¿Por
qué las mujeres no ascienden y son víctimas de brecha salarial?
Tom
Schuller identificó que 'las redes masculinas son verticales y las femeninas
horizontales'.
Por:
María Cristina Jurado - El Mercurio (Chile) - GDA 29 de julio 2017 , 10:10 p.m.
El
educador inglés Tom Schuller identificó las razones por las cuales las mujeres,
a veces con más estudios y habilidades que sus pares hombres, no ascienden y
son víctimas de la brecha salarial.
La
historia de Kirsten le dio a Tom Schuller una de las claves para su libro.
Ella, una ejecutiva sénior de 55 años en el corazón de la City, en Londres,
venía de un hogar con padres sin mucha educación.
Creció
pensando en trabajar (eran los años 70) para así desafiar una historia familiar
cruzada por amas dueñas de casa. Brillante alumna en un colegio público,
terminó su educación en uno técnico.
Pasó
su adolescencia entre el aula y una fábrica, donde aprendió a manejar
herramientas, fierros y grúas. Al terminar, y sin mayores conocimientos de
matemáticas, Kirsten entró a estudiar ingeniería en la universidad, donde fue
la única mujer entre 150 alumnos.
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Durante
sus años de estudio superó a sus compañeros en conocimientos matemáticos y
científicos: egresó como la mejor alumna de su generación.
Entró
como practicante a una gran empresa, en un ambiente casi enteramente masculino,
y pronto desembocó en un puesto de planificación. Pero le gustaban las
máquinas. Se postuló para convertirse en gerente de operaciones y, antes de los
30, se encumbró en una compañía de ingeniería de alto estándar.
Detrás
de ella, como una benéfica sombra, Kirsten tenía a un mentor que,
periódicamente, le entregaba lineamientos de carrera. Y un buen día se encontró
en un puesto clave en una empresa ‘top’ del Reino Unido. Pero su mentor se
jubiló. Y ella, que había desafiado muchas de las reglas que aplican a las
mujeres –aún hoy– en el mercado del trabajo al optar por una carrera científica
y competir por escalar hasta lo más alto, se encontró sin nadie con quien
cotejar los pros y los contras de sus decisiones laborales.
“Decidí
hacer un alto y tener a mis dos hijos. Fueron pocos años, pero al volver fue
mucho más difícil. Nunca más pude regresar a un camino profesional
equivalente”, le contó a Tom Schuller, autor de ‘El principio de Paula’, que
fue lanzado en marzo en Inglaterra. A los 45 y con dos hijos, Kirsten ya no fue
ascendida sistemáticamente: se sintió subvalorada y terminó por renunciar. Su
mayor tristeza fue que quienes eran ascendidos habían sido peores alumnos en la
universidad y sabían menos que ella. Tuvo que empezar de nuevo.
Su
historia es una de las que Tom Schuller escuchó de 35 mujeres y 5 hombres para
escribir su texto, inspirado en ‘El principio de Peter’, un libro publicado en
1969 por el investigador canadiense Laurence J. Pete, que explica por qué los
hombres ascienden una y otra vez a cargos mayores hasta que, invariablemente,
alcanzan su máximo nivel de incompetencia. Schuller, exdirector del Centro de
Investigación en Educación de la Ocde y un investigador que ha dedicado su vida
al tema educativo, quiso dar cuenta del reverso exacto del principio de Peter.
“
‘El principio de Paula’ es el espejo de ‘El principio de Peter’, libro que
vendió cuatro millones de copias porque dio cuenta de un fenómeno que interesa
a la sociedad –explica este académico graduado en las universidades de Oxford y
Londres–. Pero en 1969 su autor solo pensaba en hombres al hablar de trabajo y
hoy la realidad ha incorporado a las mujeres. Yo, que he dedicado casi toda mi
vida a la educación de adultos, observé tempranamente que había una diferencia
académica entre ambos sexos. A las chicas les iba mucho mejor en el colegio y
en la universidad; además, ya como adultas, seguían estudiando mucho más que
sus pares hombres”.
Schuller
se puso a investigar el mercado del trabajo. Y se dio cuenta de que muchas
mujeres, en ejercicio de su profesión, seguían acumulando diplomas y
conocimientos, aprendían otros idiomas y competencias.
Observó
que la brecha intelectual entre los sexos se agrandaba. “Pero a pesar de que
ellas aprendían y sabían más que ellos, esto no se reflejaba en ascensos ni
oportunidades. Y, aunque la brecha profesional y económica se iba acortando,
sucedía muy lentamente. A diferencia de la brecha de conocimientos, que se
agrandaba aceleradamente. Un verdadero contraste”, comenta.
El
investigador se acordó entonces de los postulados de ‘El principio de Peter’ y
vio que la realidad laboral femenina era su espejo: “Con las mujeres pasaba lo
contrario. Ellas, cada vez con más destrezas, eran ascendidas en menor escala y
a menor velocidad y, por eso, la gran mayoría nunca alcanzaba su verdadero
nivel de competencia. Quedaba debajo de él”.
Los
cinco factores claves
A
Schuller lo inspiraron sus hijas, Bernadette y Jo-Anna, para buscar las causas
(y de alguna manera pensar una solución) de la paradoja que hoy viven las
mujeres. Bernadette trabaja en la Royal Opera House y Jo-Anna estudia
filosofía. “Ellas no se han topado con el problema aún, pero considero
importante que la sociedad tenga un vuelco y las oportunidades laborales surjan
según los méritos. Tener dos hijas me sensibilizó”, confiesa el autor. Para él,
el fenómeno detrás de ‘El principio de Paula’ es de importancia social y
económica porque con esta disparidad, dice, los países están perdiendo parte de
su capital humano.
En
su libro, el investigador británico identifica cinco factores que considera
claves al buscar las razones que dan origen al principio de Paula. Algunos de
ellos han sido ampliamente discutidos: por ejemplo, la discriminación que
sufren las mujeres en sus lugares de trabajo, que impide o retrasa su ascenso.
También, el rol de cuidadoras de padres e hijos que tiene la mayoría, y que se
exacerba en el mundo desarrollado por la ausencia de ayuda doméstica. Esa
ausencia comienza a observarse también en América Latina. En tercer lugar, un
factor psicológico: la falta de confianza en sí mismas de muchas profesionales,
que no se postulan a mejores cargos y no intentan una promoción por temor o
inseguridad.
“Es
muy común que empleadas de alto rendimiento y con cultura prefieran quedarse en
su puesto actual y no aspirar a algo superior, por miedo a no cumplir con las
expectativas –señala Schuller–. Como sabemos, eso jamás le pasará a un hombre.
Ellos piensan: ‘Creo que puedo hacer ese trabajo con creces’, aunque no dispongan
de atributos ni para hacer la mitad. Simplemente van adelante”.
Hay
una cuarta razón para ‘El principio de Paula’, más sociológica. Tom Schuller
registró en las 40 entrevistas hechas para su libro que existe un marcado
desfase en el tipo de relaciones sociales dentro de una empresa.
Mientras
los empleados tejen desde el principio redes verticales –esto es, se preocupan
de conocer y frecuentar a otros hombres en escalafones superiores, con lo cual
aprenden a dominar códigos y lenguajes de cargos más altos–, las mujeres solo
se relacionan con sus pares en forma horizontal.
“Las
redes femeninas son horizontales. Las redes masculinas, justamente porque en
los cargos superiores hay más hombres, son siempre hacia arriba. A ellos la
comunicación les fluye con sus superiores y, cuando llega el momento de una
promoción, ya dominan su lenguaje: esto les otorga una gran confianza en sí
mismos”, anota el educador y escritor.
En
su opinión, estas cuatro razones para el fenómeno de la disparidad laboral son
negativas y la sociedad debería trabajar por reducirlas. Y la quinta causa es
la más interesante a sus ojos: “Yo la llamo el factor positivo –dice–. Se
origina en la voluntad y en la libertad de las mujeres para escoger.
Por
ejemplo, a una profesional le ofrecen una promoción y declina. ¿Por qué? Porque
se preguntó si necesitaba el dinero y si quería el estatus que ese nuevo
trabajo podría otorgarle. Y ha decidido que no, y con razones de peso: esta
empleada goza su actual trabajo, sigue aprendiendo y siente que está en
continuo crecimiento. Por eso ha decidido quedarse donde está y ha sido una
elección libre. Ese es el quinto factor, el factor positivo. Yo quisiera que
hubiera muchos hombres que decidieran así”.
Para
este observador, el cambio en el ambiente de trabajo no solo requiere que las
mujeres tomen conciencia; también los hombres deben abrir sus ojos. Dice
Schuller: “Una de las conclusiones fundamentales de mi libro es que la realidad
femenina sufrirá un vuelco solo cuando sus pares masculinos opten por el factor
positivo.
Que
ellos, voluntariamente, declinen promociones para no correr el riesgo de seguir
subiendo hasta tocar su nivel de incompetencia laboral. Esto crearía más
espacio para ellas. Al mismo tiempo, potenciaría un equilibrio entre los
conocimientos que cada uno tiene y la disponibilidad de cargos. Un equilibrio
más justo y virtuoso. Creo que ese día ellos serán más felices”.
Los
hombres deberían adoptar un patrón femenino en el trabajo
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Y
va más lejos. Según su libro, en el último medio siglo todos los cambios
laborales han venido de mujeres. “Primero entraron al mercado laboral, después
tomaron un empleo de tiempo completo y, finalmente, trataron de labrarse una
carrera. Y pienso que llegó el momento de que los hombres puedan adoptar un
patrón femenino: que acepten trabajar medio tiempo, que usen el teletrabajo y,
sobre todo, que opten por movidas horizontales y no quieran siempre subir en la
escala corporativa”.
Pero
el autor sabe a qué se enfrenta. Y, por eso, precisa que la sociedad debe ayudar
y erradicar prejuicios, como el de que una persona que trabaja en un esquema
discontinuo no lo está haciendo en serio. Se puede ser muy profesional y
trabajar medio tiempo, subraya. Lo mismo aplica al teletrabajo.
‘El
principio de Paula’ finaliza con la necesidad de buscar soluciones. Schuller
sugiere varias. Entre las principales, y más allá de estar vigilantes frente a
la discriminación laboral y de buscar un acomodo para el cuidado de menores de
edad y ancianos, es necesario que los empleadores creen las condiciones para
una consejería continua, a lo largo de toda la vida de sus empleados.
Recuerda
que la edad de la jubilación se está retrasando y que “un gran contingente de
personas trabaja hasta más allá de los 70 años”. La vida laboral se ha alargado
y las empresas deben tomar en cuenta esta realidad. “Cuando una mujer se
detiene para formar familia y después regresa al mercado con más de 40 años,
estamos hablando de que aún le quedan 30 por delante de actividad profesional.
Curiosamente, la mayor brecha salarial se da entre los 40 y los 60 años y es
allí donde hay que prestar mayor atención”.
Y
remata con una idea que cruza todo su quehacer: “Espero que este libro pueda
crear conciencia. Su propósito es originar un debate”.
MARÍA
CRISTINA JURADO
El
Mercurio (Chile) - GDA
‘Debemos
romper el techo de cristal’: Cepal
“Las
mujeres debemos romper el techo de cristal mediante la emancipación y la
autonomía política, física y económica”, afirma Alicia Bárcena, secretaria
ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En
el foro Forbes ‘Mujeres poderosas 2017’, en Ciudad de México, señaló que se
tiene que alcanzar la igualdad, pero con titularidad de derechos para ellas,
cuya autonomía económica es fundamental, pues representa la verdadera
emancipación.
Advirtió
sobre la amplia brecha salarial entre hombres y mujeres, que alcanza el 18 por
ciento en la región. “Esto no es justo. Tenemos que luchar porque las mujeres
reciban el mismo salario que los hombres por un trabajo similar”, dijo.
Finalmente,
puntualizó que hay tres ejes de política que se deben aplicar para alcanzar la
igualdad: redistribución de los ingresos y del tiempo, que considere la
economía del cuidado; romper el silencio estadístico, para visibilizar la situación
de las mujeres, y presionar por políticas públicas que resuelvan las brechas de
inequidad por sexo.
Fuente:
Cepal
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