Una
lectura republicana de El Capital. Roger Landa
Entrevista
con Carlos Fernández Liria,
Premio
Libertador al Pensamiento Crítico 2010.
Roger
Landa: Comencemos por la analogía que Uds. hacen entre Marx y Galileo ¿Qué
significa leer a Marx dentro de la tradición que inaugura Galileo y concebir El
Capital como un sistema científico cerrado?
Carlos
Fernández Liria: La comparación con Galileo proviene, probablemente, de
Althusser. En su seminario Leer El Capital, dice que Marx podía ser comparado
como un Galileo de la historia. Igual que las matemáticas se puede decir que
nacieron con los albores de la historia, y la filosofía con Tales de Mlieto y
sus seguidores, y Platón, etc., o que la física nace con Galileo, o que la
química con Lavoisier, bueno podríamos decir que hay una ciencia, la que
debería ocuparse de la economía de las sociedades que, en principio, tendría su
padre intelectual en Marx; es la postura que nosotros mantenemos.
Galileo
Galilei
El
problema es que, mientras Galileo (a pesar de que fue represaliado) finalmente
triunfó, Marx, que también fue muy represaliado, no triunfó. En estos momentos
la economía sigue un camino anti-marxista, la economía que se llama
convencional-moderna, la economía que se suele explicar en las universidades,
sigue el camino del marginalismo, incluso del neoliberalismo, en estos momentos
se explica fundamentalmente pura escuela de Chicago, y se puede decir que la
economía es como una ciencia que hubiera olvidado a su padre, al padre que pudo
tener, que habría sido Marx. Es como si en determinado momento, las obras de
Galileo nunca hubieran salido a la luz, hubieran sido censuradas y olvidadas, y
la física permaneciera todavía en una especie de pre-historia. Este es el
motivo por el que comparamos a Marx con Galileo. Claro, eso también tiene sus
implicaciones, porque es tanto como situar a Marx en el terreno de la economía,
fundamentalmente, y no en el terreno, por ejemplo, de una filosofía general de
la historia.
Hay
que tener en cuenta que Marx, para la escolásticas marxista, lo que podríamos
denominar la tradición marxista en su vertiente más escolástica, era el
inventor de toda una filosofía de la historia, cuando no se decía una ciencia
de la historia, que implicaba una sucesión de modos de producción más o menos
necesaria, que se pensaba desde la lógica dialéctica. Bueno, eso no es verdad,
y nosotros en nuestro libro combatimos esa idea. Consideramos que Marx no es el
creador de una filosofía de la historia, que no hay esa filosofía de la
historia, que hay texto en los que Marx, además, se opone radicalmente a los
que estaban utilizando su obra para fundar una filosofía de la historia. Se
opone, en el caso de la polémica sobre el porvenir de la comuna Rusa, en su
correspondencia con los comunistas rusos, muy curioso ver que Marx desautoriza
precisamente a los marxistas, a los que se decían en ese momento marxistas; ahí
pronuncia la famosa frase esa de “yo no soy marxista”. Desautoriza el intento
de entresacar de las páginas de El Capital una filosofía de la historia, o una
teoría general de la historia, o una ciencia general de la historia. Creemos
que el propio Marx desautorizó eso, y que lo primero que habría que hacer, a la
hora de entender bien la obra de Marx, que nos centramos en El Capital, es
poner fuera de juego esa pretensión científica y embarcar más bien a Marx como
aquel que fue capaz de poner sobre sus pies la investigación sobre una
determinada formación histórica, que es el capitalismo y de lo que se ocupó fue
de encontrar la ley general que regía el desarrollo general de la sociedad
capitalista. Claro, esto es un objetivo mucho más modesto que el que la
tradición marxista le había asignado. No encontraríamos en Marx, por tanto, una
teoría general de la sucesión de los modos de producción, y en el fondo, una
cuestión que discutimos muy largamente en el libro, lo que no encontraríamos en
El Capital sería una verdadera utilización del método dialéctico. Es verdad,
que en El Capital, hay bastantes momentos retóricos en los que Marx imita el
lenguaje hegeliano; pero una de las cosas que intentamos demostrar en el libro
es que esos momentos son retóricos, y no tienen realmente un trasfondo teórico
serio.
RL:
Dos cosas sobre lo que comentas. La primera, ¿Cuál es el objeto de esta ciencia
que, según su lectura, Marx está fundando? ¿Qué es lo que particulariza ese
objeto que Marx está estudiando? La segunda, si aceptamos que no hay una teoría
general de la evolución de los modos de producción en Marx, igualmente, no
podemos negar que sí está supuesta una visión de la sucesión de dichos modos
para localizar al capitalismo. ¿Qué piensas de eso?
CFL:
La primera operación que hace cualquier pensamiento científico es delimitar su
objeto de estudio. Lo importante es que, lo que hace Marx, es delimitar muy
claramente el objeto que se propone estudiar. El libro se podría haber llamado
“teoría general de la historia”, o “las leyes generales de la historia”, pero
no se llama así. El libro se llama El Capital. ¿Por qué se llama El Capital?
Porque lo que delimita como objeto de estudio Marx es el capitalismo de la sociedad
capitalista. Es decir, que el objetivo de estudio de la obra es mucho más
modesto de lo que se ha pretendido. Se trata de estudiar la sociedad
capitalista en lo que tiene de capitalista, ni siquiera está dicho que sea el
estudio de la sociedad capitalista en general, porque la sociedad capitalista
no sólo es capitalista, además de ser capitalista, es sociedad. Y los
dispositivos que genera en sociedad, no son los mismos dispositivos que genera
el capitalismo. Es más, yo creo que lo que descubre Marx es que los
dispositivos que genera capitalismo se llevan bastante mal con los dispositivos
que genera la sociedad.
Eso
quiere decir que sociedad capitalista es siempre una cosa en cierta forma
contradictoria y conflictiva, porque aquello que hace a la sociedad capitalista
es incompatible con aquello que podría hacer la sociedad. Es como decir que a
la larga, la sociedad tiene muy poco margen de juego bajo condiciones
capitalistas. Se puede decir algo así, que la sociedad se asfixia en su cárcel
capitalista. Pero eso es tanto como decir que el objetivo que estudia Marx no
es ni siquiera la sociedad capitalista, sino aquello que hace capitalista a la
sociedad capitalista, y lo mal que lo pasa la sociedad siendo capitalista. Una
vez que ha quedado muy delimitado en que consiste el capitalismo, está ya dicho
que eso puede ser superado históricamente, que puede ser superado
históricamente; pues, una vez que sabemos cuáles son los límites del
capitalismo, sabemos que es lo que tenemos que cambiar, qué es lo que es necesario
cambiar, para que la sociedad deje de ser capitalista. Lo que no es verdad, es
que en aquello que hace capitalista a la sociedad capitalista esté contenido o
presupuesto dialécticamente, por ejemplo, una sociedad comunista; eso no es
verdad. Eso es una de las cosas que discutimos en el libro. Las leyes que hacen
de la sociedad una sociedad capitalista, no llevan necesariamente a un modo de
producción distinto. Por eso digo que no hay ley de sucesión entre los modos de
producción. Se puede decir que desde luego el capitalismo obliga a la sociedad
a vivir en una perpetua contradicción, eso es cierto, en una situación muy
conflictiva, muy problemática, eso es verdad; pero no está dicho en ninguna ley
que la sociedad tenga que convertirse necesariamente en una sociedad distinta,
por ejemplo, la sociedad comunista. Por tanto, si la sociedad comunista alguna
vez tiene lugar, no será por alguna ley de la historia, sino será en todo caso
por las decisiones políticas y por las decisiones de la sociedad contra el
capitalismo. Será más bien una intervención libre en la historia contra
aquellos que hace a la sociedad capitalista, capitalista. Es decir, me explico,
no hay nada en la sociedad capitalista que le haga estar embarazada o preñada
de un futuro comunista; no hay más que ver que, siendo un poco realistas, tal y
como van las cosas en el siglo XXI, todo hace pensar, me parece bastante más
probable, el fin del mundo que el comunismo.
El
capitalismo es un modo de producción histórico que acabará como acaba todo en
la historia, pero me parece bastante más probable que el capitalismo logre
destruir la base ecológica del planeta y logre someter hasta las asfixia social
a la población, que la cosa acabe en una guerra nuclear, en una guerra civil
generalizada, o en el simple agotamiento de los recursos del planeta, de tal
manera que se puede decir que el capitalismo morirá, porque todo muere, pero es
muy probable que se lleve el mundo por delante. Eso no es necesariamente así
tampoco, porque por supuesto puede haber una respuesta social que sea capaz de
poner al capitalismo fuera de juego y sustituirlo por un modo de producción más
sensato y racional, llamémosle socialismo, llamémosle comunismo, o como le
queramos llamar, no necesariamente tiene que ser así. Lo que si creemos es que
no hay ninguna ley del capitalismo que lleve a un modo de producción distinto.
RL:
Para continuar con el tema de la ciencia, y luego volvemos con el tema de la
transformación de la sociedad. Si Marx funda una ciencia, ¿cuál es el método de
dicha ciencia? Visto que Uds. se separan de la tradición que asume la
dialéctica como el método propio de Marx.
CFL:
Nosotros insistimos mucho en que el método no lo puedes escoger a la carta. Es
verdad que Marx no es empirista, pero no es por eso ni mucho menos dialéctico.
Y por eso es que yo creo que el gran enemigo del marxismo ha sido siempre el
historicismo. ¿Cuál es el método de Marx? Nosotros tendemos a ser en este
sentido bastante decepcionantes, lo que decimos es que el método de Marx es el
método de cualquier otro procedimiento científico, de cualquier otra ciencia,
que precisamente la tradición marxista muchas veces despreció como el método de
la ciencia burguesa y lo contrapuso a un supuesto método revolucionario que
habría descubierto Marx y que encarnaría algo así como la ciencia proletaria,
pero eso no es verdad.
Hay
que ver una cosa, por ejemplo, en el Prefacio de El Capital, cuando Marx está
contento porque acaba de terminar el primer libro de El Capital, lleva tres
décadas casi trabajando en ello y por fin está muy satisfecho de su logro, lo
que hace es compararse con Galileo. Si ves el Prefacio de El Capital se compara
con Galileo, se compara con Lavoisier, dice que lo que más trabajo le ha
costado es el concepto de valor, que el concepto de valor es el comienzo porque
es el elemento simple a partir del cual hay que pensar las cosas. La frase de
Marx en concreto es la siguiente: “los comienzos son siempre difíciles y eso
rige para todas las ciencias”. Es decir, Marx no está diciendo “he descubierto
un nuevo método revolucionario que enmienda la plana a la comunidad científica
en general porque voy a cambiarlo todo”, no, no. Él dice: “mi caso no es
distinto al de Galileo y no es distinto al de Lavoisier”, o sea, los comienzos
son los más difíciles porque es necesario encontrar el elemento simple. La
química nació, por ejemplo, cuando se inventa el sistema periódico, es decir,
se hace un catálogo de los elementos simples a partir de los cuales pueden ser
construidas las moléculas. La física cuando de pronto se encuentra algo así
como el elemento simple sobre el cual se puede construir todo, que se puede
decir que es el concepto de masa, fuerza igual a masa por aceleración, ligado
pues al descubrimiento de la ley de la inercia, a la explicitación de la ley de
la inercia.
Luis
Alegre Zahonero y Carlos Fernández Liria
No
es ningún caso distinto, Marx busca el elemento simple y encuentra que es el
concepto de Valor y se encuentra con que, aunque está haciendo lo que hacen
todas las ciencias, por tanto no tiene nada de especial, de todas formas tiene
tres dificultades. Primero, él no puede hacer como los químicos porque no tiene
reactivos químicos, lo reactivos te permiten separar los átomos de un
compuesto, separar por ejemplo el sodio por un lado y el cloro por otro si
estás analizando la sal, con un reactivo lo puedes hacer. Pero él no tiene
reactivos químicos, porque él no puede coger a Inglaterra y decir: los obreros
los ponemos aquí, los burgueses aquí, y voy a introducir ahora un reactivo, voy
a subir los tipos de interés a ver qué pasa, y mira los obreros se van muriendo…
eso no se puede hacer, se están estudiando sociedades no substancias inertes.
Segundo, tampoco tiene microscopios. Los elementos simples, los científicos
naturales los aíslan con reactivos y microscopios, con lo cual tiene una
dificultad extra que no tienen ni los físicos, ni los químicos ni los biólogos,
porque el biólogo tiene un microscopio para encontrar la célula. Dice Marx, el
valor es la célula de la economía, pero no se tiene microscopios; cuando no se
tiene microscopios no queda más remedio que recurrir como dice Marx a la
facultad de abstracción. Por eso dice que los comienzos son muy difíciles, y
que la primera sección del capital le ha salido muy abstracta. Pero no es muy
abstracta porque tenga que serlo, es muy abstracta porque le faltan los
instrumentos, le faltan los reactivos químicos y los microscopios. No es muy
abstracta porque en economía el comienzo de la realidad es muy abstracto y
tenemos que montar un sistema hegeliano. No, simplemente no tenemos reactivos y
no tenemos microscopios, sencillamente, nada más. Es lo que le impone el objeto
que tiene que estudiar. Y falta una tercera dificultad, un extra, que no tienen
ni los físicos, ni los químicos, ni los biólogos, es que cuando estás
estudiando un objeto histórico como es el capital, estás observando relaciones
de poder, lo que estás viendo al microscopio de la abstracción son relaciones
de poder. Se puede decir que los poderes establecidos no van a hacer ningún
favor a esta ciencia. A los poderes establecidos les puede venir muy bien en
determinado momento que haya físicos, les puede venir muy bien que haya
químicos, que halla biólogos, pero no les viene bien que haya economistas si
estos lo que van hacer es mirar al microscopio la sociedad y decir: “mira esta
sociedad está hecha de tremendas injusticias”, eso no le viene bien a nadie,
con lo cual sobra decir que va a ser una ciencia maldita por necesidad. Es lo
que decimos en el libro, si los triángulos rectángulos estuvieran hechos de
injusticias, los matemáticos estarían todos en la cárcel, porque desde el mismo
momento en que descubras el teorema de Pitágoras estarías sacando a la luz una
injusticia. El problema es que el objeto que estudia Marx no son triángulos
rectángulos, son las relaciones de explotación de una sociedad, y encontrar la
ley que rige esa explotación es sacar a la luz una injusticia; eso es tanto
como decir que la labor de un verdadero economista que estudie la sociedad
capitalista es siempre en alguna forma subversiva para el poder establecido.
Eso quiere decir que lógicamente, los economistas marxistas no van a recibir
subvenciones, no van a recibir premios, por eso el Premio Libertador fue
efectivamente una muy buena idea de Chávez, que fue algo así como decir “vamos
a dar los premios que no da el enemigo”.
RL:
En su texto Uds. intentan hacer, podríamos llamar, una lectura republicana de
Marx ¿Cuál es esta tradición republicana que Uds. rescatan para releer a Marx?
CFL:
Esto es una pregunta larguísima, es prácticamente el pensamiento conductor, no
solamente de este libro, sino de todo lo que hemos escrito. Por resumir. Una
vez que has separado a Marx de Hegel, y que has separado a Marx del pensamiento
dialéctico, nuestro interés es mostrar que, en cambio, aunque no está muy cerca
de Hegel en cuanto a su método, sí que está muy cerca en cuanto a sus objetivos
políticos al pensamiento de la Ilustración. Claro, en primer lugar, lo que
surge es la polémica sobre qué significa pensamiento de la Ilustración. El
problema que hay es que la ilustración habría sido pensada, había sido
presentada por la tradición marxista como una superestructura de la sociedad
capitalista. Podemos decir que el derecho había sido considerado el derecho
burgués, la ciencia había sido considerada la ciencia burguesa, y la
ilustración era algo así como la filosofía de la burguesía.
El
problema que hay es que cuando te pones a estudiar historia de la filosofía te
das cuenta de que también eso es falso. Para nada se puedes decir que la
Revolución Francesa, por ejemplo, fuera la revolución exitosa de la clase
burguesa. Eso no es cierto. Hay un catedrático muy importante en España
relativamente conocido que se llama Anatoni Domènech a quien citamos mucho en
el libro, pero también hay una francesa que es la máxima autoridad en el
pensamiento de la ilustración y la Revolución Francesa y sobre todo del
pensamiento de Robespierre (bueno es la editora de las obras completas de
Robespierre en Francia), que se llama Florence Gauthier, la citamos mucho en el
libro. Por ejemplo, Florence Gauthier tiene un artículo que me encanta, que
está colgado en internet publicado por la Revista Sin Permiso, traducido con el
siguiente título: “La importancia de saber por qué la Revolución Francesa no
fue una revolución burguesa”. El título lo dice todo. Y es que demuestra muy
claramente que la Revolución Francesa no fue en absoluto una revolución
burguesa. Fue una revolución, no solamente anti-feudal, sino una revolución
anti-capitalista. Lo que pasa es que perdieron. Eso es tanto como decir que, en
el momento que guillotinan a Robespierre, la Revolución Francesa ha acabado. El
concepto de fraternidad de Robespierre hizo que se liberaran a los esclavos y
él lucho en todo momento contra el trabajo asalariado. Y defendió el derecho a
la existencia como el derecho a existir por el mero hecho de haber nacido; algo
parecido a lo que se conoce hoy como renta básica, el derecho a que por el mero
hecho de haber nacido tengas algo así como el derecho de existencia cubierto.
Eso fue la defensa de Robespierre.
Naturalmente
eso es el mayor de los atentados contra las bases del capitalismo que se pueda
hacer jamás. Es tanto como decir que el trabajo asalariado será en todo caso
una anécdota pero no en todo caso una necesidad. Quien quiera ganar más puede
asalariarse -lo podemos pensar así-; pero en cualquier caso si no quieres
asalariarte siempre puedes de alguna manera recurrir a ese derecho a la
existencia que se supone debería estar cubierto por el objetivo de Robespierre
y los Jacobinos a los que representaba. ¿Qué hizo la burguesía? Guillotinar a
Robespierre, esa fue la revolución girondina. Por resumirlo en una frase de
Domènech, “lo único que la revolución francesa tuvo de burguesa, fue la
contrarrevolución”. Esa es la realidad, esa es la tesis que nosotros
planteamos, ese es un primer punto.
Una
vez que hemos desautorizado la tesis tan querida por el marxismo de que la
Revolución francesa fue una revolución burguesa y que por tanto la ilustración
es algo así como la filosofía de la burguesía, lo que hay que ver es ¿qué
relación verdadera tenía Marx con esa Ilustración? La lectura de nosotros es
que en realidad Marx es un pensador absolutamente ilustrado, que defiende
enteramente los principios de la ilustración, que defiende ante todo la
constitución republicana, que defiende ante todo las instituciones que la
tradición marxista irresponsablemente consideró instituciones burguesas, tales
como las garantías judiciales, la inmunidad parlamentaria, la división de
poderes, la presunción de inocencia, todo el elenco de instituciones republicanas,
la escuela pública, la sanidad pública, todo este elenco de garantías
constitucionales a las que siempre bajo el capitalismo le falta una pata, que
es el derecho a la existencia de Robespierre, es decir, la renta básica o algo
semejante, o la distribución de la tierra de tal manera que todos sean
propietarios donde todos tengan una parcela con la que puedan ganarse la vida
in extremis -la reforma agraria que preconizo Robespierre-, bueno, todas esas
instituciones republicanas, esa idea de ciudadanía universal, fue sin duda
alguna la que, a nuestro entender, Marx defiende. Intentamos hacer una lectura
de El Capital para demostrarlo. Esa tesis la hemos defendido en muchos otros
libros; en este lo que queríamos hacer es que la tesis que defendemos, además,
también es marxista. Que se puede leer El Capital así. Y no solamente leerlo,
sino que si lo lees así, resulta que te sobran menos trozos que si lo lees de
la otra manera, como lo había leído la tradición marxista. A nosotros nos
sobran ciertas cosas en El Capital, es cierto. Pero es que lo queremos
demostrar es que a la tradición marxista le sobraba más de la mitad de El
Capital.
¿Qué
nos sobra a nosotros? Dos detalles económicos. No encontramos manera alguna de
formular el concepto de renta absoluta de la tierra, creemos que está mal en El
Capital, pero es relativamente una anécdota. Y efectivamente, también la ley
tendencial de la baja de la tasa de ganancia; pero se trata de una ley que
puede ser reinterpretada de muchas maneras; no es que sea falsa, pero tampoco
es verdadera. Y por supuesto nos sobran, eso sí, algunos muy famosos textos de
Marx que son puras bromas dialécticas. Pero en realidad no nos sobran, lo que
decimos es que son bromas dialécticas y ya está. Es verdad que hay una famosa broma
dialéctica al final del capítulo sobre acumulación originaria, pero es obvio
que es una broma. Además lo más gracioso del caso, es que precisamente es esa
broma dialéctica donde dice que el feudalismo era la afirmación, que el
capitalismo era la negación y que el comunismo era la negación de la negación;
es esa broma dialéctica la que precisamente Marx desautoriza cuando discute con
los comunistas rusos, que se autodenominan “marxistas”, y que precisamente Marx
les desautoriza. Dice que no se puede utilizar su “esbozo histórico” para
fundar “una filosofía de la historia cuya única virtud es que sería
suprahistórica”. Les pega un palo muy fuerte. En resumen: en primer lugar
rehabilitación de la Ilustración; en segundo lugar, adscripción de Marx al
pensamiento de la Ilustración, demostración de que El Capital encaja mejor en
esas coordenadas; nos queda por preguntar ¿y el famoso hombre nuevo del
comunismo en qué consiste? El famoso hombre nuevo guevarista, el famoso hombre
nuevo del camarada soviético hijo de padrecito Stalin, el hombre nuevo maoísta
de la revolución cultural ¿en qué consiste?
Bueno,
nosotros lo que pretendemos es que el famoso hombre nuevo en la cabeza de Marx
no era otra cosa que el ciudadano de toda la vida de la ilustración. Y lo que
hace Marx es demostrar que la ciudadanía, la condición de ciudadanía, es
incompatible con la sociedad capitalista. Porque en realidad, el presupuesto
base de la ciudadanía, pensado por todo el pensamiento de la ilustración,
incluido el propio Marx según nosotros, es algo que bajo condiciones
capitalistas siempre falta; que es eso que Kant, y Locke y lo pensadores más
importantes de la ilustración pensaron con el concepto de independencia civil.
Un ciudadano tiene que ser no solamente libre e igual ante la ley, tiene que
ser independiente civilmente, que quiere decir que no dependa de otro para
existir, y precisamente un asalariado es el que necesariamente depende de otro
para existir. Eso es tanto como decir que la condición de proletario y la
condición de ciudadano no pueden ser compatibles. Y este es el motivo por el
que los pensadores ilustrados de derechas, como Kant, negaron el derecho al
voto a los asalariados, porque no consideraban que fueran independientes
civilmente.
Robespierre
también consideraba que la condición de ciudadanía y la condición de asalariado
eran incompatibles, lo que pasa es que Robespierre era un pensador ilustrado de
izquierda y lo que propone es extender la independencia civil al conjunto de la
población, y por eso luchó contra la esclavitud y contra el trabajo asalariado.
Se ve bien la polémica si se piensa sobre el sufragio censitario y el sufragio
universal. Los pensadores ilustrados de derechas razonaban muy bien en
realidad, decían: ninguna persona que dependa de otro para existir debe ser
considerada ciudadano y por supuesto no debe tener en ningún caso derecho al
voto, ¿por qué? Porque si depende de otro siempre va a votar lo que convenga a
ese otro. Por ejemplo, lo pensadores ilustrados, bueno, la verdad es que tanto
los de derecha y los de izquierda eran todos machistas, consideraron que la
mujer no debía votar en ningún caso, porque su cabeza no les daba para otra
cosa y pensaban que una mujer siempre dependería del marido, y que por tanto si
se otorgaba el derecho al voto a una mujer, las personas casadas votarían dos
veces y los varones solteros votarían una sola vez, puesto que la mujer siempre
votaría lo que conviniese al marido. Por el mismo motivo se negaban a que los
asalariados votaran, porque los asalariados dependen del dueño de la empresa,
si una empresa tiene 500 asalariados, ellos votaran lo que convenga a la
empresa para no quedarse en paro, entonces el patrón vota 501 vez, una vez por
sí mismo y 500 veces por sus asalariados, que siempre votaran lo que le convenga
a él porque dependen de él, y como dependen de él a vida o muerte siempre
votaran lo que le convenga a él. Eso lo consideraban justo, eran pensadores de
derecha pero no eran unos hijos de puta que estaban a favor de la injusticia,
ellos pensaban que era mucho más justo que votaran las personas que no fueran
dependientes. De tal modo que, por ejemplo, Bill Gates tiene pongamos que 5 mil
empleados, según razonaría Kant, Bill Gates estaría votando 5 mil y una vez, y
eso le parece muy injusto, Bill Gates que vote una vez, y es verdad que sus
asalariados no votan, pero cualquier campesino que no dependa de nadie, votará
también una vez, es decir, cualquier campesino que tenga una vaca, un arado y
un pedazo de tierra, es decir que sea propietario, votará una vez; con lo cual
se puede decir que el campesino y Bill Gates estarán igualados. ¿Es más justo o
más injusto? Hombre, desde un cierto punto de vista, desde el punto de vista de
derechas es más justo, porque por lo menos no se produce la distorsión de que
Bill Gates vote 5001 veces y el campesino sólo una.
La
idea de la ilustración de izquierdas, de Robespierre a Marx, es conceder la
independencia civil a toda la población, de tal manera que todo el mundo vote,
pero eso es tanto como garantizar el derecho de existencia toda la población.
De tal manera que todo el mundo vote sin depender de nadie, porque si no,
llegamos al chantaje de todas las democracias europeas, americanas y mundiales,
que es, tú votas, pero lo haces aterrorizado por aquellas personas de las que
dependes; si la economía va mal, sabes que a ti te va mal, y la única manera de
que la economía vaya bien es que las empresas ganen mucho dinero.
En
España mucha gente se pregunta, cómo es posible que un partido como el Partido
Popular, que está imputado, que está en los tribunales el propio partido como
una banda criminal, y que además no solamente está imputado el partido sino
todos y cada uno de los cargos públicos del PP, porque son criminales, y muchos
de ellos están en la cárcel, ¿cómo es posible que la gente siga votando al PP?
Bueno el razonamiento es completamente natural y normal; dice la gente “vale,
son unos mafiosos corruptos, pero cuando vives en la mafia, es mejor aliarte
con el mafioso, porque dependes de él, no le vas a llevar encima la contraria”.
Por eso la gente vota al PP, porque votan al mafioso del que dependen; ese es
el razonamiento de la gente. La frase que más se oye en España actualmente es:
vale, la corrupción está muy mal, pero qué tiene de malo la corrupción si
genera puestos de trabajo, qué tiene de malo la corrupción si genera
crecimiento, qué tiene de malo la corrupción si por lo menos genera riqueza;
bueno, es mala, sí, pero por lo menos genera riqueza. Hay gente no corrupta que
ni siquiera genera riqueza, pues me quedo con el mafioso que genera riqueza,
por muy corrupto que sea. Pero eso es porque tenemos nuestra vida hipotecada,
nuestra vida depende enteramente de la mafia. Kant, como pensador de derechas
diría que eso no es una democracia, esa gente no debe poder votar, porque es
gente dependiente, y siempre va a votar en favor del mafioso.
Vale,
no vamos a ser ilustrados de derecha. Pero ser ilustrados de izquierdas es
luchar por extender una verdadera condición ciudadana al conjunto de la
población, conseguir que la población no dependa de otro a la hora de votar, a
la hora de decidir. ¿Eso cómo se consigue? No sé. ¿Estatalizando los medios de
producción? Es una opción. ¿Repartiendo la tierra? Es otra opción, unos
defendieron eso; por ejemplo, Chesterton, que era un pensador de derechas,
defendió que el suelo inglés ser repartiera en tantas parcelas como ciudadanos,
de tal manera que todo inglés tuviera su parcela y no dependiera de nadie, y si
quería vivir muy pobremente con sus huevos y sus gallinas, pudiese subsistir
por sí mismo. Eso ya lo convertiría en ciudadano a los ojos de Kant y a los
ojos de cualquier pensador de derechas. Es un programa. Actualmente, ¿qué es lo
que se baraja?, qué barajan Domènech o Gauthier… defienden la idea de renta
básica, que todo el mundo tenga una renta básica que le permita subsistir sin
depender de otro. Un tema largo.
RL:
De esta misma lectura republicana que Uds. rescatan, a parte del concepto de
independencia civil que acabas de comentar, están presentes los conceptos de
igualdad y libertad. ¿Qué implican o qué significan estos conceptos y cuáles
son sus relaciones?
CFL:
Bueno, es el lema de la Revolución Francesa, “libertad, igualdad, fraternidad”.
Fraternidad no quiere decir que todos nos queramos muchos y somos hermanos y
nos damos besos, no es un mensaje sentimental, precisamente es la tercera pata del
taburete de la ciudadanía. La ciudadanía es como un taburete, tiene tres patas,
si le quitas una, se cae. Lo que decía Robespierre es que no basta libertad e
igualdad, falta fraternidad, fraternidad lo que quiere decir es independencia
civil. Porque lo que quiere decir es algo así como que los hermanos no dependan
de un padre, no dependan de un señor, no dependan de un patrón, de un señor o
de un amo, no dependan de un conde, o de un marido -debería haber dicho aunque
no lo dijo.
Es
decir, libertad e igualdad, porque sin libertad ni igualdad no hay condición
humana, por supuesto, la igualdad es eso lo defienden los derechos humanos,
“todos somos iguales ante la ley sin distinción alguna de raza, sexo, condición
política, condición económica, etc. etc.”, eso está muy bien, eso lo defiende
la declaración de los derechos humanos. Sin libertad sencillamente no hay ley,
se puede decir que forma parte del pensamiento de la ilustración el que la ley
no puede ser sino la gramática de la libertad; muchas veces la gente se imagina
que la ley es una opresora de la libertad, pero claro, eso es porque las leyes
son malas, en la medida en que la leyes correspondan a un derecho
constitucional que hace referencia a la declaración de los derechos humanos, es
todo lo contrario, la ley es la gramática de la libertad. La cuestión es cuál
es la verdadera fuente del derecho, porque, claro, las leyes pueden ser
relaciones de poder, pero entonces lo que hay son órdenes de tiranos. El
problema es que con la idea de ley ilustrada, la declaración de los derechos
humanos se dicta precisamente para poder comparar las leyes positivas con la
idea de ley, con lo que la ley debería ser. Por eso todas las constituciones
comienzan diciendo algo así como “todos los artículos de esta constitución
deben ser interpretados en comparación con la norma dictada en la declaración
de los derechos humanos”; es la pauta a través de las cuales se pautan las
leyes y por tanto la constitución es la fuente de las leyes, cualquier ley debe
ser comparada en todo momento con la declaración de los derechos humanos. Y si
quieres buscar lo que sería la fuente de la declaración de los derechos
humanos, es lo que Kant llamaría la idea de ley, la idea de derecho racional.
El principio es el siguiente: “nadie tiene derecho a obligarme a ser feliz a su
manera”. Si tú coges ese principio y lo exprimes como si fuera una naranja en
un exprimidor, el jugo que te sale es precisamente lo que debería ser el
derecho. Eso es tanto como decir que nadie tiene derecho a obligarme a ser
feliz de una manera que yo no quiera, esa es la idea de libertad. Esa es la
razón por lo que el derecho no puede ser sino la gramática de la libertad.
Nadie tiene derecho a obligarme a nada a lo que yo no haya dado mi
consentimiento. Eso es tanto como decir: todo lo que sea compatible con eso,
será considerado ley para la ilustración. Tiene por un lado la igualdad, por
otro lado la libertad como el presupuesto de aquello que debe ser la ley.
Pero
el asunto es que esto son palabras nada más que palabras, si no hay
independencia civil, si no hay condición material que garantice el derecho a la
existencia, todo eso no son más que palabras escritas en papel. Y es por eso
por lo que el derecho se convierte, precisamente, en una superestructura
puramente formal de la sociedad capitalista. Porque como el capitalismo arranca
siempre la pata de la ciudadanía a la que hemos llamado independencia civil,
hace que toda la palabrería de la igualdad y toda la palabrería de la libertad
sean sencillamente un papel mojado.
RL:
En la ilustración es común que se fundamente la libertad y la independencia
civil en la propiedad, y específicamente la propiedad privada. ¿Cómo leen Uds.
el tema de la propiedad con respecto a las relaciones de poder dentro del
capitalismo y su transformación?
CFL:
El problema que hay en tiempos de Robespierre es que la independencia civil no
se concibe de otra manera que bajo la idea de propiedad. Es decir, los únicos
que no dependen de otros para existir son los propietarios, y si no eres
propietario siempre dependes de otro. Cierto que esto en tiempos de Robespierre
era así, y por eso luchar por la independencia civil, para él, era luchar por
el reparto de la propiedad. Esa es la misma idea que tiene por ejemplo la
ilustración católica de derechas como el ejemplo que te puse antes de
Chesterton. Chesterton fundó un partido en Inglaterra que pretendía ganar las
elecciones -no las ganó claro- que era el Partido Distributista- con esto de
repartir la tierra. Es decir, repartir la tierra de manera que cualquier
británico pudiera tener un pedazo de tierra con el que subsistir. Es la idea de
que la única manera de tener independencia civil es ser propietario;
propietario de tierras, propietario de medios de subsistencia suficientes para
no depender de otro.
La
verdad es que no es esta la única solución. Por ejemplo, independientemente de
que sea razonable, o conveniente, podríamos convertir a todo el mundo en
funcionarios; podríamos imaginar una sociedad de funcionarios, los funcionarios
por definición son vitalicios, no pueden ser despedidos. En realidad un
funcionario no es propiamente un asalariado, de hecho no los suelen proteger en
los convenios colectivos de los sindicatos. El funcionario es un propietario,
un propietario de su función, yo soy profesor de universidad y no me pueden
despedir. Me pueden en todo caso expedientar y expropiar mi propiedad, porque
yo soy propietario de mi función. Podríamos imaginar una sociedad de cargos y
funciones, en lugar de propietarios de medios de producción y de tierra. No sé.
Sería una solución.
Claro,
repartir la propiedad no es exactamente la idea de propiedad que combate el
marxismo. El marxismo combate la propiedad privada de los medios de producción
que hipotecan la vida de la población porque van a depender de ellos. Pero no
está dicho que el marxismo tenga que ser necesariamente incompatible con la
pequeña propiedad de un campesino. Por ejemplo, habría que decir que Stalin
generó un desastre humano monumental al expropiar la pequeña propiedad de los
campesinos rusos, al acabar con la NEP que había respetado la pequeña
propiedad. Es decir, tampoco está dicho que los marxistas, ni los socialistas,
ni los comunistas, tengan que ser enemigos de la pequeña propiedad de medios de
producción. Sin necesidad de convertir todo en pequeñas propiedades, pues se
pudiera hablar como dijimos de una sociedad de funcionarios, o bien de otra
cosa. ¿Por qué lo que colectivizamos no es el producto interior bruto y
repartimos una renta básica? ¿Por qué no extraemos de los excedentes de
producción para la población de tal manera que todo el mundo pueda
desconectarse en cualquier momento del mercado de trabajo si así lo desea y
vivir por su cuenta? Es otra solución.
Es
decir, cuando se habla de la propiedad no estamos hablando del diablo, no
debemos pensar eso. Debemos pensar que la pequeña propiedad es compatible con
el marxismo, y que además hay bastantes formas de conseguir lo mismo que los
pensadores ilustrados ataban al concepto de propiedad por otros caminos. Es
verdad que en tiempos de Robespierre no había tu tía pero ¿por qué?, porque en
ese momento la mayor de la población, el 99% de la población eran campesinos.
Entonces, ¿a Robespierre qué se le ocurre? Pues una reforma agraria y repartir
la tierra, lógicamente. ¿Pero cómo repartes actualmente en pequeña propiedad
una mina de carbón? ¿o una plataforma petrolífera? ¿o una fábrica de coches? No
puedes. No puedes repartir y que a cada uno le toque un trozo de fábrica,
entonces no hay más remedio que pensar en propiedad colectiva. Y es por eso que
Marx opta por la propiedad colectiva, pero eso no quiere decir que esté en
contra de la propiedad, más bien está a favor de la propiedad. Lo que dice es
que el capitalismo ha negado la propiedad individual, lo dice precisamente en
ese famoso texto que comentábamos antes, en el de la negación de la negación,
que el capitalismo es la negación de la propiedad individual, el comunismo es
la negación de la negación, con lo cual, al negar la negación de la propiedad
individual, restaurará la propiedad individual. ¡Ah! Pero sobre la base de la
industrialización conquistada por el camino, y como la industrialización no
permite repartir en pequeñas propiedades los trozos de los medios de
producción, no hay más remedio que colectivizarlos. Pero no es su objetivo, es
que no hay más remedio, es que viene dado así; el objetivo de Marx sigue siendo
restaurar el derecho de propiedad. Que es otra cosa que también está muy mal
leída en la tradición marxista. El objetivo de Marx es restaurar el derecho de propiedad.
RL:
Dentro de la tradición marxista también se critica la división del trabajo en
el seno de la propiedad privada. Pero es verdad -y Uds. lo afirman en el libro-
que no podemos despachar la división del trabajo y la socialización alcanzada
hasta ahora. Marx, por su parte, diferencia entre división del trabajo y
socialización comunitaria del mismo en el seno de una propiedad distinta. ¿Cómo
leen Uds. el tema de la división del trabajo dentro de la lectura republicana
de El Capital que proponen?
CFL:
Es el problema que te lleva a pensar en formas de propiedad colectiva o formas
de propiedad social. No es un problema fácil de resolver. Es un problema
endiablado, además tampoco está resuelto por ninguno de los países que han
transitado por la vía del socialismo. Todos lo han resuelto en fórmulas muy
eclécticas. Por ejemplo, el libro por el que estoy luchando en el Premio
Libertador, El Metabolismo del Mercado, plantea páginas y páginas discutiendo
este problema. Porque claro, en Nicaragua no lo han encontrado, en Cuba no lo
han encontrado, aquí en Venezuela se ha planteado también. Una vez que la
división del trabajo es inevitable, es decir, que ya no puedes encontrar
personas que hagan todas las facetas de un mismo trabajo para poder subsistir,
realmente la división del trabajo es complejísima, pues no hay más remedio que
pensar en una propiedad colectiva de los medios de producción. Entonces,
efectivamente no tienes más remedio que ir caso por caso. No es lo mismo un
campesino que una persona que está trabajando en una industria, que una persona
que trabaja en una mina, o una que está trabajando en una universidad porque es
funcionario del Estado. No hay más remedio que ir caso por caso e ir
resolviendo con fórmulas a veces muy eclécticas y muy precavidas. No hay una
fórmula mágica.
RL:
Hay un tema espinoso en las lecturas de El Capital, me refiero al tema de la
transformación de las leyes de circulación mercantil en leyes de apropiación
capitalista. Aquí surgen varios problemas. Entre ellos, Uds. asumen que Marx
distingue entre Mercado y Capital, y postulan que Marx habla desde un modelo
teórico, un ideal de Mercado. Pero que de allí no deduce el funcionamiento del
capitalismo, sino que esto último es una cuestión histórica. ¿Podrías
explicarnos esto?
CFL:
Lo has entendido muy bien. Yo diría que lo que llamamos sociedad capitalista lo
podemos representar en un cruce de tres cosas que son distintas (ver dibujo);
pero podrían no ser distintas, y según algunas interpretaciones del marxismo no
lo son. Por un lado, el derecho (D), la revolución política que comienza con la
declaración de los derechos humanos, etc. Por otra parte el mercado (M), y por
otra el capital (C). Cuando cruzas estas tres cosas tenemos la mierda que
tenemos, está es la basura en la que vivimos, y está es la basura que convierte
al derecho en una impostura, y esta es la basura por la que el mercado se
convierte en un metabolismo criminal.
C=capitalismo;
M=mercado; D=derecho
Porque
el mercado en principio siempre ha existido y no siempre ha sido una
trituradora de seres humanos. Es el capitalismo el que metamorfosea el derecho
y el mercado en una trituradora de seres humanos. Y el derecho lo convierte en
una estafa, una superestructura engañosa que oculta lo que realmente está
ocurriendo. En lugar de centrarse en el lugar donde se cruzan estos tres
círculos, hay que separarlos, como si fuera un químico en un laboratorio pero
sin reactivos químicos, como decíamos antes; los separamos y a ver en qué
consiste el mercado por un lado, en qué consiste el capital por otro, y en que
consiste el derecho. Al ver que son tres cosas distintas, podemos ver qué pasa
si se juntan.
Pero
eso hace falta pensarlas por separado, y eso es lo que intentamos hacer en ese
análisis de El Capital. Lo que hacemos es mostrar que Marx, en la primera
sección de El Capital, lo que está haciendo es entresacar el elemento simple
con la que funcionaria un mercado que fuera solamente mercado, y ese elemento
simple es el valor. Cuando pega el salto a la sección segunda, introduce una
cosa que no se deduce de aquí, por más que lo exprimas el mercado no se deduce
del capitalismo, porque para eso hace falta una “pauta extraña” que es la
fuerza de trabajo; que encuentres de pronto un ejército de población sin medios
de producción que no tiene más remedio que acudir al mercado para subsistir. Es
decir, de aquí (M) obtienes un concepto que es el concepto de valor, de aquí
(C) obtienes el concepto de fuerza de trabajo, y el derecho se forma
exprimiendo el concepto de libertad, es decir, nadie tiene derecho a obligarme
a ser feliz a su manera y por tanto aquí se derivan determinadas leyes que son
las leyes de la libertad. Estos tres elementos los juntas y te sale la cagada en
la que vivimos, la cruda realidad capitalista que destruirá al mundo si
seguimos por este camino. Porque una vez que la fuerza de trabajo irrumpe en el
mercado, el mercado se convierte en un arma criminal, y el derecho se convierte
en una estafa. Entonces ya ni siquiera puedes apelar a los tribunales porque
los tribunales en lugar de protegerte lo que hacen es machacarte más. Este es
un poco el esquema.
Lo
que hacemos todo el rato en el libro es demostrar que Marx sí que separa estás
tres cosas con el tiempo, y que las considera tres cosas distintas. ¿Contra
quién? En primer lugar contra al escolástica marxista, que lo que dijo todo el
tiempo es que el mercado y el derecho no son más que la superestructura
necesaria de la realidad capitalista. Pero claro, para eso hace falta toda una
interpretación de El Capital, porque es verdad que del paso de la sección
primera a la sección segunda hay un paso del mercado al capital, no tenemos El
Capital aquí, pero yo no puedo entender cómo la tradición marxista lo entendió
tan mal, no lo puedo entender; es que yo doy clases de eso y le digo a mis
alumnos “cómo es posible, un siglo leyendo esto mal, pero si es que está
claro”. Está diciendo Marx: tienes ya las leyes del mercado, tienes el concepto
de valor formado, ahora no se entiende por qué hay capitalistas, y entonces, tú
economista listillo, Adam Smith, Ricardo, vengan, decidme, sin violar las leyes
del mercado ¿cómo surge el capitalismo?; porque el capitalismo no puede surgir
más que negando las leyes del mercado y al mismo tiempo cumplirlas, esto es una
contradicción. Y entonces dice al final de la sección segunda, “aquí está
Rodas, salta”, porque alude a esa anécdota griega de un tipo muy forzudo que
dijo que él podía saltar el estrecho de Rodas, decía “bueno si voy a Rodas ya
te demostraré que salto”. Claro, le dicen, “aquí está Rodas, a ver cuándo
saltas, ¡vamos!”. Es decir, venga economía burguesa, vosotros que decís que el
capitalismo no es más que la consecuencia del mercado, aquí está Rodas, venga,
a ver qué tal lo haces. ¡No lo puedes hacer!, ¡no lo puedes hacer!
Entonces,
¿cómo lo vas a conseguir? Lo que hace Marx es mostrar -sección tercera, etc.-,
el capitalismo no viola las leyes del mercado, ahora bien, tampoco surge del
mercado. ¿Qué es lo que ha ocurrido por el camino? Que se ha creado un ejército
de personas que no estaba previsto, el ejército de obreros que no tienen otra
cosa que hacer. ¿Y dónde se explica esto? En los capítulos últimos del capital
del libro primero, sobre la acumulación originaria. ¿Y por qué procedimientos
se forma la fuerza del trabajo? ¿A través de las leyes del mercado? No, a
través de una carnicería que violó las leyes del mercado todo el rato sin parar
durante toda la historia de Inglaterra y en las colonias durante toda la historia
del colonialismo. Es decir, se puso un precio artificial a la tierra, se mató a
los indígenas que vivían en ella, al campesinado inglés se le expulsó de sus
tierras, no se les permitió regresar, no se les permitió ser campesinos; claro
que acabaron en Manchester pidiendo un puesto en el mercado de trabajo, pero
ese mercado de trabajo fue construido por procesos históricos que no tenían
nada que ver con el mercado. Por tanto, capitalismo y mercado son dos cosas
distintas, muy distintas.
¿Esto
qué quiere decir? Pues quiere decir que si tienes un proyecto socialista,
tendrás qué preguntarte ¿cuánto de mercado te puedes permitir en el socialismo
sin suicidarte?, ¿cuánto de mercado te puedes permitir en el socialismo sin
aniquilar el socialismo? Eso es lo que se están preguntando en Cuba, eso es lo
que no han parado de preguntarse aquí en Venezuela, lo que ha sido el problema
constante en Venezuela, y es de lo que se trata ese libro, precisamente, El
metabolismo del Mercado (es un tío nicaragüense, comprometido con la lucha
nicaragüense durante toda su vida, tiene 66 años, fue torturado en España,
porque tuvo que exiliarse y le pillaron la policía franquista, fue torturado
brutalmente en España, y fue torturado brutalmente en Nicaragua cuando regresó
porque le pillaron). (Por cierto que cuenta que le parecieron peor las torturas
en España que en Nicaragua, a pesar de que en Nicaragua le metían una porra
eléctrica por el culo. ¡Cómo serían las torturas en España!) Bueno, el autor de
ese libro, ha trabajado en el gobierno sandinista, y la pregunta que se hace en
ese libro todo el rato es ¿qué hacemos con el mercado?, ¿cuánto mercado nos
podemos permitir? Está muy claro que no podemos estatalizarlo todo y destruir
el mercado, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos encontrar una fórmula mixta entre
Estado, mercado y economía privada? Porque no hay más remedio que respetar
ciertas zonas de economía privada. Él cita todo el tiempo una frase de Chávez,
te la voy a leer porque me encanta, es una cita que para él es el hilo
conductor de la respuesta; y sin embargo, a mis colegas del tribunal este libro
les parece incompatible con el Plan de la Patria. Dijo Chávez en 1999, nada más
empezando: “Tanto Estado como sea necesario, y tanto mercado como sea posible”,
y añadió “vamos a gobernar con la mano invisible del mercado y con la mano
visible del Estado”. Esto para el autor es el dilema con el que se enfrenta
cualquier revolución socialista en la actualidad, y yo estoy completamente de
acuerdo. Pero para ello hace falta separar muy claramente aquello que te lleva
al capitalismo y aquello que te lleva al mercado, son dos cosas distintas. ¿El
mercado tiene sus peligros? Sí, por supuesto que tiene sus peligros. Pero no es
lo mismo que el capitalismo. Habrá que saber eso, ¿cuánto mercado es posible
sin destruir el socialismo? Me parece muy bien planteado. ¿Qué es lo que dicen?
Que esto es un libro que plantea un apaño entre capital y trabajo, que por lo
tanto les parece socialdemócrata e incompatible con un verdadero proyecto revolucionario.
No voy a discutir, pero es que como vengo de la comisión, se me viene a la
cabeza todo el rato.
RL:
En este punto uno podría pensar que, si el capitalismo subordinó al mercado,
pareciera tener vigencia la tesis de que se hace necesario transformar
propiedad privada, división del trabajo y producción mercantil que son,
precisamente, lo que sostiene el metabolismo del mercado subordinado al
capitalismo.
CFL:
Me parece muy bien, pero hay que hilar muy fino en el último asunto, porque hay
que preguntarse cuánto mercado puedes resistir. Sí, en Cuba se nacionalizaron
las condiciones de producción, y el problema es que luego la economía funciona
muy mal. Hay ciertas cosas que es muy absurdo que las decida una planificación
estatal en lugar de que las decida sencillamente el mercado. Te voy a poner un
ejemplo: ahora mismo no tiene que ser así, pero cuando yo fui a Cuba en el 2005
estaba prohibido contratar payasos para la fiesta de cumpleaños de tus hijos,
porque se supone que el payaso debía ser un funcionario del Estado; entonces tú
coges y dices “el 7 de octubre va a ser el cumpleaños de mi hijo”, y haces una
instancia burocrática al Estado diciendo “me pueden mandar un payaso”, y tres
años después, o diez años después, cuando tu hijo ya ni siquiera está en casa,
pues te mandan un payaso. Eso no funciona. Claro, si tú coges y pones un
cartelito en la puerta de tu casa que diga “si alguien quiere hacer de payaso
en la fiesta de mi hijo la pago siete pesos”. Eso ya es mercado, ya es economía
privada.
Ahora
bien, ¿realmente es un peligro para el socialismo el que haya payasos, que
cobran siete pesos? Eso es una exageración delirante. Yo estoy de acuerdo,
socialismo es colectivización de las condiciones de producción. Ahora bien, esa
colectivización de las condiciones de producción, ¿es incompatible con ciertas
esferas que puedan ser reguladas mercantilmente en lugar de por una
planificación estatal? Me parece obvio que es perfectamente posible, ¿hasta
cuanto sí y hasta cuanto no? No lo sabemos. Y eso lo que todo el mundo se está
preguntando. A mí que no me digan que Chávez no se lo preguntaba, porque esta
frase de Chávez es esa pregunta. Tanto Estado como sea necesario, y tanto
mercado como sea posible. ¿Cuánto? No lo sabemos. ¿Es que habéis encontrado
aquí la fórmula?, ¿Habéis encontrado aquí la solución? Nadie la ha encontrado.
¿La han encontrado en Cuba? Tampoco.
RL:
Si Uds. separan modernidad y capitalismo, entonces, también colocan a Marx como
un pensador moderno. Sin embargo, hay una tradición de pensamiento conocida
como decolonialidad que sostiene, precisamente, la unidad entre modernidad y
capitalismo, inclusive, la crisis del capital sería la crisis de la
civilización moderna. Ahora, ¿cómo sostienen Uds. esta separación entre
modernidad y capitalismo y la lectura de un Marx ilustrado?
CFL:
Tienes razón, eso es lo que hacemos. Llamamos modernidad a ese momento
histórico en el que triunfó el republicanismo. El republicanismo es una cosa
muy vieja, de los tiempos de Roma, pero en el momento que parece que triunfa
políticamente ese proyecto es el momento en que triunfa la revolución francesa,
la norteamericana y la británica, a las revoluciones que normalmente la
tradición marxista denominó revoluciones burguesas. Claro pero como
consideramos que esas revoluciones no fueron revoluciones burguesas, es que
decimos que el triunfo del capitalismo no es el triunfo de la modernidad. Es
más, el capitalismo triunfó contra la modernidad. Y de hecho la prueba de que
tenemos razón -porque yo creo que la tenemos, aunque sea un poco obvio
decirlo-, es lo que está pasando. Cada vez más se está regresando a la edad
media, estamos retrocediendo. El capitalismo salvaje nos está haciendo regresar
a la Edad Media. Es decir, los poderes ya no son poderes públicos, ya no son poderes
estatales, los Estados ya no pintan nada, ¿qué pinta un parlamento? Nada. Si el
parlamente está cogido de pies y manos, está agarrado, esposado, por los
poderes económicos. Si en Europa no podemos mover un dedo sin que nos digan que
sube la prima de riesgo y que tenemos que cambiar esa ley.
Los
tratados de libre comercio internacionales, tratados supra-estatales que hacen
que el poder político, el poder parlamentario, el poder ilustrado, público, el
poder de lo público no tengan nada que hacer. Las universidades públicas están
siendo colonizadas por las universidades privadas enteramente. Yo soy profesor
de una universidad, mi universidad se cae a cachos. Están entrando las empresas
privadas, todo lo que era discusión pública en la universidad están siendo
sustituidas por negociaciones secretas de grupos empresariales, que deciden qué
departamento sirve y qué departamento es rentable, es una vuelta a la Edad
Media. Es el fin de lo público y el dominio de lo privado. Ahora lo privado ya
no son señores feudales, ahora son grandes corporaciones económicas, pero son
mucho más peligrosos que los señores feudales, tiene muchos más poder de
destrucción. Además nunca ningún señor feudal tuvo el poder que tienen las
corporaciones económicas actualmente.
RL:
Uno podría partir de ese mismo argumento, pero concluir lo contrario. Es decir,
lo que dices demuestra que no puede existir un mercado regulado, y por eso hay
que trascenderlo.
CFL:
Es que un mercado regulado es una contradicción. Tiene una cierta forma
contradictoria. En esa contradicción te mueves. No hay más remedio. Por eso es
tan difícil.
RL:
¿Te puedo hacer una broma? Es dialéctico
CFL:
[Risas] Es que ese es el problema, es que no es dialéctico. Los marxistas cada
vez que hay problemas, cuando no podían resolver un problema, decían que era un
problema dialéctico y ya está. Pero no habían solucionado prácticamente nada.
Lo que habían hecho era introducir una palabreja que sonaba muy bien.
Precisamente por eso lo de la dialéctica nunca me ha convencido. Dices que es
una broma. Pero durante toda la tradición marxista no fue una broma, fue una
solución, todo lo que no sabían resolver decían que era dialéctico. El problema
es que la dialéctica luego hay que resolverla. Ahí está, no es tan fácil.
Ahora
bien, los mercados siempre están regulados, el problema es quién los regula.
Cuando se dice que no está regulado es porque en lugar de regularlo la
población, lo regulan unos hijos de puta que se aprovechan de él. Entonces
dicen, que no están regulados, ¡hombre claro que están regulados!, por ti que
eres quien te beneficias. Todo aquello que han llamado libre mercado, todo
aquello que Inglaterra llamó libre mercado contra el resto del mundo fue el
proteccionismo inglés. Todo aquello que Estados Unidos llama libre mercado no
es más que el proteccionismo estadounidense. Siempre está regulado, el problema
es quién lo regula. Ahora bien, es verdad que mercado significa que la
regulación está en jugar con una cierta espontaneidad. Entonces, ¿cuánta
espontaneidad y cuánta regulación? Es lo que dijo Chávez, haremos lo que
podamos.
RL:
Para finalizar. ¿Cuál es la actualidad de Marx?
CFL:
Yo me temo que tenía razón Sartre. El marxismo será actual mientras exista el
capitalismo. Es que eso es lo malo. Que el capitalismo tiene pinta, no de ser
eterno, porque para empezar es imposible que sea eterno, porque el capitalismo
necesita crecer a un ritmo vertiginoso todos los días y esto es un planeta
finito, no lo resiste. Yo creo que el capitalismo eterno no es, pero eso no
quiere decir que no termine con el fin del mundo. Si el capitalismo, nos lleva
al fin del mundo, entonces el marxismo estará hasta el fin del mundo. Si algún
somos capaces de acabar con el capitalismo, el marxismo dejará de ser tan
actual. Fíjate que Marx le escribe una carta a Engels, no recuerdo en que año,
creo que en el cincuenta y tanto, diciéndole: “acabo de encontrar la fórmula
para escribir mi obra y creo que en quince días la tendré terminada”, luego se
murió sin terminarla treinta años después, y continúa “de todas formas,
teniendo en cuenta cómo va la crisis económica, creo que cuando la termine mi
obra no valdrá para nada porque ya no existirá el capitalismo”. Ingenuo de él.
Él ya pensaba que en quince día acababa el capitalismo, mira lo que tenemos
aquí.
-
Carlos Fernández Liria. Español. Filósofo, guionista, ensayista y escritor.
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus obras destaca: Sin
vigilancia y sin castigo. Una discusión con Michel Foucault (1992); y en
conjunto con Luis Alegre Zahonero: Comprender Venezuela, pensar la Democracia.
El colapso moral de los intelectuales occidentales (2006); Educación para la
Ciudadanía. Democracia, Capitalismo y Estado de Derecho (2007); El orden de El
Capital (2010), este último resultó ganador del Premio Libertador al
Pensamiento Crítico 2010. Puede consultarse los discursos de los ganadores en:
http://www.humanidadenred.org.ve/?page_id=34
-
Roger Landa. Venezolano. Lic. en Filosofía, miembro de la Secretaría Ejecutiva
de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la
Humanidad.
Nota:
La presente entrevista fue realizada en base al libro El Orden de El Capital
(Caracas, Editorial El Perro y La Rana, 2011), escrito por Carlos Fernández
Liria en conjunto con Luis Alegre Zahonero.
Serie:
Visiones desde Nuestra América (Octubre 2016
Fuente
digital: http://www.humanidadenred.org.ve/?p=6759
http://www.alainet.org/es/articulo/182896
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