Plan fiscal inviable
A mediados de junio el Gobierno presentó el “Marco fiscal de mediano plazo”. Por tratarse de un documento sobre proyecciones, las autoridades económicas se dan la libertad de reflejar la grave situación de la economía en forma de novela de ficción. La validez de las teorías se mide por la cercanía de sus proyecciones con la realidad. Las proyecciones económicas sólo tienen sentido cuando se conectan con el presente.
Por: Eduardo Sarmiento
El documento parte reconociendo la información común sobre el déficit en cuenta corriente de 6,5 % del PIB y del déficit fiscal de 3,7 % para el presente año. Sin embargo, la proyección de crecimiento del producto de 3 % está sobreestimada, al parecer, para no afear más el cuadro. Si se tiene en cuenta que la caída generalizada de los indicadores centrales, el crecimiento del producto estará cerca del 2 %.
Estamos ante un resultado poco usual en el que el déficit fiscal y el déficit en cuenta corriente son superiores al crecimiento del producto nacional. El comportamiento contradice la historia. Durante 40 años el país operó con tasas de crecimiento superiores a ambos déficits. La excepción fue el año 1999, cuando la economía se precipitó por la mayor recesión del siglo.
Lo normal es que ambos déficits evolucionen por debajo del producto. Cuando los déficits son superiores al producto, se generan incentivos que tienden a ampliarlos creando inestabilidad y desorden. Veamos el caso del déficit fiscal. Si éste es mayor que el crecimiento del producto, el endeudamiento crece por encima de la economía y tiene que orientarse cada vez más a cubrir intereses.
Progresivamente se llega a un estado en que la totalidad de la deuda tiene que destinarse para pagar las erogaciones y la política fiscal deja de ser eficaz para aumentar el gasto. Es precisamente lo que ocurrió en Brasil que configuró déficits fiscales de más del 7 % del PIB con crecimiento negativo. En la actualidad, todo el endeudamiento disponible se destina al pago de intereses y no deja margen para recuperar la economía.
La explicación es clara. Las autoridades económicas intentaron realizar la devaluación masiva dentro de un marco de austeridad monetaria y sin contemplar la alta sustitución entre las importaciones y la producción nacional. El resultado ha sido un deterioro del crecimiento económico y el empleo, el mantenimiento del déficit en cuenta corriente, la elevación de la inflación, el alza de la tasa de interés y la ampliación del déficits fiscal. Tal como ocurrió en el último año y medio, los dos déficits evolucionan más rápidamente que el producto. Se configura una pirámide tipo Ponzi, que sólo se sostiene en condiciones especiales y deja las economías expuestas a endeudamientos que se tornan impagables.
En el programa oficial se vaticina que ambos déficits se moderarán al final de la administración y luego desaparecerán. No es cierto. Mientras persistan las altas tasas de interés y los elevados precios de las importaciones, ambos déficits superarán el crecimiento económico, y por simple aritmética, la diferencia tendera a ampliarse y, en el mejor de los casos, a mantenerse igual.
El error de predicción es una evidencia del incumplimiento de las teorías de inflación objetivo regulada por la tasa de interés y la modalidad de cambio flotante que dominan el pensamiento económico oficial. La única forma de evitar el desenlace es con una nueva concepción macroeconómica que se aparte del monetarismo y busque la corrección de los grandes desajustes por la vía del crecimiento. Contra viento y marea, los hechos están llevando a intervenir el tipo de cambio, bajar las tasas de interés y darles un tratamiento distinto a las exportaciones y las importaciones.
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