EL HOMBRE DE LA
CÁMARA MÁGICA. POR: BEATRIZ VANEGAS ATHÍAS
La
primera imagen del escritor Pedro Badrán me llegó en una portada del legendario
Magazín Dominical de El Espectador, década de los ochenta, cuando se anunciaba
a las nuevas voces de la narrativa colombiana.
Recuerdo
que eran todos hombres –sólo figuraba Fanny Buitrago- pero eso no es el asunto
de este texto, lo será, sin duda, en otro momento. Ahí estaba Pedro Badrán
joven, con su mirada triste y su pinta de cachaco, a pesar de haber nacido en
Magangué y criado en Cartagena.
Y
desde entonces empezó a hablar más con su prosa serena, poética y picante. Sin
tanta pose, sin convertirse en una luminaria de la farándula literaria; con
paciencia y verdadero ímpetu, ha trabajado para construir un discurso con
estilo y voz que el lector identifica de inmediato. Después de casi una decena
de libros, este 2016 nos trae la preciosa novela sobre la que hablaré en mi columna
de hoy.
El
hombre de la cámara mágica – Literatura Random House- tiene, para mi gusto, una
fea portada. Pero una empieza a leer esta novela que abre con un epígrafe de
Cees Nootboom y sabe al instante que está ante uno de los escritores que le
dice al lector todo tipo de verdades que fueron vividas, padecidas y sentidas,
pero lo hace con lirismo y delicioso sentido del humor. Son verdades que se
configuran como recuerdos escritos para que la vida exista.
Es
una novela bella esta de Pedro Badrán que logra el ideal de reunir el caos en
un orden o viceversa, como soñaba Borges. Porque el protagonista, el fotógrafo
Tony Lafont, un personaje desalado y palpitante tiene como meta en su vida,
hacer un inventario riguroso de personajes, objetos, sombras y espacios que
poblaron y pueblan un hotel del Caribe colombiano. El hotel como metáfora del
mundo. La novela como alegoría del mundo.
Así,
la novela es la historia de Tony Lafont, fotógrafo que se convierte en leyenda
y al cual todos los personajes se sienten vinculados. Pero también es la historia de cada uno de
los personajes que Tony fotografió y los que añoran que él los inmortalice en
una de sus instantáneas de la mágica Polaroid. En este sentido, la novela no se
deslinda de los hechos históricos que hacen de Colombia un país siempre al
borde del abismo.
Una
tercera cosa es que El hombre de la cámara mágica se puede leer también como un
volumen de cuentos. Porque si usted, lector abre el libro en la página 62, por
ejemplo, se encontrará con los hechos de la Habitación 204 –ya fotografiada por
Lafont- que nos hablan del asesinato de un sindicalista santandereano. Y por
último El hombre de la cámara mágica es un homenaje al habla Caribe que el
autor vuelve universal con su manera honesta de nombrarlo.
12
SEP 2016 - 11:29 PM. Beatriz Vanegas Athías.
Tomado
de www.elespecatdor.com
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