esta frase rescata breve pero contundentemente la situación política del país. Una situación en la que se anudan procesos políticos y sociales diversos que, precisamente en estos días del inicio de su gobierno se han expresado con meridiana claridad. Masas populares que lo arropan como no se había visto en décadas que sucedía con los presidentes del PRI y el PAN. Más de 160 mil personas se reunieron en el mitin del Zócalo para oír el discurso después de su toma de posesión en la Cámara de Diputados. Allí reiteró sus promesas: aumento de las pensiones, creación de 100 universidades, obras públicas grandiosas, recuperación de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad, un sistema de salud como el de los países nórdicos, amnistía a presos políticos víctimas de abusos caciquiles, austeridad gubernamental, no más endeudamiento público y, por supuesto, la investigación a fondo de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa. Insistió en que “recibo un país en quiebra como resultado del desastre que fue el modelo neoliberal”. Se sinceró ante sus multitudinarias bases de apoyo prometiéndoles “la definitiva separación del poder político y del poder económico”. Finalmente insistió que “no me dejen solo; sin ustedes valgo casi nada”   Pero allí también escenificó un acto teatral grotesco con un grupo impostor de indígenas que le cedieron un falaz ”bastón de mando”.  
Estamos claramente ante una situación nueva. Y es precisamente la posición de AMLO la que con mayor fuerza proyecta esa situación dual, transitoria, hasta cierto punto equívoca, producto del terremoto electoral del 1° de julio pasado. Nada de lo que está sucediendo en estos días se explica sin los 32 millones de votos que recibió AMLO y su partido Morena. Un verdadero tsunami electoral, a su vez expresión de una muy peculiar rebelión cívica popular que impidió el fraude electoral y que nadie previó antes de ese día. Ni el mismo AMLO, para no hablar de sus opositores e incluso muchos observadores independientes.
Los resultados están frente a nosotros: el sistema tradicional de los partidos burgueses mexicanos (PRI, PAN, PRD principalmente) destruido; surgimiento de un poderoso caudillo con una organización propia; nuevos agentes del poder (los 32 delegados estatales y los 266 regionales de la Administración Pública Federal); nuevo patrón ideológico que no subordina al estado al mercado; amplio apoyo popular del nuevo gobierno.
AMLO se encuentra así sometido a dos fuerzas fundamentales que sintéticamente consideradas son: la fuerza de las estructuras estatales burguesas y el impulso masivo popular todavía mal conformado pero claramente existente, que busca solución a los profundos problemas que mantienen a las masas trabajadoras y explotadas en las duras y precarias condiciones actuales. El choque de estos dos procesos, el sistémico y el popular ha tenido profundas consecuencias que no se superaran rápida y fácilmente. AMLO, como lo demostró durante los meses en que fue presidente-electo, estará siempre buscando el equilibrio entre ambas presiones. Su gobierno hará lo mismo, sin atentar jamás contra los cimientos mismos del sistema socioeconómico imperante del cual es parte integrante en última instancia.
Será el sexenio que se inicia el escenario de los efectos de ese choque, cuya sola resolución favorable para las fuerzas populares es la puesta en práctica de un programa que supere el actual sistema capitalista imperante. Para que ello sea posible es necesaria la convocatoria a la movilización de las masas de trabajadores y sus aliados para mantener en jaque a las fuerzas burguesas derrotadas y avanzar en el seno de las contradicciones actuales lo más posible en la resolución de las reformas y metas que hoy se delinean claramente ante nosotros.
Para ello las fuerzas socialistas y populares deberemos actuar en forma coordinada y responsable. Impulsar lo más posible el empuje masivo que ya ha despertado, profundizándolo, orientándolo, en un constante ejercicio revolucionario de crítica y autocrítica, permaneciendo siempre como fuerzas independientes y democráticas, sin sectarismos, ni ultimatismos, siempre actuando en favor del movimiento en su conjunto.
Profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS). En 1968 integró el Comité de lucha de Filosofía y Letras al lado de José Revueltas, Luis González de Alba y Roberto Escudero. Fue fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Autor de numerosos libros sobre la historia política y social de México.
Fuente:
https://correspondenciadeprensa.com/2018/12/04/mexico-amlo-el-equilibrista-manuel-aguilar-mora/

Francia: Los “chalecos amarillos”: ¿porqué y cómo comenzaron? Análisis y propuestas. Por, Alain Bihr 06/12/2018

Francia: Los “chalecos amarillos”: ¿porqué y cómo comenzaron? Análisis y propuestas

No es preciso recordar la amplitud de un movimiento sin igual por la sorpresa general que ha provocado su despliegue y que dilata su duración y radicalización; y que, al contrario su propia existencia y su transcurso implica plantearse algunas cuestiones teóricas y políticas.

Los reportajes periodísticos en caliente así como los testimonios de los militantes que tomaron parte en los bloqueos permiten señalar la heterogeneidad en términos de composición de clase que contrasta con su composición espacial.

Su composición multiclasista no deja lugar a dudas, en lo fundamental integrado por proletarios (obreros y empleados, asalariados o no), a los que se añaden miembros de las capas inferiores del marco (agentes de control, técnicos) o de la pequeña burguesía (esencialmente artesanos, a menudo autónomos, pero también campesinos e incluso intelectuales, por ejemplo, enfermeras liberales) e incluso elementos de pequeños empresarios. Podemos también destacar la presencia de mujeres y jubilados con mucha más importancia de la habitual en las movilizaciones.

Si esta heterogeneidad no ha dañado al movimiento, es que el conjunto comparte cierto número de  puntos comunes que han hecho posible su convergencia. Son las víctimas de las políticas austericidas llevadas a cabo por todos los gobiernos desde hace cuarenta años. Estas se han traducido para ellas en la degradación de sus condiciones de empleo, de trabajo y de remuneración; en la dificultad creciente para “reunir dos sueldos a final de mes”; en la angustia creciente respecto al mañana para sí y los suyos (sobre todo los hijos); en la degradación o incluso la desaparición  de los servicios públicos y equipamientos colectivos a los que apenas podían acceder; en el sentimiento de no sentirse ya representados (tomados en cuenta o consideración) por nadie (sobre todo las organizaciones sindicales, profesionales y políticas), salvo por algunos alcaldes (aunque estos tienen cada vez menos poder); por el sentimiento de estar abandonados y dejados a su albur y de estar francamente despreciados, por los gobernantes que solo tienen ojos, oídos y voz, para ¡”los primeros de la fila”!

Sin embargo estos “desposeídos” aun disponen de esta fuerza colectiva que es la solidaridad local, basada en los vínculos de parentesco y vecindad, hecha de conocimiento y reconocimiento recíprocos, y también de una “economía subterránea” de colaboración; de intercambio de servicios de donaciones recíprocas, que asegura, más allá de la supervivencia, la posibilidad de “ir tirando”, Sin eso, no se explicaría que hombres y mujeres hayan participado en las operaciones realizadas por los “chalecos amarillos”, en la frialdad de noviembre durante varios días, y más de diez en ciertos casos.

La segunda característica sociológica notable del movimiento es su localización en el área rural peri-urbana. Eso es porque a las categorías sociales antes citadas cada vez se les expulsa más de los centros urbanos e incluso de las periferias urbanas más cercanas debido al aumento de precios de los alquileres y de las viviendas urbanas y a la expansión espacial de las ciudades (desarrollo rural-urbano). Por otra parte, en este espacio, la dependencia respecto al automóvil individual es máxima: se necesita al menos un automóvil por hogar, no solo para ir al trabajo, sino también para hacer las compras, llevar a los niños a la escuela y a las actividades complementarias, ir al médico, realizar las gestiones administrativas indispensables, participar en las actividades asociativas locales, etc., dada la concentración creciente de los equipamientos y los servicios, privados o públicos, en los centros de las periferias urbanas, por la ausencia o carencia de medios de transporte colectivo, por la preferencia concedida a la vivienda individual que favorece la dispersión del hábitat.

De ahí, el carácter obligatorio de los gastos en carburantes para estos hogares y en consecuencia, vista su precariedad presupuestaria, la extrema sensibilidad de estas personas respecto a su precio. Son sus aumentos continuos en el transcurso de los últimos meses, siguiendo el precio del petróleo en el mercado mundial y el anuncio de su próximo aumento ( el 1 de enero: 6,5 céntimos el litro de gasoil, 2,9 céntimos el litro de gasolina sin plomo de 95) derivado de la elevación del impuesto interior de consumo de productos energéticos (TICPE) que ha significado la ¡gota que colma el vaso! Tanto más que, dado que el gasoil ha estado durante mucho tiempo subvencionado respecto a otros carburantes, el parque de automóviles individuales supone aún hoy más del 60% de vehículos con motor diésel. De ahí la opción de sus formas de actuar (bloquear o filtrar la circulación de automóviles para sensibilizar a los conductores) y la elección del símbolo de convocatoria (el chaleco amarillo).

La composición sociológica del movimiento basta en esencia para explicar los límites originales en el terreno político e ideológico. Sus reivindicaciones inmediatas se han limitado a exigir una reducción del precios de los carburantes, sobre todo de los impuestos que configuran el 60% del precio. Pero esta dimensión anti fiscal no ha considerado más que una parte ínfima de la política fiscal del gobierno. Sin criticarla en su conjunto; sobre todo el aumento de la fiscalidad indirecta por encima de la directa, y en este contexto la fiscalidad sobre los ingresos del trabajo más que la de  los ingresos del capital, por lo tanto los ingresos mayores y de las grandes fortunas: así, la reducción del tipo del impuesto de sociedades (las empresas), el tipo fijo sobre los ingresos del capital, la supresión de los tipos superiores del impuesto sobre la renta (IRPP), la supresión del impuesto de solidaridad sobre los grandes patrimonios (IRF). Y los “chalecos amarillos” no desafiaron de inmediato el efecto de los ingresos fiscales (la vertiente de los gastos públicos) que aún beneficiaban al capital (veamos por ejemplo el crédito competitividad-empleo -CICE- de un total aproximado de 110.000 millones en cinco  años) en detrimento del trabajo (los recortes claros en la financiación de los servicios públicos y equipamientos colectivos, del que una parte constituye la porción socializada del salario). Pero parecidos límites no sorprendían a priori a partes de la población que no han tenido hasta hoy , en su mayoría, ninguna experiencia ni formación política y que por tanto era a menudo su primera movilización reivindicativa.

Fue argumentando con semejantes límites inmediatos como se han hecho oír diferentes voces para desacreditar el movimiento, o al menos, para arrojar sospechas sobre él. Dejemos el desprecio ordinario de los “primeros de la fila” por el “bajo pueblo”. Más sorprendentes e inquietantes han sido las voces provenientes de la izquierda o incluso de la extrema izquierda. El movimiento ha sido así calificado de poujadiste. En la segunda mitad de los 50, el poujadisme fue un movimiento compuesto por elementos de la pequeña burguesía (especialmente comerciante) y del pequeño capital amenazado por la penetración del gran capital (convertido en oligopolista) en ciertos sectores de la industria , del comercio y de los servicios, así como por el despliegue de instituciones características del compromiso fordista entre capital y trabajo asalariado (principalmente la Seguridad Social). En tanto que el movimiento actual está dominado por elementos del proletariado amenazados por el desmantelamiento continuo de las conquistas del compromiso fordista. Único punto común: el antifiscalismo; pero mientras que eso fue un elemento esencial para el movimiento poujadiste, el movimiento actual de los “chalecos amarillos”, lo ha superado, como veremos más adelante.
Nuestras “almas cándidas” de izquierda y de una parte de la extrema izquierda han acusado a este movimiento de haber sido arrastrado por la derecha dura y la extrema derecha. Tales acusaciones han sido difundidas basándose en la observación de objetivos, eslóganes o comportamientos sexistas y racistas en el seno de los colectivos de “chalecos amarillos”; de la presencia en los colectivos de símbolos o marcadores de la derecha o la extrema derecha nacionalista (la bandera tricolor, la Marsellesa); del apoyo inmediato obtenido por ellos, proveniente de los líderes de la extrema derecha o de la derecha extrema (Le Pen, Dupont-Aignan, Vauquiez) tendente a recuperarlo para sus propios fines y a la participación de militantes de la extrema derecha en alguno de sus colectivos.

Aunque en múltiples ocasiones los “chalecos amarillos” hayan declarado reivindicarse como “apolíticos” (ciertamente el apoliticismo es más bien de derecha), respondamos al menos a las acusaciones precedentes. Aparte de que los actos y expresiones racistas o sexistas han quedado en minoría en su seno, los “chalecos amarillos” no tienen por desgracia el monopolio del sexismo o del racismo. Desde este punto de vista, los militantes y organizaciones de izquierda y de extrema izquierda, tendrían que desembarazarse de su propia basura. Además, esperar que un movimiento popular espontaneo sea ideológicamente puro para apoyarlo e intervenir en él, es condenarse a la impotencia y poner el carro delante de los bueyes: exigir como punto de partida lo que solo puede ser un punto de llegada. Por otra parte, es discutible hacer de la bandera tricolor y la Marsellesa marcas solo de la derecha o extrema derecha nacionalista: podemos también recordar la herencia revolucionaria que conlleva, la única disponible de personas privadas de cualquier otra herencia revolucionaria. Finalmente, y sobre todo, no es tanto la presencia de elementos de la derecha y la extrema nacionalistas en el movimiento de los “chalecos amarillos” por lo que hay que alarmarse es por la ausencia de la izquierda y la extrema izquierda que sirva de contrapeso para expulsarlos del movimiento.

En su conjunto, estas organizaciones se han mantenido en efecto al margen de este movimiento, al menos en el primer momento. En el ámbito político, hemos asistido a un sostén de boquilla por parte del PS (aún no recuperado de su colapso del año pasado) y del PC (ocupado en su congreso), a un apoyo más claro por parte de la FI, del NPA o de AL (Alternativa libertaria) aunque sin llamar a una participación masiva al movimiento -excepción hecha de algunas individualidades (Ruffin,Besancenot, Poutou). En cuanto a las organizaciones sindicales, han presentado un gradiente de actitudes yendo de la indiferencia a la franca desconfianza englobando la hostilidad (el adorno anticuado como es habitual en la CFDT, cuyo secretario general habría visto en ello “una forma de totalitarismo”)- excepto algunas estructuras locales o federales (CGT metalurgia, Sud industria, SUD PTT, FO Transports) y, por supuesto, las de sus militantes o miembros que muy rápidamente, al contrario, tomaron la opción opuesta.

Las razones de tal actitud son múltiples. Han tomado en consideración las críticas precedentes del movimiento, emparejadas con la acusación de moverse en favor del patronato...del sector del transporte por carretera, que ha sostenido al movimiento por el hecho de emplear su reivindicación primordial, antes de retractarse rápidamente protestando contra los bloqueos de carreteras. Más profundamente, hay sin duda que incriminar la hostilidad de inicio respecto a los movimientos sociales espontáneos (el movimiento de los “chalecos amarillos” partió de una petición que circuló en las “redes sociales”) por parte de los estados mayores que tienen la costumbre de hacer desfilar sus tropas solo dónde y cuándo ellos deciden. Finalmente, hay que señalar su extemporaneidad respecto a toda esta parte de las capas populares en la que estas organizaciones no tienen (ya) ninguna implantación y que ha llegado a serle tan extraña e invisible como ésta resulta para el poder. Lo que dice mucho sobre su falta de anclaje en el “país real” y ha valido a estas pretendidas vanguardias encontrarse arrastradas por un movimiento popular, al menos en sus inicios.

Evidentemente, similar actitud es no solo un error sino una falta política grave. El movimiento de los “chalecos amarillos” es por supuesto complejo, compartido entre tendencias divergentes,  acrecido de probables contrarios. Su plataforma reivindicativa inicial era pobre y su horizonte político limitado (por no decir inexistente). Pero su potencial de lucha era y es enorme. Como ya lo ha probado la primera y la ampliación del segundo. Y esta es precisamente la misión de las organizaciones sindicales y políticas anticapitalistas de intervenir en su seno y en sus márgenes para ampliar y acelerar ese doble proceso y orientar al movimiento en un sentido globalmente favorable a los intereses de clase de sus miembros. Queda por determinar como.

Sobre todo no intervenir como donantes de lecciones y, aún menos, dando la impresión de querer recuperar el movimiento en favor de una organización cualquiera o de un programa político concreto. Defender, al contrario, la autonomía total del movimiento respecto al exterior y la democracia interna. Y contentarse con defender en su seno, un cierto número de propuestas entre las cuales dejo estas siguientes para la discusión.

En cuanto a las formas de organización. Promover la democracia asamblearia en los colectivos. Hacer de cada reunión un lugar de discusión y deliberación. Defender la autonomía de los colectivos locales aunque argumentando por la mayor coordinación posible entre los colectivos locales en términos de una base territorial definida por ellos. Mandatar estrictamente a los delegados para las coordinaciones en cuestión. No aceptar la institución de denominados representantes nacionales encargados de negociar con el gobierno. Pero buscar, tanto como sea posible, favorecer los lazos con las organizaciones y movimientos que se hayan declarado favorables al movimiento y que lo hayan apoyado, sin tentativas de instrumentalización de una u otro, empezando por aquellas (principalmente organizaciones sindicales y movimientos estudiantiles) que ya se han comprometido en acciones reivindicativas en su propio campo. Pues el potencial de descontento y de revuelta es inmenso en el conjunto del país, como lo probaron el sábado 1 de diciembre las escenas tumultuarias en París pero también en otros lugares (Marsella, Saint-Étienne, Le-Puy-en-Velay, Tours), que no han sido hechas por los “destructores” habituales.

Respecto al contenido reivindicativo. Proponer la elaboración de una plataformas reivindicativa que integre las reivindicaciones inmediatas aunque defendiendo la necesidad de ampliarlas y profundizarlas. A guisa de ejemplo:

-Reducción inmediata del precio de los carburantes mediante el TICPE, que constituye actualmente la cuarta fuente de ingresos fiscales del Estado (tras el TVA -IVA-, el IRPP -IRPF- y el IS). Institución de un precio administrado como forma de evitar deslizamientos de precios;

-Clara revalorización de los principales ingresos de los que viven las capas populares movilizadas: llevar el SMIC -SMIG- y las pensiones de jubilación al nivel del salario medio actual (en torno a 1700€); revalorización equivalente del conjunto de prestaciones sociales; llevar los minima sociales por encima del actual umbral de pobreza ( por ejemplo a los 1200€).
-Adopción y despliegue urgente de un plan de lucha contra la pobreza.
-Realojamiento de todos los SDF en las viviendas vacantes como ya autoriza la ley.
-Instaurar una limitación de alquileres. Lanzamiento de un programa plurianual de aislamiento del conjunto de viviendas, sociales o no, financiado con fondos públicos, comenzando por los ocupados por familias con precariedad energética.
-Reducción de la fiscalidad indirecta (por ejemplo, ampliación de la cesta de bienes y servicio sometidos a una TVA -IVA- reducido con imposición de un precio máximo, para evitar que los comerciantes se embolsen la diferencia).
-Reducción de la fiscalidad directa que grava el trabajo (por ejemplo, las tasas de la CSG). Aumento de la fiscalidad directa sobre el capital, las rentas elevadas y las grandes fortunas: restablecimiento de las franjas superiores del IRPP; aumento de los tipos impositivos de los ingresos de la propiedad bajo protección social; elevados impuestos sobre la parte de beneficios distribuidos en forma de dividendos; aumento de los tipos del IS; restablecimiento del ISF; supresión del CICE y del conjunto de nichos fiscales, cuyo total será orientado para financiar diferentes medidas ecológicas y sociales previamente enunciadas.
-Adopción de una moratoria sobre la deuda pública. Apertura de un procedimiento de auditoria de esta deuda para determinar su parte ilegítima que no será reembolsada.
-Elaboración de una cuaderno reivindicativo contra la degradación de los servicios públicos e, inversamente, para el refuerzo de dichos servicios, sobre todo en materia de transportes (reapertura de lineas locales de ferrocarril cerradas, gratuidad de los transportes colectivos), de salud (institución de un período de presencia obligatoria de jóvenes médicos en los desiertos médicos, reapertura de hospitales y servicios hospitalarios cerrados, dotándoles de medios suplementarios) y de educación (ningún cierre de aulas en la primaria, institución de una distancia mínima a recorrer por los  estudiantes de secundaria y puesta en funcionamiento de recogida escolar sistemática, de medios suplementarios para las actividades extraescolares.
-Supresión del conjunto de medidas destinadas al desmantelamiento de la protección social: supresión de las medidas de copago de medicinas; plan de urgencia para dotar a los hospitales públicos de medios suplementarios y abandono de toda subvención a las clínicas privadas; instauración de un derecho a la jubilación para todos después de 30 años de actividad basado en el 75% del mejor ingreso bruto limitado a dos veces el SMIC

En cuanto a las formas de acción. Sin abandonar las operaciones de bloqueo o de filtración de la circulación automóvil a las entradas de las ciudades (para discutir con los conductores, incitarlos a juntarse al movimiento, hacerles conocer las reivindicaciones) adoptar formas de acción adaptadas a las anteriores reivindicaciones (por ejemplo, bloqueo u ocupación de los servicios públicos para apoyar las reivindicaciones del personal de esos servicios e informar a los usuarios de tales reivindicaciones; incidencia en los alcaldes, los consejos departamentales y regionales, las permanencias de los diputados y senadores para obligarlos a reforzar las anteriores reivindicaciones.

Pero, sobre todo, me parece necesario privilegiar las actuaciones descentralizadas pero coordinadas en las provincias más que las acciones centralizadas en París: para permitir al máximo de personas implicarse; para permitir a los colectivos locales dominar sus decisiones y su calendario; para paralizar progresivamente el país; para agotar al gobierno y sus “fuerzas del orden” obligándoles a multiplicar sus puntos de intervención y su desplazamiento.

Más allá de las propuestas precedentes, que pueden y han de ser debatidas colectivamente en el seno del movimiento, hay sobre todo la necesidad y la urgencia de intervenir en el seno de éste para permitirle ir lo más lejos posible lo que no ha de discutirse en el seno de las organizaciones sindicales y políticas anticapitalistas. Y, cualquiera que sea su salida, este movimiento habrá revelado la existencia de un inmenso campo de capas populares que debe constituir una auténtica tierra de misión para esas organizaciones en los meses y años venideros. Sin ello, no habrá que sorprenderse y quejarse por ver a esas capas populares ceder aún un poco más a los cantos de sirena de la extrema derecha que sabrán, por su parte, atizar el resentimiento y sembrar la xenofobia y el racismo y favorecer con ello el repliegue identitario.
Sociologo, especialista del movimiento obrero y socialista, miembro del laboratorio de sociología y antropología de la Universidad del Franco Condado, Francia. Cofundador de la revista A Contre Courant.
Fuente:
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article47035
Traducción:
Ramón Sánchez Tabarés

viernes, 7 de diciembre de 2018

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA VERDAD. POR: ALEJANDRO REYES POSADA


LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA VERDAD. POR: ALEJANDRO REYES POSADA

Pocos conflictos armados en el mundo han sido más documentados que el colombiano y a pesar de eso en Colombia hay una aguda disputa por la interpretación del conflicto. Rashomon, la película del mejor director japonés, Akira Kurosawa, muestra cuatro versiones creíbles de la violación y el asesinato de una mujer en el siglo IX, narradas por tres testigos presenciales. El maestro enseña la dificultad de conocer la verdad de los hechos, cuando los hechos mismos son ya interpretaciones personales de los intervinientes y testigos.

Carlos Castaño creía que las autodefensas luchaban por las clases medias, no por la oligarquía, pues ésta tenía al ejército a su servicio para reprimir al pueblo, pero cuando lo visitaron representantes del Consejo Gremial en su campamento del Nudo de Paramillo, quien lo dirigía en ese momento le dijo: “Carlos, nosotros te colaboramos, pero esperamos resultados”. A Castaño le indignó la prepotencia del líder de los comerciantes porque éste asumía que las autodefensas eran las celadoras de los empresarios y terratenientes ricos a cambio de dinero, desconociendo su verdadero propósito de liberar al país de la tiranía armada de las guerrillas.

En el otro extremo de la costa Caribe, en el Magdalena, un gran empresario agroindustrial venía apropiándose con trampas legales de los ricos playones de la antigua zona bananera, ocupados por campesinos durante décadas. Su estrategia fue denunciar la infiltración guerrillera entre los campesinos para dibujarlos como invasores de sus tierras, mientras obtenía títulos de pertenencia en los juzgados civiles de Santa Marta, donde había sido gobernador del departamento. El conflicto armado, la largueza de los jueces para adjudicar baldíos, la colaboración de la policía y después de los paramilitares le permitieron despojar a los campesinos de territorio que habían colonizado con la esperanza de que un día el Gobierno se los adjudicara como ocupantes de baldíos. El ejemplo, tomado de la realidad, muestra la manera como las élites regionales han aprovechado el conflicto armado para extender su poder a costa de los campesinos, con un Estado subordinado a su servicio.

Las dos situaciones requieren una perspectiva de economía política para su adecuada comprensión, pues no se entienden si no se miran los conflictos de larga duración que enfrentan a grandes grupos humanos que luchan por lograr un lugar en la sociedad. Una élite rentista de la propiedad tiene como su ley de hierro el monopolio de la tierra y la exclusión del campesinado a la periferia, donde prosperan las economías ilegales que, a su vez, generan su propia élite mafiosa usufructuaria de la nueva riqueza, capaz de disputarle el control territorial al Estado, a su vez sometido a las élites de las regiones incorporadas al mercado legal.

La paradoja de la actual situación es que justo cuando el país decidió acordar el fin del conflicto armado con la mayor guerrilla del continente y se requiere hacer las reformas para consolidar al Estado en los territorios, llega al poder un grupo que cree que en Colombia no hubo conflicto armado, que los desplazados por la guerra fueron migrantes internos, que los terratenientes y empresarios no deben responder por sus actos en el conflicto y que no se requiere ordenar socialmente la propiedad de la tierra ni restituirla a los despojados.

Si esa es la interpretación del conflicto que inspira al presidente Duque, se entiende por qué quiere desmontar el Centro de Memoria Histórica y acorralar con limitaciones presupuestales la Comisión de la Verdad, y por qué los militares quieren construir su propia verdad sobre la seguridad nacional.

Tomado de www.elespectador.com

RENUNCIE, SEÑOR FISCAL. POR: PATRICIA LARA SALIVE


RENUNCIE, SEÑOR FISCAL.  POR: PATRICIA LARA SALIVE

“Vas a ver que se van a inventar otro escándalo para tapar este”, le dije a mi hijo cuando estalló la bomba de las grabaciones que les entregó a los medios, antes de su muerte, Jorge Enrique Pizano, en las que quedaba claro que el fiscal Néstor Humberto Martínez, siendo abogado de Luis Carlos Sarmiento, sabía desde meses antes de ser fiscal que miles de millones habían sido desviados de forma torcida por el consorcio conformado por Odebrecht y Corficolombiana, empresa de Sarmiento, y que siendo fiscal sólo actuó cuando el escándalo fue revelado por las autoridades gringas.

Pues fabricaron el escándalo con el grotesco video del opositor Gustavo Petro recibiendo fajos de billetes de un antiguo amigo y colaborador. Y le hicieron daño a Petro aunque, al parecer, ahí no hay delito.

Y todo lo montaron para dejar intacto el tema de fondo: las inhabilidades del fiscal general para ejercer su cargo de manera idónea, por los múltiples conflictos de intereses que lleva a cuestas, y que no se solucionan nombrando a un fiscal ad hoc para tres casos, pues el fiscal general y sus subalternos están impedidos para actuar en muchos más: por ejemplo, en las decenas de pleitos que involucran a Odebrecht, en el de la muerte del hijo de Pizano, en el de Carlos Mattos y en el del exdirector de la Agencia Nacional de Infraestructura Luis Fernando Andrade, a quien el fiscal, en un delirio paranoide, acusó de ser un conspirador en su contra, en compañía de su esposa norteamericana y del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, primo de Andrade.

A todas estas, la bancada del Gobierno y sus afines sabotearon el martes la continuación del debate contra el fiscal, y demostraron así que el Gobierno y sus amigos lo que tienen es un fiscal de bolsillo.

Siempre he considerado que NHM es un abogado brillante. Pero ahora se le están yendo las luces y, tal vez, el uso que le está dando a la Fiscalía para salvaguardar sus intereses le está impidiendo ver que lo mejor que puede hacer en beneficio de su dignidad es renunciar: su renuncia ya la han pedido varios periodistas y dos connotados juristas: por una parte, el profesor Rodrigo Uprimny considera que “sobre el fiscal general no pueden recaer dudas de comportamientos indebidos”. Y agrega: “hoy sufrimos un déficit de fiscal, que no se remedia con un fiscal ad hoc para ciertos casos. Tendría que ser un fiscal ad hoc para todos los casos de la Fiscalía, esto es, un nuevo fiscal general”. Y el exministro de Justicia Yesid Reyes se pregunta: “¿para qué sirve la figura del fiscal ad hoc? Para solucionarle a Martínez un problema que solo él creó con sus conflictos de intereses y, de esa manera, permitirle continuar en su cargo. Todo este enredo tiene una salida jurídica mucho más simple: la renuncia del fiscal general”.

Y el procurador Fernando Carrillo propone que se cree una Fiscalía ad hoc en la que los fiscales e investigadores no dependan de NHM, es decir, que en la práctica se cree una Fiscalía paralela, con los costos que ello implica.

¿No es mejor tanto para NHM, quien perdió la credibilidad como fiscal, como para la institución que renuncie y se nombre un nuevo fiscal general, sin tantos conflictos de intereses como los que tiene NHM, que le harían la vida invivible, tanto a él como al país, durante el año y medio que le resta en el cargo?

Piénselo, doctor Martínez.

Imperdible el documental La negociación. Lo presentan esta semana en Cinema Paraíso.

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa


NUESTRO DÉFICIT (DE) FISCAL. POR: RODRIGO UPRIMNY


NUESTRO DÉFICIT (DE) FISCAL.   POR: RODRIGO UPRIMNY

El debate del pasado martes mostró que Néstor Humberto Martínez (NHM) es un abogado defensor astuto, pero que no es digno de ocupar el poderoso cargo de fiscal general. Por eso, si a nivel tributario el Gobierno enfrenta un déficit fiscal, a nivel judicial todos los colombianos estamos enfrentando un déficit de fiscal.

NHM se defendió hábilmente, pues logró pasar de acusado a acusador. No dio explicaciones convincentes que desvirtuaran las acusaciones por sus actuaciones, y en especial por sus omisiones, por la corrupción de Odebrecht en la Ruta del Sol II, que salpica al Grupo Aval del cual NHM era abogado. En cambio, se dedicó a atacar a sus denunciantes, y en especial al senador Petro, acusándolos de una conspiración en su contra. A esa desviación del debate ayudó el Centro Democrático con el video en donde Petro aparece recibiendo fajos de billetes, pues la polémica pasó de las posibles irregularidades del fiscal a los posibles delitos de Petro. Triunfo de la defensa de NHM.

Aclaro que, como lo dije en un trino, el hecho de que el video de Petro haya sido usado para desviar el debate sobre el fiscal no excusa a Petro, quien es el líder de la oposición, del deber de dar explicaciones claras y convincentes sobre esos hechos.

Este triunfo del abogado NHM fue, sin embargo, la mayor derrota para su credibilidad como fiscal. No sólo se abstuvo de despejar las dudas sobre la pulcritud de su comportamiento en el caso Odebrecht, sino que, además, mostró que es capaz de usar la Fiscalía para acorralar a sus contradictores.

Son muchas las explicaciones que NHM aún nos debe. Sus conversaciones con Jorge Enrique Pizano muestran que sabía desde agosto de 2015 que en el contrato de la Ruta del Soll II había muy probablemente actos de corrupción. ¿Por qué no los denunció inmediatamente? Su explicación de que no lo hizo porque no tenía certeza sobre ellos es por lo menos débil. Pero, en gracia de discusión, supongamos que su silencio en ese momento estaba amparado por sus deberes profesionales por ser abogado del grupo Aval. Sus omisiones posteriores resultan más difíciles de justificar: ¿Informó NHM a la Corte Suprema que tenía semejante conflicto de interés para investigar un acto de corrupción tan grave? ¿No era eso acaso un dato clave para que la Corte Suprema evaluara si era la persona idónea para ser fiscal general? ¿No era acaso ese hecho un impedimento ético para que NHM aspirara a fiscal si sabía que tendría que apartarse de investigar hechos gravísimos de corrupción? ¿Hizo algo al momento de posesionarse como fiscal para que esos posibles delitos, de los cuales tenía conocimiento, fueran investigados? ¿O sólo esperó para actuar a que surgiera el escándalo internacional por las revelaciones hechas por Estados Unidos de los sobornos de Odebrecht en Colombia? Etc., etc…

La falta de explicaciones convincentes de NHM a esos interrogantes y muchos más que le han formulado ya cuestiona su permanencia en el cargo, pues sobre el fiscal general no pueden recaer dudas de comportamientos indebidos. Pero, además, el debate del martes generó nuevas dudas: no quedó claro que NHM se hubiera apartado de otras investigaciones en donde tiene conflictos de interés, como la relativa al proceso por la muerte del hijo de Pizano. Y, más grave aún, porque surge la duda de que esté usando la Fiscalía para espiar a sus contradictores, como lo mostraron, por ejemplo, sus revelaciones de que sabía que Petro se habría reunido con Luis Fernando Andrade.

Por eso hoy sufrimos un déficit de fiscal, que no se remedia con un fiscal ad hoc para ciertos casos; o tendría que ser un fiscal ad hoc para todos los casos de la Fiscalía, esto es, un nuevo fiscal general.

* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.
Tomado de www.elespectador.com


miércoles, 5 de diciembre de 2018

De los sicarios morales y los pirómanos intelectuales. Por: Natalia Springer | Diciembre 03, 2018

De los sicarios morales y los pirómanos intelectuales

¿Qué futuro tiene esta democracia o el debate franco de ideas y propuestas en un país que prefiere tirarse mierda y defender cualquier postura desde la falsedad?
Por:  Diciembre 03, 2018
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2Orillas.
De los sicarios morales y los pirómanos intelectuales
“No tengo duda de que lo que le está pasando es apenas el principio de un ataque mucho más sofisticado para matar a Petro del todo”. Foto: Leonel Cordero/Las2Orillas
En este país ya no es rentable asesinar a la gente. Mucho lío, mucho ruido, demasiados riesgos legales. Es mejor asesinar en vida, confinar a los enemigos a la postración. Es por eso que se viene consolidando una corriente sofisticada de asesinatos, el asesinato del carácter, esa destrucción de las personas a partir de montajes, videos y una enorme habilidad para empantanar y movilizar lo peor de la gente: el odio visceral, el insulto brutal, el avergonzamiento colectivo, todo a punta de suposiciones y mentiras, que después de descubiertas nadie rectifica, porque ante todo, nadie quiere reconocer que se equivocó, que las personas son inocentes mientras no se demuestre lo contrario, y que estos atentados no son gratuitos, detrás de esos atentados se mueve mucho dinero.

La nueva modalidad de sicariato no cumpliría con sus objetivos
si no estuviéramos inmersos en una cultura completamente podrida,
de ciudadanos que no se informan y se movilizan fácil alrededor del engaño


Por supuesto, esta nueva modalidad de sicariato no cumpliría con sus objetivos si no estuviéramos inmersos en una cultura completamente podrida, una cultura chatarra, miedosa, de ciudadanos que no leen, no se informan y que se movilizan fácilmente alrededor del engaño.
Es algo que se ha venido consolidando en estos tiempos en los que la gente no detiene las riñas sino que las graba, no salva una vida sino que toma fotos y documenta en tiempo real la agonía y lo inhumano. La gente ya no se interesa por ayudar, por expresar solidaridad, por proteger la dignidad de los otros, por conceder el beneficio de la duda o por defender el derecho a la privacidad. Hoy todo, absolutamente todo, parece subsidiario a un morbo desmedido y grotesco con el que se expone lo peor de la condición humana.
¿Qué futuro tiene esta democracia o el debate franco de ideas y propuestas en un país que prefiere tirarse mierda y defender cualquier postura desde la falsedad?
No voy a hacer una defensa de Petro porque no la veo viable, pero me parece que una oposición vigorosa hace parte de los pesos y contrapesos que hacen posible una democracia. No tengo duda de que lo que le está pasando es apenas el principio de un ataque mucho más sofisticado para matarlo del todo. Corren rumores serios de que están por publicarse aspectos de su vida que solo le pertenecen a él y sobre los que nadie tendría que estar opinando, porque él tiene derecho a su vida privada en los términos que le vengan en gana. El mensaje es que, si no se calla, lo destruirán y le sacarán toda la miseria que le han venido registrando por más de una década de vigilancia permanente para asegurarse de ahogarlo en deudas, problemas judiciales y dejarlo solo.
Que nadie se queje cuando, una vez abiertas las puertas del infierno, los demonios empiecen a perseguirlos.


sábado, 1 de diciembre de 2018

Colombia: El muro de la esperanza María Luisa Rodríguez Peñaranda 23/11/2018

Colombia: El muro de la esperanza

María Luisa Rodríguez Peñaranda 

23/11/2018
Los colectivos estudiantiles feministas gritan ¡no más acoso!
En el marco de las grandes movilizaciones estudiantiles en las que se pide al gobierno del recién electo presidente Duque sentarse a dialogar sobre la grave crisis en la financiación de la educación superior pública, emergió una denuncia que recorre las arterias de la vida universitaria: el acoso sexual.
Empezó en el baño de los hombres, en la parte superior, al lado del nombre de un profesor con la frase “acosador, depredador sexual, viejo verde, depravado”. Como una mancha incómoda fue apropiándose del hall y pasillo principal de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional, esta vez interpelándonos a todos ¿Quiénes son los acosadores?, preguntaba la pared. Poco a poco, como si ella misma se contestara fueron surgiendo nombres completos de profesores conocidos -y reconocidos- por militar en causas tan nobles como haber participado activamente en la formulación del acuerdo de paz, ser defensores de derechos humanos; e incluso ser estudiante con liderazgo.   
Ante el estupor por el nombramiento de lo innombrable, la primera reacción de las directivas fue pintar la pared con un blanco pudoroso, en un desacertado intento de acallar a las víctimas. De repente lo más preocupante volvió a ser cómo garantizarle el buen nombre y el debido proceso a los señalados, la retórica que durante décadas ha permitido que cada denuncia sea archivada, que la víctima se oculte y que el acosador continúe semestre tras semestre amedrentando con comentarios soeces, roces, manoseos, besos impuestos, a las estudiantes y administrativas. “Bienvenidos futuros abogados y futuras amas de casa”, “señorita, recuerde que esta sentada en su nota” son algunas de las frases que han sido recopiladas por las colectivas y movimientos de base feminista estudiantil, quienes con paso firme, formación y empoderamiento, han venido ocupando el vacío institucional para escuchar, acompañar y darle plena credibilidad al relato de las víctimas.
Como el más obstinado moho, al día siguiente las palabras volvieron a florecer esparcidas por todo el corredor, esta vez con el uso del lenguaje incluyente ¿Quiénes son lxs acosadorxs? Y al lado una advertencia “Si lo quita lo volvemos a poner”. Inmediatamente los nombrados resurgieron y aparecieron otros. Habitado por frases, preguntas y respuestas, el muro se convirtió en un lugar de disenso que irrumpía como una oportunidad para conversar.
A partir de ahí se desató un profundo debate sobre cómo aceptar el muro anónimo, sobre la conveniencia o no de las acciones directas de algunos colectivos, y el reclamo de cierto sector sobre la necesidad de que dichas acusaciones fueran formalizadas. En respuesta a la solicitud de pruebas sobre las acusaciones, el muro amaneció empapelado con los folios pertenecientes a lo que sería el inicio de un expediente judicial contra uno de los estudiantes implicados, con una gigantesca nota “ahí tienen su hijueputa denuncia formal pintada”, en una clara evocación del epílogo de la película La Estrategia del Caracol, símbolo de resistencia de los débiles al poder de los fuertes en la cultura popular colombiana.
Algunas estudiantes decidieron aprovechar la extensión del muro para ilustrar sobre las diferencias entre la seducción y el acoso; otras encontraron el ambiente propicio para convocar a una asamblea triestamentaria logrando llenar el auditorio de la facultad, aunque con notable ausencia de las directivas.  Los estudiantes también quisieron aportar generando espacios de conversación sobre una nueva manera de significar su masculinidad que no les prive del afecto, respeto y solidaridad como parte central de la gramática relacional.
Si bien en el ámbito jurídico es deber de las víctimas llevar la noticia criminal ante las autoridades de policía y judicial, también es sabido que pese a la expedición de leyes que buscan cambiar las practicas revictimizantes de fiscales, policías y jueces, estás continúan presentes.
De igual modo, la experiencia nos ha demostrado que en nuestra universidad los procesos disciplinarios son lentos; los funcionarios poseen poca o ninguna formación en el enfoque de género; las directivas tienen escasa sensibilidad a las conductas que constituyen violencias contra las mujeres; el protocolo para la prevención de las violencias de género aún se encuentra en fase de implementación y por tanto no logra prevenir; el personal contratado para atender a las víctimas es abiertamente insuficiente por lo que su cuidado se limita a ofrecer una medida de contención frente al primer momento luego de la ocurrencia de los hechos de violencia; los tratamientos psicológicos son prometidos pero duran pocas sesiones o ninguna; el acoso genera deserción en las chicas y cansancio en las colectivas, estas últimas, quienes pese a todo su esfuerzo tampoco se encuentran debidamente financiadas ni preparadas para atender, integralmente y en forma sostenida, las necesidades de las víctimas.
Ante este panorama revictimizante de normalización de la violencia, así como de apatía institucional, exigir denuncias se convierte en la mejor estrategia para silenciar a las mujeres quienes sin un debido acompañamiento difícilmente pueden alzar su voz. Incluso, si llegan a hacerlo, ante los obstáculos y barreras para obtener una decisión oportuna y eficaz, se anticipa que el cansancio vencerá a la víctima. Mientras que para los acusados la prolongación de la duda abrirá un gran boquete de impunidad a través del cual suelen desplegar una eficaz  estrategia de backlash que va desde campañas de desprestigio hasta contrademandas a las víctimas, a los testigos y hasta a los medios de comunicación que se atrevieron a difundir la noticia.  
Considero que el gran valor del muro es que visibilizó aquello que, viéndolo a diario, aún algunos se niegan a percibir. Mostró los distintos niveles, direcciones, orientaciones sexuales y formas en las que se produce el acoso como reflejo de las asimetrías, en contextos de confianza, o de vulnerabilidad. Nos enseña que un acosador no es un buen profesor independientemente de su producción académica, porque ofender a sus estudiantes o hacer un uso indebido del poder es una falta ética que empaña su ejercicio profesional.  Además, nos da esperanzas en una masculinidad renovada en la defensa de los derechos de sus compañeras y compañeros. En suma, una comunidad académica comprometida con espacios libres de violencias de género, en el que se está aprehendiendo a  reaccionar ante el abuso en las aulas. Es más, ha dejado claro que el control social de los y las otras estudiantes es la mejor manera de poner freno al abuso, y por el contrario, conductas como el silencio o la risa, son el alimento social de la discriminación.  
El muro también nos recuerda que la desfinanciación de la educación superior impacta en que las mujeres y seres feminizados de la comunidad académica no contemos con espacios seguros, con un personal entrenado, formado y suficiente para la atención oportuna e integral de  las víctimas por el tiempo que se requiera.
Pero no nos llamemos a engaño, la lucha contra las violencias de género es ante todo un asunto de voluntad, de compromiso con el respeto a los derechos humanos de las mujeres a una vida libre de violencias, de capacidad para ponerse en el lugar del otro, de empatía.
Ser diligentes con las investigaciones, implementar las medidas de protección a las víctimas legalmente establecidas, instaurar un régimen de inhabilidades e incompatibilidades que le impida a los profesores incursos en investigaciones disciplinarias y penales presentarse a cargos de administración o representación de la Universidad, establecer medidas de reparación a las víctimas y, sobretodo, aprender de las experiencias previas para anticiparse a nuevos hechos victimizantes mediante garantías de no repetición son propósitos que básicamente requieren un mínimo sentido de justicia, de solidaridad y compromiso con la igualdad. La Universidad Nacional de Colombia tiene todo para lograrlo, basta con escuchar el muro.
Profesora asociada, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 22 de noviembre 2018