miércoles, 30 de enero de 2019

La ética de los fritos. Por, ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA


La ética de los fritos. Por, ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA 
30 de enero de 2019 12:00 AM

Para mí todavía sigue siendo un misterio la ética inquebrantable que se ejerce en las mesas de fritos. En esas diminutas islas de aceite y fogaje, donde los triglicéridos enloquecen y las servilletas se transparentan como fantasmas, se dan una honestidad y una confianza más propias de los ángeles que de los seres humanos. Un completo desconocido, por ejemplo, puede llegar allí procedente de la muchedumbre hambrienta, pasearse por entre las bandejas de carimañolas o arepas de huevo y satisfacer su apetito sin avisarle a nadie. La cocinera, que está ocupada friendo en su caldero, sabe perfectamente que no tiene que vigilarlo porque al final, cuando el desconocido pida la cuenta y ella pregunte cuántos fritos se ha comido, él responderá siempre con la verdad.

Es una regla que no falla, como si se tratase de un mandamiento celestial que rige al justo con idéntica fuerza que al pecador. Un ladrón que llegara a comer en la mesa de fritos, pagaría el precio debido y se iría luego a robar a otra parte. Un político corrupto también haría lo mismo. El padre déspota, el hermano tramposo, la madre vengativa, el hijo desagradecido: todos pagan, jamás se les pasa por la cabeza engañar a la fritanguera.

En un país tan viciado como este, donde se cree que el vivo vive del bobo, se habla constantemente de la “malicia” indígena y se incentiva la competencia amenazando al perdedor con ser marica (“marica el último”), la mesa de fritos es un espacio revolucionario, un tabernáculo sagrado de la gastronomía caribe que se opone sin titubeos contra los malos hábitos de la artimaña y el engaño. Es un lugar pequeño, sí, pero lo suficientemente luminoso para resistir con dignidad en este mar de desagrado. Pienso en la matrona de cada mesa, con su delantal grasiento como una sotana litúrgica y su oficio de Gran Amasadora, evangelizando con empanadas de maíz y buñuelos de frijolito a cuanto chanchullero se aparezca.


En este misterio moral, algo tendrán que ver los astros. Por algo la arepa de huevo parece un sol y la gris carimañola, acomodada a su lado, una especie de rombo lunar. A lo mejor la sinceridad que se da en las mesas de fritos ocurre por una antigua influencia universal que nos vincula a las mismas fuerzas que hacen crecer a los maizales en temporadas precisas y nutren la tierra de las plantaciones de yuca.

En su “Oda a la manzana”, Pablo Neruda escribió que quería ver a toda la población del mundo reunida en el acto más simple de la tierra: mordiendo una manzana.

Tal vez para el Caribe haga falta una traducción más apropiada. Quizás el milagro de la solidaridad y la confianza sólo sea posible en esta región cuando todos estemos comiendo juntos en la misma mesa de fritos. Reunidos, como un coro de catedral, mordiendo una arepa o una empanada.

*Escritor

Estados Unidos contra Venezuela: un bufón para un circo de 12 países. Por, Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América Desde Caracas, Venezuela

SÁBADO, 26 DE ENERO DE 2019

Estados Unidos contra Venezuela: un bufón para un circo de 12 países

No sé si seré muy grandilocuente, pero en el futuro se podrá decir que el 23 de enero de 2019 se le descerrajó el golpe más artero que jamás haya recibido el derecho internacional, así como los principios que regulan los vínculos entre Estados después de la segunda guerra mundial y los fundamentos jurídicos, políticos y éticos  que rigen estos vínculos.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

Es difícil responder algunas preguntas en la Venezuela de hoy. Creo que ni el gobierno de Venezuela ni el de Estados Unidos (los únicos actores verdaderos en este conflicto tienen todas las respuestas), sobre todo porque lo ocurrido es una situación inédita, en Venezuela, en América Latina y posiblemente en el mundo: es decir un golpe de Estado que se planifica, organiza y dirige desde el exterior, lo cual es normal desde que Estados Unidos existe como potencia, pero en este caso también se ejecuta en el exterior, lo cual es una novedad. El resto de participantes de este drama, incluyendo la oposición venezolana y los 10 países del Grupo de Lima más Ecuador -que se plegó a éste para ajustar el comportamiento fascista del traidor que ostenta la presidencia, al de sus colegas de la región- son meras fichas de relleno para la consumación de los planes imperiales.

En Venezuela, el golpe de Estado se inició con las declaraciones del vicepresidente Pence y se consumó con el reconocimiento de Guaidó por parte de Trump. De hecho, la manifestación convocada por la oposición amenazaba con ser un nuevo fracaso y fue solo tras el reconocimiento de Trump que las fuerzas opositoras se movilizaron masivamente al sentir el respaldo de Estados Unidos, esto se corrobora con las declaraciones de Diosdado Cabello respecto de su reunión el día anterior con Juan Guaidó ( que no desmintió en una entrevista con una periodista colombiana de Miami) en la que éste hizo ciertos compromisos que fueron incumplidos al día siguiente después de recibir una llamada desde Washington. En este sentido, se repite la actuación en República Dominicana, en años anteriores, cuando tras llegar a un acuerdo negociado con el gobierno para solucionar pacíficamente las controversias, dos llamadas telefónicas, una desde la capital imperial y otra desde Bogotá, hicieron que sus delegados no suscribieran el acuerdo. Esto reitera que la oposición venezolana no tiene criterio propio y actúa como marioneta de la presidencia de Estados Unidos. 

Pero, volviendo a los acontecimientos recientes, hay que decir que fue Trump el que movilizó a la oposición el día 23 al anunciar el reconocimiento de Guaidó como “presidente interino”, con lo que trataba de dar respaldo de masas a una decisión que violenta los aspectos más elementales del funcionamiento del sistema internacional.

No sé si seré muy grandilocuente, pero en el futuro se podrá decir que el 23 de enero de 2019 se le descerrajó el golpe más artero que jamás haya recibido el derecho internacional, así como los principios que regulan los vínculos entre Estados después de la segunda guerra mundial y los fundamentos jurídicos, políticos y éticos  que rigen estos vínculos.

Los que creían haber visto todo en materia de transgresión jurídica en el mundo, los que vimos el golpe de estado contra Allende organizado y financiado por Kissinger; los que estructuraron el Plan Cóndor para asesinar luchadores sociales y políticos en América Latina, los que destituyeron y secuestraron impunemente a los presidentes Aristide en Haití y Zelaya en Honduras; los que propiciaron la destitución sin pruebas de la presidenta Rousseff en Brasil y la prisión injusta de Lula para nombrar a su responsable como ministro de justicia del gobierno neofascista que se instaló en el poder en Brasil; los que auparon a las dictaduras de seguridad nacional en los años 70 y 80 del siglo pasado; los que protegen a los delincuentes que gobiernan en la mayor parte de los países del Grupo de Lima; los que apoyan ilimitadamente el genocidio en Colombia, ahora intentaron una nueva modalidad: sustitución del derecho por la fuerza, nombramiento de presidentes desde Washington y utilización de la embajada de Estados Unidos como “palacio de gobierno” de los usurpadores del poder. Ni siquiera en el siglo XIX, en tiempos del “Gran Garrote” o de la “Diplomacia del Dólar”. Pasó al olvido aquella frase de que la democracia solo vale cuando emerge de elecciones: se les olvidó en Honduras al nombrar a Micheletti, se les olvidó en Brasil al nombrar a Temer y ahora su putrefacta democracia lo olvida en Venezuela. Ni los gobiernos más intervencionistas de Estados Unidos: el de Nixon, el de Reagan, el de Bush y el de Obama habían llegado tan lejos.  

Todo esto no dejó otra opción al presidente Maduro que romper relaciones diplomáticas con Estados Unidos, un gobierno soberano no puede aceptar que otro país, por muy potencia que sea, asuma derechos constitucionales que solo le competen a los venezolanos, mucho más cuando se trata de designar a un presidente y no lo puede aceptar porque dejaría de ser soberano y por tanto no tendría razón de existir. Ahora, Estados Unidos anunció que no consideraba válida esa decisión por lo cual acogió a Guaidó en su embajada, transformándola en “palacio de gobierno” del autonombrado, es decir Guaidó “dirige” desde el exterior, está en otro país, mientras que su otro cargo: el de presidente de la Asamblea Nacional en desacato si lo ejerce desde Venezuela. Habla de dictadura, pero un mismo personaje ostenta la máxima responsabilidad de dos poderes públicos, hablan de respeto a la Constitución, pero la violentan al crear la figura de “presidente interino” que no existe en la Carta Magna, ¡una total incongruencia!

Está claro que Guaidó recibe órdenes directas de Washington y es Estados Unidos el que toma las decisiones.  Quedó de manifiesto cuando se produjo su autonombramiento y se puedo observar la cara de sorpresa de los vicepresidentes de la Asamblea en desacato quienes se enteraron en ese momento de la “movida”. En su desesperación Guaidó se olvidó de comentarle la última instrucción recibida desde la Casa Blanca. El próximo paso fue el dado por el Secretario de Estado Pompeo, el que, cual típico matón que recuerda a sus antepasados italianos de la provincia de Pescara en la Región de Abruzzo al este de Roma, amenazó con una invasión militar si el gobierno de Venezuela tomaba acciones contra Guaidó o contra la sede de la Embajada de Estados Unidos en Caracas.
Esto ha creado una situación inédita en el marco del derecho internacional. Hasta el momento, Guaidó ha sido reconocido por 12 países incluyendo a Estados Unidos, por el secretario general de la OEA y por el secretario del Consejo Europeo, Donald Tusk. En otro claro ejemplo de timo político han creado una ficción, para autodenominarse comunidad internacional, asumiendo su representación apoyados en que uno de esos 12 países tiene la mitad del arsenal nuclear del planeta, y actuando como si el resto de los más de 180 naciones independientes del planeta no existieran.

Al ser una situación inédita, es difícil predecir el desenlace; se podría prever que Guaidó pueda tomar disparatadas medidas encumbrado por Estados Unidos y sus casi 7000 ojivas nucleares además de las 800 bases militares que tiene dispersas por el mundo. Por ejemplo podría solicitar ayuda militar a Estados Unidos, lo cual en los hechos sería la justificación “legal” de una intervención armada, o apoderarse de las instalaciones de Citgo, la filial de PDVSA en Estados Unidos, intentar ocupar las embajadas e instalaciones diplomáticas de Venezuela en los países que han reconocido a Guaidó y por supuesto, Estados Unidos podría firmar con Guaidó un “acuerdo de cooperación” que permitiría la aprobación legal por parte del Congreso de Estados Unidos de una partida financiera para que haga política e intente realizar acciones de mejoramiento de la situación económica del país esperando ganarse el apoyo de la población que vive agobiada por la crisis económica.

Habrá que esperar en los próximos días el desarrollo de los acontecimientos, considerando que Guaidó no ha logrado ningún apoyo de las fuerzas armadas y que las instituciones del país siguen respondiendo al gobierno de Venezuela, a la Constitución y a las leyes del país.

Ya en la noche del 23 de enero se desataron acciones violentas por parte sectores de la oposición, lo cual se inserta en el plan de Estados Unidos. La supuesta transición no puede producirse sin violencia, porque mientras las fuerzas armadas se mantengan leales a Maduro no hay transición posible, por eso necesitan una guerra civil o una intervención armada. En el primer caso -para desatarla- se requiere que haya un quiebre en las fuerzas armadas, lo cual teóricamente se podría producir si una situación de violencia generalizada obliga a la institución castrense a actuar para restablecer el orden interno. En ese caso, Estados Unidos apuesta a que las fuerzas armadas no tengan una opinión única de cómo operar, se produzca un quiebre que se exprese como enfrentamiento entre dos sectores militares que sirva para justificar una “intervención humanitaria” a fin de “restablecer el orden”. Hasta este momento, ese plan ha fracasado porque las fuerzas armadas se mantienen unidas y leales al gobierno, por lo cual se puede prever que intenten incrementar las acciones violentas, esperando llegar a una situación similar a los fracasados experimentos terroristas de 2014 y 2017.

Ante esto, el presidente Maduro en su discurso del día 23 de enero, con mucha serenidad planteó las directrices más generales del accionar del gobierno:  mantener movilizado al pueblo, garantizar la unidad cívico militar, hacer una administración más eficiente y actuar con paciencia y tino político para evitar las provocaciones que Estados Unidos implementará, sobre todo en lo relacionado a la creación de este gobierno paralelo sin sustento en la Constitución. El espacio de maniobra es reducido cuando hay que enfrentarse a la mayor potencia del mundo controlada además por un gobierno en el que prima la irracionalidad tanto en su política interna como internacional.

Finalmente, este aspecto: el internacional es muy relevante en este contexto, China y Rusia deberían jugar un papel activo denunciando la violación del derecho internacional, la Carta de la ONU e impidiendo cualquier resolución que intente Estados Unidos en el Consejo de Seguridad para legalizar la intervención , tal como lo logró en el caso de Libia, e incluso promover una resolución del Consejo de Seguridad llamando a la búsqueda de un desenlace pacífico y por vía de negociaciones del conflicto interno de Venezuela sin intervenciones extranjeras de ningún tipo y rechazando de plano la acción militar. Muy posiblemente Estados Unidos lo vetaría, pero obligaría a los timoratos a tomar una posición respecto de la paz o la guerra, de la democracia o la dictadura, a favor de solucionar el conflicto en el marco de la Carta de la ONU o en favor de una intervención armada ilegal, toda vez que no ha sido aprobada en el Consejo de Seguridad.

México, tras retomar el apego a su tradición constitucional de o inmiscuirse en los asuntos internos de otros países, está señalando el camino del respeto a la Carta de la ONU en la solución de conflictos, estoy seguro que cada vez mayor cantidad de países de la región seguirán su ejemplo. Almagro ha logrado que la OEA sea superada por el Grupo de Lima: Estados Unidos se vio obligado a crearlo para conseguir con rapidez y seguridad lo que la OEA no ha sido capaz de proporcionarle: el soporte político para una invasión. Los países del Grupo de Lima, al avalar la intervención militar de Trump, se hacen cómplices de éste, y en caso que el pueblo de Venezuela no logre evitar una invasión, serán juzgados como criminales de guerra por la gran cantidad de muertos, desaparecidos, mutilados y desplazados que tal acción producirá. El incremento de la migración que toda guerra produce vendrá a señalarles en la cotidianidad de sus calles, el impacto de su subordinación a la potencia imperial. Si quieren saber cómo es esto, solo deben mirarse en la realidad de la Europa de hoy impactada por la llegada de millones de migrantes provenientes de los países en los que se han desatado guerras imperiales y coloniales.

Neoderechas: contra el laicismo y los derechos sociales. Por, uan J. Paz y Miño Cepeda / Firmas Selectas Prensa Latina

SÁBADO, 26 DE ENERO DE 2019

Neoderechas: contra el laicismo y los derechos sociales

Tras el ciclo de los gobiernos progresistas latinoamericanos, el retorno del conservadorismo político y del neoliberalismo económico se asienta en burguesías y oligarquías cuya agresividad conceptual no tiene límite alguno en romper con las viejas conquistas históricas.

Juan J. Paz y Miño Cepeda / Firmas Selectas Prensa Latina

La conquista del laicismo fue uno de los objetivos de los radicales y liberales latinoamericanos que enfrentaron a los conservadores y a la iglesia católica durante el siglo XIX y buena parte del XX. Con la implantación del laicismo coincidían varios principios: separar al Estado de la iglesia, secularizar a la sociedad, institucionalizar el matrimonio civil y el divorcio, instaurar el registro civil, respetar la libertad de cultos, garantizar la libertad de pensamiento, así como la de imprenta.

De manera que lograr el poder e implantar esa gama de principios liberales tuvo, en el camino, duras confrontaciones y hasta guerras civiles, porque ni la iglesia católica ni los conservadores estuvieron dispuestos a permitir el dominio de tesis que consideraban la encarnación del demonio, o por lo menos de los ateos, masones, impíos y herejes que las fomentaban.

El ejemplo histórico de estos procesos ha sido México, durante La Reforma (1858-1861): gracias a la Constitución liberal de 1857 y a los gobiernos de Benito Juárez (entre 1858 y 1872), se implantó el laicismo. Procesos parecidos ocurrirían en otros países latinoamericanos. En Ecuador el triunfo de la Revolución Liberal (1895) acaudillada por Eloy Alfaro y la Constitución de 1906, conquistaron los principios y valores liberales y laicos. Sin embargo, en Colombia el laicismo recién fue introducido, en forma definitiva, en la Constitución de 1991.

Otro proceso crucial en la historia de América Latina ha sido la conquista de los derechos sociales y laborales. Esto fue posible por el ascenso de las luchas de campesinos, indígenas, trabajadores y pobladores, acompañados por intelectuales y profesionales que defendían sus causas, un fenómeno que ocurre a fines del siglo XIX y particularmente con el avance del siglo XX. Fueron, además, síntomas del progreso de las relaciones capitalistas que tuvieron distintos ritmos, pues en buena parte de los países latinoamericanos los regímenes oligárquicos continuaron vigentes hasta mediados del siglo XX.

Nuevamente, como una especie de momento histórico definitorio, se ubica la Revolución Mexicana de 1910 y especialmente su Constitución de 1917. En este año, 2019, precisamente se conmemora el centenario de Emiliano Zapata (1879-1919), uno de los campesinos revolucionarios del México insurgente.

Con la Constitución mexicana fue reconocida la reforma agraria y los principios laborales más sensibles: pro-operario, jornada máxima, salario mínimo, contratación individual, sindicalización, huelga, indemnizaciones, seguridad social, reparto de utilidades. En Ecuador, la Revolución Juliana (1925-1931) marcó el inicio de un largo proceso para superar el régimen oligárquico, e implantó similares derechos sociales, que fueron consagrados por la Constitución de 1929. En Brasil, la Constitución de 1934 reconoció esos derechos, aunque en forma tibia, si se la compara con la mexicana o la ecuatoriana.

Sin duda, en América Latina podemos encontrar otros fundamentos históricos a procesos que vive la región en la actualidad. Pero resalto los dos que he mencionado, esto es el laicismoy los derechos sociales-laborales, como ejes vertebradores de lo que ha sido la evolución política en el siglo XX e inicios del XXI.

Y esto porque tras el ciclo de los gobiernos progresistas latinoamericanos, el retorno del conservadorismo político y del neoliberalismo económico se asienta en burguesías y oligarquías cuya agresividad conceptual no tiene límite alguno en romper con las viejas conquistas históricas.

En Brasil, precisamente, de la mano de las sectas evangélicas y hasta de las máximas figuras del gobierno de Jair Bolsonaro, la religiosidad revive para hacer frente a la política, la intolerancia apunta a desmontar el laicismo, la fe se abandera contra el evolucionismo darwiniano, el cuestionamiento y ataque a las diferencias sexuales y de género, o el racismo y el clasismo con aires de superioridad, adquieren su rumbo propio y, además, son bendecidos y saludados por la elite “blanca”. Los conceptos del neoliberalismo restaurado sobre bases fanáticas definen rumbos que retroceden a la época de las luchas conservadoras contra los liberales y radicales. Es la era de las neoderechas. Y parece que Marx recobra vigencia cuando sostuvo que la religión era el opio del pueblo.

Lo mismo ocurre en el campo de los derechos sociales-laborales. De la mano de burguesías rentistas, conservadoras y reaccionarias, en todos los países se clama por la “flexibilidad” y la precarización del trabajo, con el supuesto de que ello dinamizará a la empresa privada y permitirá la ocupación de nueva fuerza de trabajo ahora acumulada en el sector informal y subocupado. Se trata de otro retorno a épocas anteriores, a situaciones laborales que existieron antes de la implantación de las Constituciones sociales latinoamericanas.

Con burguesías que van delineando un camino hacia el fascismo criollo, bajo regímenes electorales y formalmente democráticos, dentro de los cuales se destruyen principios y conquistas históricos, América Latina bien podría entrar a un ciclo de nuevo dominio oligárquico. El único camino para evitarlo sigue siendo el trabajo intelectual continuo sobre las conciencias colectivas, la movilización de los sectores populares y la organización de la sociedad, a fin de que la resistencia no sea pasiva, sino activa.

La revolución Rosa

SÁBADO, 26 DE ENERO DE 2019

La revolución Rosa

Puta, loca, sanguinaria, violenta, judía, polaca; todos insultos para quienes la asesinaron, intersecciones que hicieron de su voz política una que atraviesa el siglo que pasó desde que tiraron su cuerpo al agua, podríamos decir ahora. La revolución, el socialismo, la libertad, lo privado como político son los temas de la producción teórica de Rosa Luxemburgo que vale la pena releer cuando la huelga internacional feminista del 8 de marzo ya está preparándose en todo el mundo.

Claudia Korol / Página12

Se cumple un siglo desde el feminicidio político de Rosa Luxemburgo, consumado el 15 de enero de 1919. Lo nombramos como “feminicidio”, no sólo porque Rosa era mujer, sino porque ella, por ser mujer, fue perseguida, desprestigiada y maltratada –antes y después del crimen– con saña. Cuando los esbirros la arrastraban a la muerte, el odio encendido en los seguidores de esa socialdemocracia descompuesta política y éticamente, generaba un griterío a su alrededor: “puta, loca, sanguinaria, violenta”. La roja –en un país en el que crecía la contrarrevolución–, la judía –en un país en el que se incubaba junto al racismo y el nacionalismo “el huevo de la serpiente”, el nazismo–, la polaca –en una Alemania que disputaba con Rusia desde hace años el territorio polaco donde nació Rosa–, la desobediente –que osó convocar a la juventud para que no fuera a la guerra imperialista–, la mujer autónoma –con parejas a las que se unió y de las que se separó en libertad–, fue ferozmente maltratada, como tantas mujeres que rompieron los códigos y mandatos sociales, y desafiaron al poder de un capitalismo patriarcal, y de un socialismo machista y misógino.

Después del griterío acusatorio fueron las balas y un culatazo que le rompió el cráneo. Su cuerpo fue arrojado a las aguas del Landwehrkanal en Berlín. Una historia que en nuestros países del sur es más que conocida. Rosa criminalizada, Rosa presa, Rosa insultada, Rosa asesinada, Rosa desaparecida

Pero Rosa volvió de todas las desapariciones. De la que pretendieron sus asesinos, y de la que posteriormente realizó el estalinismo, condenando su obra teórica al ostracismo. No sólo escapó de las aguas, regresando a la superficie y a las orillas del mundo. Poco a poco fueron llegando también sus ideas, sus reflexiones sagaces sobre la revolución, el socialismo, la libertad.

Habría muchos temas sobre los cuales es posible reflexionar, pero aquí, el análisis en clave feminista para reencontrarla en los desafíos actuales.

LA AMISTAD POLÍTICA ENTRE MUJERES

¿Cómo tolerar tanto odio de los enemigos, y tanta agresividad de quienes desde las filas revolucionarias rechazaron la radicalidad libertaria y las denuncias del oportunismo y del reformismo, realizadas de manera implacable por Rosa? ¿Cómo sobrevivir al machismo que atravesaba la vida social en la que Rosa desplegaba su lucha, y también la vida íntima?

Quien fue su compañero durante gran parte de su vida, Leo Jogiches, desvalorizaba sus deseos y trataba de disciplinar su actividad. Fue por esa presión que cambió su deseo de estudiar Biología por el deber de estudiar Economía, y que renunció a tener hijos o hijas “porque la Revolución le exigía que entregara todo de sí”. Rosa entregaba todo de sí, todos los días, pero no dejaba de sentir que la lucha por la felicidad de un pueblo, tenía que corresponderse con la búsqueda de la felicidad personal. En varias cartas escritas a Leo le reprocha: “Comprendo que quieras comunicarme tus observaciones críticas, comprendo su utilidad en general e incluso su necesidad en determinados casos. Pero ¡por Dios! en ti esto se ha convertido en una enfermedad ¡en una fea costumbre! No puedo escribirte acerca de ninguna cosa, de ningún pensamiento o hecho sin recibir como respuesta las peroratas más tediosas y más insípidas. ¡Esto es realmente demasiado aburrido!”. Rosa quería volar más alto y no necesitaba un tutor que decidiera por ella los rumbos de la travesía.

¿Cómo atravesar el desencanto en los compañeros, los largos períodos de prisión, los exigentes debates teóricos, sosteniendo la voluntad y el impulso revolucionario?

Una de las claves en la vida de Rosa, que permite explicar esa capacidad de desafío, es que ella cultivó con dedicación la amistad política entre mujeres. Lejos de las historias oficiales que describen a los protagonistas de las revoluciones o las guerras como hombres sobresalientes, la perspectiva feminista enfatiza los lazos sociales que forjaron grupos y colectivos con gran creatividad. Es el caso de las amigas de Rosa, entre ellas: Mathilde Jacob, Luise Kautsky, Sonia Liebknecht, Mathilde Wurm, Clara Zetkin. Es Rosa, en amistad e intimidad con las mujeres de su tiempo, acompañándolas y siendo acuerpada por ellas, como podemos entenderla, y con ella a todas.

ANTES DEL 8M

Unos días antes del crimen, Clara Zetkin le escribía a Rosa: “¡Ay, Rosa! ¡Vaya días! Siento la grandeza histórica y la importancia de tu actuación. ... Mi amada, mi única Rosa, sé que morirás orgullosa y feliz. Sé que nunca has deseado una muerte mejor que luchando por la revolución. Pero ¿y nosotros? ¿Podemos nosotros prescindir de ti? No puedo pensar, sólo siento. Te aprieto con fuerza, con fuerza a mi corazón. Siempre, tu Clara”.

Clara Zetkin compartió con Rosa las críticas a la dirección del partido socialdemócrata en momentos claves como la votación en el Parlamento de los créditos de guerra, en la defensa de la Revolución Rusa (y en su crítica a lo que consideraron necesario de esa experiencia naciente), en la lucha contra el militarismo, en la creación del grupo Espartaco, y luego del Partido Comunista Alemán. Rosa apoyó en todo momento a Clara en las luchas por la organización de las mujeres socialistas a nivel internacional.

Clara y Rosa también estuvieron entrelazadas por el amor que Rosa tuvo con Kostia, el hijo de Clara, 23 años más joven que ella. En un partido tan conservador, ese amor resultó sin dudas una afrenta, y generó habladurías entre los chismosos de la dirección partidaria. Pero tanto Rosa como Clara creyeron en la libertad firmemente, y se permitieron sentir y vivir hasta donde pudieron, en coherencia con sus ideas. La libertad puede generar incomodidad, puede resultar más difícil de vivir, tanto en lo individual como en procesos colectivos, pero es condición para las revoluciones y para las vidas verdaderas.

Esa amistad permitió que Rosa tuviera acceso a periódicos como el que dirigía Clara, Die Gleichheit (La Igualdad) y a numerosos espacios políticos que los varones del socialismo le iban limitando. En 1907 Clara y Rosa, junto a otras compañeras como Alexandra Kollontai –representando a Rusia–, realizaron la Conferencia de Mujeres Socialistas en la que participaron 59 mujeres de 15 países. Fue un espacio decisivo para la organización del primer Día Internacional de las Mujeres, celebrado en Europa en marzo de 1911. Fue también una articulación que creció en su proyección internacionalista, y desde la cual se organizó la resistencia socialista a la guerra imperialista.

Pero no se trataba solo de la lucha contra el capital. En 1912 escribía Rosa en un artículo publicado en el periódico alemán Leipziger Volkszeitung: “…Con la emancipación política de las mujeres, un fresco y poderoso viento habrá de entrar en la vida política y espiritual (de la socialdemocracia) disipando la atmósfera sofocante de la actual vida familiar filistea que tan inconfundiblemente pesa también sobre los miembros de nuestro partido, tanto en los obreros como en los dirigentes”.

Es decir, no sólo se hablaba de la lucha por el voto de las mujeres, sino que se organizó con una gran masividad el movimiento de las trabajadoras para la lucha contra la guerra, se planteó la urgencia de la participación de las mujeres en las luchas por la revolución socialista, y se pusieron en discusión temas como la familia.

Rosa insistió también en la idea de que las proletarias no podían ser furgón de cola de las feministas burguesas. Creía e incitaba a la participación de las mujeres trabajadoras en la primera línea de lucha por el socialismo. Afirmaba en un discurso en 1912: “El actual enérgico movimiento de millones de mujeres proletarias que consideran su falta de derechos políticos como una flagrante injusticia, es señal infalible, señal de que las bases sociales del sistema imperante están podridas y que sus días están contados… Luchando por el sufragio femenino, también apresuraremos la hora en que la actual sociedad caiga en ruinas bajo los martillazos del proletariado revolucionario”. Y escribió el 5 de marzo de 1914: “Para la mujer burguesa su casa es su mundo. Para la proletaria su casa es el mundo entero, el mundo con todo su dolor y su alegría, con su fría crueldad y su ruda grandeza. La proletaria es esa mujer que migra con los trabajadores de los túneles desde Italia hasta Suiza, que acampa en barrancas y seca pañales entonando canciones junto a rocas que, con la dinamita, vuelan violentamente por los aires. Como obrera del campo, como trabajadora estacional, descansa durante la primavera sobre su modesto montón de ropa en medio del ruido, en medio de trenes y estaciones, con un pañuelo en la cabeza y a la espera paciente de que algún tren le lleve de un lado a otro. Con cada ola de miseria que la crisis europea arroja hacia América, esa mujer emigra, instalada en el entrepuente de los barcos, junto con miles de proletarios, junto con miles de proletarios hambrientos de todo el mundo para que, cuando el reflujo de la ola produzca a su vez una crisis en América, se vea obligada a regresar a la miseria de la patria europea, a nuevas esperanzas y desilusiones, a una nueva búsqueda de pan y trabajo”.

Estos textos abren un espacio de empatía para quienes en este sur se vuelven protagonistas de los feminismos populares, indígenas, negros, campesinos, migrantes, internacionalistas, sin fronteras, en los que no se busca negociar algunas migajas del banquete mundial de la burguesía transnacional, sino se tiene como horizonte las revoluciones anticapitalistas, antipatriarcales, anticoloniales, socialistas. Para quienes afirman como lo hacen las mujeres organizadas en el Movimiento Sin Tierra de Brasil, que “sin feminismo no hay socialismo”.

CONTRA EL MILITARISMO Y LA GUERRA

Las mujeres socialistas estuvieron en la primera línea de la denuncia del ascenso del militarismo, y en la oposición a la guerra imperialista, cuando la “civilizada” Europa se desangraba en la Primera Guerra Mundial. Rosa puso toda su pasión para intentar convencer a la socialdemocracia, a la juventud, a los pueblos, del drama humanitario que significaría el estallido de la guerra. Llamó a los jóvenes a no sumarse al Ejército, denunció el maltrato de los oficiales a los soldados, llamó a los diputados socialdemócratas a no votar créditos para la guerra, siendo juzgada por éstas y otras acciones por “traición a la patria”. Cuando se preparaba para asistir a la Primera Conferencia Internacional Antibélica en Holanda, fue detenida (el 18 de febrero de 1915). La prisión no la detuvo. En abril de 1915, en la cárcel, terminó de escribir el texto “La crisis de la socialdemocracia alemana”, más conocido como el Folleto Junius donde proclamaba como disyuntiva histórica: “Socialismo o Barbarie”. Escribía entonces: “Federico Engels dijo una vez: “La sociedad capitalista se halla ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie” … En este momento basta mirar a nuestro alrededor para comprender qué significa la regresión a la barbarie en la sociedad capitalista. Esta guerra mundial es una regresión a la barbarie. El triunfo del imperialismo conduce a la destrucción de la cultura, esporádicamente si se trata de una guerra moderna, para siempre si el período de guerras mundiales que se acaba de iniciar puede seguir su maldito curso hasta las últimas consecuencias. Así nos encontramos hoy, tal como lo profetizó Engels hace una generación, ante la terrible opción: o triunfa el imperialismo y provoca la destrucción de toda cultura y, como en la antigua Roma, la despoblación, desolación, degeneración, un inmenso cementerio; o triunfa el socialismo, es decir, la lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo, sus métodos, sus guerras. Tal es el dilema de la historia universal, su alternativa de hierro, su balanza temblando en el punto de equilibrio, aguardando la decisión del proletariado. De ella depende el futuro de la cultura y la humanidad”

Compartimos con Rosa la desazón y el espanto que provocan el capitalismo patriarcal y colonial, saqueador, dispuesto a lanzarse a invasiones, guerras, crímenes de estado, dictaduras, destrucción de la naturaleza, envenenamiento de los ríos, contaminación de las tierras, exterminio de pueblos, genocidios, femicidios. La “nueva conquista” que arrasa a nuestro continente, está enloqueciendo de rabia a los pueblos que día a día sienten amenazada su existencia. En este contexto, cuando tratan de robarnos no sólo los bienes comunes sino la capacidad de creernos y de ser sujetos de la historia, es necesario volver a Rosa para pensar al socialismo, y por ende a la Revolución, como un proyecto de vida, frente a la muerte anunciada por el capital.

LA REVOLUCIÓN ES UN SUEÑO ETERNO

En su texto sobre La Revolución Rusa, Rosa profirió una de sus sentencias geniales, que tanto hubieran servido si los proyectos populares y socialistas la hubieran tenido en cuenta “La libertad solamente para los seguidores del gobierno, solamente para miembros de un partido –por más numeroso que fuere– no es libertad. La libertad siempre es libertad de quienes piensan distinto. No por el fanatismo de la ‹justicia›, sino porque todo lo vital, lo curativo y depurativo de la libertad política depende de este carácter, y su efecto falla cuando la ‹libertad› se convierte en un privilegio.”

Rosa Luxemburgo vivió un tiempo de revoluciones. Nacida en Zamosc, en una Polonia ocupada por el imperio zarista ruso, el 5 de marzo de 1871, días antes que los obreros y obreras de Paris “tomaron el cielo por asalto”, fue acunada por los cantos guerreros de la Comuna –la primera experiencia de gobierno obrero–. En sus 47 años de vida intensa, participó de la revolución rusa de 1905 –a la que se sumó desde el territorio ocupado de Polonia, cayendo presa en ese país–, vibró desde la prisión con la Revolución Rusa de octubre de 1917, a la cual no temió valorar –en debate con el reformismo socialdemócrata alemán– y criticar –en textos que no llegó a publicar en vida–. Fue asesinada días después de la derrota de la revolución espartaquista.

Sobre la experiencia de la primera revolución rusa, escribió su obra Huelga de masas, partido y sindicatos, en la que intentó analizar los nuevos modos de participación del pueblo, y sus formas de organización y lucha. Un texto que merece ser estudiado, debatido, al calor de experiencias como el Paro Internacional de Mujeres, y de las duras polémicas que esta iniciativa provoca con algunas burocratizadas organizaciones sindicales.

Su texto inconcluso La Revolución Rusa, publicado años después de su muerte, permite a su vez analizar varios temas críticos para los proyectos socialistas.

La derrota de la semana de Espartaco mostró a Rosa en su integridad revolucionaria. Un día antes de ser asesinada escribía: “¿Qué podemos decir de la derrota sufrida en esta llamada Semana de Espartaco? ¿Ha sido una derrota causada por el ímpetu de la energía revolucionaria chocando contra la inmadurez de la situación, o se ha debido a las debilidades e indecisiones de nuestra acción? ¡Las dos cosas a la vez! El carácter doble de esta crisis, la contradicción entre la intervención ofensiva, llena de fuerza, decidida, de las masas berlinesas, y la indecisión, las vacilaciones, la timidez de la dirección ha sido uno de los datos peculiares del más reciente episodio. La dirección ha fracasado. Pero la dirección puede y debe ser creada de nuevo por las masas y a partir de las masas. Las masas son lo decisivo, ellas son la roca sobre la que se basa la victoria final de la revolución”. Las últimas palabras de ese escrito fueron: “¡El orden reina en Berlín!” ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya “se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto” y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré!”.

Rosa Luxemburgo, la mujer de las muchas revoluciones, conmovió a las organizaciones que creaba y a las que llegaba; revolucionando su propia vida y la de quienes la rodeaban. Supo vivir las derrotas sin perder la ternura y el deseo de cambiar al mundo.

Rosa es y será, y seremos con ella finalmente, si logramos ante la adversidad, mantener la alegría, el buen humor, el encanto por la vida. Burlándose de la solemnidad de los socialistas, le escribió a su compañera y amiga Mathilde Jacob, desde la cárcel de Wronke: “Oh, Mathilde, ¿cuándo estaré de nuevo en Sudende contigo y Mimí (su gata), leyendo Goethe para las dos? Pero hoy quiero recitar de corazón un poema que me vino a la cabeza esta noche, sabrá Dios por qué. Es un poema de Conrad Ferdinan Meyer, el querido suizo (...) “estoy arrepentido, lo confieso compungido, de no haber sido tres veces más audaz”. Esta conclusión tú vas a ponerla en mi sepulcro... ¿Lo tomaste en serio Mathilde? ¡Qué! Tienes que reír de eso. En mi tumba, como en mi vida, no habrá frases grandilocuentes. Sobre la piedra de mi tumba deben aparecer apenas dos sílabas: zvi, zvi. Es el canto de los (pájaros) carboneros. Yo lo imito tan bien, que ellos vienen corriendo”.

Rosa amaba los pájaros, las flores, las plantas. Le gustaba el teatro, la música, la pintura. Embelleció la vida socialista, la historia de las revoluciones, la genealogía de las mujeres. Podemos preguntar como Clara: Rosa, ¿podemos prescindir de ti?

Un siglo después del crimen, Rosa abre las ventanas de la historia para seguir soñando revoluciones, y para realizar nuestros sueños tantas veces soñados. La memoria arde, Rosa. No podemos prescindir de ti.

lunes, 28 de enero de 2019

Perros sí, negros no. Por, Jorge Majfud -25/01/2019

Perros sí, negros no

Análisis
25/01/2019
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Manifestación contra el racismo institucional
Foto: Manu Navarro
El hombre de barba anglosajona (candado) sostiene su perro con un brazo mientras señala con un dedo a alguien que pasa. “No, no es odio”, dice, agitado. “Tengo todo el derecho del mundo a pensar que mi raza es superior. Está probado que la raza blanca es más inteligente que la negra. No es odio, no. Quienes no nos permiten expresarnos son quienes sufren de odio. No nosotros”.

Aparte de ser una moda, esa de acusar a los demás de lo que uno mismo sufre (según Trump, no hay en el mundo alguien menos racista y menos misógino que él), este argumento se ha vuelto muy popular en el club de la OTAN: no son los racistas los que odian. Ni siquiera son racistas.

El argumento tiene, sin embargo, algunos problemas.

Primero, aun asumiendo que los blancos son más inteligentes que los negros (luego discutimos cuándo los asiáticos van a expulsar a todos los blancos y por qué los negros han mejorado tanto en sus test de inteligencia en los últimos cuarenta años si, en su raíz, se trata de un problema biológico), eso no garantiza que los racistas no sean la excepción de su raza.

Segundo, podemos asumir que los supremacistas blancos se consideran intelectualmente superiores a los perros. Sin embargo, no por eso los echan de sus casas a patadas. Por el contrario, al menos aquí en Estados Unidos, la gente duerme con sus perros y no pocos los besan en la boca después que el perrito le lamió el pene al perro del vecino.

Pero cuando se discursa contra los negros o se acosa a los inmigrantes de piel oscura (del medio millón de ilegales europeos y australianos, ni una palabra), no se trata de odio sino, simplemente de un reconocimiento objetivo de que la raza blanca es superior. Eso, eso “no es odio”. (La nueva moda de los genios aburridos será: “Sí, es odio, ¿y qué?”).

Los partidarios de construir sociedades amuralladas consideran que esa es la mejor forma de evitar conflictos y de salvar la pureza de sus culturas y de sus identidades. Esta superstición esencialista, muy popular, ignora la fuerza de la historia que todo lo cambia. Basta que una sociedad expulse a todos los “diferentes” para que, dentro de sus orgullosas murallas, físicas y mentales, como en Calataid, comiencen a surgir diferencias, sino de hecho al menos por la percepción de sus habitantes que siempre ven lo que tenemos los humanos de diferente y nunca lo que tenemos en común. Para darse cuenta de esto basta con mirar cualquier familia.

Este argumento no se sostiene más que por el ejercicio religioso aplicado en el lugar equivocado, en el mundo factual, es decir, la creencia de que algo es verdad porque uno cree en ello, y si algo parece ilógico e imposible, mejor aún, porque se necesita poseer una fe inquebrantable, verdadera, probada, salvadora, para ir contra todas las evidencias. El barco se hunde y los fieles del capitán dicen que está tomando impulso o que se prepara para convertirse en submarino.

Un mundo compuesto de sociedades amuralladas no tiene futuro. Es la mejor receta para el conflicto, las guerras y los holocaustos. Si uno se rodea de murallas porque no se entiende con otros pueblos, no es lógico pensar que por esa misma particularidad vamos a poder comunicarnos y entendernos mejor con el resto del mundo, un mundo que ha sido reducido a un pañuelo por la tecnología. Si en la Edad Madia algunos reinos menores podían sobrevivir sin mayores contactos con el mundo exterior, si luego los burgos se amurallaron con relativo éxito para su defensa, eso ya no tiene sentido. Una nueva Edad Media es un proyecto imposible, impráctico y peligroso, por lo cual podemos prever que no se trata de un gran ciclo histórico sino de una reacción a una tendencia opuesta y mayor, como lo es la aceptación de la diversidad y el avance de la igualdad a pesar del poder de las elites que siempre se las ingenian para contrarrestar sus pérdidas.

El persistente intento de presentar al nacionalismo como la base de un entendimiento universal es una broma de mal gusto. No es un elemento capaz de unir, ni como utopía ni como realidad, a una sociedad global que debe enfrentar verdaderos peligros a su propia existencia, como lo es la catástrofe ecológica en curso, la amenaza nuclear, o la ultra segregación económica, donde 49 individuos, que no han aportado absolutamente nada a la historia de la humanidad, se llevan la mitad de toda la riqueza de la población mundial.

Está de más decir que esta idea (de que los promotores de las sociedades amuralladas solo defienden sus derechos a vivir según sus propios valores) es altamente hipócrita. Esa ola nacida en el mundo que colonizó el mundo en los últimos siglos, primero con colonias esclavistas y luego con la fuerza del dinero y los cañones, nunca pensó en el “derecho de cada cultura a vivir según sus propios principios”. Por siglos, a todas las culturas que eran diferentes se las consideró inferiores y se les impuso “nuestros principios”, aparte de explotarlos y masacrarlos por millones y millones.

Ahora que unos habitantes de esas excolonias, en un número insignificante en comparación, comienzan a migrar por desesperación al centro económico del mundo, se los criminaliza, se los expulsa y se levantan murallas para mantener al “invasor” lo más lejos posible.

Así que, el repetido argumento de que no se trata de odio sino de defender “lo nuestro”, se parece del todo a los racistas que aman a sus perros, pero no pueden vivir con vecinos negros porque son inferiores.

Para que no se sientan mal están las leyes justas que siempre se cambian cuando dejan de convenir al poder. Actualmente, la ley de Lotería de Visas para la Diversidad de Estados Unidos que beneficia a pocos pero demasiados no blancos, es atacada por el mismo Partido del Muro. Personalmente estoy de acuerdo que es una ley sin mucho sentido, pero observemos que fue inventada a finales de los 80 para beneficiar a los inmigrantes irlandeses, por entonces asimilados a la idea de “raza blanca”.

Claro, los irlandeses no siempre fueron blancos. Durante varias décadas del siglo XIX, fueron el mayor grupo de inmigrantes a Estados Unidos y, porque no eran el tipo de blanco esperado y sus pelos eran de un color horroroso, imperfecto, se los discriminó de formas violentas. Los indios, los mexicanos y los negros ni siquiera contaban como candidatos a ciudadanos (la ley definía ciudadanía en base al color de piel) y en la mayoría de los casos ni siquiera contaban como seres humanos. No era raro leer carteles que aclaraban el derecho de admisión en restaurantes: “Ni perros ni irlandeses”. Hoy el cartel diría: “Perros si, mexicanos no”.

El lado positivo es que no se trata de una mayoría, por suerte, aunque sí de una minoría con un poder político desproporcionado, por desgracia y por las razones que podemos discutir en otro artículo. Una minoría con un poder desproporcionado, como la de todo gran poder.

 JM, enero 2019

- Jorge Majfud es escritor uruguayo estadounidense, autor de Crisis y otras novelas.​


Un mundo compuesto de sociedades amuralladas no tiene futuro. Es la mejor receta para el conflicto, las guerras y los holocaustos.


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