miércoles, 28 de junio de 2017

Motivaciones para votar el 30/07 por la ANC 2017. Por, Yldefonso Finol

Motivaciones para votar el 30/07 por la ANC 2017

         
28/06/2017
Opinión
Nuestro país vive otra vez los empellones de una violencia injustificada y perturbadora.

No negamos el paso de la crisis, estamos sumidos en ella, con sus raíces sistémicas y sus severas expresiones socioeconómicas.

Enemigos muy poderosos, astutos e inescrupulosos se confabularon desde hace casi dos décadas para impedir el éxito de la Revolución Bolivariana.

También se suman graves errores político-ideológicos, éticos y de política económica de nuestra parte, cuyos efectos no se han balanceado autocríticamente, y que pesan más de lo meramente gubernamental.

Hay problemas culturales serios que no se trabajaron adecuadamente estos diez y siete años, y al contrario, se fue permisivos y hasta reproductores de antivalores típicos de la decadencia moral burguesa.

Sin embargo, ni el ideal socialista de igualdad y fraternidad, ni la Doctrina Bolivariana -más vigentes que nunca- son los culpables de las fallas y malas prácticas señaladas; por no atender esas fuentes espirituales de nuestra causa es que tales falencias fueron posibles.

Pese a ello, la razón histórica sigue de nuestro lado, y no está planteado claudicar ni traicionar los principios que abrazamos con Chávez como jefe inspirador del nuevo humanismo altruista y la emancipación nacional.

Por estas razones de logros, amor y futuro, vamos a votar constituyente:

1) La Democracia. En Venezuela votar es un derecho y no es obligado, pero a la vez es un deber para con el país, por tanto, es un privilegio sencillo de participación pulcra y digna que no debemos despreciar. Votar es construir ciudadanía.

2) La Paz. Por oposición al disturbio y el terrorismo que nos agobia y enluta, el voto voluntario es un acto de protesta contra la guerra que algunos sectores mezquinos quisieran imponer. La convocatoria a la ANC es una apertura a múltiples diálogos, que deben conducirnos a dirimir diferencias y echar bases de un modelo estable y perdurable de convivencia.

3) La Soberanía Nacional. La venezolanidad connota heroísmos libertarios que son reconocidos mundialmente. Honrar esa herencia sagrada que nos da Patria, es aportar nuestra actitud solidaria y comprometida con la pervivencia de la República Bolivariana de Venezuela como nación independiente, frente a pretensiones imperialistas que nos quieren ver derrotados y sumisos para recolonizarnos. Votar para la ANC es formar parte del Ejército Libertador contemporáneo.

Sin el Derecho Humano a tener Soberanía y nacionalidad, ningún otro derecho es posible disfrutarlo.

4) La Garantía de los Derechos Humanos. La CRBV es un excelente instrumento de Derechos. No hay dudas sobre la profundización de los mismos, toda vez que su carácter progresivo e indivisible, preservan los conquistados y abren cauces creativos para incluir aquéllos que las luchas de los pueblos y movimientos sociales internacionales han ido incorporando a la agenda del nuevo pliego garantista de esa "utopía por la dignidad colectiva" que son los DDHH.

5) Estabilidad Laboral y Prestaciones Sociales. Estas conquistas del funcionariado corren grave peligro de llegar a imponerse la opción anti ANC. Son esos sectores quienes no sólo pregonan la disminución del Estado, sino que además, han amenazado aplicar represalias odiosas contra servidores públicos que a diario se esfuerzan por cumplir sus tareas superando dificultades y con lealtad a las instituciones que son del pueblo venezolano. Votar para la ANC por cualquiera de las personas postuladas, es decir "aquí estamos presentes cumpliéndole a las leyes y la Constitución", tal como juramos al optar al cargo que ocupamos con decencia y entrega.

6) Jubilaciones y Pensiones. Son éstas las recompensas mínimas a que aspiramos luego de años de servicio. Esta ANC tiene la especial particularidad que por primera vez en la historia, la clase trabajadora tendrá una significativa representación directa, más un grupo de compatriotas que ya gozan de la digna condición de jubilados y pensionados. Es decir, tenemos voz propia y garantías de no retroceder en estos beneficios conquistados, toda vez que en países vecinos recientemente se han lesionado y retrogradado logros que se creían inamovibles.

Las derechas que gobiernan Argentina y el usurpador de Brasil, los eliminaron de un plumazo.

7) Impedir la Imposición Neoliberal. Votando para la ANC buscamos impedir que nos impongan un paquete neoliberal, como lo vociferan políticos y tecnócratas opositores. Tal escenario implicaría privatizaciones masivas de los servicios electricidad, gas, agua, salud y educación. Millones de personas quedarían impedidas de acceder a estos elementos esenciales para la calidad de vida y la inclusión social. Basta mirar las tarifas dolarizadas que se paga en países vecinos, a las que quienes vivimos de un salario no podremos jamás acceder.

Yldefonso Finol
Constituyente de 1999



http://www.alainet.org/es/articulo/186447

Adiós a las armas, se cerraron los contenedores. Por, Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Adiós a las armas, se cerraron los contenedores

         

28/06/2017
Opinión
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Se acabaron los hombres de guerra de las FARC, el Ejército del Pueblo (EP) entró a hacer parte de la historia y 900 caletas con armas adicionales se pudren en las selvas. Las 7132 armas personales de las FARC, que sostuvieron el alzamiento armado y las acciones cotidianas de la guerra, ahora son inservibles trozos de metal adentro de los contenedores, vigilados por las Naciones Unidas. El proceso del desarme deja a una guerrilla no derrotada, que supo negociar políticamente su salida de la guerra a cambio de encontrar garantías para competir por el poder por la vía electoral.

Cerrados los contenedores, puestos los candados de seguridad y anunciada la noticia, el presidente Santos, -premio nobel de la paz de 2017- en representación de este propósito colectivo centrado en el reconocimiento a las víctimas, expresó que la paz ahora sí es irreversible y que por esta causa le valió la pena haber sido presidente. El comandante Timoleón, en su última intervención al ejercito del pueblo señaló que termina para ellos el uso de las armas pero que siguen existiendo como un movimiento legal, que no abandona su proyecto ideológico y político.

Las 26 zonas de encuentro de los desarmados, son pequeñas ciudades solidarias, zonas comunes de los afectos y la construcción de culturas de paz, de ciudadanía, de derechos. Son miles de hombres y mujeres que le apuestan a la vida democrática sin armas, que ya abandonaron hace tiempo las preocupaciones de guerra y el adiestramiento para el combate. Los cuerpos se ejercitan en la danza, el teatro, la música, las comunicaciones, el deporte, la edificación de ranchos y caminos, el estudio de la teoría política y la revolución desarmada, ya no hay que prepararse para estar alerta a huir de los bombardeos, ni alistarse para ejecutar las emboscadas.

La gran noticia del día 27 de junio, es el comienza de un momento de posibilidades para ponerle sentido a otro sentido del ser y hacer humano, para promover otras lógicas para vivir sin sobresaltos ni humillaciones la vida cotidiana, sin odios, sin ganas de venganzas, sin autoritarismos. Una vida humana, de humanos capaces de reconocer a los otros hasta ahora rechazados y ser reconocidos por esos otros que los negaban, ahí nace la nueva Colombia que el país espera construir. La mejor noticia da cuenta de un proceso de paz exitoso, sobre todo porque militarmente las fuerzas del estado y de la insurgencia fueron convencidas por las víctimas y los sectores populares de la necesidad de ganarle la batalla a la muerte y tomar distancia de la crueldad y el miedo, de luchar sin armas letales.

La cruda realidad, sin embargo es multidimensional y compleja, por eso no hay que olvidarse del país real, que se debate entre sus sueños de confianza en el estado y del estado que mira con desprecio a sus representados. El país que cree en la inocencia y el de las mafias y clientelas que lo saquean sin siquiera un poco de vergüenza. Proponer mirar el día de la gran noticia más completo, podría iniciar por enfocar la mirada en una pantalla de múltiples recuadros, anunciando al mismo tiempo partes, pedazos de historias que tomadas al azar podrían mostrar por ejemplo que: en el departamento del Cauca murieron dos policías en una emboscada, es decir, en un acto de guerra ejecutado al parecer por guerrilleros del ELN, grupo insurgente con el que el gobierno adelanta conversaciones en Quito Ecuador. Los acuerdos parecen no avanzar como lo espera la sociedad, que nota en el presidente a un hombre vacilante que a cambio de optar por consolidar la legitimidad del nobel, prefiere ser aceptado como referente de las elites y posicionarse mejor en la grilla de partida de las elecciones 2018. Las elites venden a través de él una idea sublime de paz hacia afuera y empujan el enredo de la implementación de los acuerdos hacia adentro, porque están dispuestas a hacer, entre sus fragmentadas filas a un lado sus rencillas y juntarse al precio que sea para afirmar su control total del poder, aunque parte del costo sea compartir asuntos con una la ultraderecha que no conoce límites.

En otro recuadro, nueve jóvenes, en su mayoría universitarios procedentes de carreras de derecho, sociología y otras humanidades cursadas en las universidades públicas, son desde cuando fueron detenidos hace tres días, motivo de escarnio, vendetta, especulaciones y estigmatización, tratando de convertirlos en trofeos, en imputados delincuentes, en medio de sesiones casi secretas realizadas en el edificio judicial de paloquemao en el centro de Bogotá. Las organizaciones populares y de defensa de derechos humanos anuncian que este es otro caso mediático de falsos positivos judiciales y el propio fiscal general acompañado del director de la policía los acusa por televisión de haber provocado el acto de terror (explosión de una bomba) en el centro comercial andino en la zona rosa del norte de la ciudad, con saldo de tres muertes y nueve heridos. Episodios similares de este tipo de actuación judicial se repiten constantemente y tienen a decenas de inocentes en las cárceles, a consecuencia del espíritu de guerra del enemigo interno y la seguridad que sigue intacto.

En el tercer recuadro, el orden judicial aparece operando con eficacia ante el exgobernador de la Guajira Kiko Gómez, denunciado y reconocido por sus víctimas como parte activa de la estructura paramilitar y corresponsable de la tragedia humanitaria de miles de niños indígenas muertos por física hambre ante el despojo de sus aguas, saqueo del erario y asalto a sus tradiciones y riquezas colectivas, fue condenado a 40 años de prisión por el asesinato de un concejal opositor a su política.

Otros recuadros perdidos entre repetidos mensajes comerciales, ofertas vacacionales, anuncios de futbol y ciclismo mundial, medallas de oro y episodios novelados de hampones y traquetos, son los anuncios sobre los preparativos de un paro nacional contra las políticas económicas y sociales, los desastres ecológicos por contaminación de aguas residuales de empresas mineras legales e ilegales, nuevas capturas por escándalos de corrupción. Por entre las rendijas de las parrillas únicas de información manipulada se cuelan cifras y hechos sistemáticos y repudiables de violencia intrafamiliar con nuevos feminicidios, largas filas de seres humanos descompuestos por la enfermedad a la espera de una cita médica de urgencias, las esperas para entregar una hoja de vida para un empleo precario y sin garantías, cárceles al 200% de hacinamiento y cientos de rebeldes de las FARC hechos prisioneros en huelga de hambre, con sus labios cosidos en carne viva esperando que el estado cumpla su palabra fijada en los acuerdos y los convierta en civiles con derechos.

El día 27 de junio, en primer plano, es un día especial para la paz de Colombia, se termina el ejército del pueblo, y se inaugura el partido sin armas de las FARC. Hay optimismo para que la paz siente bases sólidas, se incorpore en todos los tejidos de la sociedad y se transformen las instituciones tomadas por el espíritu y lenguaje de la guerra. Hay esperanzas y confianza para salirle al paso a las otros múltiples tipos de violencia de alguna manera relacionados con la desigualdad, el sufrimiento, las carencias y el trauma psicosocial que dejan cinco décadas de guerra en que la muerte tuvo su auge con secuelas de violencia endémica contra las mujeres y los niños, contra excluidos, marginados y opositores. Hay confianza para construir un nuevo humanismo que supere al odio con urgentes acciones de reconciliación por parte del estado del que se espera imparta justicia en los tribunales y promueva justicia social en democracia para impedir que otras guerras empiecen a incubarse.
http://www.alainet.org/es/articulo/186444

¿Adónde va la América?. Por, Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

¿Adónde va la América?

En este momento, y dada la correlación de fuerzas que impera en la región, las izquierdas y demás fuerzas progresistas han cedido la iniciativa política y una suerte de inercia nos arrastra al compás de los planes que se urden en Washington y que ponen en práctica sus aliados dentro de cada uno de nuestros países. Vivimos a la defensiva, en la resistencia, cubriendo varios flancos a la vez.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

“¿Adónde va la América, y quién la junta y guía? Sola, y como un pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola”.
José Martí, Madre América (1889)

Poco a poco, como volviendo a tiempos que –quizás con un exceso de optimismo- creíamos superados, la dinámica política y el curso de los acontecimientos están desplazando el espacio de las disputas sobre el devenir de América Latina de nuestras latitudes meridionales, como había sido la tónica durante la última década al menos, hacia el Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de José Martí. Hacia la sombra tutelar y conspirativa de Washington y los entresijos del Departamento de Estado, que han pescado en el río revuelto de los errores y dificultades de los gobiernos progresistas y nacional-populares.

La vocación de vasallaje de las élites gobernantes, vieja vergüenza de nuestra historia, hoy se nos revela una vez más en su doble condición de tragedia y farsa, que no otra cosa ha sido la puesta en escena de la Asamblea General de la OEA en Cancún, y los espurios preparativos a los que concurrieron numerosas cancillerías, posiblemente sometidas a la diplomacia de la extorsión y el chantaje, para adherir al guión intervencionista de la Casa Blanca. Salvo en los peores años de persecución ideológica durante la Guerra Fría, y de acoso sistemático a la Revolución Cubana, que desembocaron en la expulsión de Cuba de este organismo en 1962, no se recuerda una campaña similar a la que ahora se ensaya contra Venezuela.

Que la OEA recupere su protagonismo como foro de resolución de conflictos continentales, tan solo evidencia el avance del panamericanismo imperialista,  ese que ahora se expresa descarnadamente, sin modales ni artificios como los que caracterizaron las dos administraciones de Barack Obama. Los halcones de Trump muestran sus garras (como recién lo hicieron contra Cuba, en un teatro de Miami), escupen amenazas y reivindican, mesiánicamente, el Destino Manifiesto como pretendidos defensores de la “democracia” y la “civilización” en el hemisferio.

En la otra cara de la moneda, los organismos de la integración regional múltiple y diversa de nuestra América, que fueron determinantes para contener los reiterados empeños golpistas y desestabilizadores que llevaron adelantes las derechas antidemocráticas en los últimos años, en Paraguay, Honduras, Ecuador y Bolivia; o para mediar en conflictos bilaterales como los de la Venezuela de Hugo Chávez y la Colombia de Álvaro Uribe,  han caído en el ostracismo, o bien, sus mecanismos de acción política se han debilitado por los cambios de gobiernos y las plazas tomadas por la restauración neoliberal (Argentina, Brasil).

Como lo explican Ava Gómez y Camila Vollenweider, investigadoras del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, “desde el 31 de enero de este año, la Unasur está acéfala, y su funcionamiento prácticamente se ha reducido a lo elemental, al menos en contraste con el protagonismo político que tuvo desde su fundación hasta finales de 2016. (…) En lo que va del año, sólo 2 de los 12 Consejos Sectoriales se han reunido, y ha sido por cuestiones técnicas, vinculadas a educación y a infraestructura. (…) A diferencia de hace casi una década, hoy la Unasur carece de la férrea voluntad política de buena parte de sus miembros para reposicionarla como el principal espacio de interlocución política e integración regional”. Otro tanto podría decirse de la CELAC, instancia que pretendía establecerse como contrapeso a la influencia histórica de los Estados Unidos en los asuntos latinoamericanos y caribeños, pero que no termina de consolidarse y sus miembros –salvo Cuba y recientemente Venezuela- no cortan el cordón umbilical que les une al panamericanismo de la OEA.

Está claro, pues, que en este momento, y dada la correlación de fuerzas que impera en la región, las izquierdas y demás fuerzas progresistas han cedido la iniciativa política y una suerte de inercia nos arrastra al compás de los planes que se urden en Washington y que ponen en práctica sus aliados dentro de cada uno de nuestros países. Vivimos a la defensiva, en la resistencia, cubriendo varios flancos a la vez.

Cómo recuperar la audacia que marcó los primeros años del siglo XXI nuestroamericano, en medio de un contexto global de prolongada crisis capitalista y con preparativos de una Tercera Guerra Mundial en el horizonte, es la gran pregunta de nuestro tiempo. Sabemos adónde no queremos volver: al pasado neoliberal que ahora se disfraza de futuro. Pero esta certeza, por sí sola, todavía no nos alcanza para reencontrar, en la diversidad de las luchas y experiencias, los caminos emancipadores que reclama nuestra América.

Nicolás Maduro, el chofer del metro de Caracas

Conocí personalmente a Maduro cuando Maduro no era aún Maduro, sino Nicolás. Fue en el apartamento de un viejo amigo y camarada paraguayo, que murió hace unos años exiliado en Caracas, Joel Atilio Cazal.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.
Como se sabe, el señor presidente de los Estados Unidos, el magnate Donald Trump, nombró como su asesor económico al presidente de operaciones de Goldman Sachs, Gary Cohn, y como secretario de comercio de su gabinete al multimillonario Wilbur Ross.

Al hacerlo, Trump dijo: “sencillamente no quiero a una persona pobre (en el puesto)”, y agregó que el de ellos es “el tipo de pensamiento que queremos”.

Goldman Sachs, que en 2008 era lo que se conoce como un banco de inversión, cometió entonces un gigantesco fraude en los Estados Unidos con lo que se conoce como “hipotecas subprime”, que llevó a una profunda crisis mundial que sigue teniendo repercusiones hasta nuestros días en todo el planeta.

Eso no es todo; Goldman Sachs estuvo involucrado en el origen de la crisis de la deuda soberana de Grecia, ya que ayudó a esconder el déficit de las cuentas griegas del gobierno conservador de Kostas Karamalis, lo que en última instancia fue la causa de la debacle griega que, en este momento, tiene a ese país atravesando la más rotunda y feroz crisis de su historia.

No hilaremos más sobre los tentáculos de este aparato financiero que tiene a algunos de sus principales directivos en puestos clave de Estados Unidos y Europa (Mario Draghi, por ejemplo, actual presidente del Banco Central Europeo, fue su vicepresidente por Europa). Nos basta con que nuestros despreocupados lectores se hagan una idea de dónde provienen estas figuras que Trump lleva a su gabinete, y cuya visión de mundo y accionar económico ensalza: de una verdadera cueva de ladrones, frente a la cual Alí Babá y sus cuarenta compinches se queda pálido.

Estos son, queridos amigos y amigas, los “hombres del presidente”; el crew con que los Estados Unidos se presenta ante el mundo y dicta cátedra sobre libertad y democracia. El team con el que tienen la desfachatez de pontificar y complotar en lugares como la OEA contra Venezuela. Es decir, un equipo de multimillonarios mafiosos que no han vacilado en utilizar las más sucias tácticas de salteadores de caminos para hacer sus fortunas.

Y del otro lado está Maduro, un chofer de autobús del metro de Caracas. Su madre, Teresa de Jesús Moros es de nacionalidad colombiana, y su padre, Nicolás Maduro García, líder sindical. Estudió en un liceo público en el populoso barrio de El Valle en las afueras de Caracas, donde logró graduarse pero no ingresó a la universidad, sino que más bien se dedicó a trabajar “en cualquier cosa” para ayudar a su familia.

A Nicolás Maduro y a Hugo Chávez, su mentor, las terriblemente clasistas y racistas clases media y alta venezolanas les han dicho de todo; al primero, lo tildaban de “negro” para arriba, lo que para ellos es sinónimo de insultarlo con los más soeces epítetos imaginables. Como Maduro es “blanquito”, los insultos atañen a su condición proletaria, que como Trump, esta gente considera un lastre.

Conocí personalmente a Maduro cuando Maduro no era aún Maduro, sino Nicolás. Fue en el apartamento de un viejo amigo y camarada paraguayo, que murió hace unos años exiliado en Caracas, Joel Atilio Cazal. Joel me dio posada en su casa mientras yo participaba en un congreso académico; dormí en uno de los sillones de la sala de su apartamento ubicado en El Silencio, en pleno corazón de la ciudad. En el otro sillón dormía Nicolás, que venía de terminar un curso sindical en el extranjero.

Juntos empaquetamos la revista Koeyú latinoamericano que editaba Joel Atilio, y compartimos para bañarnos el agua que la familia Cazal almacenaba en un tonel en el baño, dados los continuos cortes de suministro que se sufrían.

Lo recuerdo grandote, bonachón, buena gente y comelón. Ninguno de los dos sabíamos para ese entonces de los desmanes de Goldman Sachs ni intuíamos la debacle a la que llevaría al mundo capitaneada por los que después serían miembros de la tripulación de Trump.

Lo olvidé hasta que lo volví a ver en las primeras filas de la Revolución Bolivariana, y él no debe tener la más mínima idea de quién soy yo, pero no importa. Lo he recordado mucho esta semana que termina cada vez que veía a la caballería norteamericana llamando a arrebato de combate contra Venezuela en la OEA, y a todos los falderillos del imperio envalentonados lanzando improperios y volviendo a ver si el jefe sonreía y asentía.


Entre otras cosas, por eso firmé la carta en la que un grupo de latinoamericanos respaldamos a la Revolución Bolivariana hace unos días: porque es un gusto, un honor, un deseo cumplido ver a alguien como él, proletario de izquierda, enfrentarse al imperio más poderoso de la historia gobernado por bandoleros prepotentes.

martes, 27 de junio de 2017

EL DESTINO DE ROBLEDO Y CLARA LÓPEZ. POR, LEÓN VALENCIA

EL DESTINO DE ROBLEDO Y CLARA LÓPEZ. POR, LEÓN VALENCIA

Robledo ha confundido a lo largo de estos años izquierda con oposición. No quiso aceptar que la izquierda, sin dejar de serlo, podía acompañar a Santos en la búsqueda de la paz y participar en su gobierno para alentar este objetivo. No comprendió que eso no significaba perder su filo crítico.

Otra vez se ha dividido el Polo y ahora está en grave peligro la continuidad de su representación parlamentaria. Es una lástima. Que una organización política haya tenido en su nómina a congresistas como Gustavo Petro, Carlos Gaviria, Antonio Navarro y Jorge Enrique Robledo, reconocidos en diversos momentos como los mejores parlamentarios en sondeos de opinión y en la calificación de sus colegas, es un verdadero lujo, un lujo que no se debía perder.

Esta corriente  ha sido, sin duda alguna, a lo largo de 15 años, la principal gestora de debates políticos en el Congreso de la República. El referente en los juicios a la corrupción, la voz más alta en la defensa de los derechos sociales consagrados en la Constitución de 1991, la bancada más decidida en la lucha contra la discriminación por motivos económicos, raciales y sexuales.

El mérito es mayor si se tiene en cuenta que su representación no alcanzó nunca el 10 por ciento de los congresistas. Desde una condición minoritaria han dado batallas memorables. Fue ese brillo parlamentario y esa vocación social lo que les permitió cosechar triunfos en la Alcaldía de Bogotá y votaciones importantes en cuatro disputas presidenciales.

Pero su habilidad parlamentaria ha contrastado con su torpeza en el trámite de las diferencias al interior del partido; con su incapacidad para permanecer unidos; con su inflexibilidad a la hora de las alianzas y de la participación en la Rama Ejecutiva del poder; con sus limitaciones para orientar, vigilar y controlar sus miembros en el ejercicio del gobierno, como ocurrió en el caso de la familia Moreno Rojas en la capital del país.

Jorge Enrique Robledo ha reunido la mayor virtud y el mayor defecto. Ha sido un parlamentario excepcional por su inteligencia, su preparación, su espíritu crítico y su valentía al momento de las controversias y las denuncias. Pero a la vez ha sido el más rígido, el más sectario, cuando se trata de buscar acuerdos para la disputa presidencial o para la participación en el gobierno nacional en función de un interés mayor o del impulso a algunas políticas claves para el país.

Robledo ha confundido a lo largo de estos años izquierda con oposición. No quiso aceptar que la izquierda, sin dejar de serlo, podía acompañar a Santos en la búsqueda de la paz y participar en su gobierno para alentar este objetivo. No comprendió que eso no significaba perder su filo crítico.

No fue capaz de ver la gran fractura que se produjo en las elites colombianas y las inocultables diferencias entre Uribe y Santos. No quiso dirigir su innegable capacidad oratoria contra las fuerzas más retardatarias en cabeza de Uribe y de sectores del Partido Conservador. Al más viejo y elemental estilo del marxismo criollo sentenció que allí  no había diferencias, que todos eran iguales.

Apoyado en un disciplinado grupo de militantes que lo han acompañado a lo largo de su carrera política, ha ido forzando paso a paso la salida del Polo de sus pares en la conducción política: Garzón, Navarro, Petro y ahora Clara López, todos candidatos presidenciales, todos por la misma razón, porque en algún momento buscaron o aceptaron coaliciones políticas para encarar la disputa con la derecha pura y dura.

Hoy está amenazada la presencia del Polo en el Congreso. Si Robledo persiste en su candidatura presidencial hasta el final es difícil, si no imposible, que este partido obtenga el umbral para mantener su representación.

Solo lo salva que se apruebe la reforma que permite la integración de listas entre diversas fuerzas políticas, y en ese caso Robledo tendría que acceder a una coalición con los verdes, con Fajardo, con Petro o con la misma Clara López, lo cual tendría muy poca lógica porque se estaría uniendo con alguna gente que ha sacado del Polo y que ahora tiene muchos vasos comunicantes con Santos.

Clara López en cambio ha perdido el carnet de un partido que la llevó a conseguir 2 millones de votos en la primera vuelta presidencial de 2014 y 500.000 en la disputa por la Alcaldía de Bogotá en 2015, pero tiene un panorama muy abierto en la campaña de 2018.

Su larga trayectoria en la izquierda y su reconocido compromiso con la paz le dan méritos suficientes para ser candidata presidencial y competir en primera vuelta en cabeza de una coalición de izquierdas que incluya al partido que surja de la desmovilización de las Farc.

Pero puede ocurrir también que alguno de los candidatos de la actual coalición de gobierno, un Germán Vargas Lleras o un Humberto de la Calle, decidan invitarla como fórmula vicepresidencial.

Lo cierto es que la actual coyuntura política es tan incierta como rica en posibilidades. El plebiscito por la paz de octubre dejó a la coalición entre Uribe, algunas Iglesias y sectores conservadores con una probabilidad enorme de pasar a segunda vuelta si consiguen un candidato presentable, sin una gran cola de cuestionamientos y corrupción. En ese ambiente Clara López cuenta mucho para una coalición que le compita con opción de triunfo al uribismo.

Tomado de www.semana.com