ENTREVISTA CON
RODRIGO LONDOÑO
“NO SIENTO NOSTALGIA
POR DEJAR LAS ARMAS”: “TIMOCHENKO”
El
máximo jefe de las Farc señaló que la dejación de armas demostró que su bandera
es la del cumplimiento. También reveló que en los próximos días se deberán
definir los lugares exactos y la forma artística que tomarán los fusiles.
Por,
Alfredo Molano Jimeno / @AlfredoMolanoJi
En
la zona veredal de Mesetas, Meta, el máximo comandante de las Farc, Timoleón
Jiménez, hizo un balance del acto de dejación de armas.
Al
siguiente día del acto de dejación final de armas, el máximo jefe de las Farc,
Rodrigo Londoño, más conocido como Timochenko, lideraba un balance del evento
con los integrantes del Secretariado. La vereda Bellavista, donde está la zona
veredal de Mesetas, apenas reaccionaba a lo que el día anterior había ocurrido.
Caravanas de carros, helicópteros, un incontable número de militares y
guardaespaldas, o la visita de no menos de 50 periodistas, agravaron el barrial
en la que habitan casi 100 habitantes y los más de 500 guerrilleros. Desde que
Timochenko puso un pie en tierra para bajarse de la aeronave lo siguieron las
cámaras y personas que querían entrevistarlo, tomarse una foto o contarle un
asunto personal. En la calurosa carpa en la que nos concedió la entrevista -que
le habíamos solicitado hace meses- había una cama, un mesa que servía de
escritorio y el cuadro que le regaló un guerrillero. Con la serenidad que lo
caracteriza respondió las preguntas, haciendo énfasis en un mensaje de
reconciliación. (Le puede interesar: "Buenavista, la vereda donde las Farc
dejaron las armas")
¿Cómo
se siente hoy que ya no es el comandante de un ejército sino el director de un
partido?
Sinceramente
siento un descanso muy grande, por un lado. Luego de la ceremonia hicimos un
balance en el Secretariado de lo intensa que fue su preparación. Fue muy duro.
De muchos debates, porque aquí no es que se hace lo que manda el jefe, sino que
se toman decisiones colectivas. Y había mucha preocupación porque era,
realmente, poner punto final a nuestro compromiso de dejación de armas, en
momentos en que hay una serie de compromisos por parte del Estado que no se han
cumplido. Pero al final todos entendimos que era necesario porque nuestra
bandera es la del cumplimiento. Es la autoridad moral que nos permite exigirle
a la contraparte lo mismo.
En
ese sentido, siento un descanso de haber culminado esta etapa y empezamos a
prepararnos para lo que viene. Eso trae nuevas preocupaciones. El cambio es
brusco, pero a la vez es un descanso. Siempre hemos sido un movimiento político,
sólo que antes era alzado en armas. Las dejamos para incrustarnos en la
legalidad. Y esa sí es la preocupación. Tenemos que entender esta nueva
condición, conocerla, manejarla, actuar dentro de ella e identificar sus
trampas, porque sabemos que los enemigos de la paz van a buscar que caigamos en
ellas. De modo que empieza un proceso de formación de nuestra militancia para
que su actuar se enmarque en esa legalidad. Vamos a jugar con las reglas que
tiene la sociedad colombiana, el Estado. Vamos a jugárnosla con una premisa:
tenemos unas banderas de lucha que son justas y legítimas. Creo que en la
medida en que la gente las vaya conociendo nos va a acompañar para sacar
adelante este proceso. (Vea: Dejación de las armas: el tiempo de la palabra)
¿Ya
tiene su certificado de dejación?
En
este enredo de los viajes no lo he podido sacar, pero ya estoy en eso.
¿Y
ha tenido tiempo de reflexionar sobre el significado profundo que encierra la
dejación de armas para un guerrillero?
No.
Para mí, como revolucionario, el arma es simplemente un instrumento que me
acompañó durante muchos años. En las Farc no somos unos enamorados de las
armas. Amamos nuestras ideas y nuestra causa, y si podemos seguir nuestras
ideas sin ellas, mucho mejor. No siento nostalgia por dejar las armas. Eso sí,
hemos recogido las experiencias de más de medio siglo para verterla en función
de echar para adelante nuestro proyecto. En la guerrilla uno aprende a querer
las cosas, que son limitadas, pero también a enfrentar con serenidad cuando las
pierde. Cada rato, en asaltos y bombardeos, perdíamos armas, compañeros… en la
guerra muchas veces uno perdía el arma para salvar la vida, y sabía que luego
conseguiría otra. Ahora ya no pensamos en conseguir otra. Pero no nos
arrepentimos de nuestra historia, nos ha dejado experiencias que tendremos que
tener en cuenta para lo que nos espera.
¿Por
qué la negativa a aceptar llamar a esto entrega de armas o a permitir un
registro fotográfico del momento en que los guerrilleros dejaban su fusil?
Es
un tema de dignidad. Este acuerdo es producto de una negociación entre dos
partes, que llegamos a la mesa reconociendo al otro como igual. Pactamos
abandonar el uso de las armas en la política. Ambos. Eso no se debe olvidar. Y
en ese momento dijimos que este proceso no se trataba de la entrega de armas.
No es una fuerza armada entregándose, sino un movimiento que toma la decisión
política de dejar las armas a un lado. Y pactamos un mecanismo serio para
desarrollar este proceso. La práctica demostró que acertamos al escoger a
Naciones Unidas como ente para depositar nuestra armas. Armas que además se van
a convertir en monumentos de la paz que nos recordará el legado que recibimos
de nuestros fundadores. (Lea: "Los discursos de la paz")
¿Cómo
va su estado de salud?
(Risas).
Con la maquinaria un poco desgastada se reciente a veces en estos agites, pero
vamos bien.
Pero
dicen que usted no podría vivir en Bogotá, ¿Dónde piensa radicarse?
Voy
a donde tengo que ir. Si por mi fuera me iría a mi tierrita (Caldas), buscaría
un rinconcito tranquilo a ver crecer el café. Bogotá no es de mi agrado, pero
si las tareas obligan allá voy a estar.
Durante
mucho tiempo usted estuvo alejado de las cámaras y ahora tiene una agitada vida
pública, ¿cómo ha vivido el cambio?
Como
he vivido mi vida guerrillera, cuando hacía tareas que no me gustaban. Tengo
que reconocer que ser el centro de atención a mí me da es pena. Más sabiendo
que represento un esfuerzo colectivo, que todo lo que hemos logrado es el fruto
del sacrificio, el esfuerzo, el sudor y la sangre de mucha gente. Pero también
reconozco que siento satisfacción al recibir el cariño de la gente cuando le
piden a uno una foto o un autógrafo. Y obvio, hay veces es tanto que me ha
tocado aprender a manejar eso.
¿Qué
sintió en el momento en que estaba sobre la tarima?
Sólo
trato de interpretar el sentimiento de la guerrillerada. Esa es mi
satisfacción. Como persona no deja uno de pensar lo que está viviendo. Por
ejemplo, cuando los músicos llaneros cantaban la canción sobre Guadalupe
Salcedo. Hay una carga histórica muy pesada sobre nosotros. Mataron a Rafael
Uribe Uribe, a Guadalupe Salcedo, a Carlos Pizarro, etc. Eso pesa, y queremos
aprender las elecciones para que no vuelva a ocurrir. Eso no nos puede volver a
suceder en Colombia.
¿En
qué le gustaría que se convirtieran esas armas?
Tengo
poco espíritu artístico. Eso lo dejó en manos de otros. Pero eso aún está por
definirse. Estamos buscando cuál puede ser la mejor manera de darle el
significado que tiene la dejación de las armas. Ya sabemos que serán tres
monumentos: uno en Naciones Unidas, otro en Cuba y otro en Colombia. El lugar
exacto se definirá en los próximos días.
Usted
dijo que tiene algunas preocupaciones luego de la dejación, ¿como cuáles?
Mis
miedos, mis temores y mis preocupaciones son los de toda la guerrillerada, y el
más grande es que no se cumpla. En mi discurso señalé las líneas gruesas de lo
que no se ha cumplido, y que es necesario cumplir para garantizar el éxito de
este proceso. De nuestra parte hemos cumplido y lo seguiremos haciendo. Porque
estamos convencidos de sacar esto adelante. Es cierto que hay retrasos, trabas,
pero también hay mucha gente ayudándonos para superar los retrasos. Esto no
quiere decir que no tengamos en cuentas las realidades ineludibles. No
desconocemos que empezamos una campaña electoral. Pero espero que los políticos
en Colombia estén a la altura del compromiso de la paz. Que no conviertan la
paz en una bandera para hacer politiquería, en busca de frustrar el éxito del
proceso. Espero que los políticos, tengan la ideología que tengan, partan de
que para todos es importante que este proceso salga adelante. Aquí está en
juego el futuro de Colombia.
¿Cree
que el Estado estaba preparado para hacer la paz?
No,
a veces pienso que nunca creyeron en que nos la íbamos a jugar por la paz. Las
condiciones se han dado, las hemos ayudado a crear, y hasta las hemos generado.
Pero no si se siente que no había una estrategia clara. En muchos campos se ha
improvisado. Cosas sencillas, como construir unas zonas para que la gente tenga
una estadía digna. Desde que se firmó el acuerdo se debió empezar con eso, y
no, se dejó para último momento. Entonces, claro, aparecen las trabas, la
corrupción. Mire lo que pasa aquí en Mesetas. No hay una casa. Una locación
donde la gente se pueda reunir. Nada ha avanzado desde enero cuando se firmó la
que llaman el Acta del Yarí.
Precisamente
esas críticas que le oímos en el discurso de la ceremonia de dejación de armas
sorprendieron hasta al presidente Santos, que llevó un discurso más positivo…
Tenía
que ser honesto con nosotros mismos. Si usted revisa lo que dijimos el 7 de
junio, cuando entregamos el primer porcentaje de armas, se dará cuenta de que
en ese momento saludé el gesto del presidente por el cumplimiento de lo
acordado en materia de decretos. En este momento no podía ser igual, porque
nosotros hemos cumplido esta etapa, nuestro compromiso, y de la otra parte las
cosas no avanzan de la misma manera. Y ojo, que no digo que no se hayan
cumplido. Se han cumplido cosas, pero claro que tenemos miedo de que todo lo
que hemos venido construyendo con tanto se derrumbe porque no se cumplan
ciertos temas. Es que, como siempre he dicho, este proceso no puede dejar
sembradas las semillas de un nuevo conflicto en Colombia. Como le expliqué a la
canciller: el contenido de mis palabras fueron el sentimiento de la
guerrillerada. Y me parece que el discurso del presidente estuvo a la altura
del momento, porque reiteró su compromiso de cumplir hasta la última coma. Eso
nos llena de optimismo. Uno sabe que él es la cabeza del Estado, pero aquí la
dificultad que ha tenido es poner andar a todo el Estado en función del
objetivo de la paz.
¿A
qué se refiere?
Fíjese
en los esfuerzos que hemos hecho los guerrilleros para mantenernos firmes en
nuestro compromiso. Imagínese lo que ha significado que nuestra militancia
entienda que tenemos que cumplir a pesar de que no se nos cumple con cosas tan
elementales como la construcción de unos espacios. Les hemos dicho que hay
cosas más importantes que tienen que ser cumplidas. El Gobierno debería
entender que la gente vive en el día día, que se moja cuando llueve, que no
tiene un lugar apropiado para dormir, que faltan abastecimientos, que las vías
de comunicación no se arreglan por desidia. Los guerrilleros sienten todo eso y
nos preguntan a los mandos.
Usted
dijo en el discurso que ahora serían militantes de la “Esperanza del Pueblo”,
¿ese es el nombre del partido en que se convertirán?
(Risas).
No, esa decisión se tomará en el congreso del partido, que se realizará en la
segunda mitad de agosto. Allá llevaré mis ideas. Pero lo que le dije a la
guerrillerada es: ese día dejamos de ser un ejército, y nos convertimos en un
partido. Y mire que lo que he sentido con la gente que he tenido posibilidad de
relacionarme, en Meta, en Norte de Santander, trabajadores, estudiantes,
intelectuales. Todos nos dicen que somos la esperanza de un cambio. Y por eso
me surgió ese juego de palabras.
¿Como
partido político le van a apostar a conseguir poderes locales, departamentales,
Congreso o Presidencia?
Entramos
a la vida política del país con una propuesta amplia. Esa es la que vamos a
llevar a nuestro congreso, que lanzará las banderas, la plataforma que vamos a
llevar de ahí para adelante. Allí se pactará la estrategia electoral. Y obvio
que aspiramos a llegar a todas las instancias que son elegibles popularmente.
Frente a la campaña presidencial de 2018, hace rato dijimos que se debe buscar
un gobierno de transición. Una propuesta amplia que hemos ido trabajando con
mucha gente, hay unos que han entendido y otros que se resisten. A esos les
decimos aquí se trata de lo que le sirve a Colombia, los intereses de todo un
país están en juego, y nosotros no podemos lanzar a un candidato presidencial
en aras de disputar el poder en momentos en que aún tenemos que trabajar contra
muchísimas resistencias que tenemos. Un conflicto de tantos años no nos ha
permitido reconocer puntos en común. Hay gente que cree que todavía estamos
negociando en Cuba. Por eso creemos que necesitamos un presidente que garantice
el cumplimiento de lo que acordamos.
Simón
Trinidad era el designado por ustedes como el coordinador del desarme… han
pedido su retorno a Colombia desde el primer día del proceso, pero no ha pasado
nada con él. ¿Tiene esperanza de que algún día lo vuelva a ver?
Siempre
lo hemos pedido, y trabajamos duro para buscar su regreso. Él lo sabe, y desde
allá nos está acompañando y apoyando. No lo hemos olvidado y seguiremos
haciendo todo lo que podamos para que Simón regrese.
Tomado
de www.elespectador.com. 2 JUL 2017 -
6:00 AM
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