viernes, 13 de noviembre de 2015

Adiós al Concurso Nacional de Belleza. Por: Juan de Díos Sáncez Jurado.

Adiós al Concurso Nacional de Belleza. Por: Juan de Díos Sáncez Jurado.

Adiós al Concurso Nacional de Belleza y, en general, adiós a todos los concursos de belleza en Colombia. No es posible que estemos a mediados de la segunda década del siglo XXI, y que aún se efectúen certámenes que son muestra de arraigado machismo, cuya única repercusión cultural es reforzar estándares de belleza clasistas y racistas. 

El Concurso Nacional de Belleza nació en 1934, como un evento para congregar al país en el marco de la celebración de la independencia de Cartagena. 1934, cuando todavía faltaban veinte años para que las mujeres en Colombia tuvieran derecho al voto, una época en la que el destino de la mayoría de las mujeres de este país era el matrimonio o el convento y, en ambos casos, consagradas de manera vitalicia a los oficios domésticos. Es hora ya de ponerle fin a una práctica que nada tiene que ver las conquistas jurídicas, sociales y económicas que han logrado las mujeres hasta la fecha, en el camino hacia la equidad de género.

No es posible que sigamos viviendo en un país que por cuenta de estos concursos, demuestra una  obsesión por la belleza de la mujer joven, esbelta, soltera y virgen, es decir, las “Señoritas”, y que a partir de ello desconoce y demerita a las mujeres que no encajan dentro de esas categorías.

Reconozcamos que es un tanto ridículo que, siguiendo el ejemplo del Concurso Nacional de Belleza, en cada rincón de este país, hasta para celebrar al más agreste de los cultivos, un grupo de mujeres se exhiba en traje de baño para que un jurado decida cuál es la más “chusca”, la más “buena”, las más “hembra” del ramillete. Aparte esa denominación de “reina”, ¿de dónde viene?, ¿en qué momento nos convencieron de que la panela, el ñame o la arracacha concedían título nobiliario?

Los concursos de belleza perpetúan la idea de que una mujer es sólo un objeto de contemplación cuyo valor radica en su capacidad para atraer miradas, es decir, su capacidad para ser objeto de deseo, al tiempo que su intelecto no importa o importa sólo para ser tema de burlas, cuando presa de los nervios, alguna de las candidatas responde en la sección de preguntas con algún disparate.

La belleza no es un talento, es un hecho biológico, entonces ¿por qué una competición para elegir  a la “más” favorecida por esa casualidad genética? Sin descontar que hoy en día la belleza en estos certámenes, más que un hecho biológico, es un hecho quirúrgico y de retoque digital; entonces qué es lo que se premia, ¿la superficialidad, el inconformismo con el propio cuerpo, la obsesión por encajar en los estándares de belleza? 

No es justo que haya departamentos, distritos o municipios, destinando recursos públicos para patrocinar la participación de una candidata al Concurso Nacional de Belleza. Además, hablando de presupuestos, es evidente que el del Reinado Nacional agoniza. Desde el año 2000 a esta parte hemos visto cómo el concurso se ha venido a menos; se nota en la talla de los artistas que interviene en las presentaciones musicales, en la celebración de los eventos previos a la noche de coronación fuera de Cartagena (porque Cartagena sale cara), y en el bajo rating de las teletransmisiones.

Que vivan las mujeres, que viva la belleza, pero que el valor de una mujer no se fundamente exclusivamente en su apariencia, eso es triste.

Así como sucedió con Micolta, el personaje de Sábados Felices que tuvo que retirarse a petición del público, por perpetuar estereotipos de discriminación racial, sería consecuente que también uniéramos voces para pedir que la de este año sea la última versión del Concurso Nacional de Belleza, y que de una vez cese la violencia de género que ejerce cada año.

Juan de Díos Sáncez Jurado. Cartagenero. Abogado de profesión. Escritor por vocación. Animal político, cultural y alternativo. Director de la revista cultural cartagenera Cabeza de Gato: @cbzdegato

TOMADO DE ELUNIVERSAL.COM. NOVIEMBRE 13 DE 2015.


domingo, 11 de octubre de 2015

Derecho, cultura jurídica e identidad nacional en Cuba. Julio Antonio Fernández

Derecho, cultura jurídica e identidad nacional en Cuba.  Julio Antonio Fernández Estrada 08/10/2015

Cuba Posible, un espacio de pensamiento crítico de izquierda democrática, ha celebrado recientemente un seminario sobre “La justicia en Cuba”, en el que han participado varios amigos y colaboradores cubanos de Sin Permiso.  En las proximas entregas iremos publicando varias de esas intervenciones. Esta que sigue a continuación fue con la que abrió el debate el profesor Julio Antonio Fernández Estrada.SP


A manera de Introducción

El Derecho, en sus múltiples dimensiones aceptadas −normativa, científica, sistemática, axiológica, social− no ha encontrado un espacio en las nociones modernas y contemporáneas del sentido común sobre cultura. Al ser una creación espiritual         −evidentemente cultural−, pero ligada a la dominación política, el Derecho se ha relacionado en el imaginario social, más con el Estado que con la imaginación social, la creatividad popular o el ingenio científico.

La enseñanza universitaria del Derecho nació con el método escolástico de estirpe aristotélica, por lo tanto es tradición en la enseñanza jurídica la práctica del discurso unilateral, acrítico, no dialógico, que poco ha cambiado en los planes de estudio de América Latina y el resto del mundo, aún después de la influencia de escuelas de interpretación, concepción y análisis del Derecho, que sobre todo durante el siglo XX trataron de modificar la ciencia del Derecho para convertirla en algo más que un estudio profundo de la norma jurídica.

Las escuelas críticas sobre el Derecho desmontan las teorías positivistas y utilitaristas de la iusfilosofía y en la mayoría de los casos utilizan un arsenal teórico marxista, pero no han logrado trascender, en la mayoría de los casos, de la especulación de la filosofía del Derecho hacia la realidad social que consideran básica.

La imagen que ha inculcado la Modernidad sobre la política ha tenido un éxito total, también por esta razón la despolitización de las ciencias sociales ha encontrado tantos adeptos entre los defensores de una ciencia del Derecho neutral.

En los países en los que, como Cuba, se ha vivido una Revolución social radicalizada rápidamente hacia la transición socialista, es de gran interés estudiar la manera en que se ha comprendido el papel del Derecho en la cultura, la política, la Revolución, y en la formación de una ciudadanía libre, imprescindible para la aspiración socialista del tipo que sea.

El gran proceso de institucionalización de la Revolución, que cristalizó en Cuba en los años 70, trajo consigo no solo la estabilidad política y la coherencia administrativa, sino también la estatalización de toda la economía y el control político-partidista de toda la creación espiritual-artística, científica.

El Derecho llegó a ser considerado innecesario bajo los presupuestos de los logros de los objetivos de la construcción del socialismo en Cuba.

También fue despojado de sus bases iusfilosóficas con la eliminación de la enseñanza de la Filosofía del Derecho, hasta la segunda mitad de la década del 90 del siglo XX.

La enseñanza del Derecho, por lo tanto, se ha construido en Cuba a partir de esta comprensión de lo jurídico, seguidora del reduccionismo marxista de las escuelas soviéticas, que consideraron al Derecho como simple expresión de la voluntad de la clase dominante, o como reflejo de la base económica de la sociedad.

Estas concepciones no fueron lo suficientemente fuertes como para frenar, sin embargo, la gran influencia que durante todo el siglo XX ha tenido en América Latina, como en Europa, la vulgarización y reducción del pensamiento y la obra de Hans Kelsen.

El normativismo kelseniano ha calado en lo profundo de la formación jurídica cubana y de la cultura jurídica en general. El Derecho enseñado desde el ordenamiento, desde la norma, ha reducido el análisis jurídico cubano y lo ha despojado de su carga axiológica.

Aunque los  últimos planes de estudio de la carrera de Derecho en Cuba,  −desde el C, y el C perfeccionado hasta el presente Plan D−, han invocado el principio de enseñar Derecho y no legislación, nuestros maestros siguen prefiriendo la fundamentación jurídica basada en el Derecho Positivo.

En muy raras ocasiones se desarrolla la habilidad crítica, encaminada a analizar el tipo de sociedad y de sujeto social que son los destinatarios del Derecho que se crea por el Estado.

En muy raras ocasiones abrimos debates y evaluaciones sobre el tipo de sociedad y de Derecho que tenemos y sus posibles desembocaduras en sociedades y Derecho socialistas.

El Derecho no se reconoce ni se enseña como elemento de la cultura nacional, como expresión de identidad nacional, como músculo de la independencia como nación.

Este postulado, por lo tanto, no defiende el supuesto Derecho puro, sino un tipo de dominación que los supera, que es parte de un sentido común que él mismo reproduce: la idea de la inutilidad de la política para el logro de la libertad y la felicidad individual, que es el mejor producto de la Modernidad.

La cultura jurídica que resulta de este panorama en Cuba y en cualquier lugar donde se dan estos síntomas sociales bastante generales, es minimizada a simple conocimiento sobre algunas instituciones del Derecho y sobre los derechos individuales, quedando fuera del panorama cultural la propia producción de lo jurídico por el pueblo.

La cultura jurídica en Democracia y en República debe ser concebida no solo como información, sino como actuación, creación, realización, control popular del Derecho, sobre el Derecho.

La dimensión social del Derecho no debe ser vista solamente como la esencia del Derecho, dada la razón de ser histórica de lo jurídico. Lo social debe mantenerse como dimensión activa del Derecho, protagonista de su reconstrucción y remodelación para una sociedad libre.

La participación social que nos convoca no puede ser concebida sin un Derecho hecho por el pueblo y controlado por este.

Debemos plantearnos una enseñanza del Derecho diferente para aspirar después a un Derecho diferente y también a una ciudadanía diferente.

Derecho Romano e identidad nacional

Pocas veces escuchamos la consideración del Derecho como un atributo de la identidad nacional cubana. Sin embargo, hace poco más de una década el otrora Centro de Investigaciones Jurídicas del Ministerio de Justicia impulsaba la tesis liderada por el jurista Dimitri Prieto, de que existían elementos jurídicos probables en la conformación de la identidad cubana y hasta de la nacionalidad patria.

Antes y durante de la defensa de estas ideas hemos conocido de trabajos importantes y enjundiosos de profesores, sobre todo de la Universidad de Oriente y de la Universidad de la Habana, que desde puntos de vista políticos y de la historia y la filosofía del Derecho, han encontrado patrones de lo jurídico en la base de la idea de nación en Cuba.

Se han divulgado más ideas en los últimos diez años que respaldan estas tesis, sobre todo provenientes de académicos como Julio Fernández Bulté o de figuras políticas como Armando Hart, pero en el ámbito de las ciencias sociales cubanas no es usual un consenso sobre una identidad nacional, también marcada por el ingrediente jurídico.

Si viajamos a principios del siglo XIX en Cuba, encontramos en los círculos intelectuales de la Isla un debate sobre la preponderancia, debida y querida, de un Derecho llamado patrio, que se debía contraponer al Derecho extranjero.

Pero el Derecho extranjero no era el español, como muchos pensarían, sino el romano, que había llegado a Cuba como valor y forma jurídicos, preponderantes, desde el siglo XV, pero por la vía de la conquista y del uso de este Derecho por la dominación española.

El Derecho que se defendía como patrio era el español, pero los célebres códigos peninsulares desde el Fuero Juzgo o Libro de los Jueces, hasta las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, no eran más que Derecho Romano reconstruido.

El Derecho Romano llegó a Cuba contenido en el tuétano de las Siete Partidas, hechas extensivas a las colonias de las Indias por interpretación del Ordenamiento de Alcalá, que mandaba que se aplicara el Código de Alfonso el Sabio de forma subsidiaria, en los territorios ganados por los cristianos al final de la Guerra de Reconquista, que no tuvieran fueros propios.

A partir de 1492 las tierras de América fueron nuevos territorios cristianos sin fueros anteriores, por lo que el Derecho Romano que latía en el centro del Derecho feudal español llegó a Cuba de la mano de los conquistadores.

Lo interesante es constatar que, siglos después, los criollos cubanos, ansiosos de lo propio, llamen extranjero al Derecho Romano e identifiquen al español como el deseado.

Pero el Derecho Romano no fue desechado ni por las necesidades de reforma, ni por los programas autonómicos, ni por las luces de la legislación mambisa, ni por la impronta del Derecho anglosajón, ni por la intensidad política de la Revolución del 59, ni por el nihilismo jurídico de los 70, ni por el dogmatismo de los manuales soviéticos.

Una polémica menos viva dentro de la Revolución discutió si nuestro Derecho era Romano o Socialista, pero estas discusiones no trascendieron el mundillo de las aulas universitarias, y en todo caso, triunfó la idea de que la Ley debía parecerse al pueblo y acercarse a él, vocación no despreciable, defendida, por ejemplo, por hombres como Blas Roca Calderío, pero convertida en vulgarización del Derecho y en sustitución de instituciones y conceptos del Derecho Romano milenario por formas jurídicas, supuestamente populares, que la vida demostró como improcedentes y anticientíficas.

Lo antes dicho es notable en Códigos como el Civil cubano, que subrogó al español hecho extensivo a Cuba a fines del siglo XIX y que perduró dentro del orden socialista hasta 1988.

La defensa de un Derecho socialista cubano necesitaría de argumentos más sólidos o de evidencias más claras, como la existencia de un universo de valores jurídicos socialistas, distintos a los del orden mundial de dominación capitalista.

Hoy es más fácil detectar en Cuba un Derecho, sobre todo el de contenido patrimonial, de base romana, pero marcado por la presencia de la “administrativización” , no solo por la preponderancia del Estado en las relaciones jurídicas, como las de propiedad, sino por la burocratización de la realización del Derecho Civil, que ha dejado a la Ley llamada Código Civil como supletoria y prefiere regirse por normas especiales, o por decisiones que no superan la forma de resoluciones o indicaciones metodológicas del Ministerio de Justicia u otras instancias estatales.

Desde estos años es demostrable, en hechos y doctrinas, un desmontaje del Derecho Romano dentro del Derecho, sobre todo civil, cubano, con varias modalidades; una de ellas la sustitución de las soluciones jurídicas que todo el Derecho latinoamericano mantiene, por otras que aseguran una presencia del Estado más firme y desatada; y la otra por la filtración de formas del Derecho anglosajón, estas sí extrañas a la nación cubana.

Todo esto no sería importante si asumiéramos al Derecho Romano como histórico, pero sí lo es cuando lo asumimos como vivo y parte fundamental de la cultura política −por el Derecho Público−  y jurídica, de América Latina.

Lo anterior ha permitido que grandes juristas de América Latina, −que han sobrepasado con su vida y obra el marco de lo jurídico− hayan defendido la importancia del Derecho Romano como uno de los contenidos culturales de nuestro continente. Entre estas personalidades resaltan Andrés Bello, Vélez Sarsfield, Teixeira de Freitas o el mismo Simón Bolívar.

Constitucionalismo y Nación.

Como el Derecho Romano nos acompaña con su carga ética, científica y práctica, desde hace más de quinientos años, y su enseñanza, interpretación y aplicación, ha convivido con la creación de valores nacionales, instituciones políticas y culturales, reformas económicas, guerras por la independencia, y costumbres de la vida cotidiana, también es posible encontrar un hilo conductor entre la formación de la nación cubana y la imaginación y la práctica de nuestro constitucionalismo.

Armando Hart ha dicho que todas las revoluciones se han hecho en Cuba para defender una Constitución, así la Revolución comenzada en 1868 se contuvo en el marco legal de la Constitución de Guáimaro; el hecho político simbólico de la Protesta de Baraguá no fue solo un grito de guerra sino una Constitución; la Revolución de la Guerra Necesaria de 1895 trató de salvar los errores jurídicos y tácticos de la Guerra Grande, y defendió desde el inicio a la Constitución de Jimaguayú, y después, la de la Yaya.

Uno de los motivos populares más evidentes en la Revolución de los años 30, fue el intento de prórroga de poderes de Gerardo Machado contra los presupuestos de la Constitución de la República, la de 1901.

Finalmente, la Revolución que comenzó con el asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en 1953, se hacía por el detonante que significó la ruptura de la institucionalidad política y jurídica de la Constitución de 1940 y por los Estatutos Constitucionales de Batista de 1952, amparados en el golpe militar del 10 de marzo del mismo año.

Pero el constitucionalismo está presente en la cultura nacional desde que las primeras mareas de la Revolución de las Trece Colonias llegan a nuestra Isla, así como las de la Revolución de Haití, las de las Constituciones francesas de 1791 y 1793,  las de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y las de la propia Constitución norteamericana de 1787.

Las constituciones modernas llegan a Cuba con su carga de ilustración y con su intrínseca lucha entre la democracia de padres antiguos, y las nuevas tendencias de la división de poderes y representación política, de padres medievales y esencialmente anglosajones.

Los proyectos constitucionales cubanos que se empezaron a pensar y proponer en la Isla, para dialogar con la metrópoli española o para enfrentarse diáfanamente a ella, tanto los autonómicos, como los reformistas, y hasta los separatistas, son muestra del tipo de contradicciones que el constitucionalismo moderno traía de nacimiento, entre una opción democrática y popular, y una opción aristocrática y antipopular.

Son llamativos los proyectos constitucionales de José Agustín Caballero, Arango y Parreño, Infante y Félix Varela, por solo mencionar algunos.

El hecho de que en la manigua cubana del siglo XIX, hombres formados como juristas, como Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, se hayan trabado en una polémica, de total vigencia, sobre las formas de organizar la República, demuestra la presencia del resorte jurídico en el origen de nuestro republicanismo y de nuestra institucionalidad política independiente.

En el futuro más inmediato del constitucionalismo cubano será otra vez crucial la decisión de qué República construiremos, si una abanderada del Estado de Derecho, democrática e inspirada en la economía política popular, u otra más parecida a los intentos fallidos de las Constituciones soportadas en pilares jurídicos liberales, mayoritarias en el mundo.

Julio Antonio Fernández Estrada Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor titular del Centro de Estudios de Administración Pública de la Universidad de La Habana, Cuba.

Fuente: www.sinpermiso.info, 8 de octubre 2015

Colombia: Paz con justicia, sí se puede. María Paula Saffon .

Colombia: Paz con justicia, sí se puede. 
María Paula Saffon .
Universidad de Princeton, Society of Fellows in the Liberal Arts

La sanción penal tiene, tal vez por primera vez en la historia de Colombia, un propósito distinto que la simple retribución, consistente en la satisfacción de los derechos de las víctimas y en la reintegración social de los condenados.

El acuerdo sobre justicia al que llegaron las partes negociadoras en La Habana es causa de celebración y admiración por varias razones. La más obvia, pero también la más importante, es que, con un esfuerzo y un tacto político inmensos, las partes acercaron sus lejanísimas posturas y encontraron un espacio de compromiso que permitirá, ahora casi sin ninguna duda, dejar atrás décadas de guerra. Pocas cosas son más difíciles en el campo de la política democrática que acercar posiciones antagónicas, cuando el único mecanismo que existe es la discusión entre sectores que no comparten siquiera un lenguaje común, para no hablar de la ideología, los intereses y las formas admisibles de acción. Lo que hoy parece obvio, fácil o criticable por algún detalle que falta o sobra es el resultado de meses de paciencia y tolerancia de sectores que durante mucho tiempo se han considerado enemigos y han negado la legitimidad del otro. Es conveniente no perder la perspectiva: fácilmente, el acuerdo podría no haberse alcanzado.

El acuerdo es también el resultado de una capacidad admirable de las partes por alejarse de convicciones muy arraigadas. Las Farc, no podemos olvidarlo, entraron a la mesa de negociaciones diciendo que no pagarían un solo día de cárcel, y a lo largo de estos años han dicho en múltiples ocasiones que no se dejarían juzgar por el aparato de justicia colombiano, al que no reconocían como autoridad. Ahora, sin embargo, están dispuestas a ser juzgadas por un tribunal que, aunque con jurisdicción especial, será parte de la institucionalidad colombiana, hasta el punto de que la Fiscalía y la justicia ordinaria aportarán el material que servirá de base a los juicios de paz. El Gobierno, por su parte, afirmó en múltiples ocasiones que los militares no podían recibir el mismo trato que los actores armados, pero ahora ha aceptado que tanto ellos como los cómplices y beneficiarios políticos y económicos de los delitos de cualquier parte deberán ser juzgados en las mismas condiciones.

Por otro lado, el acuerdo es el resultado de muchísima creatividad en el ámbito del diseño institucional. En lugar de optar por las opciones antes ensayadas de tribunales internacionales o mixtos con mayoría de extranjeros, o de tribunales ordinarios, el acuerdo le apuesta a un tribunal doméstico, pero especial, y que puede tener algunos miembros extranjeros. Más importante aún, el esquema logra, como quizás nunca antes en la historia de la justicia transicional, un equilibrio muy real entre paz y justicia. Para alcanzar la paz, el acuerdo dispone que habrá una amplia amnistía por delitos políticos y conexos. Tal declaración implica un gran coraje, pues la palabra amnistía se ha convertido en casi un tabú en el ámbito internacional y nacional. Ello demuestra que, en efecto, esta es una paz negociada que da réditos importantes a las Farc. Sin embargo, para garantizar justicia y evitar impunidad, el acuerdo dispone que los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y otros graves crímenes no podrán ser amnistiados, sino que deberán ser investigados, juzgados y castigados. Esto debería blindar jurídicamente el acuerdo de paz, pues demuestra con claridad que cumple (e incluso va más allá de) los estándares internacionales y nacionales de derecho penal, humanitario y de los derechos humanos.

Los mecanismos de justicia creados para lograr este último fin combinan la justicia penal y la justicia restaurativa de un modo muy sofisticado y novedoso. Los crímenes se priorizarán, de manera que los más graves y representativos sean juzgados primero, y que los mayores responsables (por tipo de intervención y responsabilidad de mando) reciban las sanciones más altas. Estas sanciones consistirán en pena privativa de la libertad, pero bajo condiciones especiales para aquellos que acepten su responsabilidad desde un comienzo. Tales condiciones consisten en una pena reducida (de máximo ocho años), que podrá ser ejecutada en lugares especiales de reclusión, con el fin de que los sentenciados puedan realizar actividades reparadoras y resocializadoras. Quienes no acepten su responsabilidad recibirán todo el peso de la ley ordinaria, y quienes lo hagan tardíamente podrán gozar de la pena reducida, pero deberán hacerlo en lugares ordinarios de reclusión. Finalmente, quienes hayan cometido crímenes menos graves o representativos (de entre los crímenes graves), o quienes hayan tenido una participación menos directa o un nivel de mando inferior en los crímenes más graves y representativos, podrán ser eximidos de pena privativa pero estarán obligados a realizar actividades y trabajos destinados a reparar a las víctimas y a restaurar el tejido social.

Así pues, la sanción penal tiene, tal vez por primera vez en la historia de Colombia, un propósito distinto que la simple retribución, consistente en la satisfacción de los derechos de las víctimas y en la reintegración social de los condenados. Este es uno de los elementos más progresistas del acuerdo. Implícitamente se reconoce el problema del aparato carcelario en Colombia, que hace años no sólo no fomenta sino que impide activamente la resocialización de los presos, al mantenerlos en condiciones de hacinamiento y desocupación poco dignas. El acuerdo se toma en serio la necesidad de condenar a los perpetradores de graves crímenes, incluso cuando aceptan su responsabilidad. Pero también la necesidad de que sus penas contribuyan al objetivo de reparación de las víctimas y de reconciliación política. Por ello exige que los condenados que acepten su responsabilidad cumplan la pena en lugares en donde esa contribución sea posible. Por ello también permite que los condenados por crímenes menos graves o con menores grados de responsabilidad no aumenten el número ya excesivo de presos en Colombia, sino que dediquen su pena a la reparación de las víctimas y la restauración de sus vínculos con la comunidad. Esto implicará que muchos presos actuales salgan de las cárceles si aceptan su responsabilidad, lo cual podrá tener el efecto positivo adicional de des-hacinar un poco las cárceles.

Obviamente, aún hay muchos puntos que deben ser resueltos y a los cuales debemos prestar atención. Por ejemplo, cómo se articula el mecanismo de justicia con la comisión de verdad y con la Ley de Víctimas, o cómo se garantiza que los procesos judiciales se lleven a cabo con eficiencia y respetando las garantías penales. Pero esos, creo, son detalles menores en comparación con este paso histórico hacia una paz con justicia.

María Paula Saffon Universidad de Princeton, Society of Fellows in the Liberal Arts


TOMADO DE SINPERMISO.COM -02/10/2015 

martes, 15 de septiembre de 2015

El Ministerio de Colonias contra Venezuela Luis Britto García

- - - Servicio Informativo "Alai-amlatina" - - -
El Ministerio de Colonias contra Venezuela
Luis Britto García


ALAI AMLATINA, 13/09/2015.- 
1
Hace años recomiendo que Venezuela se salga de la jurisdicción de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias sobre las Inversiones (CIADI), y de las diversas Cortes y Juntas Arbitrales a las cuales la someten los Infames Tratados contra la Doble Tributación, en virtud de los cuales las transnacionales no pagan impuestos por los beneficios que obtienen en nuestro país. ¿La Razón? Someterse a estas Cortes de linchamiento es perder la soberanía. Ni Estados Unidos, ni Inglaterra ni ningún otro país hegemónico se someten a ellas. Bolívar nunca aceptó que nuestras cuestiones de orden público fueran decididas por tribunales extranjeros.  Mandatarios y leguleyos entreguistas nos sometieron a ellos, y lo pagamos bien caro.  Cuando al fin nos retiramos, lo hicimos tardíamente, y lo seguimos pagando, pues estos seudo tribunales sostienen que pueden conocer de todos los hechos ocurridos antes de nuestro retiro de su jurisdicción.

2
Ejemplo de lo señalado es el último fallo de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, bien llamada Ministerio de Colonias de Estados Unidos, país que no se somete a esa Corte, pero pretende someternos a ella y mediante ella. Como todos recordarán, el 27 de mayo de 2007 caducó la concesión que el gobierno venezolano había otorgado a RCTV el año 1952, y renovado sólo por 20 años en 1987  ¿Qué significa la caducidad de una concesión? En Venezuela, como en la casi totalidad de los países, el uso del espacio radioeléctrico pertenece a la República. Ésta puede otorgarle a un particular una concesión para su uso, pero por tiempo limitado. Cumplido ese lapso, la concesión deja de existir, por el simple paso del tiempo para el cual se la otorgó, y es potestativo y discrecional de un Estado soberano otorgar o no una nueva concesión. Los propietarios de RCTV pretenden por el contrario que una concesión es perpetua, eterna y hereditaria, por los siglos de los siglos, Amén.

3
Ahora bien, los Derechos Humanos sólo pueden ser reconocidos a personas naturales, vale decir, a seres humanos, y no a corporaciones o compañías. Al respecto el numeral 2 del artículo 1 de la Convención Americana de los Derechos Humanos establece expresamente: “Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser humano”. Pero para complacer a Estados Unidos, la Corte Interamericana ha resuelto que RCTV es un “ser humano”, titular de Derechos Humanos. Su “Derecho Humano” consiste en las sumas que esperaba ganar si se le otorgaba una nueva concesión. En virtud de esta perversión, “seres humanos” como la EXXON o Monsanto demandarán a los países por “Derechos Humanos” consistentes en los dividendos que esperaban obtener. Y la CIDH condenará a los países a pagárselos.  Los organismos de Derechos Humanos quedan así degradados a simples agencias de cobranza de las transnacionales.

4
Quien obtiene una concesión debe siempre cumplir con las leyes del país que la otorga. No ha sido éste el caso de RCTV y sus empresas asociadas o cómplices.  Entre otras conductas ilegales, mantuvo con Venevisión un oligopolio de la publicidad televisiva, otorgando descuento de 10% a los anunciantes que se comprometieran a no hacer publicidad en otros canales, y repartiéndose estrictamente por mitad las pautas de anuncios. Incumplió repetidamente con la legislación laboral y los pagos a sus trabajadores. Violó reiteradamente las normas vigentes al transmitir en horarios reservados para programación infantil y juvenil contenidos impropios para esos horarios. Colaboró en forma activa en el golpe del 11 de abril de 2012, divulgando una versión manipulada de los sucesos, sacando del aire la alocución del Presidente legítimo, difundiendo la falsa noticia de su renuncia, apoyando la dictadura de Carmona Estanga, repartiéndose con éste los cargos decisivos en materia de telecomunicaciones, ocultando con un apagón comunicacional los esfuerzos del pueblo por reponer a su mandatario legítimo. Además, RCTV promovió el sabotaje petrolero y el lock out patronal iniciado el mismo año, transmitiendo durante 62 días sólo mensajes de incitación a delinquir para el derrocamiento del gobierno legítimo. Durante todos estos sucesos, llamó reiteradamente a la desobediencia tributaria, e incumplió en forma sostenida sus obligaciones fiscales. En cualquier país, semejante prontuario hubiera llevado a la inmediata revocación de la concesión respectiva. Venezuela, permitió que dicha televisora continuara en uso de la concesión, hasta que ésta caducó el 27 de mayo de 2007.

5
La infeliz sentencia de la CIDH pretende, ni más ni menos, despojar a todos los países de la tierra de los bienes públicos que les pertenecen (entre ellos el espacio radioeléctrico) para convertirlos en propiedad absoluta y perpetua de las empresas que alguna vez hubieren obtenido alguna concesión para explotarlos. Éste es un fallo vergonzoso en la historia de los Derechos Humanos. De aplicarlo, los tribunales competentes en tal materia quedarán degradados a cortes para que las corporaciones decidan sus disputas financieras. Como colofón de esta infamia, recordemos que según la jurisprudencia de dichas Cortes, las empresas privadas no pueden ser demandadas por violación de los Derechos Humanos. Vale decir, serían inmunes e impunes por la violación de los “Derechos Humanos” de los cuales ahora pretenden gozar y disfrutar. Con toda razón, ante la sede de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos en Costa Rica un letrero advierte a las posibles víctimas: “CALLE SIN SALIDA”.

6
Afortunadamente, dos votos salvados de los magistrados de la propia Corte Interamericana desautorizan este fallo inadmisible. Y por sobre todo, sentencias de nuestro Tribunal Supremo de Justicia, el único competente para resolver cuestiones relativas a nuestro orden público, sostienen que no son aplicables en nuestro país fallos de cortes extranjeras que vulneren el orden interno. Venezuela no sólo debe activar su retiro definitivo de la jurisdicción de todos los tribunales, Cortes o Juntas Arbitrales extranjeros, sino que debe evitar para el futuro suscribir cualquier Tratado, contrato o norma que de nuevo la someta a ellos. Retirémonos de estos tribunales de fariseos antes de que nos crucifiquen.
 
- Luis Britto 



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América Latina ¿El final del ciclo (que no hubo)? Emir Sader

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América Latina. ¿El final del ciclo (que no hubo)?
por: Emir Sader


ALAI AMLATINA, 14/09/2015.-  Frente a las dificultades de los gobiernos posneoliberales en varios países,  algunos,  con cara de arrepentimiento y voz grave, lamentan lo que sería el final del ciclo de los gobiernos progresistas en América Latina, sumándose, una vez más, a las voces de la derecha. Un ciclo que ellos nunca reconocieron que hubiera existido.

Antes, se decía que nunca había existido ruptura alguna, que los nuevos gobiernos eran la continuidad de los anteriores, tan neoliberales como aquellos. La Venezuela de Hugo Chávez reproduciría la de los gobiernos de Acción Democrática y de Copei. El gobierno de Lula seria la continuación del de Cardoso. La Argentina de los Kirchner no se diferenciaría de la de Menem. Los gobiernos del Frente Amplio serían las nuevas versiones de los programas de los partidos de la derecha uruguaya. Evo Morales y Rafael Correa serian reediciones de los gobiernos conservadores que los han precedido.

Cuando las trasformaciones operadas por esos gobiernos en sus países han disminuido sustancialmente la desigualdad, la miseria, la exclusión social aun en el marco del aumento de esos fenómenos en escala mundial; cuando los procesos de integración regional han debilitado la capacidad  de influencia de Estados Unidos en la región y han proyectado espacios propios de acción; cuando los Estados de esos países han recuperado capacidad de acción económica, política y social; aquellas voces han tenido que callarse, para ahora volver con la idea de que esos gobiernos se habrían agotado.

¿Pero qué significa un fin de ciclo? Fue, por ejemplo, el agotamiento del largo ciclo desarrollista en escala mundial y latinoamericano, que ha llevado a su sustitución por gobiernos neoliberales. Fue el agotamiento del ciclo neoliberal, que ha llevado al surgimiento de gobiernos posneoliberales.

¿Qué significaría el agotamiento del ciclo posneoliberal? En el horizonte, la única perspectiva es la restauración conservadora, con el retorno al modelo  neoliberal, programa propuesto por todos los sectores oposicionistas, todos de derecha. La ultra izquierda, a lo largo de todo el ciclo posneoliberal, iniciado hace más de década y media, no ha construido alternativas en ninguna lado, no ha ocupado ningún lugar significativo en el campo político, se limita a proclamaciones  críticas y a alianzas con la derecha en contra de esos gobiernos.

Final de ciclo será cuando aparezcan nuevas alternativas, superadoras, en el horizonte político. Será cuando la derecha consiga – si lo logra hacer – una perspectiva conservadora de superación de los gobiernos actuales. O cuando los mismos gobiernos posneoliberales agoten sus propuestas actuales y se propongan objetivos  más grandes, por ejemplo, anticapitalistas.

Innegablemente varios gobiernos posneoliberales se enfrentan actualmente a dificultades, más grandes o menores. Son afectados  por las herencias recibidas de los gobiernos neoliberales, como la desindustrialización, el peso enorme  de los sectores primario exportadores, la hegemonía del capital especulativo, la predominancia del neoliberalismo y de las políticas de austeridad en escala mundial. Así como dificultades que algunos de esos gobiernos no han sabido superar hasta ahora, además de las mencionadas, como el peso de los monopolios privados de los medios de comunicación, el rol del dinero en las campañas electorales, el estilo de vida y de consumo norteamericanos, entre otros.

Lo que se termina es una primera fase  de los gobiernos posneoliberales, que son los que tienen las mejores condiciones de enfrentar, de forma progresista, avanzando en el camino seguido hasta aquí, para garantizar los avances y superar los problemas actuales. Con más integración regional, para favorecer la construcción de una nueva matriz productiva, con nuevas propuestas que permitan la superación definitiva del neoliberalismo.

La derecha seguirá impotente frente a esos avances, mientras la ultra izquierda  seguirá estando de espaldas a la historia real.

- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (Uerj).

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Agencia Latinoamericana de Informacion

domingo, 16 de agosto de 2015

El helicóptero. Por Antonio caballero. Tomado de semana.com

El helicóptero. Por Antonio caballero.  Tomado de semana.com

La intención que tienen las mentiras de Uribe es la de impedir que cuaje el único propósito del gobierno Santos que lo distingue del suyo, firmar acuerdos que pongan fin a la guerra.

Tras varios días de acusaciones y de refutaciones concluyó finalmente el senador Álvaro Uribe, en solemne lectura ante el Senado, que hay pruebas de que el helicóptero de la Policía y el avión de la FAC accidentados en estos días no se cayeron solos, como informó el gobierno, sino que fueron derribados por las Farc, como sospechó él desde el principio. Y aún desde antes: ya había denunciado otros derribos otras veces.

En cuanto a lo del helicóptero de Urabá, empezó por referirse a “un resumen de lo que ha dicho el representante de las comunidades indígenas”: el líder embera Darío Carupia, que a un periodista de la región le dijo que había oído tiros. Y completó la demostración leyendo el informe de un coronel retirado de la Policía, de quien no dio el nombre, que en diez puntos hace el análisis de la foto que muestra la humareda dejada en su caída por el aparato siniestrado: “La foto es clara –argumenta el anónimo informante–: el aparato cae lejos de la cima” del cerro. En el caso del avión, la fuente es un capitán de la FAC, Fernando Izquierdo, que cuenta que él voló en su avión ese mismo día y notó que hacía buen tiempo, y a continuación le informa al senador que a él le contaron que “las personas que estaban en el lugar han dicho que vieron una caída casi vertical”.

Eso es todo.

Sintiendo que no es mucho, el senador Uribe llama en su ayuda a uno de sus abogados defensores (casi tan numerosos como los 300 hombres armados de su esquema de seguridad), Jaime Lombana, para que agregue consideraciones jurídicas al alegato. Y escribe Lombana lo siguiente:

“La prueba de la relación causal, de un resultado antijurídico como lo es la muerte de nuestros policías en el helicóptero derribado, según la dogmática mayoritaria no debe ser una prueba científica sino probabilística. El hecho conocido es que el helicóptero se cayó en una zona con presencia de insurgencia y que la nave estaba en ejercicio de una actividad peligrosa. Afirmar que fue un accidente, contra los testimonios de los campesinos e indígenas de la zona, resulta infundado y probabilísticamente incorrecto. Ahora bien, echarle la culpa a una falla humana sin fundamento probatorio alguno, sí es indicio de irresponsabilidad y mala fe del gobierno”.

De poco sirve demostrar, así sea solo probabilísticamente, la responsabilidad de las Farc en el episodio, que para el senador Uribe está demostrada de antemano. Es necesario además demostrar la del gobierno. Y esa la deduce el senador de la propia intrínseca naturaleza maligna del presidente Juan Manuel Santos, su traidor sucesor. Así que se pregunta: “¿Cuál es la intención de las mentiras del gobierno?”. Y él mismo se responde:

–Exculpar a ‘la Far’.

Y, más sibilinamente:

–Adoctrinar en favor de la narcoguerrilla a las Fuerzas Armadas de Colombia, al mejor estilo del castrochavismo.

La intención que tienen las mentiras de Uribe, por su parte, es la de impedir que cuaje el único propósito del gobierno de Santos que lo distingue del suyo, que es el de firmar con las Farc (y con el ELN) unos acuerdos que pongan fin a la guerra. Uribe no puede permitir que eso suceda, pues se quedaría sin razón de existir. No solo se quedarían sin discurso los uribistas para las elecciones de octubre: se quedarían sin nada. Para uribistas, basta con los santistas. Que son, empezando por el propio Santos, uribistas reciclados. Más de la mitad de los gabinetes de Santos han estado compuestos de uribistas, la totalidad de las fuerzas parlamentarias que lo apoyan fueron uribistas hasta el último día: La U, que por algo se llama de ese modo, y no La S; la L de lambonería que llevan los liberales grabada al fuego en la frente; el CR de Cambio Radical que tiene forma de veleta. Para Uribe, basta con Santos. Son hermanos gemelos, gemelos casi idénticos, en lo político, en lo económico, en lo social: salvo en su visión de la paz, que aunque frustrada todavía es casi lo único bueno que se ha venido construyendo en los cinco años de gobiernos de Santos.

En cuanto a mentirosos, allá se la van los dos. No hace tanto que solían mentir al alimón.


EL CHANTAJE. por MARÍA JIMENA DUZÁN. TOMADO DE SEMANA.COM

EL CHANTAJE.  por MARÍA JIMENA DUZÁN. TOMADO DE SEMANA.COM

Si la preocupación de Montealegre y Bustos por la democracia y sus instituciones fuera real, no habrían convertido sus marrullas políticas en el centro de su trabajo.

El viernes de la semana pasada, el diario EL Tiempo abrió sus páginas con una foto en la que aparecía el presidente Santos recibiendo del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Leonidas Bustos, una paloma de la paz hecha por el maestro Alejandro Narváez. La foto hubiera sido una imagen realmente poderosa si en ese mismo foro en Cartagena, luego de tan conmovedor performance, no hubiera salido el propio fiscal Montealegre, amigo del alma del magistrado Bustos, a anunciar la demanda en contra de la reforma de equilibrio de poderes. Un acto desafiante, que deja en claro que el cacareado espaldarazo a la paz anunciado por el presidente de la Corte Suprema no va a ser gratis.

A pesar de que esta reforma no es ninguna panacea, las altas cortes no quieren que les quiten los pocos privilegios que les suprimieron, ni que le desmantelen ese nido de corrupción en que se había convertido el Consejo Superior de la Judicatura, ni mucho menos que se les reemplace la comisión de absoluciones por un tribunal de aforados con dientes e independencia que pueda por fin investigar y juzgar a los magistrados que abusaron de su poder, como sucede en todas las democracias respetables.

Ellos no quieren cambios. O mejor, como diría Lampedusa, quieren que todo cambie pero para que nada cambie. Y como van las cosas, es posible que les den el espaldarazo a los tribunales de justicia transicional, a las penas alternativas para los máximos responsables, incluso hasta pueden llegar a apoyar al gobierno si este decide proponer que ninguno de los máximos responsables deberían ir a la cárcel. Pero todos esos apoyos van a ser a cambio de que el gobierno Santos no los toque ni les quite sus privilegios, ni los saque de la impunidad en que tan cómodamente se han acostumbrado a impartir una justicia cada vez más sesgada y más política y cada vez menos creíble.

Le queda mal a un fiscal como Montealegre, siempre tan presto a hablar en favor de los cambios que requiere la paz, oponerse como una mula muerta a que se reforme su juez natural. Y aún más cuestionable que lo haga cuando hay denuncias muy graves en su contra como la que hizo hace unos días el representante del Centro Democrático Samuel Hoyos, según la cual el fiscal habría nombrado a familiares de siete magistrados de la Corte Suprema en la Fiscalía quienes a su vez habrían votado por su elección como fiscal.

Tampoco le queda bien al fiscal Montealegre y al magistrado Bustos disfrazar esta pelea mezquina con argumentos altruistas, diciendo que la reforma atenta contra las instituciones democráticas. Si su preocupación por la democracia y sus instituciones fuera real no habrían convertido sus marrullas políticas en el centro de su trabajo. Ambos impusieron auditor, luego de que el fiscal hubiera conseguido elegir a un hombre suyo como secretario de la comisión de absoluciones. Y hoy cuando nos quieren convencer de que andan de pies y manos apoyando el proceso de paz, en realidad están en la campaña para imponer al nuevo registrador. Mientras tanto las famosas unidades de contexto de la Fiscalía, creadas dizque para tener listas las investigaciones de cara a esos nuevos escenarios del proceso de paz, no han dado mayores resultados y solo han servido para aumentar la nómina y las ansias de poder de ambos personajes. Tan no han servido, que a la Fiscalía le tocó contratar a Natalia Springer por cuatro mil doscientos millones de pesos para hacer el trabajo que estas unidades no pudieron hacer. La corte de Bustos pasará a la historia por haber acabado con la parapolítica y por no haber investigado a los congresistas vinculados a la Dirección Nacional de Estupefacientes, quienes poco a poco están saliendo por vencimiento de términos.

Sin embargo, el magistrado Bustos lo que sí tiene es un gran poder burocrático en la Fiscalía y lo propio le sucede al fiscal en la Corte Suprema. Y lo que más les inquieta a esta dupla poderosa, no es el país ni su justicia, sino su futuro. Bustos quiere ser fiscal o procurador y el otro, dicen las malas lenguas, vicepresidente de Germán Vargas Lleras.
Los dos dicen abrazar el proceso de paz, pero mientras salen a darle palomas de paz al presidente lo amenazan y le notifican que están dispuestos a todo por defender sus intereses.

El presidente Santos no debería aceptar este chantaje. Tampoco debería seguir haciéndoles concesiones ni permitirles que dilapiden el presupuesto. Si estos son los garantes del proceso de paz, prefiero que no lo sean.

Si a esta dupla le agregamos la figura arbitraria del procurador Ordóñez que archiva investigaciones de los concejales vinculados al carrusel de la contratación mientras las abre a sus posibles contrincantes en el 2018 como el gobernador Sergio Farjardo y el alcalde Petro (no creo que este último tenga opción, pero él sí), la paz se ve aún más lejana.

El fin del conflicto llegará el día que cesen de disparar los fusiles de las FARC. Pero para conseguir la paz duradera no solo se necesita reactivar el campo y volvernos una sociedad más equitativa. También se necesita una Justicia independiente, alejada de la política y del clientelismo, que hoy no tenemos.
MARÍA JIMENA DUZÁN



domingo, 9 de agosto de 2015

Las palabras de Peñalosa. Por: Yohir Akerman

Las palabras de Peñalosa
Por: Yohir Akerman
El candidato a la Alcaldía de Bogotá Enrique Peñalosa, ha sido de todo en sus diferentes campañas: Liberal, independiente, del Partido Verde, e incluso de la coalición uribista.

Pese a eso, ha perdido en todas sus intenciones electorales incluida una a la presidencia, cuatro intentos por llegar al Palacio Liévano y su propósito de ser Senador de la República. A la única persona que le ha podido ganar una elección es a Carlos Moreno de Caro en la carrera a la Alcaldía de 1998. El colmo que no.
En contraste, su vida fuera del sector público ha sido todo un éxito. El ex alcalde Peñalosa, cuando no esta perdiendo una elección, se ha dedicado a ser un importante conferencista respetado internacionalmente en los temas de urbanismo, movilidad y desarrollo sostenible. En eso no es un perdedor.
Una de las firmas que lo ha representado en ese trabajo es la prestigiosa agencia HiCue Speakers. (Ver perfil de Enrique Peñalosa http://hicuespeakers.com/es/conferencistas/enrique-penalosa.html)Según esa compañía, un experto en el mercado internacional, como el ex alcalde Peñalosa, puede llegar a tener una tarifa que oscila entre US$10.000 y US$50.000 por charla. Nada mal. (Ver tarifas en artículo de La República http://www.larepublica.co/los-conferencistas-internacionales-cobran-hasta-us500000_147946) 
Ahora bien, ciertas conferencias que ha dictado el doctor Peñalosa dejan algunos interrogantes.
El 17 de mayo de 2012, el ex alcalde Peñalosa fue uno de los conferencistas principales en un evento en Miami llamado Volvo Ocean Race. (Ver http://www.novabus.com/may-2012/volvo-ocean-race-miami-refreshingly-festive.html). Volvo ha sido una de las marcas que más ha promovido al doctor Peñalosa e incluso ha realizado videos oficiales con las palabras del ex alcalde sobre el tema del transporte público. Una de las charlas del ex alcalde en TED Talks fue promocionada en la pagina Facebook de Volvo Group Latin America. (Ver http://www.wradio.com.co/escucha/archivo_de_audio/audio-de-video-de-volvo-en-el-que-el-ex-alcalde-de-bogota-enrique-penalosa-habla-de-transmilenio/20100825/oir/1348659.aspx y https://es-es.facebook.com/VolvoGroupLatinAmerica)
Es importante recordar que los primeros buses articulados en entrar al servicio de TransMilenio, implementado por la administración de Peñalosa en el 2000, fueron los AB Volvo de chasís Volvo B7m. Está marca ha sido la más importante para el sistema de transporte público y constantemente ha estado añadiendo buses a esa flota. (Ver otros 200 buses híbridos Volvo fueron sumados a TransMilenio http://www.portafolio.co/negocios/buses-volvo-flota-transmilenio)
Es claro que Volvo ganó una licitación pública e hizo todo su proceso de manera legal para ser adjudicado con esos contratos. Eso no se pone en duda. Y aunque la cercanía podría ser una coincidencia, hay otro elemento que causa más preguntas, y es otra de las marcas de buses de TransMilenio.
El 12 de noviembre de 2014 el ex alcalde Peñalosa dictó una conferencia en la ciudad de Estocolmo, sobre el rol de los buses en el desarrollo de la democracia. El organizador y cliente de la charla: Scania. (Ver http://newsroom.scania.com/en-group/2014/11/12/bus-systems-promote-democracy-and-equality/)
En el 2011, casi 1000 buses de las marcas Volvo y Scania fueron incluidos en la flota de TransMilenio en un negocio que se estimó en 110 millones de dólares. (Ver http://www.portafolio.co/economia/volvo-y-scania-surtiran-transmilenio-983-buses-mas) 
Valdría la pena que el ex alcalde Peñalosa responda cuánto dinero ha recibido por estas conferencias, ya que los recursos provienen de empresas que se han visto favorecidas por los contratos del sistema de transporte implantado por su administración, y eso algunos lo podrían interpretar como un conflicto de intereses para él.
Ahora bien, hay un tema más preocupante aún. El 12 de mayo de 2012, el ex alcalde Peñalosa realizó una presentación en un foro organizado por la Fundación Leocenis García titulada “Soluciones para la inseguridad en Caracas”. (Ver video del foro https://www.youtube.com/watch?v=5XJm2DRqPPA)
El señor García es un polémico empresario venezolano, dueño de portales de porno y medios amarillistas. El 17 de julio de 2013, el señor García se enfrentó, por tercera vez, a la justicia de ese país por serias acusaciones en su contra que incluían evasión de impuestos, corrupción, lavado de dinero y fraude. Por estos hechos fue capturado y llevado a prisión. (Ver http://www.reportero24.com/2015/03/caracas-guardia-nacional-detuvo-a-leocenis-garcia/ y http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/150322/guardia-nacional-detuvo-al-presidente-del-grupo-6to-poder)
Durante el curso de esa investigación se demostró que el ex alcalde Peñalosa recibió una transferencia por USD $15.084,80 como pago por su conferencia, directamente del señor Leocenis García y proveniente de los dineros comprometidos en la investigación. (Ver minuto 3:40 de rueda de prensa https://www.youtube.com/watch?v=qONFzw-pesg)
No existe duda que las palabras del doctor Peñalosa sobre los temas de urbanismo, transporte público y movilidad son transcendentales y valen su peso en oro. Pero estas pueden salir muy caras cuando se entiende que, por un lado su presentación en Venezuela se pagó con dineros presuntamente blanqueados, y, por el otro, algunas empresas que ganaron importantes licitaciones durante su administración, constantemente lo invitan como expositor. Eso es complicadísimo.
@yohirakerman.  tomado de elespectador.com