martes, 27 de septiembre de 2016

PLEBISCITO: LITERALMENTE, UNA DECISIÓN DE VIDA O MUERTE”: SERGIO JARAMILLO

“PLEBISCITO: LITERALMENTE, UNA DECISIÓN DE VIDA O MUERTE”:
SERGIO JARAMILLO

Por: Cecilia Orozco Tascón. 25 SEP 2016 - 8:48 AM. Tomado de www.elespectador.com

El alto comisionado Sergio Jaramillo afirma que empieza a “respirarse” el entusiasmo por la paz que moverá a los ciudadanos a votar el plebiscito el próximo domingo, cuando el país decidirá si ratifica el acuerdo con las Farc o lo rechaza. Dice que las más generosas para entender, comprender y perdonar son las víctimas directas de la guerra. Pero que, paralelamente a la nobleza de estas, ha habido una campaña “tramposa” y de desinformación “como Colombia nunca había conocido”.

 “Plebiscito: literalmente, una decisión de vida o muerte”: Sergio Jaramillo
“A mí no me asusta la campaña por el no. Me asusta la indiferencia de las ciudades”, dice Sergio Jaramillo. / EFE

Contrario al carácter de reserva que tuvo el proceso de negociación en La Habana, el equipo del Gobierno encabezado por Humberto de la Calle y por usted se volcó a hacer la tarea que se denomina “pedagogía de la paz”. ¿Cómo han vivido el cambio abrupto que implica pasar de la condición de secreto total a la de difusión?
No hubo secreto total: cada vez que llegábamos a un acuerdo, lo hacíamos público. Lo que no quisimos fue trasladar las posiciones en la mesa a los micrófonos. Así cualquier negociación se ahoga, porque se queda sin margen de maniobra. La pedagogía ahora ha sido una sorpresa. Ver el interés de la gente, de quinientos líderes del Atrato esperanzados y ávidos de información en un colegio en Quibdó, o de unos 2.500 estudiantes universitarios entusiasmados en un coliseo en Medellín, es una revelación.

¿Exactamente por qué? ¿Por la curiosidad que genera el proceso, por los sentimientos que despierta en la población o por cuáles otras razones?
Porque se empieza a respirar, por fin, el entusiasmo de la paz.

Particularmente para usted, ¿fue difícil cambiar el “modo compartimento” por el “modo altavoz”?
La negociación fue muy difícil, pero la pedagogía sin pausa nos tiene molidos. Hay que hacerla.

Algunos de los “pedagogos” de oficio de la paz han dicho que por más que intentan, sienten que la gente no los escucha. ¿Usted cree que es muy complicado entender los compromisos del acuerdo?
Para nada. La gente escucha con mucha atención. Hoy en día se encuentran, incluso, grupos de ciudadanos que montan sus páginas web para explicar, ellos mismos, los acuerdos. Uno se llama www.pajarito.co. Es una maravilla.

A falta de información, la gente tiende a suplir la ignorancia con rumores que se dan por ciertos. ¿La diferencia entre esos rumores y la verdad de lo que se negoció es muy grande?
Hemos tenido dos problemas: el primero es que poca gente lee. Los acuerdos, ya le dije, eran públicos. El segundo es que se puso en marcha una campaña de desinformación como Colombia nunca había conocido. Hoy me dijo un periodista que el rumor que más circulaba en las redes era que el acuerdo les quita el 9 % a los pensionados. Son muy tramposos.

¿Quiénes son “muy tramposos”? Los que hacen campaña para votar no en el plebiscito, supongo…
Es obvio quiénes son.

¿Usted teme más a la campaña por el no, o a la indiferencia y el abstencionismo?
A mí no me asusta la campaña por el no. Me asusta la indiferencia de las ciudades. Pero siento que eso está cambiando.

¿En cuáles sectores y ciudades han sido más refractarios a aceptar como verdades y sin sospechas las explicaciones que ustedes están dando?
El país se está despertando lentamente y se da cuenta de que el 2 de octubre se decide el futuro de todos: de esta generación y de la que viene. Los que han tenido la guerra en la nuca, están marchando por las calles. En Quibdó sacaron el martes, en una manifestación, un pendón que decía: “Medellín, Bogotá, Pereira, Cali, Bucaramanga, Cartagena, Manizales… Colombia… no se olviden de nosotros. El Chocó necesita la Paz”. En Medellín se están movilizando los estudiantes. El riesgo es que para esa fecha no se haya despertado el resto del país.

¿Y qué sensación tiene sobre lo que está sucediendo en las zonas rurales con la radicalización de la campaña por el plebiscito?

Los que vivieron la guerra en carne propia van a salir masivamente a votar. Hace dos semanas estuve reunido con siete mil indígenas en Piendamó, Cauca. Ellos sí saben qué es sufrirla. Ese día tomaron la decisión de votar por el sí.

De los temas y puntos básicos pactados con las Farc, ¿cuáles han sido los más aceptados o los más cuestionados en las charlas que han tenido con la ciudadanía?
Cuando uno explica con calma que este es un acuerdo que salva vidas, integra el país y les da a las víctimas respuestas que nunca han tenido, la gente entiende. Sin duda lo que más molesta es la participación en política. Pero resulta que sin participación en política no hay acuerdo de paz. Ni aquí ni en ninguna parte una guerrilla firma un acuerdo y les entrega sus armas a las Naciones Unidas para luego disolverse sin más. Lo hace para transformarse en una fuerza política. Así fue con el M-19 y así será con las Farc.

La profunda molestia que por momentos se ha generado en unos sectores políticos por el acuerdo, ¿se ha reflejado en los encuentros entre ustedes y la gente del común?
No. Con Humberto de la Calle les hablamos en Medellín a 1.200 presidentes de juntas de acción comunal. La mayoría era partidaria del sí, pero algunos manifestaron que estaban con el no. Todos oyeron en silencio y discutieron civilizadamente. Así también se construye paz.

¿Las actividades de comprensión del contenido de los acuerdos que ustedes están desarrollando incluyen a la población opositora o, claramente, esa porción de colombianos está excluida de sus reuniones?
Incluyen a todo el mundo y a nadie le decimos cómo votar. Como asegura De la Calle, la pedagogía es sin adjetivos. Que cada quien decida. Y –afirmo yo– que cada uno asuma las consecuencias de su decisión.

El Centro Democrático instaló dos vallas en una vía a El Rodadero, en Santa Marta, que decían: “Quieres ver a Timochenko presidente? Vota SI (sic) al plebiscito”. En la parte inferior del cuadro se veían las siglas FARC-EP y a su lado un rifle de asalto, las banderas de Cuba y Venezuela y las fotos de Fidel Castro y Hugo Chávez. ¿Cómo las calificaría?
Como la propaganda de la gente que se quedó sin argumentos.

Pero podrían hacer mella. El senador del uribismo Honorio Henríquez, del Magdalena, hizo “guardia” durante unos días para impedir que las bajaran por violación a normas ambientales, como lo ordenó la alcaldía. “Timochenko presidente” asusta a mucha gente.
Los ciudadanos no son brutos. Yo no me preocuparía tanto.

En la semana que termina se realizó la última conferencia (reunión general) de las Farc en su condición de rebeldes ilegales. Asistieron a ella alrededor de 300 periodistas del mundo. ¿Este fue el “plebiscito” del otro lado de la mesa de negociación de La Habana, para hacer difusión de los acuerdos y ratificarlos?
Claro. Las Farc también debían explicarle a su propia gente qué se acordó. Y tienen que tomar la decisión colectiva de desmantelar la organización armada para crear un nuevo partido político. Eso es lo que están haciendo.

Según los reportes periodísticos, el lenguaje, las actitudes, la conducta individual y colectiva y hasta la vestimenta de los jefes de la guerrilla y de sus militantes rasos son totalmente distintos: de civil, sin armas al cinto, distendidos y hasta divertidos oyendo música y bailando. ¿Qué opina de esa impresión mediática?
Que las Farc, al fin, están entendiendo que su futuro depende de la opinión de los colombianos.

Sin embargo, todavía hay afirmaciones de jefes guerrilleros que ofenden a la gente, como la de alias Romaña que a una pregunta sobre un secuestrado contestó: “ni me acuerdo”.
Eso es cierto: la gente se ofende.

¿Qué les sugeriría a las Farc en este aspecto específico de comunicación?
Que oigan más a los colombianos.

A propósito de oír: ¿qué deberíamos aprender los demás ciudadanos de las víctimas y sus actitudes? Han ido a enfrentar sus resentimientos y dolores mirando personalmente a la guerrilla en La Habana y han dado impresionantes testimonios de perdón…
Para mí, la lección principal es el extraordinario potencial que tiene la paz. Después de reunirse cinco horas con los familiares de los diputados y de oír muchas verdades con respeto y atención, Pablo Catatumbo les dijo: “Hoy con humildad sincera hacemos un reconocimiento público y pedimos perdón. Ojalá ustedes nos perdonen”. ¿Quién se hubiera imaginado eso? Al día siguiente, Fabiola Perdomo (esposa de uno de los diputados asesinados) me dijo que esa reunión le había cambiado la vida. El perdón libera. Lo que no quiere decir que Fabiola o los demás familiares de los asesinados hayan renunciado a su derecho a que ese crimen atroz sea investigado y juzgado por un tribunal, o esclarecido por una comisión de la verdad. Es lo que va a pasar: todo esto es posible porque hay un acuerdo de paz. Si no, hubiera quedado en la impunidad.

Entonces es cierto que han resultado más generosas las víctimas que quienes no han tenido que vivir la guerra sino de lejos…
Absolutamente. Esa es una de las grandes sorpresas y de los grandes aprendizajes de este proceso de paz. Tal vez eso tiene una explicación: las víctimas no quieren que nadie más sufra lo que ellas sufrieron.

En las últimas horas han aparecido algunos videos de individuos del Magdalena Medio en que amenazan al Gobierno y a unos altos funcionarios –según dicen– por “entregarle el país al comunismo”. Parece un chiste, pero ¿cree que puede llegar una oleada de neoparamilitarismo que atacará el proceso de paz y a quienes firmaron los pactos?
Ese es un tema que hay que tomar en serio y que no se resuelve, simplemente, con nuevas medidas de seguridad. Por supuesto, hay que ponerlas en marcha y ya están acordadas en el punto de garantías de seguridad del acuerdo. Para mí, lo más importante es hacer pactos políticos en las regiones con los diferentes sectores de la sociedad sentados en una misma mesa, incluyendo a quienes en el pasado apoyaron a los paramilitares, para acordar que se va a respetar el proceso de dejación de armas y reincoporación a la vida civil de las Farc; que todos renuncian a cualquier forma de justicia privada y que el Gobierno se compromete a proveerles a todos protección, como es su deber.

Me causó curiosidad que un respetado personaje de la India, el líder espiritual Ravi Shankar, que ha desarrollado métodos de superación de emociones negativas y que es consultor de organismos como la Unesco, haya viajado a encontrarse con víctimas y victimarios. ¿De quién fue la idea de traerlo?
De Francisco Moreno, el hijo del exfiscal de la Corte Penal Internacional Luis Moreno Ocampo.

¿Exactamente para qué?
Quieren ayudar.

Sobrecogen las imágenes de la reunión que algunos miembros de la comunidad de Ravi Shankar, usted y otros negociadores del Gobierno, los de las Farc y los familiares de los diputados asesinados en el Valle tuvieron en La Habana, cuando todos se toman de la mano con los ojos cerrados (ver www.noticiasuno.com).
Esa reunión fue presidida por monseñor Monsalve, obispo de Cali. Como dije, fueron unos momentos duros en los que todos hablaron desde el corazón.

Personalmente, ¿cómo espera que resulte la ceremonia de mañana y cuáles expectativas y compromisos quedarán de esas imágenes que, en todo caso, serán impactantes?
Es muy positivo que el apoyo de la comunidad internacional, que ya viene dándose, se exprese en la ceremonia de la firma de mañana. Pero, de lejos, lo más importante en este momento es que los colombianos salgan masivamente a votar el 2 de octubre. Es la primera vez, desde el plebiscito del año 1957, en que el futuro del país está en las manos de cada uno de nosotros, de los negros, de los blancos, de los indígenas, de los mestizos, de todo el mundo. O aprovechamos la oportunidad de construir un futuro de paz con las dificultades que esa etapa va a tener, o volvemos al pasado. Es, literalmente, una decisión de vida o muerte.




jueves, 22 de septiembre de 2016

LO QUE AQUÍ SE VA A SABER…Por Marlene Singapur

LO QUE AQUÍ SE VA A SABER…

El ambiente nacional crece positivamente hacia el perdón y la reconciliación. Tal parece que la opción por el Sí ganará arrolladoramente en el Plebiscito de octubre, y que la reinserción de las FARC en la vida política y civil de la sociedad colombiana no tiene retroceso. A eso le apostábamos, y ante ese umbral estamos.
 
Ya la ilusión ha llegado al corazón del país, contagiando incluso a muchos inicialmente reticentes e incrédulos. Es hora de tomar nota de los que mantienen sus dudas, de los que avisan y aseguran un fracaso inminente. Frente a lo que está en juego, ninguna crítica es despreciable.
 
La pregunta hoy es si el Estado será capaz de administrar la gran ilusión nacional frente a un futuro en paz. Si el Estado es tan grande como las promesas de paz que ha anunciado, o si el idílico paisaje sólo existió en nuestras mentes, en los espectáculos, en las felicitaciones mutuas.
 
Habría que prever el gran costo que tendría para el país una posible desilusión. Costos que las FARC y la dirigencia nacional tienen que evaluar muy bien, y asumir sus respectivas responsabilidades. El estado de postración de la ciudadanía defraudada sería peor que el estado de postración de la guerra. En ese caso mejor hubiera sido prolongar infinitamente el conflicto.    
 
Sobre el papel las piezas son claras. Los Acuerdos de La Habana son sensatos, en lo conceptual y lo práctico, considerando lo que hemos pagado en medio siglo de guerra. Sin embargo, es apenas un mapa, un querer-ser, que, si bien es un principio, necesario y construido con dolores durante cuatro años, no deja de ser un mapa imaginario. Por ahora.
 
Alguien aquí tiene que tener la cabeza fría entre el fervor. Alguien aquí tiene que tener la mirada imperturbablemente puesta, en las condiciones reales necesarias para sostener la construcción de la paz en la próxima década. Alguien aquí tiene que velar para que la ilusión no nos sea arrebatada.
 
Esperamos de las FARC que cumplan en reparar a sus víctimas, que no escatimen recursos ni propiedades en esa tarea, y que paguen cuando la justicia diga que lo tienen que hacer. Por ellos y por el país las FARC no pueden fallar, no nos pueden jugar sucio. Aquí se va a saber la estatura de sus ideales y proyecto político, la dimensión de sus palabras.
 
Aquí se va a saber si Juan Manuel Santos uso la paz y al país entero para su proyecto personal de un premio Nobel. Se va a saber si las numerosas reuniones internacionales de pre-firmas, firmas y post-firmas, fueron meros espectáculos engañosos o, por el contrario, bien intencionados y con amor por la patria.
 
Aquí se va a saber si las Fuerzas Militares de Colombia acompañan al país en su ilusión, o seguirán alimentando secretamente proyectos personales o de guerra sucia.
 
Aquí se va a saber si los políticos y empresarios regionales se empoderaron y enriquecieron con el falso discurso paramilitar de la defensa de la 'democracia' y la 'institucionalidad'. Sabremos ahora son capaces de aceptarlo y devolver lo saqueado.
 
Aquí se va a saber quién se escondía detrás de la guerra. Exigimos a cada uno de los actores implicados, que tengan la misma limpieza, sinceridad y grandeza, de la ilusión nacional que despierta hoy la paz en el corazón de los colombianos.

En todo caso,  pase lo que pase, por doloroso que fuera, tendría que ser ganancia para nosotros, por los indudables beneficios que conlleva el difícil proceso de abrir y exponer plenamente a la luz pública, la verdad de cada uno dentro de la Caja de Pandora de la guerra.
 


Marlene Singapur
http://gusanoenlafruta.blogspot.com
msingapur@yahoo.es

* Se puede parafrasear o copiar libremente el contenido de la presente columna, siempre y cuando se cite la fuente y no se comprometa a la autora en ninguna organización o militancia ideológica. Gracias.

 

ANTE LA DUDA… SÍ. POR: RODRIGO UPRIMNY

ANTE LA DUDA… SÍ. POR: RODRIGO UPRIMNY

Algunos consideraron inconsistente que María Isabel Rueda, quien ha expresado críticas severas al proceso de paz, haya decidido votar afirmativamente el plebiscito.

Pero no es contradictorio que uno exprese objeciones, incluso severas, al acuerdo de paz y sin embargo vote Sí, pues la decisión en este plebiscito es global y compleja ya que, como lo explico más sistemáticamente en mi blog en La Silla Vacía, entran en juego al menos tres factores: i) los beneficios y costos de la paz negociada, ii) los beneficios y costos del acuerdo de paz como un todo inescindible, y iii) el efecto probable del resultado del plebiscito.

Ninguno de esos puntos es matemático e incontrovertible, y está condicionado por emociones y perspectivas ideológicas, lo cual explica muchas de nuestras discrepancias e incertidumbres. Pero como ciudadanos debemos esforzarnos por hacer ese examen con conocimiento y a conciencia, por la importancia de este plebiscito. Y Rueda hizo la tarea.

Concluyó que la desmovilización de las Farc era positiva en términos de orden público, aunque no debía ser sobreestimada. Valoró negativamente puntos importantes del acuerdo; en especial le parece que las sanciones para los crímenes de las Farc no son proporcionadas al sufrimiento ocasionado. Consideró finalmente que el camino del No es inútil pues, contrariamente a lo sostenido por el uribismo, le parece inviable la renegociación del acuerdo. Y por ello concluyó que, a pesar de sus reticencias al acuerdo, votaría afirmativamente el plebiscito, porque el No “nos deja en el pasado” y el Sí puede ser “la primera piedra de una futura Colombia en construcción”.

Mi voto por el Sí es más entusiasta que el de Rueda, que es más escéptico, porque valoro más positivamente el logro de una paz negociada y porque considero que el acuerdo, sin ser perfecto (pero ningún pacto de paz lo es) es bueno. Discrepo entonces de Rueda en esas dos valoraciones, pero comparto su análisis sobre la inutilidad del No. Como ella, no creo viable una renegociación con las Farc, por lo cual, el No conduce a un callejón sin salida y a un probable retorno del conflicto armado con las Farc. Y comparto igualmente su metodología implícita de decisión: debemos hacer una valoración global que tome en cuenta los beneficios de la paz, la calidad del acuerdo y el efecto del plebiscito.

Estos apoyos críticos al plebiscito, como el de Rueda, pueden implicar una enseñanza para muchos indecisos. Si el No es inútil para lograr un mejor acuerdo y existe en cambio una oportunidad difícilmente repetible de lograr una paz negociada con las Farc, entonces uno debería aplicar una especie de presunción a favor del Sí pues la paz es deseable. En caso de duda, uno debería optar por el futuro y votar Sí, y sólo optar por el No en caso de que la valoración del acuerdo sea tan negativa que justifique los riesgos del retorno de la guerra y de quedar atados al pasado. En caso de duda, uno debería ser lennonista (distinto de leninista) y, como en la canción de John Lennon, “darle una oportunidad a la paz”.

* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional. @RodrigoUprimny

17 SEP 2016 - 9:00 PM. Tomado de www.elespectador.com

ELOGIO DEL MAESTRO EN TIEMPOS DIFÍCILES (1). POR: WILLIAM OSPINA

ELOGIO DEL MAESTRO EN TIEMPOS DIFÍCILES (1).  POR: WILLIAM OSPINA

Tal vez no hay un ser más fascinante que el maestro.

Cada quien en el mundo recuerda al menos uno que lo alumbró en la vida, que le ayudó a descubrir sus talentos, que supo leer lo que venía escrito en su ser desde el comienzo y lo orientó a seguir una disciplina, escoger una profesión, trazarse un destino.
Esos seres generosos y reveladores tienen unas características comunes, y quizá la principal es la capacidad de descubrir el talento, de escuchar lo que verdaderamente dice el que habla, y descifrar, por las palabras o por los signos, la originalidad de un destino.

Ser profesor es trasmitir a 20 o 30 personas un mismo mensaje, ser maestro es comprender que cada una lo recibe desde una sensibilidad distinta, desde una inclinación particular, y por ello exige una relación singular. En esa medida puede ser afortunado el que cuenta con un maestro personal, como Alejandro con Aristóteles, o Diógenes con Antístenes, de modo que el discípulo termine siendo la principal lección del maestro.

Es fácil asociar la curiosidad universal de Aristóteles, su deseo de abarcar con la mente todas las cosas, con el avance asombroso de su discípulo apoderándose físicamente de todo el mundo conocido. Ello nos lleva a pensar que todas las cosas del maestro pueden ser magnificadas por los discípulos, incluso sus errores. Pero nos hace considerar otro elemento de la educación: está bien que un maestro enseñe lo que sabe, pero si procede de un modo inflexible también corre el riesgo de enseñar lo que no sabe o de imponer lo que cree saber.

Bueno es tener la voluntad entusiasta de saber que tenía Aristóteles, pero también es bueno poseer la tremenda capacidad de dudar que tenía Descartes, y puede decirse que nuestra época, con sus conquistas y sus peligros, es menos hija de la certeza que de la incertidumbre. Para llegar a saber lo que sabemos tuvimos que arrojar por la borda muchas verdades que creíamos firmes como pirámides.

La iglesia rechazó con indignación la tesis de Galileo según la cual la tierra giraba alrededor del sol, porque teníamos pruebas suficientes de que eso no podía ser. La primera prueba eran la tradición y la ley: la tierra era el centro del universo, aquí había venido Dios, aquí reinaba el papa; pero la segunda prueba era la física evidencia. Todos podíamos ver con nuestros ojos que cada día el sol salía por el oriente y se ponía por el occidente: el sol pequeño y ardiente giraba alrededor del mundo.

Para aceptar a Galileo teníamos que dudar de la tradición y dudar también del testimonio de nuestros sentidos: era mejor quemar a Galileo, o exigirle que se retractara de su tesis. Él hizo lo que haría cualquier buen italiano: “¿Quieren que me retracte? Está bien: me retracto. No voy a poner la mano en el fuego por esa verdad. Si ustedes quieren creer que el sol gira y la tierra está fija, créanlo”. Y añadió, tal vez con una arriesgada sonrisa: “Pero que se mueve se mueve”.

Para acceder a la verdad había que enfrentarse a la tradición, a la autoridad, pero también a la evidencia de los sentidos. Y hay que ver cómo cambió el universo: ahora nada está quieto, todo se mueve tanto que todos aquellos jueces se marearían, bajo la risa eterna de Galileo. La verdad es como un sol, es difícil mirarla de frente. Tal vez por eso todos tratamos de ver, como decía San Pablo, “por espejo y en enigma”.

No todo el mundo encuentra en la vida los maestros que necesita. Pero por fortuna los maestros abundan, aunque nunca se sepa con certeza dónde están. A veces en el sistema escolar, a veces en el hogar, a veces resultan serlo nuestros amigos, y hasta puede resultar un gran maestro ese desconocido que pasa por la calle y suelta una frase que nos deja pensando. No sólo existe la academia: el mundo es esa gran escuela donde de pronto la revelación nos asalta. Todos sabemos de qué manera tan hermosa y frecuente la educación nos espera en los libros, donde, como decía Borges, uno puede encontrar no sólo a sus maestros sino a sus mejores amigos.

Pero los maestros pueden ser incluso más secretos que los libros mismos. Uno de los grandes sabios de Alemania, Friedrich Hölderlin, dijo que a él no lo habían educado las escuelas sino el rumor de las arboledas. Y añadió: “Yo entendía el silencio del Ether, las palabras del hombre nunca las comprendí”. La generación que llamamos romántica emprendió una gran rebelión contra la educación tradicional, que estaba petrificada en las academias, y se lanzó a aprender de la naturaleza y de los azares de la experiencia. Pero lo cierto es que lo sabían todo de la tradición: por eso fueron capaces de rebelarse contra ella.

El siglo XVIII otra vez quiso abarcarlo todo, arrojar luz sobre todas las cosas, recoger en una gran Enciclopedia la suma de los conocimientos. Por eso las nuevas generaciones tuvieron información suficiente para entender que la razón no lo sabía todo, que el peso de la Enciclopedia podía ser aplastante; les pareció entender de otro modo que “la letra mata y el espíritu vivifica”, y se lanzaron a vivir la vida. La consigna se las había dado un personaje de Goethe, Wilhelm Meister: “Acuérdate de vivir”.

Hace poco, escribiendo una novela sobre la noche en que nacieron en una misma casa Frankenstein y el Vampiro, comprendí cómo se dio esa rebelión romántica. Kant fue el faro del racionalismo, con él la razón se apoderó del mundo. Era el Siglo de las luces, el siglo de las revoluciones, cuando Goethe declaró que “leer a Kant era como entrar en una habitación muy bien iluminada”. Entonces, tercos y geniales, un grupo de adolescentes se encerró en todo lo contrario: en una habitación en tinieblas, en la noche más oscura de los últimos tiempos y en un invierno pavoroso que cubría el mundo, y dejó brotar los monstruos de la imaginación.

Quiero decir que son grandes maestros los que abarcan todo el saber y transmiten toda la tradición, pero que también son grandes maestros los que critican esa tradición y los que se rebelan contra ella. En los momentos claves de la historia se cruzan esos jóvenes con miradas de ancianos y esos ancianos con alma de niños, y desbaratan el mundo.

Es necesario que existan academias rigurosas e instituciones venerables, pero no para arrodillarse ante ellas sino para polemizar apasionadamente con ellas. Lo que alguna vez fue nuevo y asombroso, las verdades que sorprendieron, las disciplinas que renovaron, las teorías que reinventaron el mundo, todo está en esas academias y en esas instituciones. Lo que no cabe en ellas es lo que es nuevo ahora, lo que ahora es desconcertante, necesario, transformador y paradójico.


17 SEP 2016 - 9:00 PM. Tomado de www.elespectador.com

MAYORÍAS Y MINORÍAS. POR: ALFREDO MOLANO BRAVO

MAYORÍAS Y MINORÍAS. POR: ALFREDO MOLANO BRAVO

Si lo acordado en La Habana se cumple –y hay que tener fe–, se abrirá un capítulo inédito: el reconocimiento de un sector del país que ha sido marginado, cuya voz ha sido usurpada y cuyos intereses se han tenido que defender a bala.

La cosa no es de ayer, viene de mucho más atrás. Diríase que ha sido la piel de nuestra historia, nuestro tinte. Los partidos políticos tradicionales se han turnado el poder a las buenas o a las malas y han impedido todo intento de gobernar en favor de las mayorías. La gran dificultad que hoy existe para la reconciliación es aceptar en la vida corriente, como valor social, la igualdad. Detrás del statu quo no hay otra cosa que la defensa de privilegios ganados a la fuerza y que a la fuerza se sostienen. Permitir que ese país negado, borrado, sustituido, entre a rivalizar con el poder establecido no será fácil, pero es inevitable. Si de verdad la violencia como forma de acción política queda excluida, los excluidos podrán entrar a formar parte del sistema político, y la democracia no será un mero concepto editorial. Se desprenderá del nuevo pacto social –que vendrá necesariamente como prolongación de los acuerdos con las Farc y mañana con el Eln– la limitación al imperio de la ley del valor. La sociedad no puede seguir condenada a pensar desde el bolsillo, no puede seguir obligada a medir la vida con el rasero del dinero. Suena romántico y algo cursi, lo sé –y lo pago– porque sé también que así se califica todo lo que caiga fuera de la fría contabilidad.

Se abre paso también y con un furor inatajable la llamada liberación sexual. Los clósets se abrieron de par en par y se han tomado plazas y calles. El deseo ha ganado carta de ciudadanía. Lo que se hace en la cama no se esconde en ninguna parte: ni en el barrio, ni en la tienda de la esquina, ni en la casa de la tía, ni en la iglesia. Ha sido demasiado brutal la represión que se ha ejercido contra la manifestación de fuerzas emocionales que ahora salen como cuando se revientan los diques de una represa. Todo comenzó con la defensa de los derechos de la mujer, de donde se dio un salto contra la discriminación de los homosexuales y por ahí se abrió el boquete por donde han salido a la superficie identidades libres, no calificadas, ni siquiera reconocidas por los manuales de la psicología o de la pornografía. Es una libertad que se respira. La entrevista que el viernes le hizo Julio Sánchez Cristo a Pedro Santos, el sobrino del presidente, el hijo de Pacho Santos –el niño terrible que dejó de serlo– da cuenta de hasta dónde ha calado la revolución sexual y qué tan aceptadas y respetadas son hoy la homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad, la intersexualidad. La revolución del género ha roto el maniqueísmo sexual.

Las mayorías populares y las minorías sexuales están siendo por fin reconocidas y ambas convergen en el desafío al orden social establecido del que saldrá, sin duda, una sociedad que podría respirar a pleno pulmón.

Por esta razón es tan absurdo que el alcalde Peñalosa se empeñe en convertir en delito una tradición cultural como son las corridas de toros. Lo que menos le importa al alcalde es el sufrimiento de alguien, como lo ha demostrado en la forma brutal como ha tratado a los indigentes y endosado la solución del problema a los sicarios y paramilitares de calle. Lo que le importa son los votos. Cuando los vientos corrían en otro sentido, Peñalosa defendía las corridas por ser una tradición honrosa, una fuente de empleo, una atracción turística, razón por la cual le otorgó la “Orden civil al mérito de la ciudad” a la Corporación Taurina de Bogotá por Decreto Número 1091 de 2000.

La controversia sobre el espectáculo es vieja. Hace poco me topé con un crónica sobre Bolívar de un viajero inglés, Mr. Robert Proctor, en la que apuntaba: “A pesar de haberse abolido en la Constitución (de Perú) sancionada por el Congreso las corridas de toros por ser incompatibles con la época presente de cultura y civilización, sin embargo, desde que se supo que el Libertador era sumamente aficionado a ellas, las autoridades estaban ansiosísimas de satisfacer sus deseos, y una serie de estos espectáculos, en escala espléndida, se anunció al populacho deleitado y de nuevo impaciente por participar en la diversión favorita”.


10 SEP 2016 - 9:00 PM. Tomado de www.elespectador.com

Tola por el No, Maruja por el Sí, y la sombrilla compartida. Por: Tola y Maruja

Tola por el No, Maruja por el Sí, y la sombrilla compartida. Por: Tola y Maruja

Tola y Maruja no han logrado convencer la una a la otra cómo debería votar el plebiscito. Aquí sus razones para el Sí y para el No.

Distinguidas enrredadoras,

Soy un convencido de la guerra: no solamente produce empleos sino que además controla el crecimiento de la población, de la pobrecía, y obviamente votaré No. Sin embargo quiero saber cómo votarán ustedes, pues tengo entendido que andan divididas. ¿Esa diferencia de criterios ha menoscabado su amistad? ¿Creen que después del plebiscito volverán a ser las mismas comadres?

Atentamente,        Valiente Guerra
* * *
Querido Valentín,

Por su letra vemos que prefiere las vocales cerradas y trancadas por dentro. Es muy cierto: Tola y yo vamos a votar distinto en el plebicito, pero las dos sabemos que gane la que gane nos toca seguir juntas.

Nosotras dos no podemos peliar porque la sombrilla es copropiedá y, queramos o no, tenemos que andar pegadas. Algo parecido nos pasa a los colombianos con esta votación: resulte el resultao que resulte nos toca seguir compartiendo.

Tola refunfuña porque le toca acompañarme a las reuniones del No, y sale renegando quizque porque no ve sino caras largas y ceños fruncidos, como si el No se pudiera defender sonriendo.

En cambio yo voy sin chistar a sus marchas del Sí, donde veo puras caritas alegres, cual emoticones, inocentes de lo que les espera cuando Tirochenko y sus muérganos se tomen el poder y los pongan a comer física ñola.

Cuando le alvierto a Tola que si gana el hijuemadre Sí este país se volverá pior que Venezuela, me contesta toda irónica: Pues querida, entonces pegamos pa Venezuela.

Y si le recalco que los maldingos guerrilleros deberían pagar guandoca, me dice: ¿Y vos qué te suplís con que purguen cárcel, ah? ¿Pa que caigan al mismo patio de los políticos y se acaben de dañar los pobres guerrilleros?

Con Tola no se puede hablar del No. Yo le machaco que esos tócigos de la guerrilla no merecen perdón y ella me sale con que deje de ser metida, que ya las vítimas perdonaron, que a mí no me mataron ni me secuestraron a nadie, que sufre más el velón que el dueño de la olla...

Le insisto que esos chusmeros son unos descaraos que no quieren ir a la cárcel pero sí quieren ir al Congreso, y ella tiene la respuesta lista: Ole Maruja, tal vez ellos prefieren seguir el conduto regular de los políticos colombianos: primero el Congreso y después La Picota.

Tola se las coge en el aire, qué pereza... Cuando le martillo que Santos es un Judas, ahí mismo revira: Y Judas es un Santo, que se dio la pela por ayudarnos a redimir.

Muy maluco dialogar con Tola. Le digo: Ay mija, Santos le va entregar el país a las Far, y ella me regaña: Maruja ¿vos sos tan aguacate que creés que los ricos de Colombia van a soltar la mina? ¿Te embobates?

Tola me saca en cara que no me leí los benditos acuerdos, sabiendo que los uribistas no tenemos necesidá de leer eso porque creemos en Álvaro, así como ella tampoco se los leyó porque confía en De la Calle.

Es carajada discutir con misiá Tola. Está enratonada en hacerme votar por el Sí y me hace propaganda subliminal: a todo me dice que Sí y hasta me prestó plata. Está una sedita.

Lo último que me dijo, pa hacerme sentir mal, fue: Allá vos querida, votá No, pero me hacés el gran favor y nunca más me volvés a convidar a ver noticieros.

Tus tías que te quieren,

Tola y Maruja

Posdata: Le oímos a un guerrerista romántico: Las guerras son como las mujeres, se ponen interesantes después de los 50.

Payola: Tola y Maruja patriotas hablan también del plebiscito: ¿Sí o No? Sábado 24 en Trementina Artes, Bogotá. Tel: 6953707.
17 SEP 2016 - 9:29 PM. Tomado de elespectador.com

Tola y Maruja no han logrado convencer la una a la otra cómo debería votar el plebiscito. Aquí sus razones para el Sí y para el No.
Distinguidas enrredadoras,

Soy un convencido de la guerra: no solamente produce empleos sino que además controla el crecimiento de la población, de la pobrecía, y obviamente votaré No. Sin embargo quiero saber cómo votarán ustedes, pues tengo entendido que andan divididas. ¿Esa diferencia de criterios ha menoscabado su amistad? ¿Creen que después del plebiscito volverán a ser las mismas comadres?

Atentamente,        Valiente Guerra
* * *
Querido Valentín,

Por su letra vemos que prefiere las vocales cerradas y trancadas por dentro. Es muy cierto: Tola y yo vamos a votar distinto en el plebicito, pero las dos sabemos que gane la que gane nos toca seguir juntas.

Nosotras dos no podemos peliar porque la sombrilla es copropiedá y, queramos o no, tenemos que andar pegadas. Algo parecido nos pasa a los colombianos con esta votación: resulte el resultao que resulte nos toca seguir compartiendo.

Tola refunfuña porque le toca acompañarme a las reuniones del No, y sale renegando quizque porque no ve sino caras largas y ceños fruncidos, como si el No se pudiera defender sonriendo.

En cambio yo voy sin chistar a sus marchas del Sí, donde veo puras caritas alegres, cual emoticones, inocentes de lo que les espera cuando Tirochenko y sus muérganos se tomen el poder y los pongan a comer física ñola.

Cuando le alvierto a Tola que si gana el hijuemadre Sí este país se volverá pior que Venezuela, me contesta toda irónica: Pues querida, entonces pegamos pa Venezuela.

Y si le recalco que los maldingos guerrilleros deberían pagar guandoca, me dice: ¿Y vos qué te suplís con que purguen cárcel, ah? ¿Pa que caigan al mismo patio de los políticos y se acaben de dañar los pobres guerrilleros?

Con Tola no se puede hablar del No. Yo le machaco que esos tócigos de la guerrilla no merecen perdón y ella me sale con que deje de ser metida, que ya las vítimas perdonaron, que a mí no me mataron ni me secuestraron a nadie, que sufre más el velón que el dueño de la olla...

Le insisto que esos chusmeros son unos descaraos que no quieren ir a la cárcel pero sí quieren ir al Congreso, y ella tiene la respuesta lista: Ole Maruja, tal vez ellos prefieren seguir el conduto regular de los políticos colombianos: primero el Congreso y después La Picota.

Tola se las coge en el aire, qué pereza... Cuando le martillo que Santos es un Judas, ahí mismo revira: Y Judas es un Santo, que se dio la pela por ayudarnos a redimir.

Muy maluco dialogar con Tola. Le digo: Ay mija, Santos le va entregar el país a las Far, y ella me regaña: Maruja ¿vos sos tan aguacate que creés que los ricos de Colombia van a soltar la mina? ¿Te embobates?

Tola me saca en cara que no me leí los benditos acuerdos, sabiendo que los uribistas no tenemos necesidá de leer eso porque creemos en Álvaro, así como ella tampoco se los leyó porque confía en De la Calle.

Es carajada discutir con misiá Tola. Está enratonada en hacerme votar por el Sí y me hace propaganda subliminal: a todo me dice que Sí y hasta me prestó plata. Está una sedita.

Lo último que me dijo, pa hacerme sentir mal, fue: Allá vos querida, votá No, pero me hacés el gran favor y nunca más me volvés a convidar a ver noticieros.

Tus tías que te quieren,

Tola y Maruja

Posdata: Le oímos a un guerrerista romántico: Las guerras son como las mujeres, se ponen interesantes después de los 50.

Payola: Tola y Maruja patriotas hablan también del plebiscito: ¿Sí o No? Sábado 24 en Trementina Artes, Bogotá. Tel: 6953707.

17 SEP 2016 - 9:29 PM. Tomado de elespectador.com

LO QUE VIVIANE MORALES Y SUS MUJERES FIRMANTES NO HAN ENTENDIDO. POR: CATALINA URIBE

LO QUE VIVIANE MORALES Y SUS MUJERES FIRMANTES NO HAN ENTENDIDO.
POR: CATALINA URIBE

Los argumentos discriminatorios son casi siempre iguales. Cuando se discutía el voto femenino se aludió a las costumbres, los valores religiosos, y a algunos estudios de la época.

Se dijo, por ejemplo, que las mujeres, debido a su fragilidad innata, no podían enfrentarse al estrés que suponía la política y la toma de decisiones. Además, como llevaban consigo el pecado de Eva, estaban destinadas a conducir a los hombres a la tentación y a la guerra. Finalmente, que su emotividad las hacía irracionales. 

Más allá de ciertos juegos de poder, fue en últimas gracias a algunas mentes liberales —en el sentido literal de la palabra y no del mal llamado Partido Liberal— que un cambio hacia una sociedad más justa e inclusiva se hizo posible. Las mujeres pudimos votar porque hubo quienes vieron a través de argumentos sosos y amañados. Irónicamente, las mismas mentes que hicieron posible que Viviane Morales pudiera ser senadora, y que la cédula de las mujeres que la apoyan contara, se enfrentan hoy a ella y a sus votantes.

Morales sólo está en el poder porque se impugnaron los argumentos “naturales” a los que ella tanto apela. Ella y sus mujeres firmantes solo pueden ser partícipes de la vida pública porque hubo quienes lucharon para que la mujer pudiera ir a la universidad, votar y ejercer cargos públicos. Mucho costó que la sociedad aceptara que la mujer calladita no es más bonita. Aunque lo triste del asunto es que, si hoy se hiciera un referendo para revocar el voto femenino, es posible que ganara.

Hay quienes dicen que la sociedad está perdiendo sus valores, pero quizá lo que esté pasando es que nos estamos perdiendo en ellos. Es difícil determinar lo que es bueno y justo en cada situación, pero no es tan difícil ver lo que es cruel. Relegar a una parte de la población, rechazarla a una ciudadanía de segunda, e impedirle ayudar a una infinidad de niños que necesitan ayuda, es cruel. La crueldad de la discriminación debería poner en jaque a muchos pseudo-valores, pero al final del día es más fácil creerse un buen cristiano que de hecho serlo.


21 SEP 2016 - 9:00 PM. Tomado de elespectador.com

LA TÁCTICA DEL AVESTRUZ. CATALINA RUIZ-NAVARRO

LA TÁCTICA DEL AVESTRUZ. CATALINA RUIZ-NAVARRO

Acaba de levantar indignación en Colombia una encuesta del DANE, aplicada a adolescentes entre los 12 y los 16 años, por mandato de la Ley 79 de 2001, que busca medir las experiencias que tienen respecto al sexo.

Por: Catalina Ruiz-Navarro

Contiene preguntas explícitas, como si han recibido sobornos a cambio de sexo, o si han sido tocados sexualmente sin su consentimiento y por quién. “Los niños y niñas que no están sometidos a este tipos de experiencias, simplemente no avanzan en el cuestionario electrónico”, dijo a RCN Radio el director del DANE, Mauricio Perfetti. Sin embargo, los padres de familia se enteraron del cuestionario y están indignadisimos, protestando, porque las preguntas son “agresivas”, “bruscas”, que ese no es el lenguaje, y los colegios dicen que no quieren aplicar la encuesta sin el consentimiento expreso de los padres y que, no importa que en Colombia esté prohibido negar datos estadísticos, no preguntarán lo que no quieren saber.

Los datos de la encuesta del DANE son importantísimos para generar política pública efectiva sobre un problema del que casi no se habla y que a nadie le gusta admitir. Todos se escandalizan con el embarazo adolescente, pero siguen con el cuento de la cigüeña. Es preferible creer que los agresores sexuales de menores son extraños malvados o enfermos, aunque la mayoría de los casos de abuso vienen por parte de un conocido o familiar. También es más fácil convencerse de que si se suprimen temas como el sexo o las drogas de la conversación, los adolescentes no se van a enterar. Pero se enterarán como nos enteramos todos, tarde o temprano. Incluso, estos padres conservadores fueron adolescentes y deberían saber de primera mano que la ignorancia no previene el sexo, todo lo contrario, transforma algo normal que debería ser placentero en un riesgo. Y ni hablar de lo problemático que resulta que los padres de familia (que estadísticamente son una porción importante de los agresores) tengan que dar su consentimiento para que se aplique la encuesta a los adolescentes. Bonito así.

En abril, desde la colectiva (e)stereotipas propusimos un ejercicio de denuncia y memoria en redes sociales con el hashtag #MiPrimerAcoso. El hashtag propició que mujeres de toda América Latina contaran sus experiencias de acoso y cada historia servía de herramienta para que otras mujeres, a su vez, reconocieran el acoso en sus vidas. Una de las cosas que dejó claras este ejercicio es que prácticamente todas las mujeres latinoamericanas (el hashtag llegó a tener 420 tuits por minuto) hemos tenido una experiencia de acoso sexual (desde el acoso cotidiano hasta la violación) a lo largo de nuestras vidas. La revista Distintas Latitudes hizo un análisis de 100.000 tuits con el hashtag para identificar patrones sobre la edad del primer acoso, las agresiones denunciadas, los espacios donde éstas ocurrieron y quiénes fueron los agresores. La revista concluye que el 40,4 % de las agresiones podrían tipificarse como abusos sexuales y que casi la mitad de los ataques denunciados (42,3 %) ocurrió entre los seis y los 11 años de edad. El 53 % de las agresiones ocurrió en espacios privados como la casa. Estas son apenas las cifras de un ejercicio, sirven para ilustrar algo que las mujeres sabemos muy bien: que el acoso sexual comienza desde que somos muy niñas, que el peligro siempre está al acecho. ¿Qué estamos haciendo para prevenir estas experiencias de acoso en la niñez?

Muchas de las mujeres que contaron sus historias con #MiPrimerAcoso lamentaban no haber tenido alguien que les dijera, cuando eran niñas, que eso era acoso, o que alguien les preguntara, o que alguien les creyera. Mucho repiten que “pensemos en los niños”, pero son pocas las ganas de encarar el problema o de buscar soluciones. Es fácil exigir castigos populistas como sentencias vitalicias o pena de muerte para los agresores sexuales de niños y adolescentes. Pero a la niña menor de 14 años le niegan un aborto por violación. Cuando hablan de defender la inocencia de los niños, en realidad hacen una defensa por su propia incompetencia. Si les parece que las preguntas de la encuesta del DANE son “fuertes” es porque padres de familia y colegios han fallado en darles a los menores de edad en Colombia el contexto y las herramientas para enfrentar estas situaciones muy reales y muy violentas de abuso, violencia sexual y sexo riesgoso, que son un problema de salud pública en el país. Es necesario recoger la información que permita plantear políticas públicas realistas y tienen los niños derecho a que el Estado, los colegios, sus padres, les den la información necesaria sobre sus derechos sexuales y reproductivos.

@Catalinapordios. CATALINA RUIZ-NAVARRO 21 SEP 2016 - 9:00 PM
Tomado de www.elespectador.com