LA ÚLTIMA MARCHA DE LAS FARC. POR:
EL ESPECTADOR. EDITORIAL
Tal
vez la rigurosidad del proceso, sus muchos pasos en falso, su éxito final
indiscutible y su aterrizaje forzoso hicieron que el país olvidara la historia
que parecía habernos condenado a la guerra perpetua. Pero invitamos a recordar
la desesperanza del pasado y contrastarla con el hecho innegable de que los
miembros de las Farc realizaron su última marcha.
La
última marcha de las Farc
Por
supuesto, la desaparición de las Farc no va a solucionar todos los problemas de
seguridad del país. El narcotráfico, las bandas criminales y el imparable
asesinato de líderes sociales son problemas ineludibles. Lo cual no puede
evitar que se celebre la desaparición de un actor armado de nuestro territorio.
/ Foto: @FARC_Occidente
Hoy,
si todo sale de acuerdocon lo planeado por el Gobierno y las Farc, cerca de
6.300 guerrilleros habrán marchado por última vez y estarán concentrados en las
zonas veredales que fueron destinadas para este paso, el último antes de su
reinserción a la sociedad. Consideramos importante, por lo menos por un
instante, sacudirse la amargura política que ha rodeado al proceso de paz y
celebrar la magnitud histórica de este hecho: las Farc están al borde de su
desmantelamiento como grupo al margen de la ley. No es un logro menor.
Por
muchos años, la historia de Colombia ha estado íntimamente ligada a las Farc.
La construcción de la identidad de los colombianos tenía, necesariamente, que
tener en cuenta la existencia de un grupo armado que causaba tragedias y que
infundía miedo entre las personas. Por eso, los debates políticos también
estuvieron siempre circunscritos al tema de la seguridad nacional y a cómo
enfrentar a ese enemigo que por mucho tiempo pareció invencible. Después de
muchos intentos de diálogo que terminaron en fracasos estruendosos, causando a
la vez una desconfianza sobre la posibilidad de una salida pacífica, era muy
difícil imaginar que llegaría el día de una Colombia sin Farc (pese a que ese
era el clamor del país entero).
Tal
vez la rigurosidad del proceso, sus muchos pasos en falso, su éxito final
indiscutible y su aterrizaje forzoso hicieron que el país olvidara la historia
que parecía habernos condenado a la guerra perpetua. Pero invitamos a recordar
la desesperanza del pasado y contrastarla con el hecho innegable de que los
miembros de las Farc realizaron su última marcha.
Por
supuesto, la desaparición de las Farc no va a solucionar todos los problemas de
seguridad del país. El narcotráfico, las bandas criminales y el imparable
asesinato de líderes sociales son problemas ineludibles. Lo cual no puede
evitar que se celebre la desaparición de un actor armado de nuestro territorio.
En
el acuerdo de La Habana se pactó que los guerrilleros se concentrarían en zonas
veredales y, una vez allí, empezarían un proceso que tiene un cronograma de 180
días como plazo máximo y que establece que el 1º de marzo las Farc deberán
haber entregado hasta la última bala, y 30 días después, el 1º de junio, las
zonas veredales desaparecerán y los guerrilleros habrán terminado su proceso de
reintegración.
Ayer,
Sergio Jaramillo, alto comisionado para la Paz, celebró que incluso la columna
“Teófilo Forero ya llegó a la vereda en Miravalle, en Caquetá”. Es cierto,
entonces, lo que dice el comunicado del bloque Caribe de las Farc, en el
sentido de que “con este movimiento mostramos en la práctica que nuestra
disposición para la paz es absoluta”. Y, más importante, que ya no hay vuelta atrás.
No
todo fue perfecto, cabe agregar. La guerrilla ha denunciado que el Gobierno
incumplió sus responsabilidades para adecuar las zonas veredales. La ubicada en
la vereda Pondores, en La Guajira, por ejemplo, no tiene luz ni alcantarillado.
Además, preocupa la aparición de grupos paramilitares que amenazan la seguridad
de quienes están en el proceso de desarme. Rodrigo Londoño, máximo comandante
de las Farc, denunció en Twitter que “es constante la presencia de estos grupos
desde la vereda Playa Rica hasta Puquí, en el municipio de Valdivia, al mando
de alias Ramiro, con las amenazas ya denunciadas y agregando que a quienes
participen con el proceso de paz con las Farc los matarán”. El Estado tiene que
calmar esos medios y demostrar que puede garantizar la seguridad de todos los
desmovilizados.
No
obstante lo anterior y la compleja implementación que está por delante, es un
motivo de orgullo poder decir que las Farc dieron su última marcha como
guerrilla. Tal vez podamos, por fin, dar vuelta a la página.
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en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a
yosoyespectador@gmail.com.
Tomado
de www. El espectador.com. 31 ENE 2017 - 3:22 PM. EDITORIAL
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