CARTAGENA:
LOS OTROS EDIFICIOS DE ARENA.
A
raíz de la tragedia de la obra que se derrumbó en el barrio Blas de Lezo, las
autoridades encontraron 96 edificios sin licencia, lo que demuestra el caos
existente en la ciudad. Este caso tiene en ascuas a miles de cartageneros que
hoy no saben si sus casas son seguras.
Cartagena,
encuentran otros 96 edificios sin licencia El desplome del edificio Blas de
Lezo II en Cartagena la semana pasada dejó 21 obreros muertos y 26 más heridos.
Lo preocupante es que los constructores tienen 32 proyectos más ya entregados o
en obra, muchos de los cuales sin licencia.
El
desplome del edificio Blas de Lezo II, en el que murieron 21 obreros y 26 más
resultaron heridos la semana pasada, es una de las peores noticias en la
historia reciente de Cartagena. Primero, por el número de víctimas. Segundo,
porque dejó al descubierto una de las tramas de corrupción más graves de los
últimos años, dedicada a construir con falsas licencias, engañando a centenares
de compradores y poniendo en riesgo la vida de obreros y propietarios.
Y
en tercer lugar, porque desnudó, ante los ojos de los cartageneros, la
negligencia de los funcionarios públicos que deben controlar estas obras. De
hecho, en los últimos años las construcciones ilegales han proliferado por toda
la ciudad bajo la mirada complaciente de los funcionarios de Planeación
Distrital, la dirección de Control Urbano, las alcaldías locales y los
inspectores de Policía.
A
raíz de esta tragedia, las brigadas distritales ahora sí están revisando si las
obras en construcción tienen licencia de las curadurías y cumplen con los demás
requisitos de seguridad laboral, retiros y alturas contemplados en las normas
de urbanismo. Y en dos días encontraron en 125 inspecciones, que solo 29 tienen
permiso de las curadurías urbanas de Cartagena. Es decir, que las otras 96
edificaciones violan las normas en las tres localidades de la ciudad. Las
cifras, a medida que sigan las revisiones, van a aumentar.
Precisamente
la falta de control en la Heroica se evidencia en lo que hicieron los hermanos
Emis, Eusebio, María de las Nieves y Wilfran Quiroz Ruiz, este último
propietario del edificio colapsado que causó la tragedia. Entre 2014 y 2017
ellos desarrollaron 32 edificaciones en los barrios Blas de Lezo, Chipre, los
Alpes, Marsella, Caracoles, Jardines, Escallón Villa, San Fernando, Alto
Bosque, Santa Mónica, El Recreo y Providencia, en su mayoría de estratos 3 y 4.
Pero también estaban ofreciendo para estrenar uno en Manga con vista a la
bahía, una zona de estrato alto. De esos 32 proyectos, construyeron y
entregaron 20 entre 2015 y 2016. Otros diez están para estrenar y otros dos en
la etapa de preventa.
En
particular, el edificio caído el 27 de abril era de propiedad de Wilfran
Quiroz. En una entrevista en El Universal el pasado miércoles, María de las
Nieves le pidió a su hermano entregarse y asumir su responsabilidad. Pero no
dijo que tanto ella como sus hermanos también habrían construido edificios con
falsas licencias. Por ejemplo, para tres edificios construidos en los barrios
Alto Bosque y Country, terminados y habitados, las autoridades verificaron que
las licencias urbanas elevadas a escritura pública por María de las Nieves, con
los radicados 0447 de octubre 10 de 2014; la 0525 de noviembre 23 de 2015 y la
0239 de 22 de diciembre de 2011, son falsas y que habrían sido clonadas de
otras licencias legítimas expedidas a otros constructores.
Por
ejemplo, es falsa la licencia 0408 que amparó un edificio de 480 metros cuadrados
en un lote de 180 metros, en el barrio Los Caracoles, terminado en 2014,
supuestamente fue expedida a solicitud de Wilfran Quiroz. Este habría tomado
una licencia legítima otorgada a otro constructor, la copió y le cambió el
nombre del proyecto, la ubicación, el área, el número de unidades como si se la
hubieran expedido a su firma de construcción. Su hermano Eusebio Quiroz Ruiz
también copió o clonó una licencia expedida para otro proyecto con el número
0413 y montó uno en otro barrio, en otro lote y con otras áreas.
En
esa estrategia de utilizar licencias falsas, los hermanos Quiroz Ruiz engañaron
o habrían contado con la complicidad de una o varias notarías que admitieron
las falsas licencias de las curadurías para expedir las escrituras del régimen
de propiedad, sin el cual, los bancos no les prestarían dineros a los
interesados en comprar.
¿Por
qué el Distrito no controló estas obras si las curadurías, siempre que aprueban
una licencia, envían una de las tres copias al archivo general encargado de
entregarlas a los funcionarios competentes? Inicialmente, afirma el curador
Urbano No. 1, Ronald Llamas, las enviaban a Planeación Distrital, pero en mayo
del año pasado les informaron que debían entregarlas en correspondencia de la
Alcaldía, donde seguían una ruta interna a través del Sigob desde donde se
repartían a los alcaldes locales y a control urbano. Sin embargo, los alcaldes
menores ya no tienen la competencia de vigilancia y control, que ahora
corresponde a la dirección de Control Urbano de Planeación Distrital.
En
junio de 2016 el concejal César Pión convocó un debate sobre el papel de las
curadurías, ante el presunto desorden en las licencias de construcción, y asistieron
la secretaria de Planeación, los curadores, la directora de Control Urbano, el
procurador regional, el personero y la contralora distrital, entre otros. En la
introducción, el concejal manifestó que en Cartagena se sigue construyendo sin
dolientes, hay dualidad de funciones entre las secretarías y los funcionarios a
cargo de controlar las construcciones, los permisos, licencias y la ocupación
indebida del espacio público. En el debate, la entonces directora de Control
Urbano, Lady Ann Esteer, dijo que la actual administración, al comenzar sus
labores, encontró 1.800 quejas no tramitadas y se puso a la tarea de organizar
los expedientes. Tras atender a más de 700 personas para conocer la
problemática de la ciudad, propuso un plan de acción para controlar las
anomalías en las construcciones. Pero esa funcionaria terminó renunciando y el
sucesor, Olimpo Vergara, quien renunció esta semana, nunca puso en práctica ese
plan de acción.
En
Cartagena, afirma el concejal Pión, existen dos mafias de la construcción. Una,
de estrato alto, construye con estándares de calidad, pero lo hace en terrenos
de bajamar, en rellenos de puertos o caños, con el silencio cómplice de la
Dimar. O viola normas de protección del patrimonio en el centro histórico con
el aval del Instituto de Patrimonio y Cultura y del Ministerio de Cultura, que
acomodan las normas a cada proyecto.
La
otra mafia, agrega, se mueve en la periferia, en los estratos medios y bajos,
donde hay mayor demanda de vivienda. Allí la gente se vuela la pared y viola
las normas al construir sin licencias, sin cumplir las normas laborales ni
pagar los salarios legales a obreros que trabajan sin arnés, ni línea de
protección, descamisados, sin cascos y sin andamios. En el edificio caído, por
ejemplo, le pagaban 25.000 pesos al vigilante, que era venezolano y vivía allá
con sus dos hijos.
Como
consecuencia de la presión de los medios y la apertura de las investigaciones
disciplinarias ordenadas por el alcalde contra cuatro funcionarios distritales,
renunciaron la secretaria de Planeación, Luz Helena Paternina, y el director de
la Oficina de Control Urbano, Olimpo Vergara.
Lo
increíble es que Wilfran Quiroz pudo haber evitado la muerte de 21 obreros si
hubiera atendido la advertencia que le hicieron diez minutos antes del derrumbe
del edificio, cuando el maestro de obra y los albañiles le dijeron que había
unas fisuras y que la obra estaba temblando. Por el contrario, dio un manotazo
al aire y meneó la cabeza con desdén mientras les decía que terminaran, que ya
faltaba poco. El edificio se desplomó, se llevó 21 vidas y terminó por
derrumbar la confianza en el Distrito. Porque este tenía, y tiene, la
obligación de garantizar la legalidad, el control y la calidad de las obras
donde residen hoy miles de cartageneros, que sienten pánico de pensar que el
edificio donde viven se puede caer.
Tomado
de www.semana.com
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