“LOS PODEROSOS
SIEMPRE HAN TEMIDO LA OPOSICIÓN DE LA RISA”:
DIEGO
LEÓN HOYOS
Entrevista
de CECILIA OROZCO TASCÓN.
El
famoso actor y director de televisión y teatro define la risa como arma
política a la que le tienen miedo los personajes públicos. Recordó su papel de
“compañera” de set de Jaime Garzón en el noticiero burlesco “Quac”, de los años
90. Y asegura que la acusación delictiva al columnista de humor Daniel Samper
Ospina por parte de un expresidente es “un subterfugio para desviar la implacable
crítica del periodista”.
“La
acusación de violación de menores no se puede lanzar, ni en serio ni en broma,
sin pruebas”: Hoyos. Óscar Pérez
Además
de ser uno de los actores y directores de teatro y televisión más respetados, a
usted se le recuerda por su papel de María Leona Santodomingo, “compañera de
set” del inolvidable Jaime Garzón en el “Noticiero Quac” (de la televisión de
finales de los años 90) en que ustedes dos caricaturizaban la realidad política
del país. ¿Cómo reaccionaban los personajes de la vida real, de los que ustedes
se burlaban: con humor o con ira?
De
las dos maneras. Quac fue un fenómeno muy complejo y los políticos reaccionaban
del mismo modo: unos se molestaban y hacían reclamos airados de rectificación,
y otros, la mayoría, sentían que era un verdadero honor ser caricaturizados en
el programa debido el enorme prestigio que tenía en la opinión pública y,
obviamente, en los eventuales electores. Entiendo que Patricio Wills,
presidente de RTI -la empresa que realizaba Quac-, recibía, con frecuencia,
peticiones de copias de las emisiones del “noticiero” por parte de los
políticos y altos funcionarios del Gobierno. Esas solicitudes eran tan
frecuentes, que nosotros le decíamos a él que nos apoyaba, no por el alto
rating, sino por el goodWills de Quac, porque le producía mucho prestigio. A
los políticos que reclamaban airadamente se les contestaba que se trataba de
una ficción y que corregir algo en Quac, guardadas proporciones, era como pedir
una corrección en El Quijote.
¿Alguna
vez recibieron amenazas, insultos o agresiones de otro tipo por las burlas que
ustedes, evidentemente, hacían de la realidad del país o de alguno de los
personajes del momento?
A
mí no. Al parecer, a Jaime lo llamaron unos temibles narcotraficantes de la
época. Después de asegurar que les encantaba Quac, le pidieron que no
mencionara a sus familias. Eso les molestaba mucho. Pero, a continuación, le
aclararon que no les preocupaba que dijéramos lo que quisiéramos sobre ellos y
que le pedían un favor: ¡advertirles antes de la emisión que íbamos a
nombrarlos “para estar preparados”!
La
época del narcotráfico de los 90, en forma de carteles y grandes capos, fue
superada. ¿Qué piensa del país de hoy, el del posconflicto y sin guerrilla,
pero con un grado de odio social casi igual?
Evidentemente,
la intolerancia y la agresión a las personas que tienen una posición crítica
sobre los poderes continúan en Colombia. En eso no hemos cambiado. De hecho, el
valiosísimo proceso de paz está -él mismo- amenazado. El asesinato de Jaime
Garzón probablemente esté relacionado con una infamia que prosperó en ese
tiempo, que consistía en decir que él recibía comisiones económicas por su
gestión en la liberación de los secuestrados, una tarea humanitaria a la que se
dedicó por su civismo generoso. Era una acusación monstruosa, porque el interés
que movía a Jaime era el de luchar para que hubiera paz en el país. Ahora bien,
con independencia de ese infundio, seguramente el fanatismo político también
cumplió un papel en ese imperdonable asesinato. Al matar la risa, mataron un
poco a Colombia.
Tal
vez no en “Quac”, pero sí en los otros programas humorísticos de Jaime, la
molestia de funcionarios del Ejecutivo y militares representados por él era
notoria. Usted no estaba en todos como coprotagonista de Garzón, pero era su
amigo. ¿Qué recuerda sobre esos criticados?
En
realidad, nuestros distintos caminos laborales nos mantenían distanciados. Sí
recuerdo, como lo dije antes, que muchos a quienes él mencionaba o entrevistaba
se sentían honrados por ser incluidos en sus libretos. Sin embargo, los hechos
posteriores demostraron que también había gente que, fatalmente, se ofendió con
su inteligencia, su ironía y sus posiciones.
En
sus recuerdos, ¿quiénes eran los admiradores de Garzón?
Garzón
terminó ganándose el amor de todo el pueblo colombiano, pero los más jóvenes y
quienes tenían mayor acceso a la información y estudios superiores,
sencillamente lo idolatraban. Por eso lo invitaban permanentemente a foros en
todas las universidades del país. No obstante, sucedió algo extraño: el
colombiano raso también terminó adorándolo: el lustrabotas Heriberto de la
Calle, el portero Néstor Elí y la empleada doméstica Dioselina Tibaná fueron
personajes que encarnaron el alma del pueblo.
Sin
querer hacer comparaciones, la sindicación, sin ningún sustento, del
expresidente Uribe al columnista Daniel Samper Ospina, de ser un presunto
“violador de niños”, sólo porque hizo un chiste con los nombres de una mamá y
su bebé es, a mi juicio, el más grave ataque al humor en los años pos Garzón.
¿Qué piensa sobre el hecho de que un hombre de tanto poder político intente
minar a uno de sus críticos más consistentes?
La
acusación de un delito como la violación de menores no se puede lanzar, ni en
serio ni en broma, sin ninguna prueba. Ese tipo de afirmaciones se emparenta
con lo que ahora llaman “posverdad” y, también, con la conducta perniciosa de
repetir una mentira hasta convertirla en “verdad”, como lo hacían los nazis y
como sucede hoy en Estados Unidos, Venezuela, Colombia y otros lugares del
mundo. El humor político siempre ha sido el mejor instrumento de la sociedad
para defenderse del poder, no importa de cuánta pompa se rodeen quienes lo
detentan ni tampoco importa si invocan el derecho divino o romano, con voz
temblorosa, intentando legitimarse. Pienso que los poderosos siempre han tenido
que sufrir la oposición de la risa, porque ésta desmantela su andamiaje de
mentiras. Por eso le temen.
¿En
qué se parece el papel de humorista crítico que desempeña Daniel Samper Ospina
en la sociedad colombiana del año 2017 y la que cumplía Garzón en los 90?
En
algo sustancial: ambos han sacado a la luz y han dado a conocer algo que ni las
ciencias jurídicas, ni las matemáticas, ni la química, ni ninguna otra disciplina
nos enseñan ni nos permiten conocer: las motivaciones ocultas del poder que,
usualmente, se resumen en factores como la vanidad, la ambición y el deseo de
dominio sobre los otros. En eso se parecen.
Ya
no hablando de ellos dos, en particular, sino del humor, en general, ¿cuáles
son las diferencias entre una frase graciosa y una ofensiva?
Hay
que distinguir entre el humor crítico, agudo y hasta bondadoso, de la burla y
el escarnio que sirven a los tiranos. ¿Qué tal la hilaridad y la complicidad
que se ve en los rostros de los soldados norteamericanos que se tomaron fotos
en Abu Ghraib mientras torturaban a los presos de Irak? ¿O las imágenes de los
soldados nazis queriendo inmortalizarse junto a los cadáveres de los judíos
asesinados por ellos en Polonia? Para no hablar de los notables del sur de
Estados Unidos en los comienzos del siglo XX, destornillados de la risa al lado
de los negros que acababan de linchar y ahorcar. Eso no tiene nada que ver con
el humor, pero sí con las reacciones de los dictadores en todas las épocas de
la historia.
En
su análisis, ¿la airada reacción del senador Uribe contra Samper Ospina tiene
que ver con la actividad humorística del periodista, con la defensa de los
niños o con el inicio de la campaña electoral que necesitaría radicalizar el
país?
No
creo que tenga nada que ver con la defensa de los niños, sino con el interés de
producir un escándalo ad portas de la campaña electoral. La estrategia de
polarizar el país es una herramienta que le ha dado formidables réditos políticos
hasta el momento.
Entonces,
¿por eso toma como blanco de sus ataques el periodismo humorístico de Samper
Ospina?
La
acusación al columnista Samper es una salida por la tangente, un subterfugio
para desviar la implacable crítica del periodista, de las maniobras políticas
del Centro Democrático valiéndose de un ingenioso retruécano, por cierto,
inofensivo, para descalificarlo.
Pero
el humor político, tal como el que ustedes ejercían en el “Noticiero Quac”,
siendo una herramienta poderosa no parece tener tanto efecto real. ¿No estará
sobredimensionado?
Lo
cierto es que los políticos, los fanáticos y los poderosos le tienen mucho
miedo al humor. Eso lo expresa, muy bien, Umberto Eco en su famosa novela El
nombre de la rosa: el fraile Jorge de Burgos comete múltiples asesinatos para
evitar que se divulgue el “peligroso” segundo libro de La Poética, de
Aristóteles, supuestamente dedicado a la comedia, la risa y el humor. El fraile
justifica los crímenes que ejecutó con tal de que nadie aprenda a reírse con
estas palabras: “La risa libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la
fiesta de los tontos también el diablo parece pobre y tonto, y, por lo tanto,
controlable. Este libro podría enseñar que liberarse del miedo al diablo es un
acto de sabiduría. Cuando ríe… el aldeano se siente amo porque ha invertido las
relaciones de dominación…”. Ahí está la respuesta a su pregunta.
El
senador Uribe tiene fama de ser una persona carente de humor y de capacidad de
reírse. Para usted, experto en la materia, esa condición en un jefe político,
¿es una ventaja, un defecto, un problema o bien una garantía de seriedad?
Le
contesto no como experto, sino como ser humano: no confío en alguien que no sea
capaz de burlarse de sí mismo. Todos somos víctimas de la vanidad y la
ambición, como lo mencioné. El humor es un excelente instrumento para
autocriticarnos, para recordarnos la humildad y para reconocernos como iguales.
No hay nadie más poco serio que quien lo parece.
Si
usted estuviera en el lugar de Samper Ospina, ¿haría lo mismo que él, es decir,
interponer acciones legales contra su detractor, cancelaría las presentaciones
en vivo, dejaría de escribir, terminaría o seguiría desarrollando sus
actividades profesionales como siempre?
Seguiría
ejerciendo mis actividades profesionales como siempre. ¿Puedo enviarle un
mensaje?: desde aquí, ¡ánimo, Daniel!
Cambiando
de tema, pero conectado con el humor de la comedia y también con el drama: en
estos días usted regresa a la escena como director de la obra “Shakespeare
enamorado (“in Love”, originalmente), basada en la famosa película de finales
de los 90 y montada por un gran grupo para el teatro Colón. A dos días de
haberse estrenado, ¿cómo siente la obra y cómo se siente usted?
Absolutamente
feliz y honrado: es para mí un honor dirigir una obra de alguien a quien admiro
tanto como Tom Stoppard y presentarle al público un equipo creativo, técnico y
artístico que no dudo en calificar de inmejorable. La obra cuenta con unos de
los mejores actores de este país y tiene el sello de calidad lingüística de
haber sido traducida al castellano por el escritor Juan Gabriel Vásquez.
¿Por
qué habría que verla?
Porque
los espectadores tendrán una noche inolvidable con esta deliciosa comedia
romántica en la que veremos cómo William Shakespeare, el gran dramaturgo
inglés, en medio de una aterradora crisis creativa en que se le ha secado la
gracia y le huyeron las palabras, se enamora y termina escribiendo Romeo y
Julieta, la obra de amor por excelencia.
¿Cuáles
fueron los ingredientes principales del montaje para Colombia?
Tratamos
de dosificar la gran dosis de humor irreverente y trasgresora, la maravillosa
poesía sentimental de Shakespeare y la belleza plástica del espectáculo.
Estamos seguros de que la gente se conmoverá y se divertirá como nos ocurrió a
nosotros.
Se
sabe que la obra es propiedad de Producciones Disney. ¿Hubo algún tipo de
supervisión de Estados Unidos para su adaptación?
Sí.
Felipe Gamba es un colombiano talentoso que trabaja en la dirección de Disney
Theatrical Productions y es el encargado de supervisar los montajes de Disney
en todo el mundo. Se reunió con nuestro equipo, nos felicitó y nos dijo que la
versión colombiana era extraordinaria y que respetaba y exaltaba las cualidades
de la adaptación de este gran clásico de la dramaturgia contemporánea.
Ataques
a los críticos políticos: un atentado al futuro de la democracia
C.O.T.-
En cada época de la historia del país se pueden citar ejemplos de
caricaturistas (dibujantes o escritores) que han molestado al régimen, al
gobierno o al presidente de turno: varios de ellos tuvieron delicados
enfrentamientos con altos funcionarios y con los líderes políticos. ¿Por qué
las críticas “serias” de columnistas u opositores parecen ser más soportables
que las de humor si también pueden ser corrosivas?
D.L.H.-
Afortunadamente han existido caricaturistas de gran nombre y valor en cada
época. Son tesoros de los que se puede enorgullecer la imperfecta democracia
colombiana. Por eso, la eliminación física de Jaime Garzón o las acusaciones
infundadas sobre comisión de delitos graves a Daniel Samper Ospina constituyen
atentados al futuro civilizado y democrático del país. Pero usted se equivoca
en una cosa: los críticos serios también han estado en constante peligro. La
historia siempre mencionará, para vergüenza de Colombia, el asesinato del
inolvidable Guillermo Cano y los de tantos otros periodistas valientes que
fueron sacrificados o perseguidos.
“Shakespeare
enamorado”, un lujo en el teatro Colón
El
viernes pasado se estrenó, en el teatro Colón de Bogotá, la obra Shakespeare
enamorado (Shakespeare in Love), una famosa adaptación a las tablas de la no
menos famosa película estadounidense de 1998, dirigida por John Madden y
protagonizada por Gwyneth Paltrow y Joseph Fiennes, que tuvo gran éxito en la
crítica y siete Premios Óscar, así como tres Globos de Oro y cuatro Bafta. Se
narra la historia del que sería el romance más notable de todas las épocas
literarias: el legendario dramaturgo, poeta y actor inglés William Shakespeare,
quien estaba sufriendo una etapa de “sequedad” intelectual, se enamora
desesperadamente, justo cuando escribía Romeo y Julieta. La trama de amor no
aburre ni un instante, porque la dama de los sueños del escritor está comprometida
con un poderoso señor que intenta asesinar a Shakespeare. En una rica puesta en
escena, el director del montaje bogotano, reconocido hombre de las artes y
profesor de la misma materia, Diego León Hoyos, es entrevistado por El
Espectador en estas páginas. El elenco artístico, además de Hoyos, es de los
mejores que ha habido en los últimos tiempos en el país y reúne a actores de la
talla de Nicolás Montero, Carolina Ramírez, Kepa Amuchástegui, Carmenza Gómez,
Jairo Camargo y Gloria Gómez, entre otros.
Tomado
de www.elespectador.com. 22 Jul 2017
- 9:00 PM
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